Hay momentos en los que los periodistas nos equivocamos de cabo a rabo. No creo que sea precisamente esta la época en que estemos replanteándonos la profesión o al menos la forma en que establecemos nuestros parámetros éticos, justo cuando los presidentes y funcionarios de muchos países están tratando de regular a la prensa bajo la excusa de que está desestabilizando al poder.
La Asociación Nacional de la Prensa de Bolivia acaba de crear un Consejo de Etica y muchos entendidos como el colombiano Javier Darío Restrepo, en una conferencia en Buenos Aires criticó al periodismo por varias fallas deontológicas, como la falta de independencia.
No me entiendan mal. Hace años tanto en el libro “La Dolorosa Libertad de Prensa: en busca de la ética perdida”, como desde entonces, critiqué la falta de debate interno en la profesión, la escasa autocrítica y la necesidad de la autorregulación.
Pero en momentos que Rafael Correa promueve una ley para que los periodistas tengan obligatoriamente un código de ética; que Hugo Chávez se suma a pedir que la prensa debe ser controlada; que Daniel Ortega creó una organización de “periodistas sandinistas” para defenderse de los medios independientes; que tanto Cristina de Kirchner, Lula da Silva, Tabaré Vázquez, Alvaro Uribe, Roberto Micheletti, Oscar Arias, Barack Obama, Raúl Castro critican a mansalva a la prensa calificándola de desestabilizadora, me parece que cualquier intento de autorregulación es un servicio que se le hace a estas señoras y señores.
En épocas difíciles como las actuales, si bien es necesaria una férrea ética para no desviarse de la misión del periodismo, es necesario que todas las energías estén dedicadas a temas más indispensables de la profesión, como la investigación, la fiscalización, la crítica y, sobre todo, la sagacidad para no dejarse engañar por quienes tratan de confundir acusando a la prensa de todos los males’.
Cuando los sistemas democráticos están en peligro como ocurre en numerosos países de nuestro continente actualmente, se necesita un periodismo fuerte, fiscalizador, sin distracciones.
Quiero contarles sobre los procesos creativos de esta nueva historia sobre la verdad, la libertad y el miedo al futuro. Es mi nueva novela y espero publicarla cuando se sincronicen los planetas (las editoriales) o cuando se me acabe la paciencia y decida autopublicar -- Los contenidos de mi blog Prensa y Expresión están en el archivo. Blog por Ricardo Trotti
noviembre 02, 2009
noviembre 01, 2009
Verdad, mentira y mercadeo
André Agassi dice ahora verdades sobre que mintió en el pasado, lo que no es otra cosa que una estrategia de venta para su autobiografía, similar a lo que la semana pasado hizo Juanita Castro, la hermana de Fidel, como relaté en post anterior.
De Agassi ya se sabía que había tenido complicaciones con las drogas – al menos así amenazó con describir su historia el tenista argentino Coria – pero no fue hasta que lo incluyó en su libro que por 11997 consumió metanfetamina cristalizada, una de las drogas más potentes que de usarla en forma periódica se puede hasta perder la masa muscular y ósea.
Lo que molesta de Agassi – que también escribió que casi pierde una final de Roland Garros porque tenía miedo que se le caiga una peluca leonina que usó para esconder su incipiente calvicie – es que recién ahora admita el caso de drogas cuando en aquella oportunidad hubiera tenido que ser amonestado y suspendido por la ATP.
Agassi hubiera podido guardarse su mentira, porque por el hecho de vender libros y lidiar con sus fantasmas del pasado, lo único que hace es haber dejado en ridículo a la ATP, desahuciado a los deportistas y desmotivado a seguidores. Son más las consecuencias negativas que las positivas que podría haber generado con su confesión, siendo que era un caso totalmente olvidado y sin trascendencia.
Lo mismo sucedió con Juanita, quien la semana pasada contó que había colaborado con la CIA cuando se dio cuenta que su hermanos Fidel estaba llevando a Cuba hacia el comunismo. Igual que Agassi, Juanita cuenta ahora la verdad de una mentira que mantuvo por varios años engañando a medio mundo. Y uno se pregunta si la persona que miente de esa manera puede ser confiable cuando dice que dice la verdad.
