La prensa mexicana está atemorizada. Los atentados del narcotráfico contra medios de comunicación y los asesinatos de periodistas son la causa. La autocensura es rampante, pero un muchos casos es la única forma para defender la vida.
En el año 2000, durante una reunión interparlamentaria sobre estrategias para combatir el narcotráfico, México se sentó a la mesa como mero observador de las discusiones entre Colombia, Bolivia y Perú, aduciendo que el país no tenía problemas como los que aquejaban a los productores de drogas.
Menos de una década después es normal hablar de la “colombianización” de México. En lo que va del año, más de 4.000 personas han sido ejecutadas por el narcotráfico, 1200 de ellas en Ciudad Juárez, localidad de frontera donde las guerras por territorialidad entre los carteles del narcotráfico es más evidente.
Participé esta semana en una conferencia de la Universidad de Columbia en Nueva York, “Silencio Atemorizado: Periodistas de México Bajo Asedio”, en donde se hizo un crudo diagnóstico de las vivencias de la prensa de ese país y se pudo observar el crecimiento de la violencia. Las cifras son inapelables: de 76 periodistas mexicanos asesinados o desaparecidos en los últimos 20 años, 35 fueron abatidos en los recientes cuatro años pasados.
De todo lo que escuché, quedé pasmado por dos presentaciones de periodistas de frontera. Alfredo Quijano, editor del periódico Norte de Ciudad Juárez, dijo que México está en un virtual estado de sitio. Los carteles se han apropiado de las calles. El gobierno local renunció al poder y lo dejó en manos de los soldados. Los periodistas están acosados y se autocensuran, de lo contrario los amenazan, los secuestran o los matan Y si escriben en contra de la policía los demandan. Si no va a los citatorios judiciales los multan y luego los detienen. Si participan de esos citatorios, los narcos lo consideran cómplices del poder y les ponen precio a su cabeza.
Por su parte, Ramón Cantú, editor de otro diario de frontera, El Mañana, dijo en México hay una cultura de la delincuencia muy arraigada en el país que tiene que ver con el contrabando. El daño económico que se le hace a la sociedad no tiene nada que ver con el tema del daño psicológico. La gente ya está indiferente ante el sufrimiento de los semejantes. No hay libertad si se vive con miedo. En el periódico le llamo prudencia para no sentirme cobarde, pero necesitamos ser prudentes. Ya sepultamos a nuestro director editorial, y además lo han difamado hasta de muerto, diciendo que su crimen se debía a desviaciones personales.
Ambas presentaciones resumieron para mí el problema del país. No hay una respuesta efectiva en contra del crimen organizado y sus víctimas, incluyendo a los periodistas, pierden la esperanza debido a la falta de justicia. El 98 por ciento de los delitos – de toda clase – permanece en la impunidad.
Quiero contarles sobre los procesos creativos de esta nueva historia sobre la verdad, la libertad y el miedo al futuro. Es mi nueva novela y espero publicarla cuando se sincronicen los planetas (las editoriales) o cuando se me acabe la paciencia y decida autopublicar -- Los contenidos de mi blog Prensa y Expresión están en el archivo. Blog por Ricardo Trotti
octubre 18, 2008
octubre 17, 2008
Acceso y transparencia
Desde épocas inmemoriales, los gobernantes y gobernados han estado en un tiro y afloje sobre el derecho a saber; a estar informados sobre la cosa pública. América Latina ha vivido épocas de oscurantismo fomentadas por autocracias caudillistas, botas militares o más recientemente, por democracias chúcaras que patalean cuando los ciudadanos y los medios las quieren fiscalizar.
Sin embargo, gracias a las leyes de acceso a la información pública que se están reproduciendo en toda la región, esa cultura al silencio se está desvaneciendo dando paso a una saludable tendencia a la apertura. El histórico lema de las revoluciones independentistas “el pueblo quiere saber de qué se trata”, está cobrando fuerza e instala al ciudadano como protagonista y soberano, mientras obliga al funcionario a rendir cuentas sobre lo que se le ha dado en comodato.
La tendencia es notable. Un lustro atrás, el tema del acceso a la información pública era incipiente o casi desconocido. En las últimas semanas, Guatemala y Chile sancionaron leyes, sumándose a Antigua y Barbuda, Belice, Canadá, Ecuador, Honduras, Jamaica, México, Panamá, Perú, República Dominicana, Nicaragua, Trinidad y Tobago, tomando como modelo el Freedom of Information Act que Estados Unidos adoptó en 1966. En otros países, como Argentina, Barbados, Brasil, Colombia, El Salvador, Guyana y Uruguay, hay fuertes presiones para que sus congresos aprueben o retomen proyectos de ley al respecto.
Latinoamérica ya no está a la retaguardia de un club que en el mundo lo conforman 85 países con este tipo de legislación. Está incluso por delante de España, sobre el que un informe de la organización Access Info Europe, dijo que el ciudadano peticionario recibe de su gobierno un “silencio administrativo” como respuesta.
