junio 16, 2014

Este es el Mundial, pero de la corrupción

Si la FIFA fuera un país, Transparencia Internacional la habría ubicado en la lista de los más corruptos del planeta. El solo hecho de que la sede de Catar 2022 fuera vendida al mejor postor, aumenta la percepción de que en este Mundial decanta toda la podredumbre que viene carcomiendo al fútbol desde hace décadas.

Alrededor de la pelota nadie está exento de manchas. Gobiernos brasileños favorecieron a empresas que donaron fondos a campañas electorales, en lugar de usarlos para terminar estadios. En Catar los estadios se construyen con obreros migrantes sumidos en la esclavitud; mientras tanto, las empresas de indumentaria deportiva siguen procesadas judicial y públicamente por explotación laboral infantil.

Varios árbitros amañaron partidos en el Mundial de Sudáfrica y se teme que esa práctica continúe. Directores y futbolistas de varias ligas fueron suspendidos por apostar a favor o en contra de sus propios partidos o, más deshonroso aún, en contra de sus fanáticos. Representantes de jugadores hacen su propio partido traficando estrellas y manoseando contratos, como el de Neymar del Barcelona. Y como broche de oro, el mejor jugador del mundo, Lionel Messi, llega a los vómitos, sospechado de lavar dinero en partidos benéficos de su fundación, después que el año pasado tuvo que calmar al César con cinco millones de euros por evasión fiscal.

Lo de Messi es grave, mucho más que el caso de Maradona que se autodestruyó en lo personal a base de anfetaminas, verborragia y cocaína. Si se confirma lo de la Pulga, se trataría de una autodestrucción profesional, un intríngulis confuso y oscuro, donde están involucrados empresarios, parientes y narcotraficantes, lavando dinero en bancos del Caribe. Una defraudación doble - ilegal y moral - si se considera que la plata habría terminado en bolsillo propio y no en organizaciones de beneficencia, como originalmente se prometió al público que pagó entradas en Perú, Colombia y EE.UU. para verlo jugar.

Casos de deportistas a quienes sus padres malograron sus finanzas no sorprenden, son ejemplo las ex tenistas Steffi Graf y Arantxa Sánchez Vicario. Lo de Messi no está claro aún si el tema pasa por su papá o por una pesquisa fiscal oportuna para desbaratar su cabeza y las posibilidades argentinas.

Messi y su entorno tendrán que aprender que a esta altura de su carrera y fortuna, su salud deportiva depende más de la transparencia administrativa que de la preparación física. Una honestidad que lamentablemente no le enseñan los dirigentes de arriba, amparados por una FIFA que terminó siendo escudo y escondite para los corruptos.

La amañada institución, que ya hedía desde la época de Joao Havelange, ha contagiado y amparado corrupción en todas direcciones. Las primeras investigaciones indican que las sedes de Catar y de Rusia 2018, han sido producto de más de cuatro millones de euros repartidos en sobornos para comprar votos de miembros de asociaciones africanas y caribeñas. El caso ya hundió a algunos dirigentes, pero los peces gordos siguen en la corriente.

La presión es mucha y no es el calor el que hará que Catar (y tal vez Rusia) pierda la sede. Al presidente de la FIFA,  Joseph Blatter, se le está exigiendo una investigación exhaustiva y que muestre cabezas en vez de trofeos al término de este Mundial. Por suerte ya no son solo políticos y futbolistas los que piden transparencia, ahora la demandan Adidas, Visa y Sony, los grandes auspiciantes que no quieren asociar sus marcas al descalabro y al despilfarro.         

A este movimiento todavía no se han sumado otras multinacionales como Coca-Cola, Budwiser, Pepsi o Hyundai, tal vez porque el negocio del fútbol es eso, un gran negocio. Pero si al unísono cortaran los víveres a la FIFA, así como con autoridad les quitaron los auspicios a grandes deportistas por mala conducta, tal los casos de Lance Amstrong, Kobe Bryan, Tiger Woods y Alex Rodríguez, entre otros, seguramente obligarían a la FIFA a rectificar acciones.