No es fácil creer.
De Agassi ya se sabía que había tenido complicaciones con las drogas – al menos así amenazó con describir su historia el tenista argentino Coria – pero no fue hasta que lo incluyó en su libro que por 11997 consumió metanfetamina cristalizada, una de las drogas más potentes que de usarla en forma periódica se puede hasta perder la masa muscular y ósea.
Lo que molesta de Agassi – que también escribió que casi pierde una final de Roland Garros porque tenía miedo que se le caiga una peluca leonina que usó para esconder su incipiente calvicie – es que recién ahora admita el caso de drogas cuando en aquella oportunidad hubiera tenido que ser amonestado y suspendido por la ATP.
Agassi hubiera podido guardarse su mentira, porque por el hecho de vender libros y lidiar con sus fantasmas del pasado, lo único que hace es haber dejado en ridículo a la ATP, desahuciado a los deportistas y desmotivado a seguidores. Son más las consecuencias negativas que las positivas que podría haber generado con su confesión, siendo que era un caso totalmente olvidado y sin trascendencia.
Lo mismo sucedió con Juanita, quien la semana pasada contó que había colaborado con la CIA cuando se dio cuenta que su hermanos Fidel estaba llevando a Cuba hacia el comunismo. Igual que Agassi, Juanita cuenta ahora la verdad de una mentira que mantuvo por varios años engañando a medio mundo. Y uno se pregunta si la persona que miente de esa manera puede ser confiable cuando dice que dice la verdad.
No es fácil creer.
octubre 31, 2009
Correa y la ética obligada
Quien ambiciona el poder absoluto, primero tiene que adueñarse de la verdad. Para ello, su necesidad indispensable es mantener la divergencia a niveles mínimos, limitar la información y castigar la crítica. Cuba es maestra en el uso de esta metodología. Venezuela está a medio camino. Mientras que Ecuador ya mostró sus primeras armas para silenciar al periodismo y, así, restringir el disenso.
La fórmula es fácil y perversa. Casi todos los gobiernos de tinte autoritario se justifican detrás de constituciones hechas a su medida y semejanza en las que incluyen normas de apariencia inocente que, en el futuro, les sirve para dictar leyes reguladoras y controladoras contra los medios y sus contenidos.
Así como la cláusula de “información veraz” de la constitución venezolana sirvió para dar forma a la ley de Responsabilidad Social con la que se cerraron televisoras, radios y se persigue a periodistas; el artículo de la nueva carta magna ecuatoriana, que exige que la información debe ser “veraz, verificada, oportuna, contextualizada…”, ofrece al presidente Rafael Correa la posibilidad de sancionar a todo aquel que se aparte de la verdad oficial.
Ante ese peligro, en República Dominicana, se logró hace semanas derribar la norma de “información veraz” que se incluía en la reforma constitucional, mientras que en Bolivia habrá que ver si Evo Morales, después de ganar las elecciones de diciembre, dictará leyes de control inspirándose en su Constitución, que ordena a la información ser “veraz y responsable”.
Valiéndose de las debilidades de alguna prensa éticamente cuestionable, y rechazando a la investigativa por sus denuncias sobre corrupción, Correa ha creado un clima general de hostilidad y desprestigio contra todos los informadores, a los que alecciona con llamados públicos a la responsabilidad por ser “mentirosos, corruptos, desestabilizadores y enemigos de la revolución”.
De esta forma, con la ficción creada – mandato constitucional y clima hostil - muchos desprevenidos compran la idea de que todos los males se resuelven maniatando a la prensa “perversa y ventajista que solo busca defender sus intereses”. En ese juego maquiavélico, Correa mandó redactar una Ley de Comunicación, instrumento perfecto que aparenta proteger al público, cuando en realidad servirá para blindar a su gobierno de las críticas.