En la ceremonia de clausura de la asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa en Madrid y tras reclamar a España para que adopte un marco legal de “inmediato” bajo preceptos de “rapidez, gratuidad y eficiencia”, como 22 de los 27 países de la Comunidad Europea, el presidente del Gobierno, José Luis Zapatero, no dejó pasar un minuto. Se comprometió a pasar una ley durante la actual legislatura. Fue ovacionado.
Las leyes de acceso latinoamericanas no son la panacea, distan de ser perfectas. Pero al menos han comenzado con un proceso sin fin para crear una nueva cultura de la transparencia. Estados Unidos, que posee la mejor, acaba de reformarla atendiendo reclamos de mayor publicidad por las fotos de féretros traídos desde Irak que el Pentágono trató de censurar.
En Perú la ley es muy buena, sirvió para obligar al Estado a que revele operaciones antiterroristas contra Sendero Luminoso en la década del 80; sin embargo, no puede hacer que los propios legisladores que la dictaron rindan cuentas sobre sus salarios y gastos operativos. La de República Dominicana exige presentar las solicitudes por escrito, mientras que en otras naciones los trámites de petición son muy onerosos o no existe un tribunal que solucione el conflicto entre el peticionario y el funcionario, o penalice a éste último en caso de que se niegue a informar oportuna y adecuadamente.
No muchos países cumplen todavía con los principios sobre “máxima divulgación, transparencia y publicidad”, que la Corte Interamericana de Derechos Humanos estableció, bajo la presunción de que toda información debe ser accesible a los particulares, con un sistema restringido de excepciones, como puede ser la seguridad nacional.
Los Estados no sólo tienen que adoptar este tipo de leyes, sino desplegar su vocación pedagógica, con campañas de educación y permitiendo trámites cada vez más fáciles y expeditos. México es un claro ejemplo. El IFAI, organismo encargado, gasta millones de dólares en publicidad y programas educativos sobre los mecanismos de petición, y no es casualidad que la administración pública haya recibido más de 80 mil solicitudes el año pasado y contestado en forma satisfactoria el 80 por ciento de ellas, como la que obligó a la Procuraduría a divulgar archivos del ex presidente Echeverría sobre la masacre de estudiantes en Tlatelolco en 1968.
Al Estado no le queda otra opción que erradicar la cultura del silencio. Su mandato es asumir un papel proactivo, ofreciendo un andamiaje legal y jurídico para que todos puedan acceder a la información pública. Así construirá democracia.
Sin embargo, gracias a las leyes de acceso a la información pública que se están reproduciendo en toda la región, esa cultura al silencio se está desvaneciendo dando paso a una saludable tendencia a la apertura. El histórico lema de las revoluciones independentistas “el pueblo quiere saber de qué se trata”, está cobrando fuerza e instala al ciudadano como protagonista y soberano, mientras obliga al funcionario a rendir cuentas sobre lo que se le ha dado en comodato.
La tendencia es notable. Un lustro atrás, el tema del acceso a la información pública era incipiente o casi desconocido. En las últimas semanas, Guatemala y Chile sancionaron leyes, sumándose a Antigua y Barbuda, Belice, Canadá, Ecuador, Honduras, Jamaica, México, Panamá, Perú, República Dominicana, Nicaragua, Trinidad y Tobago, tomando como modelo el Freedom of Information Act que Estados Unidos adoptó en 1966. En otros países, como Argentina, Barbados, Brasil, Colombia, El Salvador, Guyana y Uruguay, hay fuertes presiones para que sus congresos aprueben o retomen proyectos de ley al respecto.
Latinoamérica ya no está a la retaguardia de un club que en el mundo lo conforman 85 países con este tipo de legislación. Está incluso por delante de España, sobre el que un informe de la organización Access Info Europe, dijo que el ciudadano peticionario recibe de su gobierno un “silencio administrativo” como respuesta.
En la ceremonia de clausura de la asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa en Madrid y tras reclamar a España para que adopte un marco legal de “inmediato” bajo preceptos de “rapidez, gratuidad y eficiencia”, como 22 de los 27 países de la Comunidad Europea, el presidente del Gobierno, José Luis Zapatero, no dejó pasar un minuto. Se comprometió a pasar una ley durante la actual legislatura. Fue ovacionado.
Las leyes de acceso latinoamericanas no son la panacea, distan de ser perfectas. Pero al menos han comenzado con un proceso sin fin para crear una nueva cultura de la transparencia. Estados Unidos, que posee la mejor, acaba de reformarla atendiendo reclamos de mayor publicidad por las fotos de féretros traídos desde Irak que el Pentágono trató de censurar.