A la FIFA se le pide ética y transparencia. Pero difícil será mientras esta no se desprenda de sus privilegios corporativos y no someta a sus agremiados a la justicia ordinaria. Nada cambiará en el fútbol si sigue considerando al soborno, la extorsión y el engaño por resultados como simples faltas éticas, en vez de delitos agravados.

junio 13, 2014

Poca fiesta en Brasil, mucho circo en Venezuela

El Mundial empezó muy mal, con poca fiesta en Sao Paulo, con gradas vacías hasta la patada inicial y con cánticos de “Hey, Dilma, vai tomar no culo” en represalia contra la presidente Dilma Rousseff por un torneo que los brasileños creen que no debería haberse efectuado.

La corrupción política, los reclamos de una masiva clase que todavía cree que la repartija del bienestar es muy desigual y el descalabro por las obras de infraestructura, son parte de la ecuación y del malestar del pueblo.

La bronca, la amargura, el descontento, la indiferencia y las pocas ganas de sonreír cuando la realidad da para llorar, se pusieron de manifiesto en una ceremonia deslucida, ordinaria y desganada. Ni Pitbul, ni Jay Lo, ni Claudia Leitte pudieron levantar una fiesta deslucida que contrastó con la imagen siempre perenne de un Brasil que nos tiene acostumbrados a la alegría desbordada, a la samba contagiosa, al eterno carnaval y su amplia sonrisa hospitalaria.

Con solo un par de comparsas del sambódromo de Río de Janeiro hubiera alcanzado para que la inauguración fuera fiesta y el mundo identificara a Brasil y se sintiera identificado. Probablemente las autoridades hayan querido dar muestras de austeridad en un momento que las papas queman, pero es irrisorio pensar que una fiesta para el mundo podría esconder tanta corrupción como la que desenmascaró este torneo, tanto la del gobierno anfitrión como la de la cúspide de la FIFA, envuelta en eternos escándalos.

Por otro lado, ante la poca fiesta en Brasil,  el contraste mayor en América Latina fue por Venezuela y el gobierno de Nicolás Maduro que sigue haciendo de las suyas en un sempiterno circo al que peligrosamente ya no se le presta atención por reiterativo.
La fiscal (oficial) chavista Luisa Ortega Díaz amplió la persecución de políticos opositores excusándose en aquellos e-mails de María Corina Machado, en los que se interpretó que “aniquilar” a Maduro no era una simple borrada política del mapa del presidente, sino una literal forma de expresar un atentado contra su vida.

A Maduro ya le falta poco para superar a Hugo Chávez en denunciar conspiraciones contra su vida y su gobierno. Y esta vez, prueba en mano, aunque se trate de la falta de seriedad investigativa de presentar como evidencia un par de e-mail, está tratando de crear un caso que le permita desviar la atención política de otros temas que no han desaparecido de la conversación pública: Corrupción, escasez, desabastecimiento, inflación, ineficiencia en la administración de los recursos públicos y persecución contra los privados.

En este circo reiterado pero efectivo para sus fines políticos, el gobierno cursó órdenes a la Interpol para que proceda a la captura de Diego Arria, Pedro Burelli y Ricardo Koesling, todos ellos en el extranjero y citados en los e-mails de Machado, quien deberá presentarse a declarar el lunes en la Fiscalía (oficial).


El despropósito y el circo de Maduro es tan irrisorio como peligroso. Tomando como real su propia mentira, el gobierno sigue ampliando su onda expansiva para aniquilar a la oposición. Y lo está consiguiendo con total invención e impunidad.     

junio 09, 2014

Felipe como Francisco

Juan Carlos I renunció al trono como Benedicto XVI, débil física y políticamente. Cansado y rendido. Con una corona pesada como elefante de Botsuana y una capa ultrajada por corrupción familiar. Abdicó invocando a la renovación, juventud y liderazgo de Felipe, traspasándole un futuro todavía espinoso pero esperanzador.

Que España deje la monarquía para abrazar la república será una decisión futura a referéndum. En gran parte no dependerá de la voluntad de Felipe, sino de su liderazgo. Son tiempos complicados para él, pero no tan difíciles como los que experimentó su padre en 1975 al suceder al dictador Francisco Franco y en 1981 al neutralizar el último intento de golpe de Estado. En aquella época no se negociaba monarquía por república, sino dictadura por democracia.

