junio 29, 2018

El Mundial y el periodismo de tribuna


Todos los mundiales desnudan al periodismo de tribuna. Esa prensa deportiva exitista y emocional; de crítica despiadada o alabanza exagerada, según los resultados del momento.

Algunos la tildan de prensa exigente, justificándola en países en los que la historia futbolística demanda resultados positivos. Pero la falta de rigurosidad informativa y la abundancia de opiniones estentóreas y parcializadas, la convierten en una prensa de barricada. Con sus relatores y comentaristas infalibles y panelistas que argumentan todos a la vez, esta prensa no se distingue de aquellos fanáticos que despotrican eufóricos en redes sociales o charlas de café.

Hay que reconocer que también existe una mayoría de profesionales excelentes en el periodismo deportivo, pero penosamente los rimbombantes hacen ruido y se notan más y están en todos lados, en Alemania, Argentina, México o Senegal. Bajan y suben técnicos y jugadores, inventan historias, hacen futurología, presagian resultados ya sea si Messi se tapa la cara antes del himno o si Griezmann no canta la bella Marsellesa.
Sería ingenuo pensar que esta prensa de arenga y sensacionalista no tiene público. La opinión gusta, más si se acomoda a la de uno. Arrastra pasiones y seguidores. Pero también genera víctimas y presiones. Messi, el mejor del mundo, fue siempre chivo expiatorio de cada derrota. En este Mundial no fue la excepción, el penal errado ante Islandia y su inefectividad ante Croacia reabrieron la grieta enorme que había cerrado en Quito con un hat trick y la clasificación mundialista.

Tras la derrota con Croacia, gran parte del periodismo deportivo argentino armó conjeturas, descubrió conspiraciones y deslealtades, repasó las relaciones entre esposas y jugadores, entre estos y el técnico y entre este y los dirigentes de la oscura AFA. Hasta un programa televisivo abrió con un minuto de silencio simbolizando la defunción de la selección. Luego, como en montaña rusa, el periodismo reavivó elogios por el pase a octavos de final. Los mismos que desaparecerán con otro resultado adverso y la consiguiente catarata de críticas y cobro de facturas pasadas, entre ellas, las tres finales perdidas.

No es fácil confrontar a un periodismo que no perdona ni pide perdón. Messi hastiado, así como cuando en la Copa América decretó el apagón informativo de su selección en represalia por historias inventadas, esta vez fue menos apocalíptico, pero igual de contundente: Al triunfo ante Nigeria se lo dedicó a “la gente que no se dejó llenar la cabeza por boludeces”.

Nadie espera que la prensa deportiva sea moralista, balanceada y neutral, pero no se debería olvidar de los valores profesionales informativos, entre ellos el respeto. Lamentablemente la opinión ha invadido todos los géneros del periodismo deportivo haciéndolo superficial, lo que no le ha permitido descubrir grandes temas que pasaron inadvertidos bajo sus narices, como el FIFAgate y la maraña de sobornos por las que Rusia y Qatar obtuvieron sus sedes mundialistas.

Es cierto que en poco tiempo el periodismo debe prestar atención a miles de detalles deportivos y extradeportivos, en especial en un Mundial con tantas sorpresas, detalles bizarros y hasta fake news, como la muerte de Diego Maradona que él mismo desmintió y por lo que ofreció una jugosa recompensa para encontrar al responsable del rumor.

En lo deportivo hubo que digerir que la campeona Alemania se fuera en primera ronda, que Japón haya pasado por fair play, que España echara a su técnico horas antes del puntapié inicial y a un flamante VAR que puso a Rusia en la historia de los mundiales como el más más prolífico en penales. En lo extradeportivo, están las multas de la FIFA por violencia y cantos homofóbicos, los japoneses limpiando tribunas y la Hacienda española – como sucedió en Brasil – recordándole a Messi y Ronaldo que son evasores, en una oportunista y presunta intención por desequilibrarles de pies a cabeza.

Si la prensa deportiva quiere ser considerada exigente, deberá ser menos pasional, más profunda, neutral y tener cierto grado de compasión. El fútbol es pasión de multitudes… para los fanáticos. Los periodistas, incluso los deportivos, están llamados a ser desapasionados. Por sobre todo, tienen una profesión a la que deben cuidar y respetar. trottiart@gmail.com


junio 22, 2018

El Mundial machista y homofóbico


Los Mundiales traen más que fútbol. El de Sudáfrica elevó el tema del racismo y los partidos amañados. El de Brasil desnudó corrupción profunda y poco “orden y progreso” como reclama su bandera. Este de Rusia refleja el machismo, la misoginia y la homofobia que atraviesan cualquier cultura y disciplina.

