No sólo por el “sea varón” que Alvaro Uribe le espetó a Hugo Chávez pasará esta cumbre de presidentes en Cancún a la historia, sino por el consenso de querer formar una Comunidad latinoamericana y caribeña, excluyente para los países más ricos de las Américas, Estados Unidos y Canadá.
Si bien les asiste el derecho de hacerlo y nunca está de más que haya más asociaciones dedicadas a la cooperación internacional, uno se pregunta si sería importante para la Comunidad Europea, excluir a Alemania y Francia, quedándose sin interlocutores válidos que todos quisieran tener en su grupo. O si la comunidad asiática excluiría a Japón y Corea del Sur, dos de los países más importantes de aquella región.
El hecho de que esta Comunidad sea una petición especial de Chávez, acompañada por Evo Morales y con el consentimiento expreso de los hermanos Castro, evidencia de que se trata más de una cuestión de conveniencia y de pulso ideológico que de estrategia política.
Si se consolida lo que ahora es una idea, ojalá que se transforme en una asociación que permita zanjar las diferencias entre países latinoamericanos y acabar con esta suerte de diplomacia de micrófono que parece ser la tónica en cómo se zanjan las diferencias en América Latina.
Desaprovechar a los ricos e igualar para abajo entre los menos pudientes, como parece ser la premisa de esta nueva comunidad, no parece ser una estrategia razonable, sino una mera ambición política.
Si algo quedará en el colectivo popular sobre esta cumbre, de la misma forma que quedó el “por qué no te callas” que le gritó el rey Juan Carlos de España a Chávez en la Cumbre Iberoamericana anterior, es el “sea varón y quédese aquí y hablemos de frente, porque usted insulta a la distancia” que Uribe le regaló al presidente venezolano.
Es que a Chávez, tan mandado a hacer para sus elucubraciones públicas, desde que olió a azufre en la asamblea general de la ONU cuando aludió al presidente George Bush, ya se la tienen medio jurada y porque saben que el pescado por la boca muere.
Quiero contarles sobre los procesos creativos de esta nueva historia sobre la verdad, la libertad y el miedo al futuro. Es mi nueva novela y espero publicarla cuando se sincronicen los planetas (las editoriales) o cuando se me acabe la paciencia y decida autopublicar -- Los contenidos de mi blog Prensa y Expresión están en el archivo. Blog por Ricardo Trotti
febrero 23, 2010
febrero 22, 2010
Honduras, con plenos derechos
La reunión que se inicia hoy en Cancún, la Cumbre del Grupo de Río, debería tener como prioridad que se deje de discutir el tema de Honduras y simplemente avalar el proceso electoral por el que fue ungido Porfirio Lobo y consensuar su reintegración a la OEA y pleno goce de todos los derechos.
Más allá de la discusión sobre el reconocimiento que ya ha logrado de varios países y la reticencia de algunos, Honduras no se merece no haber sido invitada a esta reunión y que todavía siga debatiéndose su reinserción a la OEA, un camino que los gobiernos allanaron a Cuba, siendo que se trata de una larga y sanguinaria dictadura.
Es bueno que la Cumbre de la Unidad – que buscará crear un organismo americano sin EEUU ni Canadá – sea justamente eso, de unidad. Pero habrá que ver que futuro tiene o el que le quedará a la OEA, un organismo medio inepto cuando se trata de hacer valer los derechos democráticos en cada país. No creo que el nuevo organismo tendrá mejores opciones que los que ofrece la OEA, teniendo en cuenta que los gobiernos autoritarios, como el de Venezuela, se mostrarán como verdaderas democracias, a pesar de los fraudes electorales o de que no haya independencia entre los poderes.
Lo que llama la atención también es el conflicto de interés que tendrá este organismo sobre su soporte económico. La OEA sobrevive, así como la UNESCO, gracias al aporte de EEUU, y uno entonces se pregunta: ¿Será que los gobiernos latinoamericanos sí tienen dinero para crear y mantener económicamente un organismo periférico y no tienen para aportar a la OEA?