Pese a todo su peso político, al rey Juan Carlos hace rato que se le adelgazó el teflón que lo impermeabilizaba de las críticas y que protegía a la monarquía de protestas públicas como las que explotaron tras su renuncia. Su férrea popularidad de entonces se derrumbó en el último lustro por su timidez para no tomar el toro por las astas al principio del caso Noos, por su ingenuidad sobre la honestidad de su yerno Iñaki Urdangarín, por sobreproteger a su hija la infanta Cristina y, entre otros errores, por sus safaris de elefantes y faldas, actitudes monárquicas que antes respetaba y silenciaba el periodismo, pero que ya no resisten en esta época de fiscalía pública que se ejerce en internet y redes sociales.

La monarquía, encarnada ahora por Felipe y la plebeya Letizia, quien le dio a la familia real aires de gente como uno, aún parece a salvo porque ni las críticas ni las manifestaciones tienen por destinatario al todavía príncipe de Asturias. Felipe, su madre Sofía y Letizia son quienes mantienen en alto la popularidad de los Borbones, muy por arriba de otras instituciones democráticas depreciadas, léase partidos políticos y parlamento.

Ni los cambios ni las transiciones son fáciles, máxime cuando el tema de esta época no pasa por la política, sino por la economía, la falta de trabajo y la escasez de bolsillo. Sin embargo, hay confianza de que Felipe está bien preparado para asumir su papel y aunque no se le conocen sus dotes de estadista, seguramente con cada gesto y cada decisión, estimulará cambios y renovación de una clase política que perdió el timón.

En esos cambios seguramente estará incluida Latinoamérica, donde Felipe tejió alianzas y respeto. Una región que conoce bien desde que representó a su padre en todas las toma de posesión presidencial en los últimos 20 años, y cuyo potencial económico puede ayudar al despegue de su país.

Felipe tiene mucho crédito en su banco de confianza. Se le estima por su austeridad, sobriedad, prudencia, por despegarse de los problemas familiares y no haber seguido los pasos alocados de otras dotes monárquicas de Europa, conocidas por salir en tapa de revistas del corazón con amoríos, rebeldías y excentricidades.

Así como por la similitud en las renuncias sorpresivas de los líderes de España y el Vaticano, Felipe debería poder verse en el espejo de Francisco. El Papa, a fuerza de gestos y decisiones, está ayudando a una renovación profunda de la Iglesia, limpiándola de décadas de roña, vicios y corrupción. Reflejándose en Francisco, Felipe tiene la oportunidad y el carácter no solo de transformar a la monarquía, haciéndola más práctica y menos protocolaria, sino de exigir al gobierno, y a toda la clase política, una nueva cultura basada en la transparencia, eficiencia y en la rendición de cuentas.

El destino de la monarquía parlamentaria ya no depende de la reputación democrática y constitucional del rey Juan Carlos I - características que se dan por sentada en cualquier sociedad moderna - sino de las decisiones que a partir del 19 de junio empiece a tomar Felipe VI.

La subsistencia del actual régimen está depositada en los gestos y acciones del nuevo rey. En la unidad que consiga de una España siempre tironeada por su gran diversidad. En el crédito que le extiendan los connacionales de su generación y más de la mitad de los españoles que, habiendo nacido después de 1975, no tienen apego ni se desviven por la Corona, sino que quieren vivir con más y mejor. 

junio 02, 2014

De joven quise ser cura

De joven quise ser cura. Lo charlé seriamente con un amigo, ahora cardenal. Pero el celibato me disuadió de no entrar al sacerdocio, tradición que siempre consideré discriminatoria contra quienes concebimos que la vocación espiritual no es incompatible con formar familia propia.

Optar entre esas dos vocaciones me terminó por alejar de la Iglesia. Tengo conocidos que también tomaron la misma decisión, otros fueron curas y luego dejaron los hábitos para casarse y amigas que se hicieron monjas, pero tenían personalidad para sacerdotisas.

