noviembre 02, 2017

EL PEOR DE LOS CRÍMENES: Abuso de menores

Hay pocas cosas tan agraviantes como la vejación sexual a la que el depredador en serie Harvey Weinstein sometió a sus colegas mujeres. Sin embargo, en nada se compara a la aberración de los crímenes sexuales cometidos contra niños y menores. 

El abuso sexual de menores, la pederastia y la prostitución y la pornografía infantiles muestran el lado más enfermizo de nuestras sociedades. Ya no se trata de conductas individuales como la Weinstein, sino de la concertación de mafias y carteles de tráfico de niños y de distribución de pornografía infantil, aupada por una vasta red de pedófilos y consumidores que desconoce fronteras y clases sociales.  

Hasta el papa Francisco el mes pasado debió llamar al Vaticano a monseñor Carlos Alberto Capella, diplomático de la Santa Sede en Washington desde que la justicia estadounidense lo acusó de poseer pornografía infantil. La ley criminal del Vaticano penaliza con dos años de cárcel la posesión, aunque la distribución y la producción tienen severos agravantes. Aunque el castigo no es en este caso lo que importa, sino que la Iglesia no haya podido salir con facilidad de los curas abusadores y que Francisco no pueda aplicar todo el rigor de su política de tolerancia cero a la pederastia.

Todos los días aparecen nuevos casos de abusos y de pornografía infantil. Más de cien personas fueron detenidas tras la Operación Luz de la Infancia en 26 estados de Brasil involucradas en producir y vender imágenes de sexo explícito entre niños y entre niños con adultos. Entre los arrestados había un director de una escuela de fútbol, funcionarios públicos, enfermeros y un tipo que se hacía pasar por pediatra para tomar fotos de los chicos. 

La repulsión de las autoridades fue mayor cuando encontraron imágenes de una madre manteniendo sexo con su hijo de once años. También hallaron un manual del pedófilo con indicaciones de cómo conseguir víctimas y un video de dibujos animados que enseña a los niños a que es natural tener sexo con adultos.

La pornografía infantil es un negocio multibillonario expandido en todos los países. El internet y el dark web en la que los consumidores tienen alto grado de seguridad, ha potenciado todos los delitos, en especial aquellos que por su repulsión social, como el abuso infantil, requiere de un alto nivel de sigilo. En la dark web los consumidores pueden participar en chats, foros e intercambiar información sobre sus intereses, promocionar y colaborar en la construcción de nuevos contenidos, además de vender, comprar e intercambiar imágenes.

En el internet, además de la expansión del delito, también los delincuentes han alcanzado un alto grado de sofisticación. En una redada policial en setiembre en EE.UU., Operación Avalancha, las autoridades confiscaron manuales de seguridad para consumidores, en los que se enseñan protocolos de seguridad y encriptación de mensajes para que los usuarios no puedan ser rastreados con facilidad.

La Operación Avalancha, tras dos años de arduas investigaciones, destapó la red más amplia de pornografía infantil hasta el momento. Más de cien personas trabajando desde EE.UU. con webmasters y servidores manejados en Rusia e Indonesia. Desde una casita en Texas, la pareja responsable, Thomas y Janice Reeds, logró tejer una red de más de 250 mil suscriptores. Cada uno pagaba $29.95 dólares por sesiones de descarga, con imágenes con niños de hasta cuatro años de edad. En un solo mes, la pareja embolsó más de un millón cuatrocientos mil dólares en ganancias.

Pese a que los delitos contra menores están descritos en los códigos penales de todos los países, no contemplan la gravedad del problema. A los daños psicológicos causados por el abuso mismo, se suman los causados por el internet, ya que el mundo virtual amplifica y mantiene el delito a perpetuidad. Una vez que las imágenes del abuso se trafican virtualmente es imposible borrarlas, lo que genera adicionales trastornos psíquicos a las víctimas.

Si bien las grandes compañías de internet siguen protocolos estrictos para detectar pornografía infantil, como se puede apreciar en la advertencia que hace Google apenas se inicia una búsqueda sobre el tema, se pone poco énfasis en la educación de los consumidores quienes son, en definitiva, los que alimentan el circuito criminal. trottiart@gmail.com




octubre 21, 2017

Currupción sexual y el #MeToo

El cineasta Harvey Weinstein, el depredador que acosó a decenas de actrices de la talla de Angelina Jolie, Gwyneth Paltrow y Ashley Judd, avivó el tema de las víctimas de corrupción sexual y el manto de silencio forjado en una profunda cultura machista.