Por supuesto que estos desvalores existieron en todos los mundiales, pero en Rusia se notan más gracias al nuevo contexto que creó el movimiento #MeToo y a una FIFA, que pese a toda su corrupción, desde hace años insiste con erradicar la discriminación y la homofobia, promocionando el “juego limpio” más allá de los estadios.

A poco de comenzado el Mundial, la FIFA sancionó a México y a Serbia con 10 mil dólares por cantos homofóbicos. A los serbios por una manta política contra los costarricenses y a los mexicanos por su habitual canto de “¡eh puto!” dedicado al arquero germano. La Federación Mexicana defendió que el canto no es peyorativo sino “cultural”, pero la excusa suena trivial después de 10 sanciones por la misma causa.
La previa al Mundial ya había puesto nerviosos a gobiernos, embajadas y disparado las redes sociales que reclaman mejor trato e igualdad de género. En Argentina la AFA desistió de imprimir un manual en el que aconsejaban a los hombres cómo seducir a mujeres rusas; mientras que la selección mexicana tuvo una fiesta de despedida con los condimentos típicos de una despedida de soltero.

Las agencias publicitarias también jugaron su partido sexista. Una cervecera mexicana intercambió el adjetivo del “canto cultural” por el pícaro “¡eh Putin!” y la cadena Burger King de Rusia ofreció hamburguesas de por vida a las mujeres que quedaran embarazadas con futbolistas del Mundial, prometiendo una nueva casta de rusos con “los mejores genes del fútbol”. En otras épocas esta creatividad se hubiera exaltado, pero en momentos que hasta la organización del Miss Universo descartó los desfiles con traje de baño, las campañas creativas tendrán que olvidarse de menospreciar a la mujer.

Acostumbrados a que el humor se tuerza hacia la burla y el bullying, como demuestran los memes en las redes sociales, varias cancillerías tuvieron que salir a apagar fuegos que pusieron en aprietos su imagen de país. La mayor parte, por videos virales con el habitual chiste de hacer repetir a las mujeres palabrotas en otros idiomas sin que entiendan el significado. Diputadas brasileñas gritaron furiosas contra “torcedores” de la verde amarela que alrededor de una bella rusa le cantaban ofensas sexuales cuando ella sonreía creyendo que la cortejaban. Lo mismo ocurrió con un hincha argentino que por molestar a una quinceañera rusa tal vez ya no lo dejarán entrar al estadio. Mientras que el gobierno colombiano reprochó a un grupo de fanáticos que se divirtieron con la misma mofa en contra de mujeres japonesas, exigiéndoles “no degradar a la mujer, insultar a otras culturas y al idioma”.

Más allá de los chistes fuera de lugar, el Mundial también está sirviendo para reclamar por la discriminación de la mujer en varias culturas. El movimiento femenino iraní de “#OpenStadiums” se hizo presente en los partidos de su selección. Con pancartas en los que se leía “apoyen a las mujeres iraníes a entrar a los estadios”, desnudaron a una teocracia gobernante que justifica prohibir el derecho de una mujer a asistir a encuentros deportivos para protegerlas del “ambiente masculino”, cuando lo correcto sería limpiar ese “ambiente masculino”.

En el caso de Argentina, los consejos de la AFA a sus fanáticos para “tener una oportunidad con una chica rusa”, quedará como una conducta machista fuera de época e indecente. Lo más preocupante, sin embargo, es el caso de abuso y prostitución de menores, descubierto en las inferiores de Independiente y River Plate. La Justicia tendrá que investigar si la red pederasta se extendía por otros clubes emblemáticos.

Este Mundial está lejos de la aspiración del papa Francisco de ser “una auténtica ocasión de encuentro y fraternidad”. Rusia nos deschava como sociedad y con nuestros vicios. Pero también nos empodera a rectificar conductas. Cada Mundial da una nueva oportunidad para mejorar, más allá del fútbol. Habrá que ver si nos reflejaremos más dignos en Qatar y luego en el de México-EEUU-Canadá. trottiart@gmail.com


junio 16, 2018

Dos volcanes dormidos


El pacto por la desnuclearización de Corea del Norte es un hito histórico. El peligro radica en que un pequeño cortocircuito en el proceso podría despertar el carácter volcánico de los protagonistas y dejar todo en foja cero.