Creo que el celibato obligatorio es una tradición profundamente contradictoria con las enseñanzas de la Iglesia sobre la procreación y la familia. Por suerte, esta costumbre que arrastra y lastra desde el Concilio de Trento está de nuevo en agenda. El papa Francisco, la defiende, pero sabiamente autorizó la discusión. “Al no ser un dogma de fe, siempre está la puerta abierta”, sorprendió al regresar de su reciente visita a Tierra Santa.

Esta máxima y la de “quien soy yo para juzgar” en referencia a los homosexuales, y otros excluidos que soltó el año pasado en Brasil, infieren una agenda cargada de cambios para los sínodos de obispos convocados para este 2014 y el 2015. Aún le falta soltar una frase más, algo más difícil, la que permita discutir el papel de la mujer, que a imagen y semejanza de las enseñanzas de la Iglesia, también se le permita ser sacerdote, asumir responsabilidades teológicas y liderazgo en la cúspide de una jerarquía eclesiástica que no puede pensarse solo de y para hombres. Todo esto, sin que la Iglesia deba renunciar a ningún dogma fe o verdad absoluta, sino solo derribar mitos y costumbres.

La “puerta abierta” no es producto de la casualidad. Francisco, cura de a pie, está muy atento al contexto. Todos sus gestos y símbolos, aunque parecen espontáneos, están cargados de intención y de mensajes. Desde la canonización reciente de Juan XXIII y Juan Pablo II y de Laura Montoya Upegui y María Guadalupe García Zavala, hasta su invitación a judíos, musulmanes y víctimas de curas pedófilos para rezar juntos en el Vaticano, tienen un propósito.

La frase que Francisco lanzó es la misma que argumentó Pietro Parolín días antes de que fuera designado secretario de Estado o número dos de la Iglesia. Y días después que recibió una carta de 26 mujeres italianas, entre enamoradas, casadas y con relaciones secretas con sacerdotes católicos, que fue inusualmente difundida por los medios del Vaticano. La carta estuvo bien pensada. Las mujeres no se mostraron ni provocadoras ni desafiantes, expresaron en buen tono su sufrimiento profundo y le exhortaron a Francisco que permita a sus esposos y compañeros seguir viviendo plenamente la vocación sacerdotal y sirviendo a la comunidad.

La exclusión que proyecta el celibato obligatorio tiene repercusiones prácticas en la vida de la Iglesia. Tras décadas en que las vocaciones sacerdotales siguen disminuyendo, se calcula que 100 mil curas fueron dispensados por el Vaticano para casarse en los últimos 40 años. Todos los años la dispensa se extiende a 700 curas, según l’Obsservatore Romano. Pero todavía peor, el celibato actúa como un agente disuasivo coartando la potencialidad de quienes sienten la vocación sacerdotal.

Es el peor lujo que se da la Iglesia, necesitada de pastores para estar más presente en todas las comunidades y, así, detener en parte un éxodo masivo a otras denominaciones religiosas. La mayoría no emigra en desacuerdo con las enseñanzas, sino por falta de servicios. En América Latina el catolicismo decreció del 81 por ciento en 1996 al 70, mientras que las denominaciones evangélicas crecieron del 4 por ciento al 22.

Es evidente que la Iglesia necesita cambios prácticos y de mentalidad. Francisco, ahora rodeado por obispos más progresistas, parece convencido. Ojalá que sus gestos ayuden para acabar con la discriminación de la mujer, para incluir a otros excluidos y para que el celibato sea solo opción y no mandato.

Esas exclusiones fueron costumbres y creencias creadas por los hombres que pudieron defenderse en otros tiempos y contextos, como aquellas que derivaron en la excomunión de Galileo y Juana de Arco. Pero ya no resisten. Los cambios, ahora necesarios, no tienen que ver con dogmas de fe, por lo que no deberían ser difíciles de implementar. 

mayo 26, 2014

¿Internet más caro y restrictivo?

Llegará el día en el que buscar un dato por Google, compartir una foto en Facebook, ver un video en YouTube, conversar por WhaysApp o enviar una foto por Gmail, deje de ser gratis. Se pagará según el tamaño de los datos y tiempo de descarga.

