octubre 05, 2009

Incluir al ciudadano de a pie

Roberto Micheletti restauró los derechos civiles, se reunió con diputados estadounidenses que defendieron la transición constitucional y las futuras elecciones, y recibirá el miércoles a la delegación de cancilleres de la OEA, ¡y todo en un día! … como si los planteas se hubieran alineado de golpe, y algo positivo podría pasar esta semana.

Más allá de cualquier arreglo, Acuerdo de San José o no de por medio, lo importante será ver que las partes tengan en cuenta a los ciudadanos de a pie, quienes, en muchos casos, han sido tironeados a favor de una u otra posición y son quienes en una negociación política podrían sentirse desahuciados o tener la sensación de terminar con las manos vacías.

Será importante esperar que en el proceso de arbitraje o negociación el protagonista principal, ese que es cortejado y mimado en cada elección, no sea dejado de lado. De lo contrario, los ciudadanos se sentirán decepcionados y traicionados.

La paz y unidad de los hondureños no se logrará tan solo si los políticos se despojan de las pasiones y ceden. Necesitarán más que eso. Necesitarán que los ciudadanos de a pie se sientan incluidos, que sus sentimientos y preocupaciones sean tenidos en cuenta. En ello radica el verdadero arte de la política, en la inclusión y la búsqueda del consenso.

octubre 04, 2009

Acuerdo San José: solución viable

Esta semana comenzará el diálogo en Honduras, como si los planetas por fin parecieran estar alineados.
Aunque las apariencias parecieran decir otra cosa, creo que el Acuerdo San José beneficiaría definitivamente a Honduras, tal lo expliqué en la columna de la semana pasada que tiene todavía vigencia hoy:
Brasil es conocido por practicar el “jogo bonito” en el fútbol, pero esta semana se lució con una polémica jugada política al dar refugio en su embajada de Tegucigalpa al depuesto presidente hondureño, Manuel Zelaya, forzando una negociación sobre su regreso a la Presidencia que parecía estancada.
Muchos – y con razón - sospechan que la jugada del presidente Ignacio Lula da Silva podría haber sido sugerida por el mentor de Zelaya, el presidente Hugo Chávez; después de todo, ambos se plegaron al unísono reclamo internacional que exige el regreso de Zelaya al poder y exaltaron su juego en el momento más visible, justo durante la asamblea general de las Naciones Unidas.
Sin embargo, tras el desembarco de Zelaya, el juego bonito de Brasil pudiera estar beneficiando más a Barack Obama, a los intereses de Estados Unidos y a los de Roberto Micheletti, que al propio Chávez. Es que sin una negociación, Micheletti hubiera seguido arrastrando el peso de la condena internacional, el quite de ayuda financiera y humanitaria y el peligro de que el resultado de las elecciones del 29 de noviembre no fueran reconocidas, prolongando una crisis ingobernable.
Con Zelaya en el país, protegido en territorio brasileño, y con la posibilidad de generar ingobernabilidad a través de sus seguidores, Micheletti no tiene otra opción más que negociar. Más allá de que defienda con tozudez su tesis de que no fue golpe de Estado sino transición constitucional, lo cierto es que sobre sus espaldas carga la responsabilidad de haber aislado a Honduras y de transformarla en un país más pobre de lo que era.
Ante este oscuro panorama, Micheletti empezó a ceder. Habla de dialogar con Zelaya, reconoce de nuevo las virtudes del Acuerdo de San José que propuso el presidente costarricense Oscar Arias y encontró en Jimmy Carter a otro interlocutor válido para dejar de lado a la OEA y a José Miguel Insulza, de los que desconfía.
La opción frente a él y su flamante gobierno no parece ideal, pero es honrosa y puede aplacar una crisis que todos en la intimidad reconocen fue provocada por las bravuconadas de un Zelaya que, envalentonado con los petrodólares de Chávez, quiso destruir la férrea cláusula constitucional de que en Honduras está prohibido perpetuarse en el poder. Bien o mal, Honduras está en el mapa, y el expansionismo chavista fue denunciado.
Así, la propuesta de Arias se convierte en una salida airosa y conforme a los intereses que provocaron el golpe de Estado. Si bien restituye a Zelaya como presidente, lo condiciona con un gobierno de coalición o de unidad nacional que debe continuar la convocatoria a elecciones presidenciales con la prohibición de la reelección.
De esta forma, Micheletti, el Congreso nacional y la Corte Suprema de Justicia que provocaron el golpe contra Zelaya, se podrán sentir conformes de que la Constitución será inviolable, de que repelieron al invasivo chavismo y de seguir estudiando la posibilidad de quitarle a Zelaya la inmunidad para procesarlo por otros delitos. Y todo esto, garantizado con vigilancia internacional.
Chávez, quien pareciera estar pegando un “jonrón” con la puesta de Zelaya en escena, contradictoriamente se quedaría con las bases vacías una vez que éste ocupe en forma transitoria la presidencia, porque a partir de enero, y sin Zelaya, su revolución socialista ya no tendría donde anidar en Honduras.
Obama, por otro lado, sin tanto aspaviento - haciendo caso omiso del propio Zelaya y de Chávez que alguna vez lo encomiaron a “hacer lo posible para restituir el orden”, aunque indistintamente lo insultaron por instigar el golpe – lograría hacer prevalecer el principio democrático y mancomunado que defendió ante la asamblea de la ONU distanciándose de políticas que lo precedieron y alejar el chavismo de tierras hondureñas que siempre tuvieron su guía en el Norte. Más aún, sentaría un precedente en la región para que otros gobiernos sopesaran las consecuencias de sumarse a Chávez o prefieran su liderazgo o el de Lula, como optó el presidente salvadoreño Mauricio Funes.
Influido o no por Chávez, casual o intencionalmente, lo cierto es que la jugada de Brasil se transformó en un “jogo bonito” para Obama, mientras que Lula se encarama como un árbitro de lujo.

