julio 11, 2013

Alegría o felicidad para Brasil

La embriagante pero pasajera alegría por los tres golazos de la “verde amarela” a la “furia roja” en la final de la Copa Confederaciones, no disipó las protestas callejeras de los brasileños ni sus sueños por alcanzar una felicidad más duradera.

Si las autoridades esperaban que la victoria contra España amortiguara el impacto de las protestas, los brasileños redoblaron la apuesta y se multiplicaron en 353 ciudades esta semana, expresando sus reclamos por un mejor gobierno y mayor bienestar. Pareciera que ya no quieren que la alegría que exportan gracias al fútbol, la samba y el carnaval, sean los únicos productos de su identidad nacional o su marca registrada en el extranjero.

Las protestas invitan a todos los brasileños, gobernantes y gobernados, a una discusión más profunda de la que muestran las pancartas. Se trata de un debate sobre la alegría y la felicidad; entre la satisfacción y el placer personal, y aquellas virtudes, como la justicia y la igualdad, que hacen al bienestar de todos.  

Con motivo del 4 de julio, Día de la Independencia de EE.UU., la revista Time publicó un interesante artículo respecto a la interpretación de la “la persecución de la felicidad” uno de los tres derechos, que junto al de la vida y el de la libertad, se expresan como fundamentales en la Declaración de Independencia de 1776.

La búsqueda de la felicidad como la interpretaba el principal redactor de la Declaración, Thomas Jefferson, no se trataría solo de lograr un objetivo de dicha personal, sino más bien la obligación de la sociedad y del gobierno a buscar y alcanzar el bien común. Jefferson definía a la felicidad, el bien último del ser humano, desde la virtud y la buena conducta que pregonaba Aristóteles y desde la bondad y la justicia de Platón.

De esa manera, esa búsqueda del bien común - una tarea prioritaria que deben asumir el gobierno y los servidores públicos, quienes no pueden anteponer sus intereses políticos o partidarios por sobre los de la ciudadanía - es lo que permite a las personas alcanzar el bienestar y la dicha individual.

En Brasil, el espíritu de las protestas revela que la gente está harta de la demagogia, del “pan y circo”. El reclamo no es tanto por la mejora de los servicios públicos, sino una interpelación al gobierno sobre la impunidad, la falta de transparencia, la corrupción. Exigen igualdad para que todos puedan luchar por sus sueños y prosperidad.

Pese a algunos actos de violencia entre manifestantes y policías, se debe reconocer que el gobierno de Dilma Rousseff tuvo la prudencia para aceptar los reclamos y actuar en consecuencia. La ley anti corrupción y el plebiscito que permitirá una reforma política que aumentará la participación ciudadana en el proceso político y que haya transparencia en las finanzas de las campañas electorales, revelan humildad gubernamental.

También importante, es que el gobierno de Rousseff – a diferencia del kirchnerismo argentino y el chavismo venezolano - no atinó a contrarrestar las movilizaciones creando marchas paralelas ni  movilizando a las huestes del Partido de los Trabajadores.

Tal vez esa actitud comprensiva del gobierno, forzada en parte por el brusco declive de popularidad de Rousseff, haya sido incentivada por las palabras del papa Francisco, quien a pocos días de ir a Río de Janeiro para las Jornadas Mundiales de la Juventud, dijo que las reivindicaciones de los jóvenes por una mayor justicia no contradicen los Evangelios.

El gobierno sabe que el respaldo de Francisco no es demagógico, sino que se fundamenta en el método de trabajo de los obispos brasileños que siempre apoyaron a los pobres y los “sin tierra” a través de las comunidades de base,  activas en todo el país. Hoy, los obispos reivindicaron los gritos juveniles contra la “corrupción, la impunidad y la falta de transparencia de la gestión pública”, poniendo el acento en el derecho democrático a las manifestaciones “que debe ser siempre garantizado por el Estado”.

Pese a que la felicidad se identifica con aspectos de bienestar personal como acceso al dinero, salud, placer y alegría, las protestas brasileñas están demostrando esa otra dimensión de la felicidad, la del bien común, la cual tiene en la corrupción a su mayor antónimo. 

julio 10, 2013

Francisco, Argentina y corrupción

La revista Vanity Fair en su edición italiana elogió al papa Francisco y los destacó como el “Personaje del Año”, entre otras cosas, por su célebre frase sobre “la globalización de la indiferencia”, una frase que se ha atribuido a sí mismo como a toda la humanidad, por la falta de insensibilidad al sufrimiento de muchos ya sea por cuestiones de inmigración, criminalidad y por los estragos de la corrupción

El honor al flamante Papa también tiene que ver con las reformas internas de la jerarquía de la curia, con su firme disposición a limpiar a la Iglesia de su peor pecado, la pederastia, y por reformar el banco del Vaticano por los sonados casos de corrupción.

