El profesor de Geogetown University de Washington DC, Héctor Schamis,
hace una comparación en su columna en El País, titulada “Yoani
Sánchez, Bradley Manning y Edward Snowden”, mezclando peras con manzanas.
Su punto de que el gobierno de Barack Obama reclama
libertad y respeto a otros países del mundo para que permitan a los soplones y
periodistas a hablar y actuar libremente, pero que no tiene la misma actitud
cuando se trata de asuntos internos, tiene cierta validez (y me he cansado de
criticar a este gobierno en este blog y columnas por su falta de transparencia),
pero no creo que se puede dar un ejemplo de ello con una comparación en la que
pone en igualdad de condiciones a Yoani, Manning y Snowden. Mucho menos que
critique a grupos dedicados a la defensa de libertad de prensa en EE.UU. como
el Comité para la Protección de Periodistas porque el columnista entiende que
están ante un problema ético, al no poder defender a quienes deberían defender.
Yoani es una periodista independiente cubana que se
arriesga diariamente a informar, criticar y opinar en su estilo periodístico en un país donde estas funciones están
condenadas y sus promotores suelen terminar apaleados o en la cárcel. Aunque
por esa modalidad del gobierno de los Castro, Yoani a veces se torna en más
activista que en reportera o columnista, puede definirse que su trabajo es de periodista.
Lo del soldado Manning y el ex contratista Snowden
va por otros andariveles. No son ni nunca fueron periodistas. Su único parentesco
con el periodismo es que su información la filtraron a Wikileaks y a los medios
de comunicación, pero su tarea de haber robado información no pertenece a esta
labor. También es cierto que existen periodistas que roban información, pero
terminan pagando las consecuencias y, obviamente, en esos casos, asociaciones
como el Comité de Protección siempre tendrían problemas para defender esas
actitudes.
Lo que va en otro costal y merece un análisis más
profundo, es en qué medida los medios de comunicación pueden hacerse eco de
informaciones que son robadas o que la ética periodística no se los permitiría
hacer como función propia o tomar a los soplones como sus fuentes principales.
Muchos medios se vieron forzados a publicar temas no tanto por el
inconmensurable valor de las denuncias, sino porque el internet sería el medio
por el cual las denuncias serían ofrecidas de todas formas.
Tampoco vale comparar lo que sucedió con Wikileaks
y las denuncias que se publicaron en The Guardina y Der Speigel o The
Washington Post referentes a Manning y Snowden, con los casos de Watergate o
los Papeles del Pentágono. En aquellos casos es verdad que también hubo
soplones y gargantas profundas, pero fue tarea de la prensa, con investigación
y narrativa, la que comprobó, denunció y publicó los hechos. Ahora, la prensa
terminó siendo un vehículo informativo.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/08/28/actualidad/1377651409_357832.html
1 comentario:
Y quien diablos es Yoani? Hay que ver que los periodistas se inventan personajes para llenar centimetraje.
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