Más allá de la discusión sobre el reconocimiento que ya ha logrado de varios países y la reticencia de algunos, Honduras no se merece no haber sido invitada a esta reunión y que todavía siga debatiéndose su reinserción a la OEA, un camino que los gobiernos allanaron a Cuba, siendo que se trata de una larga y sanguinaria dictadura.
Es bueno que la Cumbre de la Unidad – que buscará crear un organismo americano sin EEUU ni Canadá – sea justamente eso, de unidad. Pero habrá que ver que futuro tiene o el que le quedará a la OEA, un organismo medio inepto cuando se trata de hacer valer los derechos democráticos en cada país. No creo que el nuevo organismo tendrá mejores opciones que los que ofrece la OEA, teniendo en cuenta que los gobiernos autoritarios, como el de Venezuela, se mostrarán como verdaderas democracias, a pesar de los fraudes electorales o de que no haya independencia entre los poderes.
Lo que llama la atención también es el conflicto de interés que tendrá este organismo sobre su soporte económico. La OEA sobrevive, así como la UNESCO, gracias al aporte de EEUU, y uno entonces se pregunta: ¿Será que los gobiernos latinoamericanos sí tienen dinero para crear y mantener económicamente un organismo periférico y no tienen para aportar a la OEA?
febrero 20, 2010
Revista Cambio y la responsabilidad
Toda empresa periodística tiene el derecho a hacer y deshacer respecto a su línea editorial y a definir la empresa de los medios de comunicación que posea. Esa libertad de empresa es parte importante de la libertad de prensa. Nadie debe ni puede estar obligado a hacer nada que vaya en contra de sus principios o decisiones.
Pero es también cierto, que muchas decisiones deben ser contempladas desde el punto de vista de la ética periodística, la cual implica que una empresa de medios tiene responsabilidades mayores que una empresa privada dedicada a tareas comerciales. El periodismo tiene una mayor responsabilidad social debido a su impacto en la comunidad, por lo que una decisión debe sopesar este “peso social” y, al menos, debe hacer sus decisiones con trasparencia.
Este es lo que le faltó a la editorial española Planeta dueña del influyente diario El Tiempo de Bogotá que decidió el 3 de febrero, sorpresivamente, y si aviso y sin explicaciones cerrar la importante revista Cambio en Colombia. Una decisión amarga para muchos periodistas, pero también para una sociedad que en los próximos meses se la verá de lleno con una elección presidencial y en la que un medio de comunicación juega un papel importante para la vida democrática de un país.
Planeta dijo que cerró la revista por problemas económicos ya que las revistas sobre políticas están decayendo en todo el mundo. Seguramente el argumento puede ser muy sólido de parte de Planeta, nadie le podría pedir que pierda dinero, pero tampoco se le puede dejar de recriminar que cierre un medio justo en un momento tan importante o que no haya probado al menos traspasar su propiedad a otra firma.
El derecho legítimo de Planeta es hacer dinero, pero ese éxito cuantitativo tiene en el periodismo una responsabilidad, la que implica que se hacen necesarios algunos sacrificios y riesgos económicos en pos de la democracia y el bien común. Claro que esto no se le puede pedir a medios chicos ni medianos, pero sí es una responsabilidad mucho mayor para empresas grandes, como Plantea, cuya diversidad y pluralidad en la propiedad de medios le permitiría hacer un equilibrio entre sus medios que le permiten ganar mucho dinero y aquellos que son males necesarios, como podrían haber pintado a la revista Cambio.
Más aún, sabiendo que la revista no tuvo pérdidas el año pasado, sino menos ganancias, y que empezará a circular mensualmente en vez de por semana y que no continuará su actual director, Rodrigo Pardo, ni su editora general, María Elvira Samper, el cierre de Cambio se hace un poco más sospechoso, más allá de los derechos que tiene Plantea de hacer lo que quiera.
Pero es también cierto, que muchas decisiones deben ser contempladas desde el punto de vista de la ética periodística, la cual implica que una empresa de medios tiene responsabilidades mayores que una empresa privada dedicada a tareas comerciales. El periodismo tiene una mayor responsabilidad social debido a su impacto en la comunidad, por lo que una decisión debe sopesar este “peso social” y, al menos, debe hacer sus decisiones con trasparencia.