Su caso desnudó que el machismo y sus vicios asociados, abuso y acoso sexual, está tan arraigado en el país como el racismo, la drogadicción y las masacres con armas de fuego. Es una epidemia que se extiende por círculos empresariales, militares y políticos como lo afirman reportes académicos cada vez más lapidarios.

En EE.UU. y probablemente en otras naciones desarrolladas, la corrupción sexual es un problema complejo como la corrupción económica lo es en países en vías de desarrollo. No es que no existen el robo, la estafa o el soborno, pero están más controlados tras décadas de crear conciencia y políticas para frenarlos.

En cambio, en materia de delitos sexuales el nivel de respuesta político y legislativo ha sido lento y débil. Por mucho tiempo todos miraron para otro lado, incluso las víctimas que prefirieron no denunciar a los depredadores por temor a aislarse social y profesionalmente. La actriz Reese Witherspoon lo confirma: “Agentes y productores me hicieron sentir que el silencio era una condición para mi empleo”.

Weinstein, del mismo palo y astilla que el actor y violador en serie Bill Cosby o el prófugo Roman Polanski, se benefició del encubrimiento de sus pares y del silencio impuesto mediante amenazas o arreglos económicos. La misma fórmula se usó con los curas pederastas. Sus jerarcas los reprendían como pecadores, en vez de denunciarlos por criminales.

En comparación a la corrupción económica que se subsana tras el castigo y la recuperación de los bienes robados, la corrupción sexual tiene el agravante que abre heridas en la psiquis de las víctimas que ni se borran ni sanan con el tiempo. Las guerras atestiguan que las violaciones fueron usadas como mecanismo de subyugación de poblaciones enteras.

Los trastornos mentales asociados a los abusos sexuales, depresión, intenciones suicidas, vergüenza y culpabilidad, ahondan el silencio de las víctimas. Solo se animan a denunciar a sus victimarios cuando se dan cambios de contexto.

En el caso Weinstein, el cambio lo provocó la actriz Alyssa Milano cuando denunció su abuso y animó a otros a hacerlo bajo la etiqueta #MeToo (yo también) vía Twitter y Facebook. De inmediato cientos de miles de personas abusadas admitieron su victimización. La actriz Jennifer Lawrence dijo haber estado “atrapada” en un círculo de acoso del que recién pudo salir tras convertirse en celebridad.

También le sucedió a Summer Zervos, una ex concursante del programa de televisión El Aprendiz que en su momento conducía el presidente Donald Trump. Cuando cobró notoriedad como candidato, lo denunció junto a otras mujeres por haberla manoseado. 

Esta semana sus abogados intimaron a la Casa Blanca a entregar notas, tuits, fotografías y cualquier material que incrimine a Trump, incluidas las grabaciones clandestinas en las que alardea y se daba licencia para tocar las partes íntimas de las mujeres por el solo hecho de ser famoso.

Además de reconocimiento y visibilidad como víctimas, la solidaridad de #MeToo y otros movimientos dan a las personas abusadas valor para denunciar y derribar prejuicios sociales que le impedían hacerlo en forma individual. El mismo proceso se vivió en América Latina bajo la etiqueta de #NiUnaMenos, con la que se contagió la denuncia por los feminicidios, la desigualdad de género y la violencia doméstica.

Lo importante de estas tendencias sociales es que permiten crear más conciencia sobre el problema. Además, empoderan a los legisladores y grupos defensores de derechos humanos a generar más políticas públicas y, al mismo tiempo, sirven para para disuadir y restringir a los depredadores.


Ojalá que quienes están detrás de #MeToo y #NiUnaMenos no interpreten que son solo movimientos de catarsis y sanación colectivas. Deben aprovechar para presionar con perseverancia por cambios legales y culturales que limiten a los depredadores. Sería engorroso que la situación se olvide y se tenga que esperar a que aparezca otro Weinstein para reinstalar el tema en la agenda pública y empezar de cero. trottiart@gmail.com

octubre 14, 2017

Adictos a nosotros mismos

Los periodistas y medios de comunicación eran los únicos que hasta hace poco tenían el privilegio de informar, comentar y divulgar fotos y videos. Eran quienes dominaban y motivaban la conversación pública.