El proceso empezó bien. Se sentaron a la par como iguales pese a las diferencias extremas desde que ambos países se distanciaron tras la Guerra de Corea que dividió al siglo pasado en dos. Donald Trump como representante del  capitalismo y la mayor potencia económica; Kim Jong-un, del comunismo y una de las naciones más opresivas y pobres del mundo.

El pacto marcó el inicio del desmantelamiento de armas nucleares norcoreanas, algo impensable meses atrás cuando el dictador Jong-un jugaba a lanzar misiles nucleares que surcaban los cielos de Japón, amenazaba con destruir Hawai y alcanzar territorio continental estadounidense. Trump prometía reciprocidad a gran escala y borrar a Corea del Norte del mapa.

Tras la tregua, Trump aspira a que la desnuclearización sea total e irreversible. Demanda apertura política, incluida la liberación de más de 100 mil personas en campos de trabajo forzado. Pretende que el proceso termine durante su Presidencia. Los pronósticos son reservados. Jong-un quiere reconocimiento para su régimen, pero nada se dijo sobre su adicción a violar los derechos humanos.

Cuba ofrece indicios de pactos similares fracasados. Barack Obama y Raúl Castro reiniciaron relaciones diplomáticas después de 60 años de guerra fría. Aspiraron a profundos cambios políticos a cambio del relajamiento del embargo comercial. Nada ocurrió. Cuba siguió coartando libertades individuales y colectivas, no convocó a elecciones multipartidistas y siguió persiguiendo disidentes. Ido Obama, Trump borró el pacto de un plumazo.

Aunque Trump y Jong-un son teatreros y personalistas, el coreano salió más victorioso. Preparó bien el terreno. Hizo mucho ruido con sus misiles, poniendo al mundo al borde de un ataque de nervios, logrando un baño de popularidad al presentarse en sociedad como un ridículo “goldfinger” o “dedos de oro”, el villano de la saga de James Bond, empecinado en ser el amo del mundo.

Trump tomó la posta y lo invitó a negociar, aunque previamente el mundo fue testigo de un reality show en el que se reciprocaron todo tipo de descalificativos poéticos; los más presentables, “payaso, enfermo mental” y “gordito cohete”. Al final, sentados a la mesa de negociación en Singapur, se tiraron flores y tildaron de líderes, talentosos y amantes de sus pueblos. Trump puso moño a la ceremonia sorprendiendo a Jong-un con un video, “Dos hombres, dos líderes, un solo destino”. Mostró la ficción de una Corea del Norte sin armas nucleares ni sanciones económicas, con libertad y porvenir, y, por supuesto, con sus “hermosas” playas repletas de hoteles de lujo, su debilidad. Un The End de película.

Trump terminó victorioso pese a las críticas recibidas, pronósticos desfavorables y por alabar a un tirano asesino, al estilo de aquel encuentro Obama-dictador en la Plaza de la Revolución. No le fue nada mal desde su óptica. Sobre la base de tuitazos, amenazas y descalificativos, logró lo que la diplomacia ortodoxa nunca había podido alcanzar. Más aún, con el acuerdo sigue debilitando el legado de Obama, sumándolo a la destrucción del pacto nuclear con Irán, a la renuncia al Acuerdo de París y a no cumplir con los acuerdos tarifarios con China y los aliados de siempre, Alemania, Francia, Inglaterra y Canadá.

A muchos no le gusta todo el caos que Trump provoca con su estilo arrogante y acciones drásticas. Pero no se puede obviar que ha sido el único presidente que se ha mantenido fiel a sus compromisos de campaña que lo catapultaron a la Casa Blanca, incluidas la construcción del muro en la frontera sur y la exploración de petróleo mares afuera, lo que tiene alarmados a los ambientalistas.

Habrá que esperar que la volatilidad retórica de ambos líderes no se dispare ante la mínima diferencia en el proceso. Si estos volcanes permanecen dormidos y permiten a diplomáticos y técnicos arreglar los entuertos, la desnuclearización será real, así como el optimismo de mejores relaciones entre las dos Coreas que empezó a manifestarse desde que compitieron unidas en las pasadas olimpíadas de invierno. trottiart@gmail.com

junio 09, 2018

La justicia tardía también es justicia


Justicia tardía no es justicia reclamaba Séneca. A veces, sin embargo, no importa la tardanza si llega para acabar con la impunidad, como sucedió en América Latina, al poner punto final al terrorismo de Estado en épocas no democráticas.