octubre 03, 2009

Blame it on Rio

“Echale la culpa a Río” más allá de haber sido una linda comedia con Brooke Shields, pareciera ser la nueva trama para Barack Obama quien, después de dar una especie de discurso arrogante de primer mundo en Copenhague, poco pudo hacer para que su amigo Lula de Silva desequilibrara la balanza a favor de Río de Janeiro como sede de las Olimpíadas 2016.
Fue el primer presidente estadounidense en dar un discurso en la reunión del Comité Olímpico para arengar a favor de una ciudad-sede en su país. No esperó la decisión y tal vez presionado por los Republicanos, tomó el Air Force One antes de tiempo, ante las críticas de que había cosas más urgentes en su país que atender, como las cifras de desempleo que se fueron a la estratósfera en setiembre y la necesidad de mayor lobby para su propuesta de reforma de salud.
Pero claro, cuando las cosas van mal, hay gente que las pone peor y esa es la tarea de los Republicanos que se sumaron más que nunca a la crítica contra Obama, precisamente porque al presidente se le cayó la popularidad interna.
Mi pálpito era que debido a Obama, Chicago, si bien la cenicienta entre las cuatro ciudades a elegir, Río, Madrid y Tokio, era la favorita precisamente por el papel protagónico y popularidad externa que el presidente negro mantiene en el exterior. Pero es cierto también que el discurso de Obama apeló a la seriedad con que se hacen las cosas en su ciudad adoptiva, y con ello no pudo competir con un Lula que ofreció el corazón alegre de los brasileños, el espíritu de fiesta y carnavalesco de Río, arropado con mujeres desarropadas y las blancas arenas de Copacabana e Ipanema contrastando con el Corcovado y el verde tropical de los cerros.
El tema de la ciudad insegura, una de las más violentas del mundo, se deshizo por el solo hecho de que Brasil mostró su credencial de FIFA que lo acreditó dos años antes para celebrar el Mundial de Fútbol. Así las cosas, Río tenía todo para competir, especialmente la apelación de que jamás se celebró una Olimpíada en Sudamérica. Madrid, Tokio y Chicago quedaron, en ese orden, desahuciadas, pero lo de Chicago dolió más porque al menos, la ciudad de los vientos esperaba competir por el mejor trono, mientras que la primera descartada.
Brasil está de moda y tiene la vitalidad necesaria en el momento adecuado. Cuando todos los países desarrollados están de capa caída y son culpables del desbarajuste financiero y económico mundial, Brasil es, junto con India y China, uno de los países considerados con mayor potencial de ser potencia. Y ya está demostrando esa cualidad en las reuniones del G20. Brasil es el gigante del Sur y Río es por ahora una carta más de presentación, pero todavía hay muchas más que se están barajando.

octubre 02, 2009

Controlar a los medios de comunicación

Hoy ya enfrentaremos el epílogo de un debate infructuoso y burlón al que los legisladores que responden al ex presidente Néstor Kirchner darán dictamen para que pronto la Ley de Servicios Audiovisuales sea una realidad: controlar a los medios de comunicación.