Ahora esa conversación se ha amplificado gracias a las redes sociales, aunque no significa que la comunicación haya mejorado. A los diarios, la radio y la televisión siempre se les ha achacado abrumarnos con una versión híper negativa de la realidad, pero las redes no han logrado enmendar esa situación.

Por el contrario, se han convertido en un espejo desvirtuado de la realidad, repletas de ficción tipo reality show, de vidas editadas y retocadas en las que se esconden y disfrazan otros yo. Aún peor, nos han hecho adictos de esa realidad virtual, con sensaciones de bienestar o malestar según la cantidad de likes y aprobación recibida.

En realidad, no son las redes el problema, sino la actitud de proyectar imágenes artificiosas de uno mismo que termina desviándose hacia una adicción tan potente como la que ofrece cualquier alucinógeno. Esa tecno dependencia o uso desmedido de las redes y de su extensión natural, los teléfonos inteligentes, atrajeron otros problemas sociales: accidentes de tránsito, diálogos familiares interrumpidos e improductividad laboral.

Las redes nos desnudan y potencian vicios y virtudes que creíamos en otros. Ya no se puede tirar la primera piedra. Descubrimos que el narcisismo no es solo patrimonio de políticos y celebridades y que los poderosos no son los únicos con aires de superioridad. Somos buenos y malos, y lo exhibimos. Damos consejos, somos coach, mostramos lo que comemos, motivamos con frases de famosos y buscamos en las pantallas lo que a veces se nos dificulta encontrar en la vida presencial.

Desinhibidos virtualmente de lo que nos avergonzaría en la vida real, también mentimos, envidiamos, acosamos y envenenamos. Los memes han transformado el humor en pura burla y sátira. Otros muchos usan las redes para delinquir. Los depredadores, estafadores, acosadores y ladrones de identidad consiguieron un escenario ampliado hasta el infinito.

Llega un punto que tanta información y adicción desgasta, cansa y aburre. Así lo demostró un experimento de la organización danesa The Happiness Research Institute. Se le pidió a un grupo de usuarios no usar Facebook por una semana. El resultado fue asombroso. Sin acceso a Facebook, admitieron sentirse más felices, menos solos y que aprovecharon mejor el tiempo. Interactuaron más, tuvieron más concentración y fueron más eficientes en sus trabajos.

No todo es malo. En columnas anteriores he ponderado hasta el cansancio la vitalidad y pluralidad informativa y social que aportan las redes. Solo basta observar su contribución durante los desastres naturales de los últimos meses. Tras el paso atroz de los huracanes por el Caribe o del terremoto en México, la convocatoria espontánea y organizada en las redes sociales sirvió para reencontrar familiares, buscar víctimas y ayudar a los damnificados. Sin Whatsapp, Messenger, Facebook o Twitter las catástrofes hubieran sido peores.

No obstante, por esa solidaridad y unidad descomunal no se puede perder de vista que las redes también engendran y potencian rumores, noticias falsas y propaganda. No solo el “rusiagate” en la campaña electoral estadounidense mostró esos vicios. En el terremoto de México algunos internautas generaron pánico anunciando más sismos inexistentes o inventaron a Frida, una niña de 12 años atrapada bajo los escombros que nunca existió, pero cuyo rescate mantuvo en vilo a la comunidad internacional por varios días.

Por suerte, las compañías tecnológicas, conscientes de los vicios y abusos, están buscando mejorar la comunicación y proteger a los usuarios. Incorporaron botones de alerta, métodos de prevención y denuncia, y están atentas a nuevas amenazas, desde ataques cibernéticos hasta juegos virtuales como la Ballena Azul que incentiva actitudes suicidas en los adolescentes.


Para salir de esta adicción, apagar las redes de nuestras vidas como plantea el instituto danés es imposible. Lo viable, sin embargo, es tomar conciencia de la tecno dependencia, usar las redes con responsabilidad y no permitir que nos afecte la vida ilusoria y paralela que en ellas se proyecta. trottiart@gmail.com

octubre 07, 2017

Las Vegas: ... con la misma piedra una y otra vez

La masacre en Las Vegas deja la imagen de un país adicto a las armas de fuego que una y otra vez tropieza con la misma piedra y hace poco para prevenirlo.

