septiembre 08, 2013

Obama y la "línea roja"

Barack Obama creó la figura de no cruzar la “línea roja” para argumentar la intervención militar contra quienes osaran utilizar armas químicas. Pero nunca imaginó cuán diferente interpretación tendría su propuesta hasta que intentó aplicarla para escarmentar al régimen sirio de Bashar al Assad.

No tuvo mucha suerte en su Congreso y en la cumbre del Grupo de los 20 en St. Petersburg, adonde acudió en busca de consenso para una operación quirúrgica y limitada contra un régimen al que acusa de matar a 1.429 personas con gas sarín en un barrio de Damasco. La “línea roja” para muchos, entre ellos Vladimir Putin, solo debe aplicarse a través del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Otros líderes prefieren agotar alternativas diplomáticas, aplicar sanciones económicas o recurrir a tribunales internacionales.

Y no es que a Obama le falten pruebas, pero sí credibilidad. Gobiernos aliados y enemigos no creen en un EE.UU. imponiéndose siempre como gendarme; y los estadounidenses están cansados de que se malgaste su dinero en conflictos foráneos de difícil resolución. Gran parte de la desconfianza se debe al descrédito heredado por los yerros garrafales sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak. Pero también por sus errores y promesas incumplidas.

No tanto por cuestiones internas, entre ellas la aún existente cárcel de Guantánamo, como por las externas. Obama permitió un intensivo espionaje contra todos los gobiernos del mundo como demuestran los miles de documentos filtrados por Edward Snowden, y se puso en ridículo a la diplomacia internacional con el millón de cables secretos que el soldado Bradley Manning filtró a Wikileaks.

Pero más que la credibilidad, con Obama se desvaneció la esperanza. Al principio de su mandato - premio Nobel de la Paz en mano por promover el desarme nuclear y el retiro de tropas en Irak y Afganistán - la ilusión en Obama fue porque terminaría guerras y no por comenzarlas, y porque practicaría el multilateralismo con anuencia de la comunidad internacional. El conflicto sirio, en cambio, lo desenmascaró buscando consensos forzados, como atrapado en su “línea roja” y amenazando con acciones unilaterales.

También es cierto que su posición como líder de la mayor potencia mundial no es fácil. Calificado de tímido y débil sino actúa, y arrogante si lo hace. El Congreso lo critica sino somete a voto su guerra y si lo hace, como sucedió, lo acusan de evadir su responsabilidad. Sabe que de cualquier forma que actúe, así como les sucedió a sus antecesores con otros conflictos externos, probablemente erosionará su capital político y su fuerza para otras reformas internas como la salud pública y la inmigración.

La ironía es que Assad es quien más se está beneficiando de la “línea roja”. Puso al descubierto que la otra opción, los rebeldes, también son sanguinarios y la hipocresía de una comunidad internacional que hace poco por limitar un conflicto con cien mil muertos, dos millones de refugiados y cinco de desplazados, en el que varias veces se usaron armas biológicas, aunque de menor escala al 21 de agosto.

Poco antes de llegar a St. Petersburg, Obama trató de compartir responsabilidades con todos los actores. “No fui yo quien trazó una línea roja, fue el mundo; no es mi credibilidad la que está en juego, es la de la comunidad internacional, la de EE.UU. y la del Congreso”, dijo desafiante, aunque sin convencer.

Obama no la tiene fácil. Al final de la cumbre consiguió apoyo de 10 países del G-20, pero para actuar con prudencia y, además, le aparecieron opositores inesperados de peso, como Francisco. El Papa convocó para este sábado a una jornada de ayuno y oración en contra de la intervención militar. Una idea que los obispos estadounidenses convirtieron en mandato, instando a sus fieles a que llamen a sus representantes para oponerse a Obama, quien el martes tratará  de convencer a la opinión pública y al Congreso.