En Perú la ley es muy buena, sirvió para obligar al Estado a que revele operaciones antiterroristas contra Sendero Luminoso en la década del 80; sin embargo, no puede hacer que los propios legisladores que la dictaron rindan cuentas sobre sus salarios y gastos operativos. La de República Dominicana exige presentar las solicitudes por escrito, mientras que en otras naciones los trámites de petición son muy onerosos o no existe un tribunal que solucione el conflicto entre el peticionario y el funcionario, o penalice a éste último en caso de que se niegue a informar oportuna y adecuadamente.
No muchos países cumplen todavía con los principios sobre “máxima divulgación, transparencia y publicidad”, que la Corte Interamericana de Derechos Humanos estableció, bajo la presunción de que toda información debe ser accesible a los particulares, con un sistema restringido de excepciones, como puede ser la seguridad nacional.
Los Estados no sólo tienen que adoptar este tipo de leyes, sino desplegar su vocación pedagógica, con campañas de educación y permitiendo trámites cada vez más fáciles y expeditos. México es un claro ejemplo. El IFAI, organismo encargado, gasta millones de dólares en publicidad y programas educativos sobre los mecanismos de petición, y no es casualidad que la administración pública haya recibido más de 80 mil solicitudes el año pasado y contestado en forma satisfactoria el 80 por ciento de ellas, como la que obligó a la Procuraduría a divulgar archivos del ex presidente Echeverría sobre la masacre de estudiantes en Tlatelolco en 1968.
Al Estado no le queda otra opción que erradicar la cultura del silencio. Su mandato es asumir un papel proactivo, ofreciendo un andamiaje legal y jurídico para que todos puedan acceder a la información pública. Así construirá democracia.
octubre 16, 2008
¿Quién ganó el debate?
¿Quién ganó el debate? La discusión en sí misma creo que no gravitó en nadie como para cambiar su voto. Los republicanos piensan que McCain ganó y los demócratas lo mismo de Obama. En realidad ninguno de los tres debates hizo la diferencia, sólo acentuó las propuestas sobre lo que ya todo el mundo sabía que cada candidato diría. En los debates la gente y los analistas se enfrascan más en los gestos, en las formas, y no en el fondo. Obama se muestra más moderado y presidenciable, dicen algunos, y los del otro lado dicen que McCain llegaría a ser un buen presidente porque tiene mano dura y experiencia. Un dato revelador sobre los debates, es que una encuesta de CNN de anoche, estableció que el 67% de la gente no cree que debería haber un cuarto o quinto debate. Como que no sale nada en limpio.
Lo que sí es notable, es la preferencia de la gente o quienes hablan abiertamente de estos temas. Anoche vi el debate en Nueva York, invitado por la Universidad de Columbia, junto a un diverso grupo de periodistas convocados para una conferencia sobre periodismo y México. En la sala viendo el debate éramos unas 50 personas. Sorprendí a muchos antes y después del debate cuando dije que todavía estaba indeciso en mi preferencia de voto, pero que mis ideas me inclinan siempre más al lado republicano que al demócrata. (Noté que no fui bien visto). Todos eran “obamistas”, excepto uno o dos con quienes hablé en la cena previa y estaban inclinados hacia McCain. Pero cuando públicamente se preguntó, prefirieron no decir nada o no ser políticamente incorrectos tal vez. Los de Obama, o quienes se manifiestan por él, son abrumadores. Como que todo lo que dice o hace está bien. No se le cuestiona mucho o se lo defiende en demasía.
Si me guío por este sondeo personal – así como la sensación en mi lugar de trabajo y otros círculos - me da la impresión que Obama robará las elecciones. Pero me pregunto cuánto gravitará el voto de toda esa gente que no habla para no quedar como incorrectos.
Sobre algunos temas importantes, quedé pensando. Sobre inmigración, ninguno de los tres debates entre McCain y Obama acercó respuestas; ni siquiera se habló del tema. Desaprovecharon la oportunidad de acercar los votos hispanos. La única referencia a América Latina fue cuando McCain enrostró a Obama que no votaría el tratado de libre comercio con el mejor aliado en la región, Colombia, y que se sentaría sin condiciones ante el antagonista de Hugo Chávez. Hablaron, además, de economía, siendo obvia la primera pregunta de la noche, se refirieron a su respaldo al plan de rescate pero no jugaron ninguna ficha sobre la volatilidad de Wall Street y de todos los mercados financieros del mundo. Extendieron la agenda a otros temas interesantes como los impuestos, la energía, el aborto y el nombramiento de jueces, pero se mostraron bien distanciados. Esta vez Obama sólo dijo que coincidía una o dos veces con su contrincante.
Ese tono a la ofensiva lo adoptó McCain toda la noche y Obama hizo gala de que está hecho de teflón. Los ataques le resbalaron e incluso dijo que no le importaría que lo siguieran atacando por las próximas tres semanas. McCain siguió con su estrategia, como en los debates anteriores, más forzado ahora porque Obama se escapa en todas las encuestas, especialmente en las que difundieron la CNN, The New York Times y The Washington Post horas antes del debate que lo dieron, en algunos casos, a Obama ganador por hasta 14 puntos. Hoy, la intención de voto favorece a Obama por entre el 14 y el 6 por ciento. La CNN en su análisis del colegio electoral, del voto estado por estado, lo pone ya a Obama por arriba a una distancia insuperable ganando en aquellos grandes que en el 2004 se comportaron como republicanos.