La semana pasada, tras una visita de una delegación de la Sociedad Interamericana de Prensa que expresó su criticismo en Quito, Correa calificó su propuesta legislativa como “proyecto estrella del gobierno”. Junto con otros dos anteproyectos de la oposición, la ley, que podría sancionarse antes de fin de año, hace de la ética periodística un deber legal. Exige a los medios la adopción de códigos de ética y contratación de ombudsman, creando organismos cuasi judiciales que vigilarán la aplicación de los estándares éticos en la información, pudiendo cerrar a medios que reiteren fallas informativas; tan simples como la publicación de un titular desacertado y una foto grotesca o tan complejas como la denuncia en contra de un funcionario corrupto.
Aunque Correa prometa que no habrá intromisión en los contenidos, dada la experiencia de gobernantes que pagan a seguidores para engrosar marchas políticas así como urnas electorales, no es descabellado pensar que éste o gobiernos futuros, motivarán a batallones de gente para que denuncien fallas morales en los medios, provocándose autocensura, silencio y un declive considerable del periodismo investigativo. Además, la reglamentación de la ley tendrá que conciliar un código de ética universal, enajenándose así el derecho a una línea editorial propia e independiente, como estipulan principios básicos de la libertad de prensa.
En aras de la igualdad, la nueva ley divide en 33 por ciento la propiedad creando medios públicos, comunitarios y privados. Pero en un país, donde el gobierno ya controla el 70 por ciento de la televisión por aire después de expropiaciones a privados y donde no existe conciencia sobre el papel de los medios públicos, usados solo para hacer propaganda, no es difícil advertir que se busca consolidar una plataforma mediática gubernamental, monopolizar la verdad oficial y minimizar a la prensa privada e independiente.
Esta ley miente. Confunde. Dice proteger a los ciudadanos de los abusos de los periodistas, cuando lo que busca es evitar que haya reflectores iluminando las acciones del gobierno. Quiere silencio. Todos los ecuatorianos perderán.
La fórmula es fácil y perversa. Casi todos los gobiernos de tinte autoritario se justifican detrás de constituciones hechas a su medida y semejanza en las que incluyen normas de apariencia inocente que, en el futuro, les sirve para dictar leyes reguladoras y controladoras contra los medios y sus contenidos.
Así como la cláusula de “información veraz” de la constitución venezolana sirvió para dar forma a la ley de Responsabilidad Social con la que se cerraron televisoras, radios y se persigue a periodistas; el artículo de la nueva carta magna ecuatoriana, que exige que la información debe ser “veraz, verificada, oportuna, contextualizada…”, ofrece al presidente Rafael Correa la posibilidad de sancionar a todo aquel que se aparte de la verdad oficial.
Ante ese peligro, en República Dominicana, se logró hace semanas derribar la norma de “información veraz” que se incluía en la reforma constitucional, mientras que en Bolivia habrá que ver si Evo Morales, después de ganar las elecciones de diciembre, dictará leyes de control inspirándose en su Constitución, que ordena a la información ser “veraz y responsable”.
Valiéndose de las debilidades de alguna prensa éticamente cuestionable, y rechazando a la investigativa por sus denuncias sobre corrupción, Correa ha creado un clima general de hostilidad y desprestigio contra todos los informadores, a los que alecciona con llamados públicos a la responsabilidad por ser “mentirosos, corruptos, desestabilizadores y enemigos de la revolución”.
De esta forma, con la ficción creada – mandato constitucional y clima hostil - muchos desprevenidos compran la idea de que todos los males se resuelven maniatando a la prensa “perversa y ventajista que solo busca defender sus intereses”. En ese juego maquiavélico, Correa mandó redactar una Ley de Comunicación, instrumento perfecto que aparenta proteger al público, cuando en realidad servirá para blindar a su gobierno de las críticas.