Es seguro que Assad será escarmentado, aunque todavía se desconoce la forma en que se aplicará esa “línea roja”. Ojalá sea con consenso internacional y así se evite que esa figura solo sirva para aquellos cuentos de final desopilante – había una vez un americano, un chino, un ruso, un argentino... - que se mofan sobre cómo reaccionan las distintas nacionalidades ante un mismo hecho. 

septiembre 06, 2013

Obama, Siria y el espionaje

Acaba de terminar la cumbre del G-20 en St. Petersburg y el presidente Barack Obama consiguió parcialmente su objetivo, aunque no un apoyo directo para intervenir militarmente en Siria y castigar al régimen de Bashar al Assad por el uso de armas químicas contra sus conciudadanos.
Obama deberá esperar hasta el martes y ver si podrá convencer a la opinión pública estadounidense que todavía se muestra reacia, según las últimas encuestas. Y también tendrá que seguir librando una dura batalla en el Congreso, donde no obtuvo todo el apoyo esperado, especialmente de aquellos congresistas que frente a las elecciones legislativas que deberán librar el año próximo, prefieren obedecer a sus electores que al presidente o a sus partidos.
Pero de si algo le ha servido el tema de Siria a Obama durante la cumbre en Rusia, fue de cortina de humo para disipar un problema que lo roza personalmente y que sigue cada día cobrando mayor fuerza: el espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, según siglas en inglés) que, por motivos de seguridad nacional, se ensañó en espiar a varios gobiernos aliados y muchos enemigos, algunas organizaciones intergubernamentales y, especialmente, a todos los usuarios de internet.
Obama se reunió en Rusia con Dilma Rousseff y con Enrique Peña Nieto, dos gobiernos que fueron blanco directo del espionaje, pero evitó centrarse sobre ese tema con muchos casos peores, en especial porque la búsqueda de consenso para intervención militar en Siria fue su agenda prioritaria.
Mientras Obama hablaba al cierre de la cumbre del G20 de la “línea roja” que Assad no debería haber traspasado y trataba de ganar credibilidad para su cometido con argumentos de que “no fui elegido para comenzar guerras, sino para terminarlas”, el The New York Times, The Guardian y la agencia de noticias sin fines de lucro, ProPublica, erosionaban aquella confianza buscada, revelando nuevos indicios del masivo sistema de espionaje implementado por la NSA.
Según nuevas revelaciones de estos medios, basadas en los documentos filtrados por Edward Snowden, la NSA ha robado claves de codificación de mensajes poniendo en peligro las garantías de privacidad que las empresas de internet ofrecen a sus usuarios.
Aún peor, la NSA ha presionado a empresas de tecnología para que incluyan dispositivos de espionaje en software y hardware, con el fin de espiar las comunicaciones de internet y telefonía, tanto de gobiernos extranjeros como de todo tipo de usuarios.
La NSA no habría actuado sola en su trabajo encubierto, sino en alianza con aparatos de seguridad de Inglaterra, Canadá, Nueva Zelandia y Australia, de espaldas a lo que la Constitución de EE.UU. ordena al gobierno en materia de respetar el derecho a la intimidad y privacidad de sus ciudadanos.
Se informó que la NSA pidió a los dos medios estadounidenses, New York Times y ProPublica, que no se publique esta información por temor a que los “objetivos extranjeros” espiados, cambien la forma en que codifican sus mensajes.

En los últimos días, Obama se ha esforzado para convencer sobre los castigos que deben aplicarse al régimen de Assad. El mismo empeño debería tener para reducir y hacer más transparente el extensivo aparato de espionaje.