La criminalidad de la corrupción ha merecido pronunciamientos internos y constantes del Pontífice y, casualmente, Vanity Fair, lo destaca el mismo día que Transparencia Internacional reveló su informe anual en el que su país natal, Argentina, sobresale como el país más corrupto de América Latina.

La encuesta anual sobre la percepción de la corrupción a nivel mundial, Barómetro Global de la Corrupción 2013, muestra que el 72% de los argentinos considera que la corrupción en su país ha crecido, índice superior al de México, con 71%, y a Venezuela que se posiciona en tercer lugar con 67%.

En la mayoría de los países, la corrupción más rampante es atribuible a instituciones públicas, generalmente a los partidos políticos así como los Congresos y a las fuerzas policiales.

La fuerza de Francisco está dada por una reforma importante en la Iglesia de fondo y de formas. Su vida frugal y humildad han dejado boquiabiertos a propios y extraños, mientras que su continua autocrítica institucional se muestra como un latigazo para aquellos que habiendo hecho votos de pobreza nadan en la opulencia. De ahí su enojo con los curas y las monjas preocupados por sus “autos último modelo” y no por el servicio.

Este llamado a la anticorrupción interna, la que él practica todos los días con gestos de humildad, seguramente hará mella en todas las estructuras de la Iglesia Católica. Lo importante será que una vez que la nueva cultura anti corrupción y anti pecados capitales como la lujuria y la avaricia prenda en las estructuras eclesiásticas, pueda ser luego contagiada a todas las instituciones de la vida pública.

Falta ahora que Francisco sirva de ejemplo a otros líderes políticos y que alguien se aventure para hacer de esas reformas anti corrupción, una forma de vida y la pueda inculcar en la vida cotidiana de su país. Será así una de las mayores contribuciones a erradicar la corrupción, una de las violaciones más flagrantes a los derechos humanos.


julio 09, 2013

Incierto destino del internet

No es tan importante el destino que finalmente tendrá Edward Snowden – si logrará asilarse en algún país o EE.UU. lo podrá llevar ante la justicia – como el destino que tendrá el internet, así como la conocemos, experimentamos y disfrutamos.

Los riesgos para que el internet siga siendo libre y neutral son altísimos y es tal vez el tema al que menos consideración se la ha dado. Dilma Rousseff acaba de dar en el clavo después de que se supiera, por filtraciones de Snowden, que la Agencia Nacional de Seguridad y la CIA operaban en Brasilia un centro de recolección de datos que implicaba el espionaje de las redes de comunicación del gobierno brasileño y sus ciudadanos.

La reacción de Rousseff era previsible, así como la de muchos otros gobiernos que la pergeñaron en estos días. Brasil ya había intentado en el pasado que la gobernanza del internet mundial dejara de estar en manos de la agencia estadounidense ICANN, no gubernamental y sin fines de lucro, para que sea regida por un cuerpo de las Naciones Unidas.

Aunque aquella petición en apariencia tiene sentido común, el problema es que ese cuerpo termine siendo dominado por países autoritarios enemigos de la libertad en la web, así como por muchos años varios países violatorios de los derechos humanos, como Cuba y Libia, por ejemplo, estuvieron al frente de la Comisión de los Derechos Humanos.

No es casualidad que ahora, igual que desde hace una década cuando estábamos frente al proceso de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información, los países que más lobby hicieron a favor de la regulación de la internet a través de la ONU, fueron China, Cuba, Rusia, Vietnam, Venezuela entre muchos otros países con gobiernos autoritarios que ven a la libertad en internet como una amenaza a sus aspiraciones de continuar en el poder.

Siempre fue EE.UU. el que lideró a otro importante grupo de países que quieren mantener el status quo en la web, es decir que continúe libre, neutral y sin ataduras, como una herramienta que hasta ahora ha probado que es fundamental para esparcir la libertad, la democracia y la igualdad de condiciones para el desarrollo en el mundo.


Lamentablemente, el caso de Snowden, o mejor dicho, el espionaje masivo que el gobierno estadounidense ha desplegado y que fue denunciado por el ex contratista, contradice todos los principios que EE.UU. venía manteniendo hasta ahora. La pérdida de confianza y credibilidad actual están minando el futuro del internet.

julio 06, 2013

Snowden, Latinoamérica y asilo

La inaudita reacción de países europeos, Italia, Francia, Portugal y España, de no permitir que el avión del presidente Evo Morales pudiera recalar en sus aeropuertos, muestra lo intrincado que se transformado el caso de Edward Snowden, el ex contratista estadounidense que reveló los sistemas de espionaje que mantiene la Agencia de Seguridad Nacional y el Departamento de Estado estadounidenses.

