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febrero 24, 2018

La marcha por la vida


Por ahora es una marcha estudiantil por la vida. Será el 24 de marzo en Washington. Pero tiene la intención de transformarse en un movimiento poderoso en contra de las armas de fuego.

Está empoderada por los compañeros de los 14 jovencitos y tres adultos asesinados por el ex alumno Nikolas Cruz en la escuela secundaria Marjorie Stoneman Douglas en Parkland, al norte de Miami.

Ya devenidos en activistas en esta etapa de sanación, pocos días después de vivir el duelo y honrar a los caídos en los funerales, esperan que su “marcha por nuestras vidas” sea multitudinaria y que el movimiento, bajo el lema #NeverAgain (NuncaMás), sea revolucionario. Aspiran que la suya sea la última tragedia escolar. 

Quieren asestarle una estruendosa bofeteada pública a los políticos y legisladores que masacre tras masacre en escuelas y espacios públicos, no han atacado el meollo del problema: la facilidad de acceso a las armas de fuego.

Mucha gente los apoya. Cuando esperaban recaudar un improbable millón de dólares, Oprah Winfrey, George Clooney y Steven Spielberg les ayudaron a cuadriplicar la cifra. El dinero les permitirá darle voz a una gran parte de la población que ha empujado estérilmente por un estricto control sobre las ventas y la posesión indiscriminada de armas de fuego, en especial las de guerra y de grueso calibre.

Pese a que tendrán que luchar contra varios monstruos y prejuicios culturales, los estudiantes tienen tres cosas a favor de la que carecieron los de la matanza en la escuela Columbine en 1999, los niños de la primaria Sandy Hook o las víctimas heterogéneas del recital en Las Vegas y del bar en Orlando. Primero, conforman un grupo compacto de jóvenes con un espacio común, su escuela, con decenas de millones de alumnos en todo el país, sus aliados potenciales. Segundo, las redes sociales y los dispositivos móviles les ofrecen un potente megáfono y un gran poder de convocatoria.

Lo más importante. Tienen un arma más poderosa que los dólares con la que la Asociación Nacional del Rifle (NRA) embarduna a políticos en busca de apoyo a las armas de fuego. Algunos en meses y otros en años, todos ellos tendrán edad para votar. 

Con el apoyo de quienes les preceden en las universidades, donde también se cuentan varias matanzas como Virginia Tech, podrán formar un núcleo homogéneo y compacto - como el del electorado hispano - a sabiendas que los políticos cortejan y temen a estos grupos ante cada elección.

Deberán estar conscientes que la tarea no será fácil. La tenencia de armas es un tema cultural incrustado en la Segunda Enmienda constitucional y machacado por el cabildeo agresivo de la NRA, la que acaba de responsabilizar por la matanza del 14 de febrero a los medios, por su sensacionalismo, y al FBI y la Policía por no haber actuado antes, desde que habían sido alertados durante los últimos dos años sobre la conducta perturbadora de Cruz.

Las protestas de los alumnos ya arrojaron resultados, pero no parecen suficientes. El gobernador de Florida, Rick Scott, muy buen alumno de la NRA, y legisladores republicanos propondrán aumentar de 18 a 21 años la edad para comprar fusiles automáticos, pero no los prohibirían. Ampliarán las verificaciones de antecedentes y pondrán más seguridad en las escuelas. En la misma línea se proyectó el presidente Donald Trump, aunque agigantó la polémica cuando dijo que la solución pasa por armar a los maestros.

Ante cada masacre siempre hubo esperanzas de que sería la última y el punto de inflexión para cambiar la historia. La determinación estudiantil por organizar esta marcha y el incipiente movimiento creado, aparentan tener los condimentos necesarios para mantener la atención de la opinión pública a largo plazo. Por ahora, existe la predisposición de la ciudadanía y de los tres poderes del Estado para escuchar.
Los desafíos del nuevo movimiento de estudiantes son muchos. No deberán dejarse engatusar por políticos que los quieran usar, no desanimarse cuando la atención pública se desvanezca, deberán blindarse ante el cabildeo de la NRA y no amilanarse por contramarchas en su contra.