septiembre 04, 2013

Bezos: la esperanza de los diarios

Un cambio de paradigma se avecina en el periodismo estadounidense según se desprende de la primera entrevista que dio el flamante propietario del Washington Post, Jeff Bezos, el multimillonario creador de Amazon.
La última etapa de los diarios estadounidenses fue y es desastrosa, especialmente debido a la crisis desatada por la migración de anunciantes que prefieren al internet como plataforma para sus productos. Desde que Craiglist desbarató el negocio más rentable de los diarios, los anuncios clasificados, hasta cómo Google y Facebook acapararon la publicidad que antes iba a los impresos, además de la competencia de la televisión, los diarios siempre tuvieron a la publicidad como su norte y como el eje que salvaría a una industria de su muerte casi anunciada.
En esa crisis y desesperación por flirtear con los anunciantes y mantener un flujo de dinero para los exigentes accionistas, muchos diarios dejaron de hacer lo que mejor hacían: periodismo. Despidieron a periodistas, achicaron sus salas de Redacción, hicieron alianzas con la televisión para mostrar sus noticias, buscaron formas de cómo compensar las pérdidas de entregar las noticias gratis por internet y de qué hacer con una circulación de papel que se va degradando día a día.
En todo ese marasmo, los diarios – que no se sabe hasta cuándo serán los medios de comunicación que nutren la agenda pública – se olvidaron que lo principal sigue siendo la información, su negocio intrínseco. Descubrir noticias, no solo cubrirlas como hacen otros medios; ¡en eso radica su esencia!
Bezos adquirió el Washington Post cual salvador de la familia Graham que venía de siete años consecutivos perdiendo dinero, circulación y prestigio. El Post, un diario que hace una década atrás valía por lo menos dos mil millones de dólares, fue adquirido por 250, pero con la expectativa de que se convertirá de nuevo en una gema del periodismo mundial y en un nuevo modelo de éxito para la falleciente industria de los periódicos.
Por ello no pudo haber mejor salvavidas para la prensa escrita que alguien que viene del exitoso internet, un hombre que en poco más de una década amasijó una fortuna de 60 mil millones de dólares en ventas y ayudó a revolucionar la forma en que se leen los libros.
Pero lo mejor de Bezos fue que en lugar de seguir con la estrategia de buscar los dólares como prioridad, insistió que primero está la información, el periodismo y los lectores, ante que los anunciantes.  Inspirado en su éxito en Amazon, Bezos dijo que para su nuevo diario, habrá tres prioridades como estrategia: “Lo primero es el consumidor (el lector). Inventar. Ser paciente”.
Bezos considera que tendrá que hacer cambios en el contenido y cómo fabricarlo porque “cualquiera puede resumir tu trabajo y publicarlo gratis. La pregunta es cómo puedes sobrevivir en ese entorno y, si no puedes, cómo inviertes recursos en ello”. Incluso argumentó que por más que se imponga un pay-wall riguroso, muchos otros sitios pueden resumir el contenido y ofrecerlo gratis.  “Desde el punto de vista de un lector, se puede preguntar ¿por qué iba a pagar por todo ese esfuerzo periodístico cuando puede conseguirlo gratis en otro sitio?”.

Aunque Bezos no tiene la varita mágica y todavía dijo que no tiene un modelo a seguir o experimentar, donde se concentra la esperanza de que puede ser el salvador, es que la tiene muy clara en cuanto a volver a la raíz y esencia del periodismo escrito relegando a los anunciantes como la prioridad del negocio: “Cualquiera que sea esa misión (de los diarios), debe girar en torno a la información”.

septiembre 03, 2013

Diplomacia por Twitter

Hace rato que muchos presidentes, especialmente en América Latina, han tomado la costumbre de hacer diplomacia por micrófono en lugar de hacerla por los canales diplomáticos. Ahora, con mayor intensidad, la están ejerciendo a través de Twitter, con el peligro de adicionarle una gran dosis de sarcasmo e irresponsabilidad.

A diferencia de un ciudadano común, los presidentes, funcionarios o personas públicas, tienen mayor responsabilidad sobre lo que dicen y cómo lo dicen. Un comentario de un ciudadano común suele quedar en su círculo de amigos, el de una persona pública trasciende, creando reacciones y consecuencias.

Hoy en día, la mayoría de los presidentes ha encontrado en Twitter una forma perfecta de comunicarse a través de mensajes más coloquiales y más cercanos al “común de la gente” y de sus potenciales electores. Sin embargo, muchas veces, por esos fervores electorales y contagiados por sus impulsos, caen en la tentación de usar un lenguaje chabacano, ordinario e irónico, muy de entre líneas.