Este es lo que le faltó a la editorial española Planeta dueña del influyente diario El Tiempo de Bogotá que decidió el 3 de febrero, sorpresivamente, y si aviso y sin explicaciones cerrar la importante revista Cambio en Colombia. Una decisión amarga para muchos periodistas, pero también para una sociedad que en los próximos meses se la verá de lleno con una elección presidencial y en la que un medio de comunicación juega un papel importante para la vida democrática de un país.
Planeta dijo que cerró la revista por problemas económicos ya que las revistas sobre políticas están decayendo en todo el mundo. Seguramente el argumento puede ser muy sólido de parte de Planeta, nadie le podría pedir que pierda dinero, pero tampoco se le puede dejar de recriminar que cierre un medio justo en un momento tan importante o que no haya probado al menos traspasar su propiedad a otra firma.
El derecho legítimo de Planeta es hacer dinero, pero ese éxito cuantitativo tiene en el periodismo una responsabilidad, la que implica que se hacen necesarios algunos sacrificios y riesgos económicos en pos de la democracia y el bien común. Claro que esto no se le puede pedir a medios chicos ni medianos, pero sí es una responsabilidad mucho mayor para empresas grandes, como Plantea, cuya diversidad y pluralidad en la propiedad de medios le permitiría hacer un equilibrio entre sus medios que le permiten ganar mucho dinero y aquellos que son males necesarios, como podrían haber pintado a la revista Cambio.
Más aún, sabiendo que la revista no tuvo pérdidas el año pasado, sino menos ganancias, y que empezará a circular mensualmente en vez de por semana y que no continuará su actual director, Rodrigo Pardo, ni su editora general, María Elvira Samper, el cierre de Cambio se hace un poco más sospechoso, más allá de los derechos que tiene Plantea de hacer lo que quiera.
Malvinas, pero sin Chávez por favor
El gobierno de Cristina de Kirchner se acordó de las islas Malvinas y comenzó nuevamente a reclamar su derecho soberano, después de que los ingleses empezaran de nuevo su derrotero con sacar ventaja petrolífera de la zona en disputa.
Hace muy bien el gobierno argentino en volver a reclamar ante la ONU y en los foros internacionales, como la reunión del Grupo de Río la próxima semana – aunque da risa que advierta que no tiene intenciones bélicas para reconquistar las islas – aunque en una especie de “galtierismo”, se pueda apreciar que las Malvinas en este momento sirven para cohesionar el pensamiento nacionalista y neutralizar así las divisiones internas.
Lo que resulta un flaco favor a las aspiraciones argentinas es que el boquiabierto de Chávez se sume al reclamo, un presidente que está totalmente desprestigiado a nivel internacional y que su imagen, pero sobre todo su palabra, valen menos que un centavo. Preferible sería que el reclamo pudiera venir de algún líder creíble de la región o de sectores populares, opiniones que podrían convergir desde encuestas y sondeos no solo de argentinos sino de los ciudadanos latinoamericanos.
Hace muy bien el gobierno argentino en volver a reclamar ante la ONU y en los foros internacionales, como la reunión del Grupo de Río la próxima semana – aunque da risa que advierta que no tiene intenciones bélicas para reconquistar las islas – aunque en una especie de “galtierismo”, se pueda apreciar que las Malvinas en este momento sirven para cohesionar el pensamiento nacionalista y neutralizar así las divisiones internas.
Lo que resulta un flaco favor a las aspiraciones argentinas es que el boquiabierto de Chávez se sume al reclamo, un presidente que está totalmente desprestigiado a nivel internacional y que su imagen, pero sobre todo su palabra, valen menos que un centavo. Preferible sería que el reclamo pudiera venir de algún líder creíble de la región o de sectores populares, opiniones que podrían convergir desde encuestas y sondeos no solo de argentinos sino de los ciudadanos latinoamericanos.