Lo que sí es notable, es la preferencia de la gente o quienes hablan abiertamente de estos temas. Anoche vi el debate en Nueva York, invitado por la Universidad de Columbia, junto a un diverso grupo de periodistas convocados para una conferencia sobre periodismo y México. En la sala viendo el debate éramos unas 50 personas. Sorprendí a muchos antes y después del debate cuando dije que todavía estaba indeciso en mi preferencia de voto, pero que mis ideas me inclinan siempre más al lado republicano que al demócrata. (Noté que no fui bien visto). Todos eran “obamistas”, excepto uno o dos con quienes hablé en la cena previa y estaban inclinados hacia McCain. Pero cuando públicamente se preguntó, prefirieron no decir nada o no ser políticamente incorrectos tal vez. Los de Obama, o quienes se manifiestan por él, son abrumadores. Como que todo lo que dice o hace está bien. No se le cuestiona mucho o se lo defiende en demasía.
Si me guío por este sondeo personal – así como la sensación en mi lugar de trabajo y otros círculos - me da la impresión que Obama robará las elecciones. Pero me pregunto cuánto gravitará el voto de toda esa gente que no habla para no quedar como incorrectos.
Sobre algunos temas importantes, quedé pensando. Sobre inmigración, ninguno de los tres debates entre McCain y Obama acercó respuestas; ni siquiera se habló del tema. Desaprovecharon la oportunidad de acercar los votos hispanos. La única referencia a América Latina fue cuando McCain enrostró a Obama que no votaría el tratado de libre comercio con el mejor aliado en la región, Colombia, y que se sentaría sin condiciones ante el antagonista de Hugo Chávez. Hablaron, además, de economía, siendo obvia la primera pregunta de la noche, se refirieron a su respaldo al plan de rescate pero no jugaron ninguna ficha sobre la volatilidad de Wall Street y de todos los mercados financieros del mundo. Extendieron la agenda a otros temas interesantes como los impuestos, la energía, el aborto y el nombramiento de jueces, pero se mostraron bien distanciados. Esta vez Obama sólo dijo que coincidía una o dos veces con su contrincante.
Ese tono a la ofensiva lo adoptó McCain toda la noche y Obama hizo gala de que está hecho de teflón. Los ataques le resbalaron e incluso dijo que no le importaría que lo siguieran atacando por las próximas tres semanas. McCain siguió con su estrategia, como en los debates anteriores, más forzado ahora porque Obama se escapa en todas las encuestas, especialmente en las que difundieron la CNN, The New York Times y The Washington Post horas antes del debate que lo dieron, en algunos casos, a Obama ganador por hasta 14 puntos. Hoy, la intención de voto favorece a Obama por entre el 14 y el 6 por ciento. La CNN en su análisis del colegio electoral, del voto estado por estado, lo pone ya a Obama por arriba a una distancia insuperable ganando en aquellos grandes que en el 2004 se comportaron como republicanos.
octubre 15, 2008
La economía como estocada final
El último día de debate llegó y Obama sabe que será el momento de dar la estocada final a una carrera electoral que se le está haciendo cada vez más fácil. McCain, por debajo en todas las encuestas, dijo que esta noche podría darle el golpe de gracia en el trasero al afroamericano.
No habrá sorpresas y, como sucedió con los otros dos debates, podrá haber un virtual empate que no modificaría en nada lo que ya se sabe. Obama creciendo y McCain decreciendo en la intención del voto.
Las propuestas ya estuvieron sobre la mesa desde hace dos semanas cuando se desató la crisis financiera. Obama clama por una reducción impositiva para crear nuevos empleos y una moratoria en los embargos de viviendas. McCain trae bajo el brazo una política para apoyar a los jubilados mediante la reducción de impuestos, protección de mayores seguros para los ahorristas y para los propietarios de inmuebles.
Más que propuestas concretas, las que son muy criticadas por los especialistas, son medidas demagógicas que tratan de captar el agrado de la gente y desterrar la desconfianza que impera. Al fin y al cabo, es una elección, con mucha cháchara y pocas nueces. Veremos qué pasa esta noche, si alguien frota la lámpara de Aladino y consigue hacer realidad los deseos de que Wall Street se recupere, la economía no entre en recesión y que empiece un período de paz obligado por la crisis.
No habrá sorpresas y, como sucedió con los otros dos debates, podrá haber un virtual empate que no modificaría en nada lo que ya se sabe. Obama creciendo y McCain decreciendo en la intención del voto.