La presidente Cristina Kirchner, muy enemiga de hablar con los periodistas y la prensa, hace rato que prefiere Twitter para comunicarse con los ciudadanos y expresar lo que tampoco hace por vía diplomática formal. En el conflicto actual que el gobierno argentino mantiene con la aerolínea LAN de Chile, la Presidenta aludió irónicamente al presidente Sebastián Piñera, con el siguiente tuit:  “¿Alguien se imagina si Aerolíneas Argentinas en lugar de ser línea de bandera recuperada hubiera sido una empresa de mi propiedad y cuando me eligen la hubiera “vendido”?”.

De esa forma, Kirchner dejó entrever su ideología al haber introducido la palabra “recuperada” (para el Estado) para criticar a LAN de capitales privados, pero, especialmente, al haber puesto comillas en “vendido”, aludió sarcásticamente a que la defensa del gobierno de Chile por la aerolínea se debería a la supuesta propiedad que todavía mantendría Piñera sobre esa empresa.

Desde Chile, con más altura, la respuesta no se hizo esperar. El canciller chileno, Alfredo Moreno, respondió que Piñera se desprendió de sus acciones, a tono con la ley de transparencia, “para evitar cualquier potencial conflicto de interés futuro".

En declaraciones a la prensa de su país, Moreno explicó que el “presidente y los parlamentarios son democráticamente elegidos, con total transparencia de su trayectoria y de su patrimonio e intereses. Una vez elegidos, desde el presidente hasta cualquier alto funcionario público debe cumplir las normas de transparencia y declarar su patrimonio y todos sus intereses”.
Además de su propiedad parcial en LAN, Piñera se desprendió de otras acciones y propiedades de empresas varias, entre ellas un canal de televisión.

La respuesta chilena al “exabrupto” - según calificó Piñera al tuit de Kirchner - evidencia que Twitter puede ser un arma de doble filo y que, como cualquier medio de comunicación, debe ser usado en forma responsable, especialmente cuando se trata de figuras públicas.

septiembre 01, 2013

Conectividad, el gran desafío

Pese a la no siempre buena y rápida conexión a internet, somos afortunados. Formamos parte de la tercera parte de la población mundial - 2.700 millones de personas – que tiene acceso a la red y, con suerte, poseemos teléfonos inteligentes y vivimos en áreas con servicio de datos de alta velocidad.

El resto, 5.000 millones de personas, ni siquiera tiene computadora ni teléfonos móviles o vive con acceso a servicios de telefonía e internet limitados y costosísimos o en países con gobiernos opresores que restringen la navegación.

Esa brecha digital es hoy la que genera mayor disparidad económica entre las sociedades. En una época en que la economía de un país ya no se mide por sus recursos económicos sino por como administra la educación y el conocimiento, la conectividad se transforma en factor clave del desarrollo.

El desafío de reducir esa brecha en el mundo es titánico, si se considera que hasta existe dentro de países ricos como EE.UU., donde el 30% de los hogares no utiliza internet por altos costos y que aquellos que más lo usan suelen ganar más de 50 mil dólares al año y tener estudios universitarios, según un informe reciente del Ministerio de Comercio.

El creador de Facebook, Mark Zuckerberg, asumió el desafío anunciando la creación de un consorcio con los fabricantes de telefonía móvil Ericsson, Nokia y Samsung, el buscador Opera y los proveedores de servicios en redes MediaTek y Qualcomm. La nueva compañía, Internet.org, tiene como misión hacer más barato el acceso y la distribución de datos, crear nuevas infraestructuras de comunicación digital y fabricar teléfonos móviles de bajo costo, sin sacrificar la conexión.

