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mayo 23, 2009

Gripe y economía

La combinación entre la crisis de salud y la recesión económica global ha potenciado el debilitamiento de las defensas inmunológicas de países y ciudadanos del mundo entero.
Esta mezcla de crisis resulta un coctel letal para todos. En los países más desarrollados, el desempleo y la pérdida de ingresos están disparando los índices de mortandad a causa del alcohol, depresión, cardiopatías y suicidios; mientras que en los subdesarrollados, el repunte en la cotización del dólar y la falta de recursos, están dificultando la importación de medicamentos complejos como la insulina y vacunas para la prevención.
A su vez, este nuevo fenómeno agrava la saturación de los sistemas sanitarios que deben hacer frente a nuevos virus como la fiebre porcina, la potenciación de enfermedades contagiosas como la malaria, la tuberculosis y el sida, responsables de cinco millones de muertes al año; y los males tradicionales asociados al cigarrillo, al alcohol y el cáncer.
En EE.UU., la mayor potencia del mundo, se calcula que 3,5 millones de menores de cinco años padecen hambre, por lo que no es difícil imaginar lo que sucede en naciones empobrecidas. Ya para el 2008, producto de la escasez mundial de alimentos que estalló con las protestas de Haití, más de 100 millones de personas habían recaído en la pobreza, agudizándose sus problemas sanitarios.
Cuando decaen los ingresos, se revierte un proceso. Quienes antes iban a centros privados de asistencia, no tienen otra opción que acudir a los hospitales públicos, con el consabido recargo del sistema, que provoca el desmejoramiento en la calidad del servicio. La combinación entre mayor demanda de atención y menores recursos disponibles, desemboca en un círculo vicioso como lo muestra la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México en un reciente análisis sobre el esquema de sanidad pública frente a la epidemia de influenza porcina que, de golpe, cuadriplicó el número de pacientes. El organismo criticó desde la carencia de médicos y de infraestructura hospitalaria, hasta los tratamientos inadecuados y diagnósticos deficientes.
En tiempos económicos difíciles las enfermedades suelen proliferar y agravarse, no por condiciones especiales de insalubridad, sino porque la gente tiende a desatender la salud personal y acudir al médico solo en caso de emergencias. En Argentina, por ejemplo, durante la recesión del 2001, se registró una fuerte contracción en los gastos en sanatorios y hospitales del 38% por familia.
Las finanzas están íntimamente ligadas a la salud y hasta en aspectos insospechados. Como ejemplo, vale observar cómo está afectando la reducción del volumen de las remesas familiares que los inmigrantes envían a sus países de origen. Se calcula que el 57% de los fondos que los mexicanos giran desde EE.UU. a sus familias, terminan en el servicio sanitario del país.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe advirtió que la región podría contraerse más de lo debido este año por la gripe porcina en México, situación que se agravará si el virus emigra hacia el hemisferio sur con la llegada del invierno, creando mayores sobrecargas a los sistemas públicos de asistencia médica.
Seguramente, los gobiernos del sur, como Argentina, Uruguay, Chile y Bolivia adoptarán políticas firmes contra el virus A H1N1 o sus posibles mutaciones, no solo para proteger sus débiles sistemas asistenciales, sino más bien para no trastabillar en los períodos electorales que se avecinan. En sus espejos, tienen el reflejo del presidente Felipe Calderón, quien a pesar de tener que lidiar con un medio de salud obsoleto, tomó firmes decisiones que le valieron la subida de su popularidad, lo que gravitará a favor del oficialismo en las elecciones legislativas de julio próximo en su país.
Si bien las campañas curativas generan mayores réditos políticos como quedó ya demostrado con Calderón, en épocas de crisis sanitaria y económica, el desafío para los gobiernos es mucho mayor. Tal vez como lo hizo Tailandia para salir de su recesión de los 90, los líderes deben adoptar políticas de prevención, reformar los sistemas de sanidad y procurar mayores inversiones. La salud es una buena inversión, ya que genera nuevos empleos, incentiva la innovación y el ciclo productivo, aumentando no solo las defensas de la población, sino también la de quienes se deben someter al voto popular.

marzo 08, 2009

Inseguridad y pena de muerte

La inseguridad es la mayor preocupación de todos los latinoamericanos, según varias encuestas sobre percepciones, mientras que la crisis económica y el desempleo son las otras dos disciplinas que le siguen en forma decreciente.

En muchos países, la desconfianza en la policía muchas veces involucrada ella misma en actos de corrupción, y la lentitud de la justicia, ha hecho que muchos hayan tomado la justicia por sus propias manos. Se han registrado numerosos casos de linchamiento en los últimos meses en países como Bolivia, Guatemala y Venezuela, por nombrar a los más afectados.

En otros países, como ocurrió esta pasada semana en Argentina, la gente ha comenzado a reclamar mayores penas para los delincuentes y criticado a la justicia por su falta de operatividad. En República Dominicana y en Honduras hasta los obispos católicos han reclamado mayor acción, mientras que en Argentina se armó el debate público sobre la aplicación de la pena de muerte, un tema que lo trajo a colación la famosa presentadora Susana Giménez cuando unos depravados mataron salvajemente a uno de sus colaboradores.