Más allá de juzgar si las acciones de Snowden son malas o buenas, lo cierto es que la aparente presión ejercida por el gobierno estadounidense a esos países – previamente a las autoridades de Hong Kong y de Rusia - tiene experiencias similares con las que se ejercieron en el caso de Julian Assange tanto a nivel de gobiernos como de corporaciones.

Era evidente que los gobiernos del Unasur protestarían por el irrespeto hacia Morales y que estarían justificados con su perorata ideológica en contra de EE.UU. máxime cuando nadie cree que los gobiernos europeos tomaran sus decisiones con autonomía.
De antemano se sabía que Rafael Correa, quien dio asilo a Assange, sería el aliado natural de Snowden, aún si Snowden no le hubiera pedido el asilo. Todos esperaban su reacción favorable en teoría – como realmente sucedió – aunque su intenciones no pudieron materializarse en la práctica, ya que el ex contratista debería, al menos, estar en territorio ecuatoriano para tener derecho al asilo, la embajada ecuatoriana en Moscú. Se hubiera convertido en el país con dos asilados, pero inquilinos en sus territorios en el extranjero.

Era evidente que los países del ALBA saldrían a despacharse a favor de Snowden aún sin que este les solicitara una petición de asilo. Daniel Ortega se pronunció al respecto pero el ex contratista le solicitó a Nicaragua que lo acogiera, lo que evidencia que se trata de una genuina respuesta aunque todavía tendrían que analizarse los derechos y deberes ya que si bien el asilo es un derecho, también devenga deberes para el asilado.

El caso de Nicolás Maduro es diferente, declaró varias veces que Snowden no le pidió el asilo a Venezuela – tras su viaje a Moscú y posteriormente – sin embargo en una declaración grandilocuente durante los actos por el Día de la Independencia, se la ofreció públicamente como si Snowden fuera un trofeo de caza mayor. Por lo general, el asilo se pide, no se ofrece o si se lo ofrece, se lo hace de la manera más discreta posible.


Puede que Maduro haya acertado en hacer un paralelismo de la independencia histórica del país con la actual. Pero es evidente que en esa mezcolanza le comenzarán a llegar todo tipo de críticas, ya que – al igual que Correa – dice respetar y defender la libertad de expresión de Snowden, cuando se trata de un derecho del que no gozan gran parte de los venezolanos.

julio 05, 2013

Maduro: Una pregunta importante

¿Es Nicolás Maduro venezolano? No debería ser una pregunta muy importante a no ser que la Constitución de Venezuela manda que el Presidente debe ser venezolano, mientras que no permite la doble nacionalidad.

El debate sigue abierto en Venezuela ya que Maduro nunca mostró su partida de nacimiento, mientras que desde diferentes frentes del oficialismo ya se han dado tres lugares y parroquias equidistantes donde el actual presidente habría sido anotado. Por su parte, algunos diputados de la oposición, ciudadanos colombianos y el ex embajador panameño ante la OEA, Corchez – quien fue expulsado por el gobierno de Panamá en represalia por declarar la inconstitucionalidad de la Presidencia actual de Venezuela – siguen buscando pruebas de que Maduro nació en algún lugar de Colombia, cerca de Cúcuta de donde su madre sería originaria. Maduro niega que su madre haya nacido en Colombia.

Este episodio recuerda las dudas que en su momento tuvo que disipar Barack Obama quien fue forzado a mostrar su partida de nacimiento de Hawái.


Habrá que esperar que, documento en mano, Maduro presente su partida de nacimiento. Esta supuesta inconstitucionalidad no es la única  que aqueja la presidencia de Maduro, pero aunque parezca la menos seria, puede convertirse en su verdadero e irrefutable talón de Aquiles.