Stephen Paddok no es el único culpable de la matanza. Da igual si sus móviles encajan en las categorías habituales de enfermo mental, resentido social o extremista ideologizado. La responsabilidad máxima recae en una política que permite comprar y poseer armas personales y rifles de asalto sin restricciones. Las Vegas es solo un tropezón más de tantos otros. Columbine, Newtown, Sandy Hook, Charleston, Tucson, San Bernardino, Dallas, Orlando y Arlington muestran el camino empedrado.

La periodicidad alarmante entre caso y caso ni siquiera resulta suficiente para mantener el debate público y la presión sobre los legisladores. La masacre en el bar Pulse de Orlando el año pasado parecía destinada a ser el punto de inflexión para cambiar la política permisible sobre compra-venta de armas. Pero dispersada la atención, la presión cedió y Orlando se convirtió en una referencia más. Las Vegas tendrá el mismo destino de mantenerse ausente la voluntad política para afrontar la situación.
La restricción legal a las armas no será fácil de imponer. La resistencia de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) a base de lobby millonario se interpone en el debate parlamentario. Los demócratas se excusan que es difícil aprobar leyes con un Congreso dominado por los republicanos, pero nada hicieron cuando fueron mayoría. Difícil también es lidiar con parte de la población que justifica el principio de que “una milicia bien regulada” es necesaria para mantener un Estado libre. Así reza la venerada Segunda Enmienda constitucional, pese a que fue labrada hace dos siglos cuando imperaba la ley del más fuerte y la justicia era tan buscada como el oro.
Sin embargo hay una luz de esperanza. La premeditación horrorosa de Paddock y el hecho de haber utilizado utensilios de 40 dólares para convertir un rifle semiautomático legal en un arma automática ilegal de destrucción masiva, pudiera acercar a ambos partidos. Hasta hace poco estaban distanciados por un debate sobre la venta legal la venta de silenciadores. El proyecto se estancó. Cualquiera puede imaginar cuán más grave habría sido la matanza entre los 22 mil asistentes al concierto de música country si no hubieran escuchado y visto de donde provenían los tiros.
Una legislación que aumentaría las restricciones que ya existen sobre las armas semiautomáticas sería bienvenida, pero insuficiente. Podrán limitarse las ventas a partir de ahora, pero habrá que seguir lidiando con la conducta de una población que tiene registradas más de 270 millones de armas, además de un arsenal ilegal con cifras más escandalosas. No será fácil que EE.UU. deje de ser el campeón mundial de homicidios con armas de fuego, 16 veces más que Alemania o seis más que Canadá. También lo es en tiroteos masivos. The Guardian contabilizó 1.516 casos en 1.735 días en el país.
Los políticos buscan ejemplos para maniatar el problema. Australia asoma en el horizonte. Desde que restringió la venta de armas en 1996 tras un tiroteo masivo, ya no volvieron a repetirse. Habrá que ver que voluntad política tiene Donald Trump para asumir el liderazgo. Hace un par de meses glorificó a la NRA diciéndole que tenía un amigo en la Casa Blanca, en clara alusión a la política anti armas que empuñaba Barack Obama.
En su visita esta semana a Las Vegas, Trump dijo que no era tiempo de hablar sobre armas, pero antes de ser candidato se mostraba partidario de más controles. Con él nunca se sabe. Puede asumirse ambivalente como en Charlottesville, donde en menos de 48 horas estuvo en contra y a favor de los supremacistas blancos. Por ahora, las donaciones de la NRA a su campaña lo mantienen neutralizado.

La ex congresista Gabrielle Giffords, todavía con dificultades para hablar después que le dispararon en la cabeza en un mitin en Tucson en 2011, es la voz más autorizada. Para ella la ecuación es fácil. Las 59 víctimas y más de 500 heridos en Las Vegas reclaman terminar con las excusas de la Segunda Enmienda y que los legisladores asuman la responsabilidad de restringir las armas de fuego: “La nación cuenta con ustedes” les gritó sin silenciador. Habrá que ver si escucharon. trottiart@gmail.com

septiembre 30, 2017

Referéndum personal de Trump: Racismo o patriotismo

Donald Trump tiene la manía de convertir toda discusión, incluso ajena, en un referéndum personal. Le atrae la controversia y la azuza. Quiere amor u odio. No le interesan los moderados.

