Los Mundiales traen más que
fútbol. El de Sudáfrica elevó el tema del racismo y los partidos amañados. El de
Brasil desnudó corrupción profunda y poco “orden y progreso” como reclama su
bandera. Este de Rusia refleja el machismo, la misoginia y la homofobia que atraviesan
cualquier cultura y disciplina.
Por supuesto que estos
desvalores existieron en todos los mundiales, pero en Rusia se notan más gracias
al nuevo contexto que creó el movimiento #MeToo y a una FIFA, que pese a toda
su corrupción, desde hace años insiste con erradicar la discriminación y la homofobia,
promocionando el “juego limpio” más allá de los estadios.
A poco de comenzado el
Mundial, la FIFA sancionó a México y a Serbia con 10 mil dólares por cantos
homofóbicos. A los serbios por una manta política contra los costarricenses y a
los mexicanos por su habitual canto de “¡eh puto!” dedicado al arquero germano.
La Federación Mexicana defendió que el canto no es peyorativo sino “cultural”, pero
la excusa suena trivial después de 10 sanciones por la misma causa.
La previa al Mundial ya
había puesto nerviosos a gobiernos, embajadas y disparado las redes sociales que
reclaman mejor trato e igualdad de género. En Argentina la AFA desistió de
imprimir un manual en el que aconsejaban a los hombres cómo seducir a mujeres
rusas; mientras que la selección mexicana tuvo una fiesta de despedida con los
condimentos típicos de una despedida de soltero.
Las agencias publicitarias
también jugaron su partido sexista. Una cervecera mexicana intercambió el
adjetivo del “canto cultural” por el pícaro “¡eh Putin!” y la cadena Burger
King de Rusia ofreció hamburguesas de por vida a las mujeres que quedaran embarazadas
con futbolistas del Mundial, prometiendo una nueva casta de rusos con “los
mejores genes del fútbol”. En otras épocas esta creatividad se hubiera
exaltado, pero en momentos que hasta la organización del Miss Universo descartó
los desfiles con traje de baño, las campañas creativas tendrán que olvidarse de
menospreciar a la mujer.
Acostumbrados a que el humor
se tuerza hacia la burla y el bullying, como demuestran los memes en las redes
sociales, varias cancillerías tuvieron que salir a apagar fuegos que pusieron
en aprietos su imagen de país. La mayor parte, por videos virales con el
habitual chiste de hacer repetir a las mujeres palabrotas en otros idiomas sin
que entiendan el significado. Diputadas brasileñas gritaron furiosas contra
“torcedores” de la verde amarela que alrededor de una bella rusa le cantaban
ofensas sexuales cuando ella sonreía creyendo que la cortejaban. Lo mismo
ocurrió con un hincha argentino que por molestar a una quinceañera rusa tal vez
ya no lo dejarán entrar al estadio. Mientras que el gobierno colombiano
reprochó a un grupo de fanáticos que se divirtieron con la misma mofa en contra
de mujeres japonesas, exigiéndoles “no degradar a la mujer, insultar a otras
culturas y al idioma”.
Más allá de los chistes
fuera de lugar, el Mundial también está sirviendo para reclamar por la
discriminación de la mujer en varias culturas. El movimiento femenino iraní de
“#OpenStadiums” se hizo presente en los partidos de su selección. Con pancartas
en los que se leía “apoyen a las mujeres iraníes a entrar a los estadios”, desnudaron
a una teocracia gobernante que justifica prohibir el derecho de una mujer a
asistir a encuentros deportivos para protegerlas del “ambiente masculino”,
cuando lo correcto sería limpiar ese “ambiente masculino”.
En el caso de Argentina, los
consejos de la AFA a sus fanáticos para “tener una oportunidad con una chica
rusa”, quedará como una conducta machista fuera de época e indecente. Lo más preocupante,
sin embargo, es el caso de abuso y prostitución de menores, descubierto en las
inferiores de Independiente y River Plate. La Justicia tendrá que investigar si
la red pederasta se extendía por otros clubes emblemáticos.
Este Mundial está lejos de
la aspiración del papa Francisco de ser “una auténtica ocasión de encuentro y
fraternidad”. Rusia nos deschava como sociedad y con nuestros vicios. Pero también
nos empodera a rectificar conductas. Cada Mundial da una nueva oportunidad para
mejorar, más allá del fútbol. Habrá que ver si nos reflejaremos más dignos en Qatar
y luego en el de México-EEUU-Canadá. trottiart@gmail.com
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