Llegará el día en el que los usuarios podrán manipular sus datos, borrar lo malo e incómodo y dejar solo lo bueno, creando un mundo color de rosa, estilo Facebook. Se ignorará que el vecino fue narcotraficante y el otro un pederasta.

El día está cerca. Fallos judiciales recientes en EEUU y Europa, podrían perfilar profundos cambios en el uso del internet y, aunque parecen razonables, podrían derivar en legislaciones restrictivas para la libertad de expresión y de la red.

En EE.UU. la Comisión Federal de Comunicaciones está por desactivar la política de neutralidad, que ha permitido que el internet sea libre, gratuito y plural. Autorizaría a empresas proveedoras de servicios de teléfono e internet - ATT, Verizon, Comcast, DirectTV – a cobrar tarifas diferenciadas, según la velocidad de descarga que el usuario requiera.

Empresas que generan o divulgan contenido en la web - Google, Facebook y LinkedIn, entre otras – argumentan que el internet gratuito y libre ha permitido la expansión del conocimiento, la expresión y la innovación en el mundo entero. Netflix, Amazon, eBay y millones de negocios y comercios, nacieron y crecieron gracias a esa neutralidad.  

Sin esa cualidad, no solo se trasladaría el costo a los usuarios – suscripciones más caras e inundación de publicidad - sino que ATT (o Telefónica en América Latina), podría discriminar a qué motores de búsqueda darle servicio, silenciar contenidos no convenientes a su línea empresarial o elegir a Twitter por sobre Facebook porque paga mejor tarifa, una discriminación que terminaría afectando a los usuarios.

La neutralidad ya es ley en Chile, Brasil y varios países europeos. Sin embargo, por presión de las empresas de telecomunicaciones, ha sido descartada de la Declaración de Sao Paulo de la reciente cumbre mundial de Gobernanza del Internet en Brasil, infiriéndose que habrá presiones para eliminar la gratuidad del internet.

También en esa reunión se confirmó la tendencia a legislar para proteger los datos de los usuarios en el espacio digital y para que los motores de búsqueda eliminen contenidos ofensivos que puedan dañar la reputación de una persona. Así ya lo incluyó la “Constitución del Internet” de Brasil, decreto reciente sancionado por la presidente Dilma Rousseff.

Por otro lado, una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea fue a más profundidad. Falló a favor del “olvido”, generando jurisprudencia que obligará a los motores de búsqueda retirar información lesiva o no relevante de un usuario; incluso, cuando esta sea verdadera y legal.

El fallo no ordena borrar datos del pasado, sino que los buscadores eliminen los enlaces que permitan llegar a ellos, para que a nadie se le “condene de por vida” por errores o crímenes que ya fueron exonerados. El riesgo es que si los jueces no revisan caso por caso, aplicando severos criterios para ponderar la exactitud y relevancia de los hechos, se podría caer en una indiscriminada sobreprotección, violentando principios sobre libertad de expresión y del derecho a saber. Este derecho implica estar enterado si el vecino fue un pederasta, porque determinará la decisión de que mi hija juegue en el jardín de su casa, conocer sobre la operación negligente de un médico o que no se anule el acto de corrupción de alguien porque quiere lanzarse a una campaña electoral.

El derecho al olvido indiscriminado podría servir para que muchos poderosos escondan el pasado y manipulen la historia, y que la información no sea más que propaganda de actos buenos, quitándonos la capacidad de discernir. Distinto sería cuando la información es falsa, como el caso de la ex-modelo cordobesa, María Belén Rodríguez, quien llevo a juicio a Google y Yahoo por erróneamente vincularla a sitios porno.

Para que el internet no sea caro ni restrictivo, el desafío pasa por mejores tecnologías. Por un lado, una banda ancha más potente y, por el otro, que la justicia y las leyes, en vez ordenar que se olvide el pasado, obliguen a los buscadores a optimizar sus sistemas y eviten búsquedas en sitios nada confiables. 

mayo 20, 2014

Mundial y Brasil: ¿Orden y progreso?

Se suponía que el Mundial sería vidriera para que un Brasil alegre, renovado y potencia hiciera honor al lema de su bandera: “Orden y Progreso”. Sin embargo, los deficientes preparativos para la fiesta máxima del fútbol están desenmascarando al país de siempre: Desorganizado, desigual, inseguro y corrupto.