Mientras se estaban realizando unas audiencias para discutir cambios que pudieran limitar al gobierno y al Estado su avasallamiento contra los medios privados, anoche un cambio de timón en las discusiones del Senado permitió que el oficialismo obtuviera el permiso para tratar el proyecto sin modificaciones tal lo aprobó la Cámara de Diputados hace unos 15 días atrás.

La ley parece que se viene en un tiempo récord, y con votos cantados y contados, unos 38, lo permitirá a los Kirchner su más preciado botín: una ley que tendrá una autoridad de aplicación netamente dominada por el Poder Ejecutivo, lo que le permitirá controlar y discriminar quienes obtendrán licencias y sacarlas cuando los medios se porten mal; y exigir que lo que ellos consideran “monopolios”, como el caso Clarín, tengan solo un año para desprenderse de medios para no exceder el límite de licencias que configura la nueva ley, lo que finalmente no es más que un disfrazar de pluralidad y diversidad del espectro, ya que es realmente una forma de dividir para reinar, es decir aplacar a los críticos, comprar conciencias (además de medios propios) y crear una opinión favorable, allanando su propio camino para extender el reinado más allá del 2011.

Es decir, toda una política de Estado configurada por un ansia personal. Ni más ni menos.

septiembre 30, 2009

Chicago, Río, Tokio o Madrid

Este viernes se develará quien tiene más fuerza, si Obama, Lula, el Rey Juan Carlos o el primer ministro japonés para que sus ciudades sean escogidas como sede de las Olimpíadas del 2016.
Tuve la oportunidad de visitar las cuatro ciudades – y con mi mujer las caminamos en todos los detalles de sus puntos cardinales - y cada una presenta sus atractivos magníficos, ventajas y debilidades, más allá de las condiciones políticas que jugarán muy fuerte en el comité de elección. Será difícil arrebatarle a Estados Unidos la sede, teniendo en cuenta que el propio presidente Obama y su esposa estarán en Copenague, aunque claro, ahí también se dará cita el Rey para cinchar por su Madrid.
Madrid, tal vez la más linda ciudad de todas, por lo que además representa estar situada a solo un par de horas de otras capitales europeas, debería ser la que más rápidamente se descarte teniendo en cuenta que en el 2012 los juegos se harán en Londres. Tokio, la más moderna y espectacular de todas las ciudades en competencia, está en el continente de los últimos juegos de China, y Río, más allá de su espectacularidad, presenta un cuadro de seguridad espeluznante, con una favelas en donde la mafia del crimen organizado lo domina todo, aunque tiene la ventaja de representar a una Sudamérica que jamás fue anfitriona de los olímpicos. Queda la ciudad de los vientos, en el estado del que fue senador Obama, majestuosa y sofisticada como ninguna otra de los Estados Unidos, aunque con cierto problemas de fondos públicos para sostener unos juegos que son carísimos por el solo hecho de tener la obligación de estar a la altura de los chinos.
Más allá de que cualquiera de las cuatro serían anfitrionas de gran valía, mi pálpito es que Chicago se llevará la sede por un contexto político favorable con el carisma de Obama a nivel internacional. Diferente hubiera sido si todavía George Bush comandaría el país.

septiembre 29, 2009

Acuerdo Arias: el más sensato

Cuanto más escucho y leo sobre propuestas e ideas para que la crisis hondureña se solucione, confío que la más sensata termina siendo el Acuerdo de San José ideado en julio por el presidente costarricense, Oscar Arias, la cual, en aquella época, parecía demasiado inclinada a favorecer al depuesto presidente Manuel Zelaya.

Semanas interminables después, y con un Zelaya dentro del país y una comunidad internacional que no baja la guardia en su exigencia de que sea restituido, el Acuerdo Arias parece ser el camino a una salida razonable, si se la compara con las propuestas que desde los diarios, algunos políticos y empresarios se están haciendo, ya sea para que Roberto Micheletti siga, para que Zelaya regrese y todo lo que hay entremedio.

Lo más importante es que se puedan efectuar las elecciones de noviembre, que la comunidad internacional las registre como tal, que se gane en transparencia y que se siga prohibiendo cualquier método o actitud de que se modifique la Constitución. Eso en realidad es lo que quiere Micheletti y gran parte del pueblo hondureño, y lo que ofrece la propuesta de Arias, claro está, con un regreso “temporal” de Zelaya al sillón presidencial.