Las propuestas ya estuvieron sobre la mesa desde hace dos semanas cuando se desató la crisis financiera. Obama clama por una reducción impositiva para crear nuevos empleos y una moratoria en los embargos de viviendas. McCain trae bajo el brazo una política para apoyar a los jubilados mediante la reducción de impuestos, protección de mayores seguros para los ahorristas y para los propietarios de inmuebles.
Más que propuestas concretas, las que son muy criticadas por los especialistas, son medidas demagógicas que tratan de captar el agrado de la gente y desterrar la desconfianza que impera. Al fin y al cabo, es una elección, con mucha cháchara y pocas nueces. Veremos qué pasa esta noche, si alguien frota la lámpara de Aladino y consigue hacer realidad los deseos de que Wall Street se recupere, la economía no entre en recesión y que empiece un período de paz obligado por la crisis.
octubre 14, 2008
Tercer round: A la caza de los indecisos
Ahora con la confianza restablecida – al menos por esta semana después de la caída en picada de la anterior en materia financiera – el tercero y último debate presidencial entre McCain y Omaba de mañana por la noche se avecina con mayor tranquilidad y en el que los candidatos deberán hacer gala para plantear propuestas concretas y conquistar a los indecisos.
El segundo debate, tras el primero de los candidatos a vicepresidentes, fue para el olvido. Con las bolsas del mundo en picada y con un plan de rescate unilateral estadounidense que no detuvo la hemorragia, los presidenciables tuvieron pocas chances de hacer ofertas. La gente y el mundo estaban concentrados en el debacle financiero más grande de la historia desde la “gran depresión” del 29 y cualquier propuesta de los candidatos estaba eclipsada por las de Henry Paulson, secretario del Tesoro y de Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal.
Mañana, mayor confianza de por medio, los candidatos hablarán sobre la reducción de impuestos, los incentivos económicos y los planes para generar empleo, aspectos que representan la mayor preocupación del ciudadano de a pie, que ya no está interesado por la guerra en Irak o el terrorismo.
Obama lleva la delantera en la intención de voto por un seis por ciento de acuerdo a un promedio de encuestas, lo que es poco alentador si se tiene en cuenta que McCain tiene la carga de ser del mismo partido que el impopular George Bush. En situaciones normales, Obama debería estar robando o ganando por goleada. Obama también tiene la delantera en la intención de voto de los indecisos, del 44% al 41%.
Estos indecisos y los independientes, estiman que el líder próximo debe tener más conocimiento en el manejo de la economía que de los asuntos foráneos.
Mañana concluyen los debates. A la hora de la verdad, no han servido para inclinar la balanza para uno u otro costado. El mayor acceso a la información y la generación de nuevos medios, como páginas de internet, blogs y la interactividad comunicacional, así como la mayor mediatización de la política, han hecho que los debates no tengan ese factor sorpresa de antaño. Los debates son más vistos que nunca, pero las ideas ahí vertidas son menos apreciadas, han quedado viejas comparadas al día anterior.
El segundo debate, tras el primero de los candidatos a vicepresidentes, fue para el olvido. Con las bolsas del mundo en picada y con un plan de rescate unilateral estadounidense que no detuvo la hemorragia, los presidenciables tuvieron pocas chances de hacer ofertas. La gente y el mundo estaban concentrados en el debacle financiero más grande de la historia desde la “gran depresión” del 29 y cualquier propuesta de los candidatos estaba eclipsada por las de Henry Paulson, secretario del Tesoro y de Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal.
Mañana, mayor confianza de por medio, los candidatos hablarán sobre la reducción de impuestos, los incentivos económicos y los planes para generar empleo, aspectos que representan la mayor preocupación del ciudadano de a pie, que ya no está interesado por la guerra en Irak o el terrorismo.
Obama lleva la delantera en la intención de voto por un seis por ciento de acuerdo a un promedio de encuestas, lo que es poco alentador si se tiene en cuenta que McCain tiene la carga de ser del mismo partido que el impopular George Bush. En situaciones normales, Obama debería estar robando o ganando por goleada. Obama también tiene la delantera en la intención de voto de los indecisos, del 44% al 41%.
Estos indecisos y los independientes, estiman que el líder próximo debe tener más conocimiento en el manejo de la economía que de los asuntos foráneos.
Mañana concluyen los debates. A la hora de la verdad, no han servido para inclinar la balanza para uno u otro costado. El mayor acceso a la información y la generación de nuevos medios, como páginas de internet, blogs y la interactividad comunicacional, así como la mayor mediatización de la política, han hecho que los debates no tengan ese factor sorpresa de antaño. Los debates son más vistos que nunca, pero las ideas ahí vertidas son menos apreciadas, han quedado viejas comparadas al día anterior.
octubre 13, 2008
Confianza volátil
Nunca el mundo se enfrentó a una época tan volátil. Lo que se piensa hoy o se pronosticó ayer, ya no tiene validez mañana. Así como las nuevas tecnologías de la comunicación han acelerado los procesos, ya sean productivos, creativos, destructivos, la confianza ha terminado siendo un bien con un capital cortoplacista.