Posiblemente, cuando la pelota empiece a rodar el 12 de junio y el resto del mundo fantasee con pegar otro “maracanazo”, los brasileños olvidarán los problemas y soñarán con ganar la sexta copa. Sin embargo, a tres semanas del Mundial, los sueños parecen pesadillas. El gobierno muestra  desorganización y sus ciudadanos, inconformismo y reprobación.

No es para menos, el estadio inaugural de Sao Paulo a duras penas estará listo para recibir a Croacia. También inconclusas están las renovaciones de los aeropuertos, los nuevos sistemas de transporte de pasajeros y una más eficiente red de telecomunicaciones. Mucha infraestructura complementaria en Porto Alegre, Curitiba y Cuaibá siquiera se construyó, pese al cacareo insistente del gobierno sobre que el Mundial potenciaría al país en progreso y bienestar.

El gobierno no tiene excusas. Brasil ha sido el país con mayor tiempo para prepararse en la historia de los mundiales, contando con un presupuesto holgado de 14 mil millones de dólares, de los cuales 4.6 mil se destinaron a la renovación de cinco estadios y la construcción de siete. Pese a ello, se cree que algunos no estarán a tiempo, como el de Cuibá, donde la semana pasada murió otro obrero, de los nueve que fallecieron por la mayor prisa de las obras.

Pero el problema mayor ni es de tiempo ni qué se construye, sino cómo. Una investigación reciente de la Associated Press destapó una olla de corrupción. Demostró un aumento estratosférico de los aportes a campañas electorales por parte de las empresas beneficiadas por los contratos, desde que arrancó el proceso mundialista en 2007. Los auditores descubrieron que el estadio de Brasilia, con un gasto total de 900 millones para una ciudad donde no hay siquiera fútbol de primera división, tiene un exceso de facturación de 247 millones; mientras que una de las constructoras incrementó en 500 veces sus donaciones a la campaña presidencial de octubre próximo.

Esta corrupción es la que terminará pasando factura a los políticos. Tres de cada cuatro brasileños encuestados no tiene dudas de que el Mundial potenció la corrupción, por lo que la mitad piensa que el fútbol, orgullo e identidad nacional, no dejará una imagen positiva para el país. La gente está cansada. El inconformismo ya se sintió fuerte en la calle este jueves con manifestaciones anti Mundial en varias ciudades y se espera que, como el año pasado, aumenten su fuerza en reclamo por menos corrupción y mejores condiciones de vida para todos por igual.

Es cierto que el gobierno ha ayudado a sacar a millones de la pobreza. Pero los barrios de marginados escondidos detrás del telón de los nuevos estadios, es recordatorio de que se necesitan mayores esfuerzos para combatir la desigualdad social.

El Mundial desenmascaró que los desafíos persisten, aunque el gobierno reclama haberlos superado. Uno de los principales es la inseguridad. En las últimas semanas, los disturbios provocados por narcotraficantes en varias favelas de Río demostraron que los barrios no están tan pacificados como aduce la policía. También inquieta la ocupación de tierras adyacentes a la Arena Corinthians de Sao Paulo, ya que el gobierno teme que el Mundial puede ser la vidriera de los sin techo para sus reclamos.

Pese a la desorganización, el gobierno exuda optimismo o lo aparenta de cara a las elecciones. Dice que se culminarán los estadios, la seguridad se notará mayor y que muchas de las obras de infraestructura, en especial de transporte de pasajeros, aliviarán las siempre endiabladas arterias de Sao Paulo y Río, para que el millón de turistas esperado disfrute de un Brasil mejor.

La presidente Dilma Rousseff promete hacia afuera un fútbol sin racismo y violencia. Y aunque los brasileños no reprueban esa prédica, preferirían un país sin corrupción ni Mundial o imagen positiva; pero con bienestar, salud y educación para todos. En honor a su bandera, no quieren que el gobierno busque el “progreso” sin “orden”.

mayo 12, 2014

Responsabilidades ante el cambio climático

Dos cosas podrían unir al mundo: Una invasión extraterrestre y la lucha contra el calentamiento global. La primera está fuera del radar y la segunda todavía no cuaja, pero crece la idea que la salvación del planeta es responsabilidad de todos.