Claro está, que esta solución que parecía distante semanas atrás, volvió a cobrar fuerza tras el convivio de Zelaya en la embajada brasileña de Tegucigalpa, y ese es un hecho político en sí mismo que, correcto o no, ha precipitado un arreglo.
El problema de las crisis es que siempre genera polarización por lo que cualquier arreglo siempre traerá sinsabores a un sector de la población, muy especialmente a aquellos que están muy arraigados con la posición de uno u otro líder de los bandos en pugna. Es decir, quienes son partidarios de Micheletti se sentirán traicionados si el gobierno concede el regreso de Zelaya al poder. Lo mismo sucedería si los partidarios de Zelaya, después de tantas manifestaciones a su favor, tendrían que conformarse si hubiera un arreglo que no contemplara su regreso a la Presidencia, aunque sea por unas horas para poder celebrar y cantar victoria.

Estos tiro y afloje entre los políticos, son parte de un juego de fuerza que permiten que todos se vayan acomodando a la idea de que pudieran no ser favorecidos. Y esto es lo bueno que puede acarrear una negociación lenta y segura, ya que si no se atiende con responsabilidad la potencial reacción de los desahuciados, esta puede generar conflictos sociales muy difíciles de controlar.

septiembre 28, 2009

Infantilismo de Micheletti

Más allá de los hechos políticos de estos días, el decreto del gobierno hondureño de prohibir las garantías constitucionales muestra cierto infantilismo político de parte del presidente Roberto Micheletti.

Si bien la medida es una reacción al llamado a la insurrección de parte del irresponsable presidente depuesto Manuel Zelaya y del gobierno de Brasil que le permite usar suelo brasileño con ese fin, Micheletti ha exagerado quitando las libertades públicas a todos los ciudadanos y, mucho más, permitiendo que las autoridades puedan cerrar los medios de comunicación que consideren perturbadores para la tranquilidad nacional.

Mejor sería que restablezca todas las garantías constitucionales y que movilice a la Justicia y a las fuerzas de seguridad para que actúen en contra de las turbas si es que se convierten en un factor de inseguridad pública. Pero quitarle a todos los ciudadanos el derecho a movilizarse, a reunirse, a asociarse, a estar informados por los medios de su elección, es francamente un castigo para todos los hondureños y, en todo caso, un signo inmaduro, infantil y de debilidad política.

El gobierno ya ha cerrado dos medios de comunicación que se han mostrado y comportado como activistas, más que desarrollando una actividad periodística en sí, pero ello es igualmente indicativo de que se está violando la libertad de expresión. Si se justifica el criterio de cerrar Canal 36 y Radio Globo, en algún momento, el mismo atropello podría ser utilizado contra otros medios que pudieran tener otra tendencia o criterio editorial, porque solo bastaría que una autoridad competente dijera que la información – por más verdadera que fuera – pudiera estar acarreando intranquilidad para la nación.

A pesar de que uno comparta o no el criterio editorial de Canal 36 y Radio Globo, estos medios tienen todo el derecho de buscar la verdad de la forma que lo desean, claro está, que si cometen algún delito, tienen responsabilidades ulteriores de acuerdo a lo que establecen las leyes por lo que deben ser demandados ante la Justicia. Lo que no debe hacerse, es crear leyes – como pudiera interpretarse lo que significa la aplicación de un decreto o un estado de sitio o de excepción – para generar censura previa, es decir prohibir que puedan informar.

Lo mejor que le pudiera pasar al régimen de Micheletti es que recapacite, que vuelva hacia atrás, desactive este decreto que conculca las libertades y trate de buscar una salida pacífica a este entuerto. Como dije en otros posts, creo que lo más sensato hasta ahora y que resulta en una salida elegante para ambas partes – al menos la más elegante – es aceptar el Acuerdo de San José propuesto por el presidente costarricense Oscar Arias. De esa forma, Zelaya al poder pero con un gobierno de unidad nacional y camino hacia unas elecciones en la que no podrá tener ningún tipo de opción una “cuarta urna” y una salida del poder en enero, termina siendo, al fin y al cabo, el anhelo que tuvieron Micheletti, el Congreso y la Corte Suprema, cuando decidieron voltear a Zelaya el 28 de junio para que no busque perpetuarse en el poder y violar la Constitución.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...