La semana pasada, tras una visita de una delegación de la Sociedad Interamericana de Prensa que expresó su criticismo en Quito, Correa calificó su propuesta legislativa como “proyecto estrella del gobierno”. Junto con otros dos anteproyectos de la oposición, la ley, que podría sancionarse antes de fin de año, hace de la ética periodística un deber legal. Exige a los medios la adopción de códigos de ética y contratación de ombudsman, creando organismos cuasi judiciales que vigilarán la aplicación de los estándares éticos en la información, pudiendo cerrar a medios que reiteren fallas informativas; tan simples como la publicación de un titular desacertado y una foto grotesca o tan complejas como la denuncia en contra de un funcionario corrupto.
Aunque Correa prometa que no habrá intromisión en los contenidos, dada la experiencia de gobernantes que pagan a seguidores para engrosar marchas políticas así como urnas electorales, no es descabellado pensar que éste o gobiernos futuros, motivarán a batallones de gente para que denuncien fallas morales en los medios, provocándose autocensura, silencio y un declive considerable del periodismo investigativo. Además, la reglamentación de la ley tendrá que conciliar un código de ética universal, enajenándose así el derecho a una línea editorial propia e independiente, como estipulan principios básicos de la libertad de prensa.
En aras de la igualdad, la nueva ley divide en 33 por ciento la propiedad creando medios públicos, comunitarios y privados. Pero en un país, donde el gobierno ya controla el 70 por ciento de la televisión por aire después de expropiaciones a privados y donde no existe conciencia sobre el papel de los medios públicos, usados solo para hacer propaganda, no es difícil advertir que se busca consolidar una plataforma mediática gubernamental, monopolizar la verdad oficial y minimizar a la prensa privada e independiente.
Esta ley miente. Confunde. Dice proteger a los ciudadanos de los abusos de los periodistas, cuando lo que busca es evitar que haya reflectores iluminando las acciones del gobierno. Quiere silencio. Todos los ecuatorianos perderán.
octubre 30, 2009
Corte o Congreso: camino allanado
Voluntad política es lo que se reclamaba y parece que los enviados estadounidenses lograron lo que ni la OEA ni Oscar Arias pudieron antes: diálogo y acuerdo en ciernes.
Por iniciativa de Roberto Micheletti, pareciera que se cedió para que la restitución de Manuel Zelaya pase por el Congreso y no por la Corte Suprema; aunque claro, el Congreso tendrá que escuchar si la Corte mantiene o descarta varios de los 18 cargos que sostiene en contra del depuesto presidente, entre ellos el de traición a la patria.
Las inminentes elecciones y su reconocimiento internacional, pero especialmente la paz entre los hondureños, hacían presagiar que alguien debía tirar la toalla o sacar un as de la manga. Cualquier de estas dos visiones pueden atribuirse de la misma forma a cualquiera, a Micheletti o a Zelaya, así como muchos siempre pensaron que la verdad es que se trató de un golpe de estado y otros muchos de la verdad fue que se trató de una reposición constitucional.
Zelaya si es restituido tendrá que ser parte, quizás, de un gobierno de transición al que le queda poco tiempo para gobernar, sólo simbólicamente y sin posibilidad alguna de buscar cambios de ninguna naturaleza que podrían hacer pensar a algunos trasnochados (Chávez quizás) sobre una posible reelección.
Micheletti necesita retirarse del poder como gran demócrata y fiel servidor de gran parte de un pueblo que piensa que fue firme como nadie ante tanta presión y a su democracia. Y Zelaya necesita ser restituido para irse y que entre los suyos lo consideren el héroe que siempre luchó por sus ideales y por su democracia.
Ambos necesitan una situación ganar – ganar y mal harían los otros dos poderes del Estado en no permitir esta salida “elegante” para ambos y especialmente para todos los hondureños.
Ahora bien. Habrá euforia y decepción para ambos grupos. Y los líderes tendrán que saber convencer a sus seguidores – y a quienes no siguen ninguna de estas dos posturas – que este arreglo es el más conveniente, que no es una manipulación política más de sus conciencias y voluntades; y darles garantías institucionales que cualquier pacto y posterior desenlace será respetado sin excusas.
Por iniciativa de Roberto Micheletti, pareciera que se cedió para que la restitución de Manuel Zelaya pase por el Congreso y no por la Corte Suprema; aunque claro, el Congreso tendrá que escuchar si la Corte mantiene o descarta varios de los 18 cargos que sostiene en contra del depuesto presidente, entre ellos el de traición a la patria.