En esa dirección apunta un informe científico que esta semana divulgó Barack Obama para crear conciencia entre los estadounidenses sobre los riesgos del cambio climático. 
Por primera vez, EE.UU. se asume en responsable de los descalabros medioambientales, descartando el estereotipo hollywoodense de que es el único capaz de salvar al mundo de Godzillas o calamidades naturales.

Aceptando que ha contribuido a elevar la temperatura global con la emisión de gases invernaderos, Obama archiva una actitud defensiva y evasiva que fue política oficial en cumbres mundiales sobre medio ambiente. Lo más relevante del informe creado por 300 científicos, “Evaluación Nacional del Clima”, es que se centra en las causas presentes del cambio climático, más que en las consecuencias del futuro. Y aunque no es un informe autocrítico, el gobierno asume que debe reducir la polución por emanaciones de automóviles y explotación de energías fósiles.

En realidad ni Obama ni EE.UU. descubrieron la pólvora con este estudio. Lo que sucede es que antes, la crisis económica impuso otras prioridades haciéndose la vista gorda a nuevos empleos y recursos como los de la industria petrolera con el método “fracking” de extracción, pese a los graves daños que causa al medioambiente. Es que las evidencias y acciones que se reclaman ahora, ya estaban incluidas en “Una verdad incómoda”, aquel documental de la década pasada sobre el cambio climático, por el que el ex vicepresidente Al Gore ganó el Nobel de la Paz.

Lo más importante de este informe es que crea conciencia ciudadana y política con cuestiones tangibles, alejándose de imágenes lejanas y abstractas de osos polares sin hielo y glaciares en retroceso. Muestra cifras y experiencias diarias frente a tornados y huracanes más potentes; costas erosionadas; sequías, inundaciones e incendios; enfermedades respiratorias; problemas de transporte y gastos económicos siderales. Todo ello como producto de que la temperatura aumentó un grado en dos décadas, lo que no había ocurrido en tres milenios.

El área metropolitana de Miami es prueba fehaciente de que las predicciones catastróficas que se creían del futuro, ya son parte del presente. En Miami Beach se construyen plantas de bombeo faraónicas para contrarrestar las inundaciones y la erosión que provocan las mareas cada vez más altas, y evitar que la zona se convierta en la nueva Atlántida del siglo XXI.

El problema es que la lucha contra el mar es desigual y costosa, si se considera que solo ha subido 20 centímetros en un siglo, y que se pronostica en un metro el aumento en 90 años. Seguramente, los residentes de Miami y ciudades de países desarrollados podrán afrontar impuestos y seguros más caros para apuntalar la infraestructura necesaria, pero uno se pregunta qué pasará con aquellas ciudades costeras de países más pobres.

El informe de la Casa Blanca coincide con las predicciones apocalípticas de otro difundido el mes pasado por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas. Sentenció que los efectos dañinos por las emanaciones de gases de efecto invernadero son irreversibles. La única esperanza es no seguir agravando el problema. Los países deben reducir al mínimo las emisiones, cambiando la mentalidad hacia una cultura política y tecnológica que favorezca la generación de energías renovables, como la eólica y la solar.

Para lograr este cambio ni hay tiempo ni excusas. Los gobiernos tienen el desafío de respetar el concepto de “naciones unidas” y trabajar el año próximo en la Cumbre de París con soluciones de consenso. Si los países ricos deberían pagar indemnizaciones a los pobres es cuestión de estrategias, pero la obligación es que todos deben asumir su cuota de responsabilidad.

Para el resto de los mortales, lo prioritario es ejercer el derecho al voto pensando en la vida de nuestros nietos, para cuando sean abuelos. Con eso en mente, no deberíamos votar por aquellos políticos que no tienen conciencia medioambiental o no ofrecen un plan para combatir los efectos del cambio climático. 

La ironía de la libertad

Existen dos tipos de libertad, la propia y la ajena. Una es la que gerenciamos y depende estrictamente de nuestra conciencia y de las decisi...