Muchos aprovecharon para sintonizar con los dichos Giménez, aunque ella pronto salió a desmentir que cuando dijo que el que mata debe morir, no trató de promover la pena de muerte.

Ya que el debate está abierto y sin entrar a la polémica desde el punto de vista ético o religioso, en el que la pena de muerte no tiene mucho fundamento, es bueno aportar otro elemento, mucho más práctico, como se reportó en Estados Unidos en estos días.

La crisis económica ha traído otro debate en Estados Unidos, resulta que esta práctica generalmente bien aceptada por la sociedad podría tener ahora sus detractores, ya que se estima que es mucho más caro para un estado matar a alguien que mantenerlo de por vida en cadena perpetua. No. No se trata de que una inyección sea cara, sino que los condenados a muerte permanecen en un limbo procesal de muchos años, que aumenta los costos de abogados, abogados de apelación y todo el sistema legal que se involucra.

Por ejemplo en California, donde existe un sistema judicial muy lento, un reo antes de la pena capital pasa unos 20 años en el proceso. Según la AP, en el 2007, fue justamente Nueva Jersey, considerando gastos de tiempo y dinero, el estado que dejó de lado la pena de muerte después de que fuera instaurada por la Corte Suprema en 1972. Cada sentencia a muerte le costaba al estado algo más de cuatro millones de dólares. De los 36 estados con penas de muerte, en ocho hay leyes para eliminarla: Kansas, Colorado, Maryland, Montana, Nebraska, New Hampshire, Nuevo México, Washington.

La pena de muerte no parece ser una solución práctica a la inseguridad.

enero 10, 2009

Ahorrar o consumir: ¿en qué quedamos?

A diferencia de la fábula de Jean de la Fontaine que enseña a prevenir y ahorrar como la hormiga para un futuro feliz; los gobiernos piden que vivamos como la cigarra, opíparamente y despilfarrando, convencidos que el consumo desenfrenado generará mayor producción, empleos y estabilizará la economía.

Desde que la crisis económica se fue expandiendo y ningún gobierno la pudo negar o disimular, se han instrumentado varias medidas para remediarla: rescates millonarios de bancos fundidos; estatización de empresas; reducción de tasas de interés; así como devolución de impuestos e incentivos para comprar automóviles y otros bienes, con la intención de que la circulación de efectivo provoque el saneamiento de la economía y restaure la confianza del consumidor, el bien más volátil.

Las medidas - desalentadas además por el subibaja de las bolsas, la inflación, el desempleo y el desenlace de atajos piramidales fraudulentos como el colombiano o el estadounidense de Bernard Madoff - todavía no engendraron grandes cambios ni beneficios, sino mayor incertidumbre. En EE.UU., la economía más grande y consumista, se registró este fin de año un índice de desconfianza récord, precipitando las ventas generales en un 8%; mientras que disminuyó el ingreso y aumentó la pobreza en casi todas las ciudades del país, según estableció el nuevo censo que midió la economía de esta última década.

Como el panorama no cambió, las autoridades se vieron obligadas a ser más creativas. Muchas imitaron a las australianas ofreciendo mejores garantías a los depósitos para captar ahorros y generar crédito, y otras cambiaron políticas de consumo cortoplacistas, por otras de más alcance como la construcción de obras públicas para generar empleos. Así, Barack Obama anunció planes de recuperar tres millones de puestos de trabajo mediante infraestructura, tanto para construir autopistas de cemento como virtuales, dejando en segundo plano políticas de George Bush para fomentar consumo mediante devolución de impuestos, lo que no surtió efectos deseados.

En América Latina, Brasil fue uno de los primeros países en incentivar el consumo con una campaña pública, un error que según la agencia Bloomberg, tuvieron antes EE.UU., Gran Bretaña y Canadá, que aconsejaron lo mismo tras el 11 de septiembre, lo que finalmente derivó en la burbuja y la mayor crisis desde 1929.

Tal vez esa experiencia fue la que motivó, después de negar la crisis y en menos de lo que canta un gallo, a Luiz Inacio Lula da Silva, Cristina de Kirchner, Michelle Bachelet, Felipe Calderón, Alan García y otros presidentes latinoamericanos, anunciar mega planes de obras públicas y pedir a los ciudadanos que gasten en autos, casas y viajes. India, China, Rusia y la Comunidad Europea también mostraron las mismas iniciativas tras rescatar a sus empresas, reducir impuestos, incentivar el gasto y tratar de mantener las exportaciones.