Un Tigre liberado
Tiger Wood dijo lo que muchos patrocinadores y público en general querían escuchar, una disculpa pública por sus amoríos que destruyeron su matrimonio. Aunque muchos no creían que este era un problema grave, sino simplemente un asunto privado en lo que la prensa metió sus narices, Tiger sí tenía responsabilidades basadas en la imagen pública que había creado, la que obviamente viene atada a ciertas obligaciones.
No es tan comprometedor su conducta con su amante o sus amantes, sino más bien la mentira que ha vivido y hecho a vivir a su familia tras haber conformado una imagen pública que servía para influir a los demás. Desde el punto de vista comercial, su imagen ha perdido en credibilidad, por lo que sus patrocinadores tienen el derecho de retirar sus dineros de donde se crea que pudieran ser más perjudicados que beneficiados, al tener un potencial destructivo para su marca.
Simplemente el contrato de confianza y credibilidad con sus patrocinadores se rompió.
Ahora bien, Tiger hizo tanto por el golf - en imagen como en convertir en popular a un deporte elitista, así como en aumentar el negocio comercial de la PGA e incentivar el deporte en los niños y jóvenes – que es necesario que vuelva a las canchas y no olvidarse de sus destrezas.
Tiger se debería sentir liberado con esta disculpa pública y permitirnos a todos seguir gozando de su arte.
No es tan comprometedor su conducta con su amante o sus amantes, sino más bien la mentira que ha vivido y hecho a vivir a su familia tras haber conformado una imagen pública que servía para influir a los demás. Desde el punto de vista comercial, su imagen ha perdido en credibilidad, por lo que sus patrocinadores tienen el derecho de retirar sus dineros de donde se crea que pudieran ser más perjudicados que beneficiados, al tener un potencial destructivo para su marca.
Simplemente el contrato de confianza y credibilidad con sus patrocinadores se rompió.
Ahora bien, Tiger hizo tanto por el golf - en imagen como en convertir en popular a un deporte elitista, así como en aumentar el negocio comercial de la PGA e incentivar el deporte en los niños y jóvenes – que es necesario que vuelva a las canchas y no olvidarse de sus destrezas.
Tiger se debería sentir liberado con esta disculpa pública y permitirnos a todos seguir gozando de su arte.
Mujica: decir o hacer
El presidente electo de Uruguay, José Mujica, se metió en un brete. Para su fiesta de asunción aceptó la donación de 10 empresas privadas que aportaron cada una 10.000 dólares para pagar los gastos de la ceremonia de asunción.
Hasta aquí todo bien. Nada legal ni constitucional implica que esto no se pueda hacer o que sea un delito. Sin embargo, en el plano ético, se trata de un conflicto de interés, no tanto por el hecho de que el gobierno estaría adquiriendo compromisos con empresas privadas a las que debería devolverle los favores en su momento, sino porque representa un hecho contra la naturaleza misma de su pensamiento como ex guerrillero y quien hasta hace poco le estuvo pidiendo austeridad a sus futuros funcionarios y diputados de su partido, el Frente Amplio, a quien les pidió no viajar para no gastar.
Todos reconocen su vocación austera – donará el 80 por ciento de su sueldo para la construcción de viviendas populares – y ella debería estar acompañada no tan solo por lo que dice y cómo lo dice, sino por las cosas que hace y cómo las hace
Hasta aquí todo bien. Nada legal ni constitucional implica que esto no se pueda hacer o que sea un delito. Sin embargo, en el plano ético, se trata de un conflicto de interés, no tanto por el hecho de que el gobierno estaría adquiriendo compromisos con empresas privadas a las que debería devolverle los favores en su momento, sino porque representa un hecho contra la naturaleza misma de su pensamiento como ex guerrillero y quien hasta hace poco le estuvo pidiendo austeridad a sus futuros funcionarios y diputados de su partido, el Frente Amplio, a quien les pidió no viajar para no gastar.
Todos reconocen su vocación austera – donará el 80 por ciento de su sueldo para la construcción de viviendas populares – y ella debería estar acompañada no tan solo por lo que dice y cómo lo dice, sino por las cosas que hace y cómo las hace
febrero 19, 2010
La verdadera revolución
Muchos gobiernos se autoproclaman revolucionarios, pero son solo improvisaciones ideológicas perecederas atadas a la vida política de su líder. Ni el socialismo de Fidel Castro ni el chavismo venezolano o la corriente ciudadana de Rafael Correa, tienen los atributos de las verdaderas revoluciones: transformación y liberación de los pueblos en beneficio de la humanidad.