Ocurrió de nuevo esta semana. La justicia que por 20 años no proveyó el Estado de Colombia a los familiares del periodista asesinado Nelson Carvajal, la terminó de administrar la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

La sentencia de la Corte Interamericana condena a Colombia por incumplir su deber en administrar justicia, a reparar a sus familiares y a reabrir el caso. Mejor aún, sienta un precedente importante para que los estados resuelvan cientos de crímenes impunes contra periodistas e incentiva luchas contra la impunidad como la ejerce la Sociedad Interamericana de Prensa.

Nelson fue asesinado por descubrir la verdad y acabar con la corrupción en Pitalito, un pueblo del interior colombiano, cuya población vivía arrinconada entre la connivencia de políticos, empresarios y narcotraficantes.

Nelson pagó un alto precio por esa valentía. Recibía amenazas, desprecio de los poderosos y le proponían jugosos sobornos para quedarse callado. Nada lo atemorizaba. Todo lo denunciaba. Cuando una hermana le advirtió que tuviera cuidado por informar sobre la construcción de viviendas de mala calidad, Nelson contestó: “Más vale morir con dignidad que vivir arrodillado ante los corruptos”.

Fue su última frase. Premonitoria. Al día siguiente, antes de poder denunciar los hechos ante su micrófono, le pegaron siete disparos.

Todo hubiera podido terminar ahí, en ese tiroteo; sepultadas para siempre su vida y reputación de periodista, maestro y concejal. Le hubieran homenajeado en cada aniversario. Sin embargo, a la pesadilla por la muerte le siguió un largo calvario que debieron transitar su esposa, hijos, padres, hermanas y sobrinos.

Los Carvajal eran un clan familiar muy unido y con un orgullo ciudadano altísimo en Pitalito, reputación moral que Nelson había construido con cada denuncia sobre corrupción. Pero desde el mismo momento que sus hermanos se arremolinaron ante el cadáver, se escucharon las primeras amenazas entre medio del tumulto.

Desde entonces, las agresiones e intimidación contra los familiares se multiplicaron, en especial cuando varios de ellos comenzaron a colaborar con la justicia, aportando datos y acercando testigos a la Fiscalía. Las amenazas, las llamadas de teléfono anónimas, las burlas y las coronas de muerto en la puerta, les invitaban al silencio o a irse de Pitalito.

Entre 1999 y 2010, diez familiares tuvieron éxodo obligado. Salieron al exilio en tres camadas, en coincidencia con las amenazas que se hacían intolerables cada vez que sucedía algún movimiento en el caso judicial, motivado, muchas veces, por las investigaciones y denuncias de la SIP. Un fiscal fue asesinado y muchos abandonaron el caso ante amenazas.

Los Carvajal siguieron a los empujones tratando de rehacer sus vidas. Perdieron su reputación y se acabaron sus almuerzos domingueros y celebraciones cumpleañeras. Dejaron de ser familia. Abandonaron a sus amigos, sus trabajos, sus colegas, su patrimonio y, peor aún, su identidad y sentido de patria. Se sintieron a la deriva y abandonados por su propio país. No entendían su infortunio.

La sentencia de la Corte no les devuelve a Nelson a los Carvajal, pero sí mucho de todo lo que perdieron: dignidad y sentido de justicia. A Pitalito difícil que regresen. Ya tienen raíces en otros lugares.

Horas posteriores al fallo, con Angelita Baeyens la abogada del Robert Kennedy Group con quien litigamos el caso en agosto pasado ante la Corte Interamericana en Costa Rica, hablamos por Skype con 19 familiares de Nelson, con los del exilio y los de Colombia. En una hora expresamos, ellos y nosotros, toda la emoción, la alegría y las frustraciones que acumulamos por tantos años, dolorosos y lentos, desde que en la SIP abrazamos el caso de Nelson en 2002.  

