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octubre 04, 2009

Acuerdo San José: solución viable

Esta semana comenzará el diálogo en Honduras, como si los planetas por fin parecieran estar alineados.
Aunque las apariencias parecieran decir otra cosa, creo que el Acuerdo San José beneficiaría definitivamente a Honduras, tal lo expliqué en la columna de la semana pasada que tiene todavía vigencia hoy:
Brasil es conocido por practicar el “jogo bonito” en el fútbol, pero esta semana se lució con una polémica jugada política al dar refugio en su embajada de Tegucigalpa al depuesto presidente hondureño, Manuel Zelaya, forzando una negociación sobre su regreso a la Presidencia que parecía estancada.
Muchos – y con razón - sospechan que la jugada del presidente Ignacio Lula da Silva podría haber sido sugerida por el mentor de Zelaya, el presidente Hugo Chávez; después de todo, ambos se plegaron al unísono reclamo internacional que exige el regreso de Zelaya al poder y exaltaron su juego en el momento más visible, justo durante la asamblea general de las Naciones Unidas.
Sin embargo, tras el desembarco de Zelaya, el juego bonito de Brasil pudiera estar beneficiando más a Barack Obama, a los intereses de Estados Unidos y a los de Roberto Micheletti, que al propio Chávez. Es que sin una negociación, Micheletti hubiera seguido arrastrando el peso de la condena internacional, el quite de ayuda financiera y humanitaria y el peligro de que el resultado de las elecciones del 29 de noviembre no fueran reconocidas, prolongando una crisis ingobernable.
Con Zelaya en el país, protegido en territorio brasileño, y con la posibilidad de generar ingobernabilidad a través de sus seguidores, Micheletti no tiene otra opción más que negociar. Más allá de que defienda con tozudez su tesis de que no fue golpe de Estado sino transición constitucional, lo cierto es que sobre sus espaldas carga la responsabilidad de haber aislado a Honduras y de transformarla en un país más pobre de lo que era.
Ante este oscuro panorama, Micheletti empezó a ceder. Habla de dialogar con Zelaya, reconoce de nuevo las virtudes del Acuerdo de San José que propuso el presidente costarricense Oscar Arias y encontró en Jimmy Carter a otro interlocutor válido para dejar de lado a la OEA y a José Miguel Insulza, de los que desconfía.
La opción frente a él y su flamante gobierno no parece ideal, pero es honrosa y puede aplacar una crisis que todos en la intimidad reconocen fue provocada por las bravuconadas de un Zelaya que, envalentonado con los petrodólares de Chávez, quiso destruir la férrea cláusula constitucional de que en Honduras está prohibido perpetuarse en el poder. Bien o mal, Honduras está en el mapa, y el expansionismo chavista fue denunciado.
Así, la propuesta de Arias se convierte en una salida airosa y conforme a los intereses que provocaron el golpe de Estado. Si bien restituye a Zelaya como presidente, lo condiciona con un gobierno de coalición o de unidad nacional que debe continuar la convocatoria a elecciones presidenciales con la prohibición de la reelección.
De esta forma, Micheletti, el Congreso nacional y la Corte Suprema de Justicia que provocaron el golpe contra Zelaya, se podrán sentir conformes de que la Constitución será inviolable, de que repelieron al invasivo chavismo y de seguir estudiando la posibilidad de quitarle a Zelaya la inmunidad para procesarlo por otros delitos. Y todo esto, garantizado con vigilancia internacional.
Chávez, quien pareciera estar pegando un “jonrón” con la puesta de Zelaya en escena, contradictoriamente se quedaría con las bases vacías una vez que éste ocupe en forma transitoria la presidencia, porque a partir de enero, y sin Zelaya, su revolución socialista ya no tendría donde anidar en Honduras.
Obama, por otro lado, sin tanto aspaviento - haciendo caso omiso del propio Zelaya y de Chávez que alguna vez lo encomiaron a “hacer lo posible para restituir el orden”, aunque indistintamente lo insultaron por instigar el golpe – lograría hacer prevalecer el principio democrático y mancomunado que defendió ante la asamblea de la ONU distanciándose de políticas que lo precedieron y alejar el chavismo de tierras hondureñas que siempre tuvieron su guía en el Norte. Más aún, sentaría un precedente en la región para que otros gobiernos sopesaran las consecuencias de sumarse a Chávez o prefieran su liderazgo o el de Lula, como optó el presidente salvadoreño Mauricio Funes.
Influido o no por Chávez, casual o intencionalmente, lo cierto es que la jugada de Brasil se transformó en un “jogo bonito” para Obama, mientras que Lula se encarama como un árbitro de lujo.

mayo 17, 2009

Ángeles, demonios y Camila

Quiero, antes que nada, agradecer a todos los lectores de este blog y, en especial, a quienes en la última semana han votado por la encuesta sobre la eliminación del celibato en la Iglesia Católica. De los 532 votos – realmente un récord en este blog para cualquier tipo de encuesta - el 71% votó a favor de la eliminación de esa norma. Este porcentaje es realmente idéntico al que publicó la semana pasada el diario The Miami Herald, en una consulta que una firma ajena al periódico hizo durante el fin de semana entre 400 personas.

Más allá de que aquel sondeo haya tenido rigor científico, también mostró que el 72% del público de Miami piensa que la Iglesia debería eliminar el celibato.
Con eso en mente, y pensando que la película Ángeles y Demonios con Tom Hanks presumía de ser controversial sobre la vida de la Iglesia Católica o al menos sobre el Vaticano, anoche fuimos con mi esposa al cine, para entender el debate próximo que se impondría a la sociedad o al menos en los claustros universitarios.

Nada sucedió. Esta película, parte de la saga del Código Da Vinci, es simplemente un largometraje de acción con una trama que ya dejó de ser original después de su primera entrega sobre las sectas secretas dentro de la Iglesia. Muy buena imaginación, pura ciencia ficción, pero nada de controversia. Se trata de un complot por el asesinato del Papa orquestado por un cura cancerbero, por cuyo acto, como todo thriller, trata de confundir al espectador. Hubiera podido ser una entrega más del agente 007, ya que no tiene nada novedoso que le de un carácter diferenciador a otra película de acción. No hay controversia.

Pensando en el cine, la Iglesia y las controversias, hay muchos films que hacen pensar y crean debate. Doubt, de reciente aparición con la que fue nominada Meryl Streep, fue excelente al mostrar desde otro ángulo el problema de pederastia y abuso de menores dentro de la curia.

Otra película que impactó en su época fue la argentina Camila de 1984 de la directora María Luisa Bemberg. Se trata de una historia de amor verídica entre Camila O’Gorman y el sacerdote Ladislao Gutiérrez en el siglo XIX, interpretados por Susú Pecoraro e Imanol Arias. Cuenta sobre el escándalo que desató la historia de una mujer y su amado sacerdote que se fueron a un pueblito a crear una escuela, y escapar del escándalo, situación que se agravó cuando Camila quedó embarazada. El final es bien recordado, pero por discreción, ya que los finales nunca se deben contar, lo dejaré así para que quienes no la vieron la puedan tratar de ubicar y alquilarla. Es excelente y en realidad trae a colación el tema del celibato, lo que el padre Alberto y su historia volvieron a poner de moda.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...