Las inminentes elecciones y su reconocimiento internacional, pero especialmente la paz entre los hondureños, hacían presagiar que alguien debía tirar la toalla o sacar un as de la manga. Cualquier de estas dos visiones pueden atribuirse de la misma forma a cualquiera, a Micheletti o a Zelaya, así como muchos siempre pensaron que la verdad es que se trató de un golpe de estado y otros muchos de la verdad fue que se trató de una reposición constitucional.
Zelaya si es restituido tendrá que ser parte, quizás, de un gobierno de transición al que le queda poco tiempo para gobernar, sólo simbólicamente y sin posibilidad alguna de buscar cambios de ninguna naturaleza que podrían hacer pensar a algunos trasnochados (Chávez quizás) sobre una posible reelección.
Micheletti necesita retirarse del poder como gran demócrata y fiel servidor de gran parte de un pueblo que piensa que fue firme como nadie ante tanta presión y a su democracia. Y Zelaya necesita ser restituido para irse y que entre los suyos lo consideren el héroe que siempre luchó por sus ideales y por su democracia.
Ambos necesitan una situación ganar – ganar y mal harían los otros dos poderes del Estado en no permitir esta salida “elegante” para ambos y especialmente para todos los hondureños.
Ahora bien. Habrá euforia y decepción para ambos grupos. Y los líderes tendrán que saber convencer a sus seguidores – y a quienes no siguen ninguna de estas dos posturas – que este arreglo es el más conveniente, que no es una manipulación política más de sus conciencias y voluntades; y darles garantías institucionales que cualquier pacto y posterior desenlace será respetado sin excusas.
octubre 28, 2009
Chávez, un perfecto comunista
La forma más fácil de detectar a un verdadero líder comunista es ver cómo gasta, cómo consume y cómo se las arregla para ser parte de una élite que mira con desdén a los de abajo, a quien les pide sacrificios y privaciones.
¿Qué comunista del Politburó vivía mal y sin su Mercedes? ¿Acaso los hermanos Castro vivieron de la forma que predicaron el evangelio comunista para todo el pueblo cubano? Acaso Hugo Chávez, quien el otro día recomendó a sus compatriotas que utilicen “duchas comunistas” de tres minutos para que no malgasten agua y a su madre que apague el televisor para no gastar energía, ¿da el ejemplo de austeridad requerido?
No lo da, a juzgar por el presupuesto que aprobó el congreso venezolano para el 2010. Los gastos personales de Chávez fueron incrementados en un 600% - de 350 millones de dólares en el 2009 a 2.200 para este próximo año – lo que le permitirá tener más dinero para comprar zapatos, trajes, comidas, fiestas, elementos de tocador e incluso para pagar la cuenta de la luz que se incrementará considerablemente por un nuevo sistema de aire acondicionado para su oficina.
Un perfecto comunista. Pide austeridad a sus ciudadanos mientras despilfarra en su círculo íntimo.
¿Qué comunista del Politburó vivía mal y sin su Mercedes? ¿Acaso los hermanos Castro vivieron de la forma que predicaron el evangelio comunista para todo el pueblo cubano? Acaso Hugo Chávez, quien el otro día recomendó a sus compatriotas que utilicen “duchas comunistas” de tres minutos para que no malgasten agua y a su madre que apague el televisor para no gastar energía, ¿da el ejemplo de austeridad requerido?
No lo da, a juzgar por el presupuesto que aprobó el congreso venezolano para el 2010. Los gastos personales de Chávez fueron incrementados en un 600% - de 350 millones de dólares en el 2009 a 2.200 para este próximo año – lo que le permitirá tener más dinero para comprar zapatos, trajes, comidas, fiestas, elementos de tocador e incluso para pagar la cuenta de la luz que se incrementará considerablemente por un nuevo sistema de aire acondicionado para su oficina.