La verdadera revolución de la que hoy todos somos protagonistas es la irrupción de las nuevas tecnologías de la comunicación, lo que no pertenece a gobierno alguno, sino al sector privado que puede desarrollarlas. Esta descomunal fuerza transformadora demuestra una vez más que cuando el hombre vive en un clima de libertad, potencia su capacidad del conocimiento, innovación y creatividad.
Google anunció esta semana que ofrecerá pronto una banda ancha para acceder al internet cien veces más veloz que la mejor conexión actual en EEUU, lo cual prevé incuantificables beneficios en todos los órdenes - social, cultural, político, económico - características que, en perspectiva, podrán compararse en el futuro a los cambios profundos que la humanidad experimentó con la revolución humanista del Renacimiento, la evolución de los derechos humanos con la Revolución Francesa y el desarrollo económico tras la Revolución Industrial.
Digno de destacar tras el anuncio fue la actitud del gobierno estadounidense de felicitar a Google. La Comisión Federal de Comunicaciones aseguró que incluirá la iniciativa en el Plan Nacional de Banda Ancha, para estimular al sector privado a seguir contribuyendo con iniciativas similares, que generen inversiones, empleos y competitividad, bujías necesarias para la reactivación económica.
Contraria es la actitud que asumen aquellos gobiernos que se autodenominan revolucionarios, oponiéndose siempre a la libertad y a la información. Chávez es el caso característico; cada día arremete más contra esas dos virtudes. Hace unos días, bajo la excusa de remediar una crisis energética, trajo de Cuba al mago de la censura, Ramiro Valdés, ministro de Informática y Comunicación, para diseñar una estrategia de represión y filtrado del internet tan efectiva como la cubana.
Las señales son evidentes. Llama “terrorista” al microblogging Twitter que los universitarios usan para organizar protestas y despotricar, pide su regulación porque representa una fuerza “desestabilizadora” que no puede dominar, y tiene en Valdés a un asesor calificado para reformar la ley de Ciencia y Tecnología. Valdés sabe mucho de esto. Fue quien al poco tiempo de asumir su ministerio en el 2006, pregonó que “el potro salvaje” de las nuevas tecnologías y el internet “debe ser dominado”, por ser “uno de los peores mecanismos de exterminio global que se hayan inventado”.
La arremetida chavista no será directa. Vendrá en forma de regulaciones que aparentarán ser inocuas como el “horario de protección al menor” de la Ley de Responsabilidad Social del 2004 que regula a la radio y la televisión. Acabamos de observar cómo esa legislación sirvió de instrumento para cerrar medios de comunicación, como RCTV, media docena de canales y decenas de radio.
La estrategia no es creativa ni única. Muchos gobiernos escudan sus propósitos opresores justificando combatir la delincuencia. En la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información del 2005, cuyo objetivo era discutir sobre la gobernabilidad del internet y achicar la brecha digital entre los países, se pudo ver a los verdaderos jugadores. No es casualidad que quienes en aquel foro pedían un régimen regulatorio con el que se “administre” mejor el internet para “librarlo de la delincuencia”, son hoy los gobiernos que más censuran las nuevas tecnologías: Cuba, China, Irán y Vietnam, entre otros. Valdés buscará que Venezuela sea parte de esta elite.
Por suerte, la posición cuerda que prevaleció en aquella Cumbre fue que la libertad debe reinar en el ciberespacio. Se argumentó que los diferentes delitos y crímenes que comete el hombre - pedofilia, fraude, terrorismo, incitación a la violencia u odio - no son propios de las nuevas tecnologías, sino cometidos a través de ellas, por lo que deben aplicarse las regulaciones existentes para castigar al delincuente, y no crear leyes especiales que sancionen al medio utilizado.