Esta vez prendió fuego a la polémica que inició Colin Kaepernick, un jugador de fútbol americano de raza negra, que hizo costumbre de arrodillarse mientras sonaba el himno nacional o a la canción a la bandera en señal de protesta por el racismo y la brutalidad policial contra los negros.

Desde que se arrodilló en la temporada pasada, las aguas venían divididas a favor o en contra de su actitud. Cada tanto las agitaba otro deportista que lo imitaba o políticos y celebridades que opinaban para uno u otro lado. Pero las aguas se desbordaron cuando Trump irrumpió esta semana en la discusión.

Acusó a Kapernick de “hijo de p…”, pidió a los propietarios de equipos que prohíban esas actitudes o que echen a los jugadores que irrespeten los símbolos patrios. En respuesta, en el fin de semana todos los deportistas tomaron posición. La mayoría se arrodilló, varios equipos se quedaron en el vestuario durante el himno, el campeón de básquet de San Francisco anunció que no iría a recibir sus honores a la Casa Blanca y llovieron proclamas en los medios y redes sociales.

El Presidente logró así cambiar el eje de la discusión. Lo que era una protesta ante una injusticia, el racismo, terminó convertida en un asunto de patriotismo y a favor o en contra de su posición: ¿Cómo alguien que disfruta de las libertades y el estilo de vida estadounidense puede denigrar a la bandera, el símbolo que por antonomasia representa la memoria de los millones de soldados compatriotas que sacrificaron sus vidas por esos derechos y privilegios?

Se perdió así la rica disputa de fondo que permitía a los más jóvenes experimentar aquellas discusiones de otras épocas cargadas de protestas más virulentas en las que se quemaban o escupían banderas por guerras indeseadas y conflictos por los derechos civiles de los negros. Entonces, la Corte Suprema había sido tajante. El derecho a la libertad de expresión y de protesta, tal se conciben en la Primera Enmienda constitucional, se anteponen a los símbolos patrios y lo que se quiera hacer con ellos.

Lo que enervó no es tanto el cambio de enfoque de la discusión, sino el estilo prepotente con la que Trump la indujo, sin reparos de ninguna índole para erigirse en protagonista principal de la escena.

Tampoco hay que menospreciar sus cálculos, no todo es espontaneidad temperamental. Trump actúa metiendo púa para llevar agua para su molino. Desvía la atención del racismo y otros temas importantes como el “rusiagate”, apuntando a los deportistas, como antes a los mexicanos, musulmanes y periodistas, con la intención de mantener enfervorizados a sus votantes y fanáticos.

Es menos popular que antes, pero no está solo y tiene razones. A las protestas de los jugadores también le llueven abucheos desde las tribunas. Esta semana, Nielsen, la compañía que mide rating televisivo, mostró que la liga de fútbol americano perdió 11 puntos respecto a la temporada pasada. El Washington Post midió que del 19% que perdió interés en los partidos 17% fue por las protestas. Otro síntoma fue que se quintuplicaron las ventas de la camiseta del jugador Alejandro Villanueva, un veterano de guerra en Afganistán, el único de su equipo que no se quedó en el vestuario y escuchó el himno de pie con la mano sobre su pecho.

La Presidencia debería tener un código de ética que limite a su inquilino a tomar partido por cualquier asunto, así como los militares, policías y jueces que están obligados a ser imparciales de opinión política. Un presidente debería guardar más coherencia que el resto, actuar con imparcialidad y abstenerse de participar en discusiones, permitiendo a la sociedad hacer sus propias catarsis.

Como presidente, Trump siente la obligación de hacer respetar los símbolos patrios, aunque también debería equilibrar su posición garantizando los derechos a la libre expresión y la protesta pacífica como le exige la Constitución.

En un escenario ideal, Trump debería someter sus opiniones personales a la conducta que debe asumir como presidente. Lamentablemente el pedido es imposible. A Trump le fascina ser el centro de todo y hacer de todo un referéndum personal. trottiart@gmail.com


septiembre 23, 2017

Trump - ONU: diplomacia personalista y pragmática

Donald Trump sorprendió en su primer mensaje ante la ONU. No solo por un tono más mesurado, sino porque revalidó a una institución a la que hasta hace poco había despreciado con vehemencia por su ineficacia y burocratización.