Propone que la gente pueda conectarse a servicios de internet a través de móviles regulares, no inteligentes, algo que experimenta en varios países de África con su proyecto Facebook Zero, donde ya se duplicó el nivel de conexión. Internet.org no es el único proyecto en este sentido. Microsoft formó una alianza con otras 23 empresas de tecnología inalámbrica, mientras tanto, Google lanzó el “Proyecto Loon”, un experimento para dar mayor conexión en áreas remotas mediante globos aerostáticos.

Aunque los críticos consideren que estas empresas estén detrás de su beneficio, la búsqueda por cerrar la brecha digital ensanchando la conectividad, redundará en beneficios para todos. Según Zuckerberg, al reducir el costo de distribución de datos, calculado en 100 veces superior a lo que debería ser, los usuarios no serán castigados con planes mensuales de descargas de datos que son más caros que los propios dispositivos móviles y computadoras.

Zuckerberg propone que se fabriquen teléfonos más simples, que las aplicaciones usen menos descarga de datos y memoria, y que haya un acuerdo para ofrecer un servicio de internet básico y gratuito, solo de texto sin fotos, videos o música, para que se beneficien las comunidades más pobres del mundo.

Alcanzar esta propuesta de apariencia tan loable como simple, es complicado. Los retos son grandes tanto a nivel económico y técnico como político. En muchos países la infraestructura de comunicación es tan deficiente como el sistema de carreteras, la banda ancha es inexistente o no tiene prioridad, los gobiernos imponen costos desorbitados por licencias de operación y prefieren que el internet no sea asequible para todos como método de control.

Además, a esto hay que sumarle que los usuarios están más cuidadosos y escépticos sobre los beneficios de navegar el internet, por temas relacionados a espionaje gubernamental y pérdida de la privacidad. Las denuncias del ex contratista estadounidense Edward Snowden expusieron el masivo esquema de vigilancia del gobierno de EE.UU. sobre la red, mientras que los informes recientes de transparencia de compañías como Facebook, Google y Twitter, mostraron que todos los gobiernos, incluidos los latinoamericanos, investigan y exigen datos sobre los usuarios.

Más allá de los avatares políticos que conlleva cualquier actividad humana y de los beneficios para las empresas, lo cierto es que vivimos en una época de profunda transformación económica marcada por la industria del conocimiento, en la que el ahora reconocido derecho humano a la conectividad al internet, se vislumbra como factor prioritario para el progreso. 

agosto 29, 2013

Inteligencia: Negro presupuesto

Los servicios de inteligencia de EE.UU. no dejan de sorprender. El Washington Post acaba de dar esta tarde un panorama muy elocuente de los presupuestos del aparato de inteligencia estadounidense filtrado por Edward Snowden que sobrepasa toda imaginación. 52.6 mil millones de dólares conforman lo que calificaron el “presupuesto negro” o secreto para el año 2013, del que se tenía pocas referencias.

Algunas pildoritas remarcan el gigantesco aparato de inteligencia y contrainteligencia del país, según se desprende de la síntesis del presupuesto de 178 páginas. EE.UU. tiene 16 agencias de espionaje con un total de 107.035 empleados, (uno de cada cuatro labora en tareas de contrainteligencia) un aparato que si bien no tiene detalles año por año, viene creciendo desde los ataques de setiembre de 2011 contra las Torres Gemelas en Nueva York. Desde entonces, en algo más de una década, EE.UU. invirtió 500 mil millones en tareas de inteligencia.

El aparato de espionaje tiene cinco prioridades: Combatir el terrorismo; detener la proliferación de armas nucleares y no convencionales; informar a los líderes estadounidenses sobre aspectos críticos en otros países; defender al país del espionaje extranjero y conducir operaciones cibernéticas.

La CIA, pese a que era una agencia en baja debido a fallos de inteligencia que derivaron en la invasión de Irak en 2003, tiene un presupuesto de 14.7 mil millones de dólares para 2013, un 50% más del presupuesto para la Agencia Nacional de Seguridad (ANS). Un porcentaje alto de ese dinero es utilizado para operaciones cibernéticas de ataque.