julio 03, 2013

Brasil, protestas y corrupción

El papa Francisco, pronto a tocar suelo amazónico para abrazar a los jóvenes del mundo, llegará a un nuevo Brasil. Un país donde la clase política no tuvo más opción que actuar enérgica y rápidamente en contra de la corrupción, ante la fuerza de unas protestas populares que amenazan con desbordarlo todo.
La polémica por el fútbol que exudan la Copa de las Confederaciones y el Mundial 2014, amplificaron el reclamo apremiante del pueblo y de las juventudes brasileñas auto convocadas por las redes sociales, para que se ponga coto a la podredumbre de la corrupción, el histórico ingrediente que ha condenado a Brasil a ser uno de los países más desiguales de la Tierra.
Para el papa Francisco, fanático del “jogo bonito” futbolero, pero también del “jogo limpo” de la vida diaria, la corrupción no es un pecado, sino el verdadero anticristo, el delito que no tiene perdón: “Pecadores sí, corruptos no”, es una de sus máximas, al considerar que la corrupción es el peor acto contra Dios, un crimen con agravantes para quienes se asumen como líderes y servidores públicos.
Feliz coincidencia, tal vez, o encaje perfecto; lo cierto es que el papa Francisco tendrá el contexto ideal para encontrarse con las juventudes del mundo, después de que esta semana, y tras varios años en que los proyectos de ley anti corrupción fueron pateados a uno y otro lado de los corredores del Congreso, el Senado brasilero aprobó una legislación recia contra “el crimen atroz” de la corrupción, tipificándolo de “crimen hediondo”.
Los corruptos, a quienes Francisco califica de “adoradores de sí mismos” porque solo piensan en ellos y “consideran que no necesitan de Dios”, serán castigados a penas de hasta 12 años y no tendrán derecho a amnistías, indultos y libertad condicional. La ley penaliza a los autores activos y también pasivos en el acto de corrupción, así acumulen riqueza mediante malversación, extorsión, evasión de impuestos o por irregularidades en la función pública.
Aunque las protestas se originaron en reacción al aumento de las tarifas del transporte público en Sao Paulo y Río de Janeiro, esparciéndose como epidemia por urbes y poblados, desembocaron luego en lo inevitable, en un pedido de acción en contra de una corrupción que asfixia y que carcome fondos para mejorar los servicios públicos en materia de salud, educación y seguridad.
El fútbol, esa disciplina que divide la pasión de Francisco entre los pasillos de la Capilla Sixtina y las gradas del Gasómetro de San Lorenzo en Buenos Aires, también incentivó la ira de las protestas brasileñas. Fue el ex atacante Romario, ahora diputado federal, quien prendió la mecha criticando los miles de millones gastados en estadios de lujo para el mundial y las olimpíadas, con los que se podrían fabricar escuelas, hospitales y viviendas.
Ni Romario ni otros políticos, incluida la presidente Dilma Rousseff, habían ponderado la explosión de la fuerza espontánea desatada por los jóvenes en Facebook y otras redes sociales. Todos fueron sorprendidos, especialmente porque Rousseff pensó que el “mensalao”, la expulsión de ministros del gabinete por corrupción, y la masiva emigración de pobres a la clase media, habían expiado los pecados de la clase política, y desmarcado a Brasil de muchos otros países latinoamericanos donde la corrupción también es vicio impune e invencible.
La sanción de la nueva ley, que se descuenta será aprobada por la Cámara de Diputados, seguramente no detendrá los reclamos. Pero la duración y eficiencia de las protestas dependerá del enfoque de los planteos; cuanto más concisos más efectivos. Pero si las copan los violentos y los anarquistas, aquellos que todo ven mal y a nadie bien, las protestas serán tan ineficientes y efímeras como la de los indignados de Wall Street.
Si el movimiento popular consigue sobrevivir enfocando sus objetivos, podría convertirse en un contrapeso de la clase política, forzándola a rendir cuentas y a implementar mecanismos que sirvan para extirpar la corrupción de las instituciones.
La clase política de Brasil tiene la chance de transformar esta crisis en una gran oportunidad. Una sólida cultura anti corrupción no solo mejorará su economía y democracia, sino también será un loable producto de exportación que le consolidará como líder mundial. 

julio 02, 2013

Felicidad antónimo de corrupción

La revista Time publicó una nota interesante sobre la felicidad y el 4 de julio, día de la Independencia de EE.UU., debido a que la “persecución de la felicidad”, es un principio inalienable del ser humano junto a los derechos a la vida y a la libertad, según están expresados en la Declaración de la Independencia de 1776.

La explicación está basada en que la felicidad no era un objetivo destinado al derecho individual, sino más bien la obligación del gobierno de buscar y alcanzar el bien común, un aspecto que Thomas Jefferson trae a colación desde la concepción que hacen de este valor los filósofos griegos, entre ellos Aristóteles.

El bien común, la persecución del bien para todos, en definitiva, es el valor general que permite a todas las personas alcanzar el potencial de la felicidad en forma individual. De ahí lo importante de la obligación y el deber de los gobernantes de entender que la función pública significa servicio público y que no pueden hacer prevalecer sus intereses personales ni políticos ni partidarios por sobre los de la ciudadanía.

La persecución de la felicidad también tiene otras interpretaciones, más personales, entre ellas, las que están identificadas con cuestiones laborales y al salario, a la salud, a las relaciones familiares, a la educación y a la salud.


Pero en los que respecta a la persecución de la felicidad, este valor está definido como antónimo de la corrupción.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...