Fiel a su pragmatismo y en condición de renegado de la diplomacia tradicional que ejerce su propio Departamento de Estado (o impone a veces la CIA), Trump pareció encontrar en la ONU el espacio donde tejer acuerdos multilaterales y consensos para castigar y aislar a los “enemigos del planeta”.

Abogó por una coalición de naciones a la que pidió asumir su responsabilidad. Pretende que combatan al terrorismo con recursos y soldados, pero que también cerquen a los países que lo financian. Y además, que aíslen a otros regímenes dictatoriales que a fuerza de armas nucleares desestabilizan a medio mundo.

Fue directo contra Corea del Norte como se esperaba. Cuando se refirió a Kim Jong-un fue el único momento en que su discurso perdió la compostura, pasando a la verborragia tuitera de costumbre. Lo calificó de hombre cohete al borde del suicidio. Amenazó que no dudará en destruirlo si no repliega sus misiles nucleares. Advirtió que las sanciones económicas son todavía la vía para dirimir el conflicto, aunque dejó la opción militar sobre la mesa.

Aprovechó para desarreglar los acuerdos que en 2015 Barack Obama firmó con Irán para su desnuclearización y con Cuba para su transición democrática. Criticó que Irán siga mintiendo con su política de no proliferación y advirtió al “corrupto” régimen de Raúl Castro que le retirará las concesiones comerciales hasta que no haya verdadera apertura y reformas políticas en la isla.

Sobre China y Rusia, con quienes sus antecesores se sacaban chispas, se mostró más cauteloso. Los considera competidores de cuidado y aliados circunstanciales, tras haber conseguido que apoyen las resoluciones contra el régimen norcoreano.

Además de ensañarse con Corea, Irán y Cuba, Trump no dudó en censurar a la 
dictadura de Nicolás Maduro. Enfatizó que el chavismo “mantiene al país al borde del colapso”, que “arruinó a un país próspero” y engañó al pueblo para eternizarse en el poder.

En ese contexto de gobiernos corruptos que atentan contra su propia gente, aprovechó para remarcar su nueva filosofía en política exterior. A diferencia de la que promovían otros presidentes estadounidenses, centrada en la doctrina de promoción de la democracia en todos los rincones, Trump dijo que ahora no es intención de su país entrometerse en la soberanía de otros.

Esto ocurrirá, siempre y cuando, los demás gobiernos “respeten los intereses de sus pueblos y los derechos de otras naciones soberanas”. Dejó la ventana abierta para que EE.UU. pueda seguir de policía planetario cuando los regímenes dictatoriales pongan en riesgo la libertad, violen los derechos humanos de sus ciudadanos o expandan su ideología del terror.

Ante una posición tan ambivalente, los demás líderes lo escucharon escépticos. Sintieron que la política nacionalista y de soberanía de Trump es puro aislacionismo con la intención de evitar otros temas que requieren esfuerzos multilaterales. Hambre, pobreza, el Acuerdo de París sobre cambio climático y otros objetivos del milenio de la ONU rumbo al 2030, no fueron parte del discurso de Trump como lo esperaba Antonio Gutierres, el secretario general de la organización.

Más allá de que gusten o no sus políticas, Trump fue coherente entre lo que predica al interior y lo que busca en el exterior. Así quedó reflejado entre su primer discurso ante la ONU y el que dio ante el Congreso en febrero. Su pragmatismo diplomático está enfocado en el mismo criterio interno, “America First”. Su prioridad es la bonanza económica, el resto vendrá por añadidura. Lo predicó así frente a los 193 líderes en el recinto: “Siempre pondré a América primero, así como ustedes deberán siempre poner a sus países primero".