Esta verdadera revolución tecnológica-comunicativa que no solo presenciamos sino que protagonizamos, no podría manifestarse plenamente sin la debida libertad. De ahí tanta preocupación en la bancada de los gobiernos autoritarios y totalitarios.
La verdadera revolución de la que hoy todos somos protagonistas es la irrupción de las nuevas tecnologías de la comunicación, lo que no pertenece a gobierno alguno, sino al sector privado que puede desarrollarlas. Esta descomunal fuerza transformadora demuestra una vez más que cuando el hombre vive en un clima de libertad, potencia su capacidad del conocimiento, innovación y creatividad.
Google anunció esta semana que ofrecerá pronto una banda ancha para acceder al internet cien veces más veloz que la mejor conexión actual en EEUU, lo cual prevé incuantificables beneficios en todos los órdenes - social, cultural, político, económico - características que, en perspectiva, podrán compararse en el futuro a los cambios profundos que la humanidad experimentó con la revolución humanista del Renacimiento, la evolución de los derechos humanos con la Revolución Francesa y el desarrollo económico tras la Revolución Industrial.
Digno de destacar tras el anuncio fue la actitud del gobierno estadounidense de felicitar a Google. La Comisión Federal de Comunicaciones aseguró que incluirá la iniciativa en el Plan Nacional de Banda Ancha, para estimular al sector privado a seguir contribuyendo con iniciativas similares, que generen inversiones, empleos y competitividad, bujías necesarias para la reactivación económica.
Contraria es la actitud que asumen aquellos gobiernos que se autodenominan revolucionarios, oponiéndose siempre a la libertad y a la información. Chávez es el caso característico; cada día arremete más contra esas dos virtudes. Hace unos días, bajo la excusa de remediar una crisis energética, trajo de Cuba al mago de la censura, Ramiro Valdés, ministro de Informática y Comunicación, para diseñar una estrategia de represión y filtrado del internet tan efectiva como la cubana.
Las señales son evidentes. Llama “terrorista” al microblogging Twitter que los universitarios usan para organizar protestas y despotricar, pide su regulación porque representa una fuerza “desestabilizadora” que no puede dominar, y tiene en Valdés a un asesor calificado para reformar la ley de Ciencia y Tecnología. Valdés sabe mucho de esto. Fue quien al poco tiempo de asumir su ministerio en el 2006, pregonó que “el potro salvaje” de las nuevas tecnologías y el internet “debe ser dominado”, por ser “uno de los peores mecanismos de exterminio global que se hayan inventado”.
La arremetida chavista no será directa. Vendrá en forma de regulaciones que aparentarán ser inocuas como el “horario de protección al menor” de la Ley de Responsabilidad Social del 2004 que regula a la radio y la televisión. Acabamos de observar cómo esa legislación sirvió de instrumento para cerrar medios de comunicación, como RCTV, media docena de canales y decenas de radio.
La estrategia no es creativa ni única. Muchos gobiernos escudan sus propósitos opresores justificando combatir la delincuencia. En la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información del 2005, cuyo objetivo era discutir sobre la gobernabilidad del internet y achicar la brecha digital entre los países, se pudo ver a los verdaderos jugadores. No es casualidad que quienes en aquel foro pedían un régimen regulatorio con el que se “administre” mejor el internet para “librarlo de la delincuencia”, son hoy los gobiernos que más censuran las nuevas tecnologías: Cuba, China, Irán y Vietnam, entre otros. Valdés buscará que Venezuela sea parte de esta elite.
Por suerte, la posición cuerda que prevaleció en aquella Cumbre fue que la libertad debe reinar en el ciberespacio. Se argumentó que los diferentes delitos y crímenes que comete el hombre - pedofilia, fraude, terrorismo, incitación a la violencia u odio - no son propios de las nuevas tecnologías, sino cometidos a través de ellas, por lo que deben aplicarse las regulaciones existentes para castigar al delincuente, y no crear leyes especiales que sancionen al medio utilizado.
Esta verdadera revolución tecnológica-comunicativa que no solo presenciamos sino que protagonizamos, no podría manifestarse plenamente sin la debida libertad. De ahí tanta preocupación en la bancada de los gobiernos autoritarios y totalitarios.
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