Cuando escuché a las hermanas de Nelson coincidir y al resto asentir, supe que aunque la justicia tardó, trajo consuelo y esperanza de más justicia. “El fallo reconoce el trabajo de Nelson, y honra su memoria y la voz de la prensa para que no sea silenciada. El esfuerzo y el amor de Nelson por el Periodismo ha quedado plasmado para siempre en esta sentencia”, dijeron Judith y Miriam Carvajal. trottiart@gmail.com


junio 02, 2018

Starbucks, Roseanne y los prejuicios implícitos


Todos tenemos algún tipo de prejuicio en razón de raza, género, nacionalidad o estatus. Es difícil no etiquetar a los demás. Vivimos y aprendemos en sociedades prejuiciosas. Completemos estas frases: Todos los musulmanes son… Las mujeres con minifaldas no pueden quejarse que… Todos los argentinos son… Todos los inmigrantes ilegales cometen… Los empresarios son…

Muchos estereotipos están incorporados al subconsciente, son implícitos como los define la psicología social. Afloran o los disparan ciertas experiencias. El intríngulis no radica tanto en tenerlos, sino en cómo dominarlos. Al exteriorizarlos se suele ofender y caer en actitudes racistas, discriminación y odio, generándose graves consecuencias.
A mediados de mayo se viralizó el video de un abogado que explotó en contra de dos empleados de un restaurante en Nueva York que hablaban en español. Amenazó con denunciarlos y hacerlos expulsar del país. Ni siquiera sabía si eran indocumentados o ciudadanos nacionalizados.

Estereotipos así no son nuevos. Eran más frecuentes en otras épocas con menos apreciación de la diversidad y respeto por los derechos humanos. La ventaja ahora es que tienen más difusión gracias al internet y las redes sociales, fiscales públicos de nuestro tiempo.

Pese al acoso y la ofensa que generan los prejuicios explícitos, vale reconocer que también sirven para crear espacios de debate y aprendizaje social, generándose, a veces, cambios positivos en las políticas públicas. Lo demuestran los movimientos por los derechos civiles, la igualdad de la mujer y de personas con distinta orientación sexual, que se afirmaron tras severas crisis de racismo y desigualdad. Es decir, una mayor inclusión social surge después de una crisis de exclusión.

Esa evolución positiva, aunque no siempre concluyente, se vivió esta semana en EEUU con dos episodios distintos. Starbucks decidió cerrar sus ocho mil locales para impartir un curso sobre tolerancia racial a sus empleados, mientras que la cadena ABC/Disney despidió a la comediante Roseanne Barr por un tuit en el que defenestraba a una ex asesora de origen iraní del ex presidente Barack Obama.

La cadena televisiva canceló la exitosa serie revival de Roseanne, tras calificar la actitud de su protagonista de “abominable, repugnante e incompatible”.  El tuit de Roseanne, además de denigrar el origen musulmán de la ex asesora, era un tiro de elevación a la ex pareja presidencial y, en su defecto, a todos los afroamericanos “Si los hermanos musulmanes y el planeta de los simios tuvieran un hijo: vj”.

Obama ha soportado descalificativos similares cuando fue Presidente, pero el de Roseanne cobra relevancia porque proviene de una figura pública que en la realidad y la ficción se profesa fanática de Donald Trump. Algunos analistas también observan que este episodio esconde otro prejuicio implícito, el que la cadena se haya desprendido de una figura que no comulga con lo políticamente correcto. Y en ese tema irresuelto del racismo, incrustado en el consciente y subconsciente colectivo, surgen críticas de que se mide con distinta vara a las personas según su aspecto más allá de delitos similares. Ejemplo: violador en serie, el comediante afroamericano Bill Cosby, con el acosador en serie, el productor caucásico Harvey Weinstein.

Los problemas se retuercen aún más, cuando las etiquetas son exteriorizadas por personas que por su función social y el mimetismo que pueden generar deberían tener mayor cuidado y responsabilidad. El presidente Trump es uno de los primeros que salta a la mente en este rubro. Sus tuits diarios son una fuente inagotable de expresiones prejuiciosas que generan reacciones. Puede llamar “animales” a los pandilleros juveniles, “violadores y asesinos” a los inmigrantes mexicanos, como “pozos de mierda” a países en vías de desarrollo.

Aunque en cuestiones de estereotipos el Presidente no aparenta que abrazará cambios manteniendo su impunidad de expresión irresponsable, son reconfortantes las experiencias como la de Starbucks. La media jornada de formación anti racial, aunque también haya tenido la intención de minimizar el daño económico, suma al aprendizaje colectivo sobre el racismo y la tolerancia. Transforma un prejuicio implícito o explícito en conductas y actitudes positivas. trottiart@gmail.com

mayo 26, 2018

Las oscilaciones de Ecuador y Venezuela


En la política existe una marcada tendencia a los cambios bruscos de rumbo. Ese  zarandeo pendular hacia los extremos, de izquierda a derecha y viceversa, se observa nítido en las elecciones de este domingo en Colombia y las próximas en México. 