Desde el comienza de la debacle financiera (¡hace sólo un mes que comenzó con la amenaza de quiebra de Lehman!) hasta hoy, las bolsas, el mundo, los líderes y los ciudadanos hemos participado y estamos participando en un proceso de aprendizaje acelerado en el que hemos aprendido que todo es válido y todo puede ser inválido en cuestiones de semanas, días o minutos.
La confianza – o cómo se percibe el mensaje - sobre lo que está aconteciendo es más importante que la realidad. No da la impresión que la situación en cada uno de los países europeos, en los tigres asiáticos, en Estados Unidos o en los latinoamericanos la situación sea de crisis profunda; sin embargo, esa relativa gravedad está dada por la desconfianza que el sistema financiero le tiene al económico.
La semana pasada fue un ejemplo. Estados Unidos salió al rescate de Wall Street con 700 billones de dólares y hasta se habló de nacionalización de la banca, los países europeos actuaron con medidas individuales parecidas para inyectar dinero a los bancos privados dándoles mayor liquidez y, sin embargo, todo se fue en picada… y en una picada histórica.
El mundo tan globalizado pareció que envió un mensaje sobre que no sería suficiente con que Zapatero, Sarkozy, Brown o Merkel dictaran medidas unilaterales, sino que se necesitaría una confrontación conjunta y global contra la crisis. El mensaje fue evidente y ayer el Eurogrupo, 15 países, acordaron tomar medidas comunes para "asegurar la liquidez de las instituciones financieras" y "proporcionarles recursos adicionales de capital para asegurar un adecuado funcionamiento de la economía".
Hoy lunes, los mercados abrieron en Europa en alza y se tuvo la sensación de alivio, como la de un chaparrón después de meses de sequía. Pero no hay seguridad sobre cuán efectivas o volátiles pueden ser estas medidas hasta que el factor confianza las apruebe o desapruebe.
Desde el comienza de la debacle financiera (¡hace sólo un mes que comenzó con la amenaza de quiebra de Lehman!) hasta hoy, las bolsas, el mundo, los líderes y los ciudadanos hemos participado y estamos participando en un proceso de aprendizaje acelerado en el que hemos aprendido que todo es válido y todo puede ser inválido en cuestiones de semanas, días o minutos.
La confianza – o cómo se percibe el mensaje - sobre lo que está aconteciendo es más importante que la realidad. No da la impresión que la situación en cada uno de los países europeos, en los tigres asiáticos, en Estados Unidos o en los latinoamericanos la situación sea de crisis profunda; sin embargo, esa relativa gravedad está dada por la desconfianza que el sistema financiero le tiene al económico.
La semana pasada fue un ejemplo. Estados Unidos salió al rescate de Wall Street con 700 billones de dólares y hasta se habló de nacionalización de la banca, los países europeos actuaron con medidas individuales parecidas para inyectar dinero a los bancos privados dándoles mayor liquidez y, sin embargo, todo se fue en picada… y en una picada histórica.
El mundo tan globalizado pareció que envió un mensaje sobre que no sería suficiente con que Zapatero, Sarkozy, Brown o Merkel dictaran medidas unilaterales, sino que se necesitaría una confrontación conjunta y global contra la crisis. El mensaje fue evidente y ayer el Eurogrupo, 15 países, acordaron tomar medidas comunes para "asegurar la liquidez de las instituciones financieras" y "proporcionarles recursos adicionales de capital para asegurar un adecuado funcionamiento de la economía".
Hoy lunes, los mercados abrieron en Europa en alza y se tuvo la sensación de alivio, como la de un chaparrón después de meses de sequía. Pero no hay seguridad sobre cuán efectivas o volátiles pueden ser estas medidas hasta que el factor confianza las apruebe o desapruebe.
octubre 11, 2008
Aspiraciones periodísticas
Marzo de 1994 y octubre de 2008 quedarán en la historia de la Sociedad Interamericana de Prensa como dos meses extraordinarios y exclusivos, meses en los que se han adoptado declaraciones que se convierten en íconos del periodismo y referencias para la labor profesional.
Hace casi 15 años, en el Castillo de Chapultepec en la ciudad de México, participé de una reunión en la que la SIP reunió a líderes mundiales de diferentes disciplinas, convocadas para redactar un documento que sirviera de referencia para denunciar, defender y promover la libertad de prensa. Nació ahí la Declaración de Chapultepec, un documento con 10 principios sobre libertad de expresión y de prensa, que indican la correspondencia entre esas libertades y la democracia.