La ONU, bajo la dirección de su embajadora preferida, la ex gobernadora Nikki Haley, le sirve para ejercer su pragmatismo diplomático alejado de cualquier influencia de los tradicionalistas del Departamento de Estado. En definitiva, siente que en la ONU y con Haley puede imponer, a su gusto y placer, su sello presidencialista, nacionalista y personalista. trottiart@gmail.com

Irma y el liderazgo oportuno: previsión y prevención

Post de mi columna publicada el 15 de setiembre de 2017

Por Ricardo Trotti
La recuperación tras el paso de Irma es lenta, pero con una sensación de alivio porque la catástrofe se predecía mayor. No porque la intensidad de los vientos fue menor a la esperada y la trayectoria del ojo del huracán se desvió al oeste, sino porque las autoridades asumieron un liderazgo oportuno, firme y eficaz.
El gobernador de la Florida, Rick Scott, y con efecto dominó los demás líderes políticos y policiales de condados y municipios, previó el desastre y preparó a la población con cinco días de anticipación. Se basó en evidencias de científicos del Centro Nacional de Huracanes, meteorólogos probados en batallas similares y en que los medios crearan conciencia sobre los graves efectos de una catástrofe.
La previsión y prevención fueron la mejor lección que dejó Irma, aunque no siempre se podrán evitar la negligencia circunstancial, accidentes e inseguridad. Ocho viejitos murieron en un tórrido hogar de ancianos por falta de aire acondicionado, otros por dióxido de carbono producido por generadores eléctricos, mientras que muchos inadaptados aprovecharon para robar en comercios y casas evacuadas.
Irma no fue tan poderosa como se predijo, no obstante produjo grandes estragos. Si bien los daños no están cuantificados, sobrepasará con creces los causados por Andrew en 1992. Aquel huracán arrasó con precisión quirúrgica el sur de la Florida reduciendo a escombros 25 mil viviendas y afectando a más de cien mil. Se estimaron 27 billones de dólares en pérdidas.
Irma tuvo menos poder destructivo, excepto en los Cayos donde tocó tierra con vientos de 150 millas por hora y donde solo quedaron en pie casas fabricadas con los nuevos códigos de construcción, legado de Andrew. A diferencia, Irma afectó a todo el estado y a los de más al norte. Produjo marejadas, inundaciones, derribó y peló árboles dejando impensados paisajes otoñales en zonas tropicales, destruyó tendidos eléctricos perjudicando a 15 millones de usuarios, paralizó las comunicaciones y generó una evacuación histórica de 6.5 millones de personas.  Muchos todavía no han podido regresar a sus casas.
Que los evacuados no puedan regresar hasta que sus áreas sean transitables o que las escuelas permanezcan cerradas por limpieza y desinfección desde que fueron usadas como albergues, demuestra que la prevención siempre fue la norma para proteger a la población.
La experiencia en el Caribe, en especial en territorios de Inglaterra, Francia y Holanda, desnuda lo que sucede cuando no hay previsión. El presidente francés Emanuel Macron, el rey holandés Guillermo Alejandro y el canciller británico Boris Johnson, recorrieron la zona para cuantificar daños, pero debieron asumir la vergüenza y la crítica generalizada por haber abandonado al azar a su gente pese a las advertencias.
Nadie puede ser culpado de las tragedias naturales que existen desde la historia del universo. Sin embargo, las políticas de previsión y prevención de daños pueden morigerar su impacto. Irma y Harvey, aunque devastadoras, hubieran podido ser más letales sin las precauciones debidas.
La previsión y prevención no debiera solo aplicarse a las consecuencias, sino también a las causas. Las evidencias científicas están demostrando que el calentamiento global aumenta la asiduidad e intensidad de las mega tormentas. La contaminación produce temperaturas récord y las aguas más cálidas de los océanos alimentan las tempestades.
En ese sentido, Irma, Harvey, José y Katia que dominaron en estas semanas el Atlántico y el Golfo de México, sirven como botón de alarma. El presidente Donald Trump asumió las tragedias y despachó ayuda federal con antelación evitando el efecto Katrina de 2005 sobre George W. Bush, reprochado por dejar a Nueva Orleans en manos de Dios.
Trump descree del cambio climático bajo la preferencia de que la explotación de carbón mineral generará más empleos. Tiene todo el derecho a opinar así, pero es una opinión personal. Como política, por respeto a las víctimas de Irma y Harvey, tendría que plantearse dudas razonables sobre el calentamiento global y entender que sus causas pueden morigerarse con previsión.
Eso empujaría a que EE.UU. regrese al Acuerdo de París, donde antes ejercía de líder y ahora es solo un paria en la discusión para salvar al Planeta.  trottiart@gmail.com


Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...