En Venezuela la oscilación hacia la izquierda todavía no ha terminado. Pese a la farsa electoral y a que pocos gobiernos reconocen su triunfo, Nicolas Maduro se ha legitimado a sí mismo. Tras el nuevo autogolpe, aparenta que seguirá en dirección hacia el modelo cubano. Ya dio varios pasos en esa dirección. Cerró el Congreso elegido por el pueblo y creó una Asamblea Constituyente de facto que legalizará cualquier reforma constitucional a su antojo.

La reforma servirá para sostener en palabras las barbaridades que el régimen comete en la práctica, como quedó demostrado en las elecciones recientes y lo advirtió el presidente colombiano Juan Manuel Santos. Proscribirá a los partidos políticos, mantendrá la hegemonía de partido oficial, conservará un Congreso decorativo, usará a la Justicia de brazo ejecutor, permitirá solo al periodismo oficial, controlará el internet y administrará las libertades de expresión, reunión, educación, alimentación, de empresa y trabajo. Venezuela será Cuba.

Que existe crisis humanitaria, inflación atrofiante, deuda impagable, corrupción impune, sanciones y expulsión de organismos multilaterales, fuga de capitales y cerebros… ¡por supuesto! Pero Maduro razona distinto: ¿Acaso Cuba no sufrió todo eso por seis décadas y todavía está ahí, mísera pero incólume; y respetada por China y Rusia, potencias que también reconocieron su triunfo?

A Maduro ya no le importa que lo califiquen de dictador, que lo aíslen o sancionen. Desatornillarlo del poder requerirá otras armas.

Otra oscilación, aunque menos brusca y en dirección contraria, la ofrece Ecuador. El presidente Lenin Moreno nombró a un nuevo ministro de Economía, el empresario Richard Martínez, liberal y alejado de la doctrina correísta que desembocó en una rampante deuda pública y en profunda corrupción.

Moreno sigue enfocado en distanciarse de Rafael Correa de quien fue su vicepresidente en el primer período de gobierno. Ordenó retirarle una onerosa custodia en Bélgica donde reside como ex presidente; lo inhabilitó para volver a la Presidencia a través de un referéndum que prohibió la reelección por más de dos períodos y lo mantiene inquieto con investigaciones sobre corrupción, con las que eliminó a varios resabios correístas del Palacio y encarceló al último vicepresidente de Correa, Jorge Glas, por recibir sobornos de Odebrecht.

Sin embargo, el golpe más duro se lo dio en estos días cuando envió al Congreso una reforma a la Ley de Comunicación, el instrumento maquiavélico creado por Correa para silenciar a los medios y a la oposición. Correa usó la figura del  “linchamiento mediático” para disciplinar a los críticos, limitar las denuncias sobre corrupción y evitar resistencias para gobernar a sus anchas.

Esta semana, ante nuestra delegación de la Sociedad Interamericana de Prensa, Moreno explicó que eliminaba la Supercom, un organismo del Poder Ejecutivo con el que a fuerza de multas abultadas y sanciones, Correa persiguió a periodistas, cerró y confiscó medios, generando autocensura. También buscará eliminar la definición constitucional de que la información es un “servicio público”, con la que el correísmo justificó la creación de esa Ley de Comunicación.

La reforma legislativa no es la panacea para el Periodismo; todavía contiene varios elementos “marca” Correa, quien creía que la información, las opiniones o el pensamiento deben ser regulados y autorizados por el Estado. La reforma no evita que el gobierno pueda seguir entrometiéndose en los contenidos, aunque no al nivel de Correa, que no permitía a los medios tener otros negocios, informar sobre desastres naturales antes que el gobierno o que multaba a los que omitían informar lo que él consideraba importante, básicamente todos sus actos públicos.

El cambio no es suficiente, pero va por buen camino. A diferencia del clima autoritario que Correa infundió en sus 10 años de gobierno, con Moreno se respira un nuevo aire que permite a Ecuador seguir oscilando hacia un sistema de mayores libertades.  trottiart@gmail.com



mayo 19, 2018

La felicidad o el lugar donde uno vive


En mi última columna - Move to Miami – dije cosas buenas y malas de vivir en esta ciudad. No aclaré que pese al futuro incierto por el calentamiento global, el tráfico o la desigualdad, no cambio a Miami por nada del mundo.