Este 7 de octubre en Madrid, minutos antes de comenzar con la ceremonia de clausura de la de la reunión de la SIP, su asamblea, en forma unánime, votó a favor de adoptar una Carta de Aspiraciones sobre estándares profesionales. No fue fácil llegar a ella. Por más de cinco años, los socios se enfrascaron (con mucha pasión) en arduos debates sobre la conveniencia de adoptar principios éticos, no porque no sean necesarios, todo lo contrario, sino que las discusiones se centraron en la forma, no en el fondo. Es decir, que naturaleza tendría el documento, tendría un formato de código, sólo de orientaciones, sería breve, largo, o la pregunta ¿es necesario que la SIP adopte normas éticas o eso sería una interferencia a los estándares individuales que cada socio ya tiene?
Finalmente, prevaleció la idea de hablar de aspiraciones, de normas, de principios orientadores sobre la conducta que los profesionales del periodismo y los medios de comunicación deberían tener en cuenta.
Finalmente se adoptó la Carta de Aspiraciones (a continuación) haciendo una mirada introspectiva de la profesión, mientras que la Declaración de Chapultepec fue una observación hacia afuera. La Carta mencionada contiene los 10 principios de Chapultepec, que aquí, por razones de espacio no reproduzco.
Carta de Aspiraciones
Es tarea del periodismo buscar y difundir informaciones, ideas y opiniones en uso de la libertad de expresión. Con ello contribuye a que cada ciudadano ejerza en plenitud esa libertad y su derecho a la información, imprescindible para la toma de decisiones: desde las que atañen al ejercicio de su soberanía ciudadana hasta las que le permitan alcanzar una vida plena acorde con sus deseos y legítimas ambiciones.
Para cumplir con su objetivo a plenitud, la prensa debe contar con todas las garantías para recoger y divulgar las noticias libremente. Un Poder Judicial independiente que asegure el respeto a los derechos inherentes a la persona humana y garantice la vigencia de las instituciones democráticas es esencial a esos efectos. En consecuencia, es propio de la prensa promover los valores de la democracia y defender la libertad de expresión, afirmando el derecho de cada uno a expresarse en libertad sin temor a represalias de ningún tipo, cualquiera sea su origen.
La efectividad de la tarea periodística estará determinada por el nivel de confianza y respaldo de los lectores, que constituyen el máximo tribunal. Ganar esa credibilidad es un compromiso para la prensa y la obliga al mayor nivel de transparencia, independencia y honestidad. Todo ello debe primar al momento de decidir qué informar y la prensa debe ser rigurosa en los estándares de verificación a utilizar. Nunca debe publicar algo que sabe que es inexacto, de la misma manera que no puede caer en la deshonestidad de difundir una información como propia y original, cuando se trata del trabajo ajeno.
La prensa debe reconocer en tiempo y forma sus errores en la descripción de hechos y debe estar dispuesta a publicar información y análisis críticos acerca del periodismo. Las opiniones que expresen discrepancias con los puntos de vista de un periodista o de una empresa editorial y también los hechos que pueden dañar sus propios intereses deben difundirse, siempre que se ajusten a los mismos criterios aplicados a otras noticias: interés público y exactitud.
Los editores deben brindar a las personas e instituciones implicadas en las noticias la oportunidad de manifestar su versión de los hechos, en aras de acercarse lo más posible a la verdad y garantizar la pluralidad y diversidad. Un mismo acontecimiento puede considerarse o interpretarse de diversas maneras. La prensa sirve al público más y mejor al presentar una rica variedad de puntos de vista y recurrir siempre al mayor número de fuentes informativas, incluso hasta aquellas que se pretenda ignorar u ocultar.
Es indispensable, para que el público tome conciencia de ello, diferenciar claramente lo que es publicidad, lo que es información y lo que es opinión. La prensa y los periodistas deben evitar conflictos de interés ya sean políticos, financieros o de otra naturaleza. Deben cuidar incluso los casos en que el conflicto sea tan solo aparente y, cuando el conflicto exista y sea inevitable, deben hacerlo público e impedir que afecte los criterios periodísticos.
Consultar el mayor número de fuentes e identificarlas en las informaciones contribuye a la transparencia y enriquece la credibilidad de la prensa. Excepcionalmente, hay noticias que requieren el anonimato de las fuentes, aunque este instrumento jamás debe manejarse con ligereza. Habrá de recurrirse al anonimato para proteger las fuentes de represalias o evitar limitaciones a la información, cuando ésta no pueda obtenerse de otra forma.
La prensa, dada la tarea que desempeña, no puede renunciar a la difusión de asuntos que hacen al interés público y al bien común, pero debe cuidarse de no lesionar innecesariamente a personas e instituciones, asegurando siempre el supremo derecho de los ciudadanos a recibir información.
Hace casi 15 años, en el Castillo de Chapultepec en la ciudad de México, participé de una reunión en la que la SIP reunió a líderes mundiales de diferentes disciplinas, convocadas para redactar un documento que sirviera de referencia para denunciar, defender y promover la libertad de prensa. Nació ahí la Declaración de Chapultepec, un documento con 10 principios sobre libertad de expresión y de prensa, que indican la correspondencia entre esas libertades y la democracia.