Pero sobretodo, a esta voluntad inicial deberán sumarle estrategia y recursos, porque toda lucha a favor de los derechos civiles y la transformación cultural es un proceso de muy largo aliento. trottiart@gmail.com


octubre 07, 2017

Las Vegas: ... con la misma piedra una y otra vez

La masacre en Las Vegas deja la imagen de un país adicto a las armas de fuego que una y otra vez tropieza con la misma piedra y hace poco para prevenirlo.

Stephen Paddok no es el único culpable de la matanza. Da igual si sus móviles encajan en las categorías habituales de enfermo mental, resentido social o extremista ideologizado. La responsabilidad máxima recae en una política que permite comprar y poseer armas personales y rifles de asalto sin restricciones. Las Vegas es solo un tropezón más de tantos otros. Columbine, Newtown, Sandy Hook, Charleston, Tucson, San Bernardino, Dallas, Orlando y Arlington muestran el camino empedrado.

La periodicidad alarmante entre caso y caso ni siquiera resulta suficiente para mantener el debate público y la presión sobre los legisladores. La masacre en el bar Pulse de Orlando el año pasado parecía destinada a ser el punto de inflexión para cambiar la política permisible sobre compra-venta de armas. Pero dispersada la atención, la presión cedió y Orlando se convirtió en una referencia más. Las Vegas tendrá el mismo destino de mantenerse ausente la voluntad política para afrontar la situación.
La restricción legal a las armas no será fácil de imponer. La resistencia de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) a base de lobby millonario se interpone en el debate parlamentario. Los demócratas se excusan que es difícil aprobar leyes con un Congreso dominado por los republicanos, pero nada hicieron cuando fueron mayoría. Difícil también es lidiar con parte de la población que justifica el principio de que “una milicia bien regulada” es necesaria para mantener un Estado libre. Así reza la venerada Segunda Enmienda constitucional, pese a que fue labrada hace dos siglos cuando imperaba la ley del más fuerte y la justicia era tan buscada como el oro.
Sin embargo hay una luz de esperanza. La premeditación horrorosa de Paddock y el hecho de haber utilizado utensilios de 40 dólares para convertir un rifle semiautomático legal en un arma automática ilegal de destrucción masiva, pudiera acercar a ambos partidos. Hasta hace poco estaban distanciados por un debate sobre la venta legal la venta de silenciadores. El proyecto se estancó. Cualquiera puede imaginar cuán más grave habría sido la matanza entre los 22 mil asistentes al concierto de música country si no hubieran escuchado y visto de donde provenían los tiros.
Una legislación que aumentaría las restricciones que ya existen sobre las armas semiautomáticas sería bienvenida, pero insuficiente. Podrán limitarse las ventas a partir de ahora, pero habrá que seguir lidiando con la conducta de una población que tiene registradas más de 270 millones de armas, además de un arsenal ilegal con cifras más escandalosas. No será fácil que EE.UU. deje de ser el campeón mundial de homicidios con armas de fuego, 16 veces más que Alemania o seis más que Canadá. También lo es en tiroteos masivos. The Guardian contabilizó 1.516 casos en 1.735 días en el país.
Los políticos buscan ejemplos para maniatar el problema. Australia asoma en el horizonte. Desde que restringió la venta de armas en 1996 tras un tiroteo masivo, ya no volvieron a repetirse. Habrá que ver que voluntad política tiene Donald Trump para asumir el liderazgo. Hace un par de meses glorificó a la NRA diciéndole que tenía un amigo en la Casa Blanca, en clara alusión a la política anti armas que empuñaba Barack Obama.
En su visita esta semana a Las Vegas, Trump dijo que no era tiempo de hablar sobre armas, pero antes de ser candidato se mostraba partidario de más controles. Con él nunca se sabe. Puede asumirse ambivalente como en Charlottesville, donde en menos de 48 horas estuvo en contra y a favor de los supremacistas blancos. Por ahora, las donaciones de la NRA a su campaña lo mantienen neutralizado.

La ex congresista Gabrielle Giffords, todavía con dificultades para hablar después que le dispararon en la cabeza en un mitin en Tucson en 2011, es la voz más autorizada. Para ella la ecuación es fácil. Las 59 víctimas y más de 500 heridos en Las Vegas reclaman terminar con las excusas de la Segunda Enmienda y que los legisladores asuman la responsabilidad de restringir las armas de fuego: “La nación cuenta con ustedes” les gritó sin silenciador. Habrá que ver si escucharon. trottiart@gmail.com

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...