Analizando las nuevas tareas que fue asumiendo la CIA, mediante ataques encubiertos, uso de drones, un programa de interrogación muy polémico y el establecimiento de una red de cárceles clandestinas, se explica que pasó de ser una agencia de espionaje a transformarse en una fuerza paramilitar. Explica que gran parte del presupuesto de la agencia es usado para entrenamiento de nuevo personal, habiendo pasado en una década de 17 mil a 21.575 empleados en la actualidad.

La ANS está investigando 4.000 casos de amenazas internas en los que podría involucrar la manipulación de información confidencial, tratandfo de encontrar a los próximos Bradley Manning o Snowden.

Las mayores tareas de contrainteligencia tienen a Cuba, además de Rusia, China, Corea del Norte, Irán e Israel, como a sus blancos más específicos.

El Washington Post explica que las agencias de espionaje descansan mucho de su trabajo en tecnología de punta. Da como ejemplo sistemas electrónicos de vigilancia en Corea del Norte e Irán que pueden detectar in situ lo que no se puede observar desde satélites.


También se especifica que la CIA gasta el 12 por ciento de su presupuesto, 1.700 millones, en tareas técnicas de recolección de datos.

agosto 28, 2013

¿Comparar a Yoani, Manning y Snowden?

El profesor de Geogetown University de Washington DC, Héctor Schamis, hace una comparación en su columna en El País, titulada “Yoani Sánchez, Bradley Manning y Edward Snowden”, mezclando peras con manzanas.

Su punto de que el gobierno de Barack Obama reclama libertad y respeto a otros países del mundo para que permitan a los soplones y periodistas a hablar y actuar libremente, pero que no tiene la misma actitud cuando se trata de asuntos internos, tiene cierta validez (y me he cansado de criticar a este gobierno en este blog y columnas por su falta de transparencia), pero no creo que se puede dar un ejemplo de ello con una comparación en la que pone en igualdad de condiciones a Yoani, Manning y Snowden. Mucho menos que critique a grupos dedicados a la defensa de libertad de prensa en EE.UU. como el Comité para la Protección de Periodistas porque el columnista entiende que están ante un problema ético, al no poder defender a quienes deberían defender.
Yoani es una periodista independiente cubana que se arriesga diariamente a informar, criticar y opinar en su estilo periodístico  en un país donde estas funciones están condenadas y sus promotores suelen terminar apaleados o en la cárcel. Aunque por esa modalidad del gobierno de los Castro, Yoani a veces se torna en más activista que en reportera o columnista, puede definirse que su trabajo es de periodista.
Lo del soldado Manning y el ex contratista Snowden va por otros andariveles. No son ni nunca fueron periodistas. Su único parentesco con el periodismo es que su información la filtraron a Wikileaks y a los medios de comunicación, pero su tarea de haber robado información no pertenece a esta labor. También es cierto que existen periodistas que roban información, pero terminan pagando las consecuencias y, obviamente, en esos casos, asociaciones como el Comité de Protección siempre tendrían problemas para defender esas actitudes.
Lo que va en otro costal y merece un análisis más profundo, es en qué medida los medios de comunicación pueden hacerse eco de informaciones que son robadas o que la ética periodística no se los permitiría hacer como función propia o tomar a los soplones como sus fuentes principales. Muchos medios se vieron forzados a publicar temas no tanto por el inconmensurable valor de las denuncias, sino porque el internet sería el medio por el cual las denuncias serían ofrecidas de todas formas.

Tampoco vale comparar lo que sucedió con Wikileaks y las denuncias que se publicaron en The Guardina y Der Speigel o The Washington Post referentes a Manning y Snowden, con los casos de Watergate o los Papeles del Pentágono. En aquellos casos es verdad que también hubo soplones y gargantas profundas, pero fue tarea de la prensa, con investigación y narrativa, la que comprobó, denunció y publicó los hechos. Ahora, la prensa terminó siendo un vehículo informativo.  

http://internacional.elpais.com/internacional/2013/08/28/actualidad/1377651409_357832.html

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...