Este 7 de octubre en Madrid, minutos antes de comenzar con la ceremonia de clausura de la de la reunión de la SIP, su asamblea, en forma unánime, votó a favor de adoptar una Carta de Aspiraciones sobre estándares profesionales. No fue fácil llegar a ella. Por más de cinco años, los socios se enfrascaron (con mucha pasión) en arduos debates sobre la conveniencia de adoptar principios éticos, no porque no sean necesarios, todo lo contrario, sino que las discusiones se centraron en la forma, no en el fondo. Es decir, que naturaleza tendría el documento, tendría un formato de código, sólo de orientaciones, sería breve, largo, o la pregunta ¿es necesario que la SIP adopte normas éticas o eso sería una interferencia a los estándares individuales que cada socio ya tiene?
Finalmente, prevaleció la idea de hablar de aspiraciones, de normas, de principios orientadores sobre la conducta que los profesionales del periodismo y los medios de comunicación deberían tener en cuenta.
Finalmente se adoptó la Carta de Aspiraciones (a continuación) haciendo una mirada introspectiva de la profesión, mientras que la Declaración de Chapultepec fue una observación hacia afuera. La Carta mencionada contiene los 10 principios de Chapultepec, que aquí, por razones de espacio no reproduzco.
Carta de Aspiraciones
Es tarea del periodismo buscar y difundir informaciones, ideas y opiniones en uso de la libertad de expresión. Con ello contribuye a que cada ciudadano ejerza en plenitud esa libertad y su derecho a la información, imprescindible para la toma de decisiones: desde las que atañen al ejercicio de su soberanía ciudadana hasta las que le permitan alcanzar una vida plena acorde con sus deseos y legítimas ambiciones.
Para cumplir con su objetivo a plenitud, la prensa debe contar con todas las garantías para recoger y divulgar las noticias libremente. Un Poder Judicial independiente que asegure el respeto a los derechos inherentes a la persona humana y garantice la vigencia de las instituciones democráticas es esencial a esos efectos. En consecuencia, es propio de la prensa promover los valores de la democracia y defender la libertad de expresión, afirmando el derecho de cada uno a expresarse en libertad sin temor a represalias de ningún tipo, cualquiera sea su origen.
La efectividad de la tarea periodística estará determinada por el nivel de confianza y respaldo de los lectores, que constituyen el máximo tribunal. Ganar esa credibilidad es un compromiso para la prensa y la obliga al mayor nivel de transparencia, independencia y honestidad. Todo ello debe primar al momento de decidir qué informar y la prensa debe ser rigurosa en los estándares de verificación a utilizar. Nunca debe publicar algo que sabe que es inexacto, de la misma manera que no puede caer en la deshonestidad de difundir una información como propia y original, cuando se trata del trabajo ajeno.
La prensa debe reconocer en tiempo y forma sus errores en la descripción de hechos y debe estar dispuesta a publicar información y análisis críticos acerca del periodismo. Las opiniones que expresen discrepancias con los puntos de vista de un periodista o de una empresa editorial y también los hechos que pueden dañar sus propios intereses deben difundirse, siempre que se ajusten a los mismos criterios aplicados a otras noticias: interés público y exactitud.
Los editores deben brindar a las personas e instituciones implicadas en las noticias la oportunidad de manifestar su versión de los hechos, en aras de acercarse lo más posible a la verdad y garantizar la pluralidad y diversidad. Un mismo acontecimiento puede considerarse o interpretarse de diversas maneras. La prensa sirve al público más y mejor al presentar una rica variedad de puntos de vista y recurrir siempre al mayor número de fuentes informativas, incluso hasta aquellas que se pretenda ignorar u ocultar.
Es indispensable, para que el público tome conciencia de ello, diferenciar claramente lo que es publicidad, lo que es información y lo que es opinión. La prensa y los periodistas deben evitar conflictos de interés ya sean políticos, financieros o de otra naturaleza. Deben cuidar incluso los casos en que el conflicto sea tan solo aparente y, cuando el conflicto exista y sea inevitable, deben hacerlo público e impedir que afecte los criterios periodísticos.
Consultar el mayor número de fuentes e identificarlas en las informaciones contribuye a la transparencia y enriquece la credibilidad de la prensa. Excepcionalmente, hay noticias que requieren el anonimato de las fuentes, aunque este instrumento jamás debe manejarse con ligereza. Habrá de recurrirse al anonimato para proteger las fuentes de represalias o evitar limitaciones a la información, cuando ésta no pueda obtenerse de otra forma.
La prensa, dada la tarea que desempeña, no puede renunciar a la difusión de asuntos que hacen al interés público y al bien común, pero debe cuidarse de no lesionar innecesariamente a personas e instituciones, asegurando siempre el supremo derecho de los ciudadanos a recibir información.
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