Tampoco infiero que para ser feliz hay que mudarse a Miami. A muchos no les agrada este lugar. La felicidad, en definitiva, es una cuestión de carácter individual. Es, además, temporal y escurridiza. La relación con nuestro espacio depende también de cómo apreciamos y nos relacionamos con los demás. Es decir, vivir en Miami, Paris, en la paradisíaca Punta Cana o en Salta “la linda”, puede ser tan apetecible para algunos, como vivir en el campo rodeado de pastizales para otros.

Estar en el mejor lugar de la Tierra, no es garantía de felicidad. Sin embargo, las evidencias científicas indican que la interrelación con el lugar influye en nuestra conducta, salud y calidad de vida, como lo estudia la geomedicina.

El periodista de National Geographic, Dan Beuttner, recorrió los “bolsones azules”, como definió a los paraísos de la longevidad. Los encontró en Okinawa, Japón; en la Isla de Icaria, Grecia; en la Península de Nicoya, Costa Rica, y en la italiana Cerdeña, entre otros parajes. Apuntó que la belleza natural, la tranquilidad, la dieta saludable y el ejercicio físico son componentes íntimos de la fuente de la juventud.

Para la ONU la calidad de vida en un lugar se define por los ingresos, la libertad, la confianza, la esperanza de vida, el apoyo social y la generosidad. Es decir, la felicidad depende de tener empleo, bajo nivel de inseguridad, acceso a salud, vivienda y servicios públicos, y gozar de libertades políticas y un medio ambiente limpio. Bajo esas características, su Informe de la Felicidad 2018, sitúa a Finlandia como el lugar ideal. EEUU queda en un lejano puesto 16, por debajo de Costa Rica, el país más feliz del continente americano. Más rezagados están México, Chile, Panamá, Brasil, Argentina y Colombia.

Ese índice remarca que la felicidad no es estática, “cambia… de acuerdo con la calidad de la sociedad en que vive la gente”. Así se entiende que Nicaragua, bien ubicada según las mediciones del año pasado, descenderá a los infiernos  luego de la violenta represión y muertes provocadas por el régimen de Daniel Ortega contra quienes se manifiestan por el fin de su tiranía.

La felicidad no solo está atada a la belleza. Se puede vivir en un paraje magnífico, pero si se sufre una enfermedad crónica, un clima económico inestable y contaminación, las probabilidades de ser feliz se reducen. Ciudad México o Santiago están atrapadas por la contaminación y en la linda Caracas, la escasez de agua potable y alimentos, los apagones y la inseguridad, el desmantelamiento de los hospitales y el insano clima político, conspiran contra el bienestar.

El medio ambiente y la dieta saludable y el ejercicio son propiedades que hacen a la calidad de vida, pero no son suficientes. Las cuestiones físicas necesitan alma y ahí es donde se insertan los valores espirituales, emocionales y morales.

Muchos confunden la felicidad con la alegría, el entusiasmo y el optimismo, pero muchas veces está relacionada a la superación, el sacrificio y, sobretodo, al propósito de vida. También se confunde con el tener, el éxito y la fama, aunque el cómico Robin Williams, así como muchas celebridades que se suicidaron, desmitifican esos atributos.
Al contrario, nadie puede negar la felicidad de San Francisco de Asís que se consagró a la pobreza, la de la Madre Teresa que vivió sirviendo entre leprosos, la de Ghandi que sufrió violencia por pregonar la no violencia o la de Stephen Hawking que, incapaz de mover un dedo, nos regaló haber descifrado muchos misterios del Universo. La felicidad radicaba en sus objetivos de vida.

Si se presta atención a sus entrelíneas, el Papa hace referencia continua a la felicidad física y al bienestar espiritual bajo la correlación persona-lugar-propósito. En el documental presentado en el reciente Festival de Cannes, “Papa Francisco: un hombre de palabra”, habla de alcanzar la plenitud con la vocación de servicio y el amor al prójimo, a lo que le suma sus tres principios espaciales, o de lugar, que dignifican e incentivan la felicidad del ser humano: “Tierra, techo y trabajo”. trottiart@gmail.com

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...