Más allá de todas las fórmulas, la crisis actual ha demostrado a los ciudadanos y sus gobiernos que consumir o gastar en abundancia sin el respaldo suficiente es, en definitiva, generar deuda y ruina segura. Vivir mejor hoy, como la cigarra, es hipotecar el futuro. Una regla básica muestra que lo que se gasta en bienes de consumo, si bien se disfruta, se desperdicia; mientras lo que se ahorra, termina en inversión.
Los gobiernos no han motivado aún la cultura del ahorro, tal vez porque necesitan beneficios repentinos. Sin embargo, economistas menos exitistas defienden la función trascendente del ahorro en la economía, ya que no se trata del mero acaparamiento del dinero o sacarlo de circulación, sino una trasferencia de poder de compra del ahorrista a otros individuos, mediante la generación de crédito. El ahorro genera así consumo a corto plazo y mantiene el potencial de la inversión a la larga, por lo que es un capital doblemente beneficioso. En realidad, ahorrar es una forma saludable de gastar.
En el 2008, en cuestión de meses, hemos pasado de un marcado crecimiento a una profunda depresión, por lo que sería prudente tomar el 2009 con calma, previniendo y ahorrando como la hormiga. El hombre más rico del planeta, Carlos Slim, lo aconsejó así en una carta a sus empleados: gasten menos, ahorren lo más posible, mantengan el dinero en los bancos y desactiven las tarjetas de crédito.

octubre 13, 2008

Confianza volátil

Nunca el mundo se enfrentó a una época tan volátil. Lo que se piensa hoy o se pronosticó ayer, ya no tiene validez mañana. Así como las nuevas tecnologías de la comunicación han acelerado los procesos, ya sean productivos, creativos, destructivos, la confianza ha terminado siendo un bien con un capital cortoplacista.

Desde el comienza de la debacle financiera (¡hace sólo un mes que comenzó con la amenaza de quiebra de Lehman!) hasta hoy, las bolsas, el mundo, los líderes y los ciudadanos hemos participado y estamos participando en un proceso de aprendizaje acelerado en el que hemos aprendido que todo es válido y todo puede ser inválido en cuestiones de semanas, días o minutos.

La confianza – o cómo se percibe el mensaje - sobre lo que está aconteciendo es más importante que la realidad. No da la impresión que la situación en cada uno de los países europeos, en los tigres asiáticos, en Estados Unidos o en los latinoamericanos la situación sea de crisis profunda; sin embargo, esa relativa gravedad está dada por la desconfianza que el sistema financiero le tiene al económico.

La semana pasada fue un ejemplo. Estados Unidos salió al rescate de Wall Street con 700 billones de dólares y hasta se habló de nacionalización de la banca, los países europeos actuaron con medidas individuales parecidas para inyectar dinero a los bancos privados dándoles mayor liquidez y, sin embargo, todo se fue en picada… y en una picada histórica.

El mundo tan globalizado pareció que envió un mensaje sobre que no sería suficiente con que Zapatero, Sarkozy, Brown o Merkel dictaran medidas unilaterales, sino que se necesitaría una confrontación conjunta y global contra la crisis. El mensaje fue evidente y ayer el Eurogrupo, 15 países, acordaron tomar medidas comunes para "asegurar la liquidez de las instituciones financieras" y "proporcionarles recursos adicionales de capital para asegurar un adecuado funcionamiento de la economía".

Hoy lunes, los mercados abrieron en Europa en alza y se tuvo la sensación de alivio, como la de un chaparrón después de meses de sequía. Pero no hay seguridad sobre cuán efectivas o volátiles pueden ser estas medidas hasta que el factor confianza las apruebe o desapruebe.

octubre 07, 2008

Latinoamérica está mejor preparada

América Latina está mejor preparada para afrontar la crisis financiera y económica mundial dijo Enrique Iglesias, secretario general de la Organización Iberoamericana, en el almuerzo del último día de las sesiones de la asamblea general de la SIP aquí en Madrid.

Iglesias argumentó varias razones para ello: 1) buena situación fiscal, 2) baja inflación, 3) sistema bancario saneado, 4) reservas acumuladas de 460 mil millones, mientras que en el 2000 eran de solo 160 mil millones, 5) reducción de la deuda externa, que es del 22% en relación al PBI mientras que en el 2002 era del 44%.

Dijo además que la crisis sí afectará en forma dura a la región latinoamericana anotando lo siguiente: 1) precio de materias primas en baja, 2) reducción de la recolección fiscal debido a la baja de venta de las materias primas, 3) muchas empresas que se financiaron en los mercados de capitales, y ese financiamiento se debilitará, 4) reducción de las remesas familiares; en México se redujeron en un 12%, 5) caída del turismo, 6) reducción de las inversiones foráneas, 7) se enfrentará un aumento del proteccionismo comercial, 8) opinión negativa del público sobre la confianza en EE.UU., 9) aprovechamiento de esta crisis para desacreditar a la economía del mercado, 10) el 4 ó 5% de crecimiento de este año se verá reducido.

Después de su diagnóstico hizo algunas observaciones hacia futuro: 1) Vamos a tener un nuevo mundo. Una nueva relación del Estado con el mercado. 2) Nuevo sistema financiero, papel renovado y presencia de los bancos de desarrollo. 3) Cambio en el poder económico mundial. El Oriente se va a fortalecer, aunque EE.UU. seguirá, pero ahora tendrá mayor competencia. 4) Abogar por lo que se habló en los 90, una nueva arquitectura institucional global, repensar el FMI, los requisitos de Basilea, pensar en los equilibrios mundiales. 5) No dar marcha atrás en la buena conducción de lo macroeconómico y de la integración conseguida hasta ahora en América Latina.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...