Un perfecto comunista. Pide austeridad a sus ciudadanos mientras despilfarra en su círculo íntimo.
octubre 27, 2009
Obama en campaña ¿de nuevo?
No soporto a los presidentes que hacen campaña electoral. Por el bien de la democracia debería estar prohibido. Es un abuso de privilegios, que alguien, apoderándose de su puesto, a quien se paga con los recursos públicos, de todos, los utilice para el beneficio de su propio partido. Me parece un acto de corrupción.
Más todavía, creo que es un agravante, que ese presidente esté recién en la función pública, como es el caso de Barack Obama, quien estuvo en Miami ayer y otras ciudades de Florida hoy, Miami recaudando donaciones para los legisladores demócratas.
Obama haría mejor cuidar de los intereses del país, no del partido. Debería concentrarse en su decisión de enviar o no más soldados a Afganistán, qué hacer con el desempleo, los paquetes de estímulo, la reforma de salud e inmigración y, entre otras cosas importantes, ayudar a que la crisis de Honduras desemboque en elecciones a fines de noviembre y así se legitime un nuevo gobierno aceptado por la comunidad internacional y los públicos internos.
Más todavía, creo que es un agravante, que ese presidente esté recién en la función pública, como es el caso de Barack Obama, quien estuvo en Miami ayer y otras ciudades de Florida hoy, Miami recaudando donaciones para los legisladores demócratas.
Obama haría mejor cuidar de los intereses del país, no del partido. Debería concentrarse en su decisión de enviar o no más soldados a Afganistán, qué hacer con el desempleo, los paquetes de estímulo, la reforma de salud e inmigración y, entre otras cosas importantes, ayudar a que la crisis de Honduras desemboque en elecciones a fines de noviembre y así se legitime un nuevo gobierno aceptado por la comunidad internacional y los públicos internos.
octubre 26, 2009
El libro de Juanita: marketing
Estoy siguiendo la saga de Univisión sobre el caso de Juanita, la hermana de los Castro, Fidel y Raúl. Es una de las pocas veces que las imágenes dicen menos que las palabras, ya que los compendios documentales en imágenes que pasa la televisora no son muy buenos, solo espectaculares o tratan de serlo o solo tratan de tener impacto.
Por lo que se dice, el libro tiene varios aciertos, siendo el mejor, claro, la revelación de Juanita trabajando para la CIA durante los primeros años del gobierno de sus hermanos, cuando la revolución comenzó a traicionar sus ideales y transformarse en comunista.
Es bueno saber que cualquier régimen, por más hermético que sea, siempre es vulnerable y tendrá la posibilidad de ser penetrado hasta por las personas menos sospechosas, aunque - a decir de la propia Juanita en el noticiero de Univisión que tiene la exclusiva de la difusión del libro en una saga secuencial - sus hermanos sabían o sospechaban decididamente que realizaba actividades contra revolucionarias.
Lo segundo que por lo que se viene diciendo en los noticieros de Univisión, al menos en estos dos días, se trata de puro marketing, ya que el libro no está revelando demasiado y la cadena solo lo hace en una forma secuencial para despertar interés y ranking, lo que es parte de la publicidad y marketing para la televisora, así como para el libro.
Marketing y publicidad de la misma forma que se hace para las telenovelas y la misma técnica con la que Univisión preparó hace unos meses la saga del Padre Alberto. Mucho ruido y pocas nueces. Porque para saber bien de que se trata y tener una idea mejor de lo que el libro y las denuncias de Juanita dicen, es mejor leerlo en los cables de agencias y en los propios diarios locales. Se entiende mejor.
Por lo que se dice, el libro tiene varios aciertos, siendo el mejor, claro, la revelación de Juanita trabajando para la CIA durante los primeros años del gobierno de sus hermanos, cuando la revolución comenzó a traicionar sus ideales y transformarse en comunista.
Es bueno saber que cualquier régimen, por más hermético que sea, siempre es vulnerable y tendrá la posibilidad de ser penetrado hasta por las personas menos sospechosas, aunque - a decir de la propia Juanita en el noticiero de Univisión que tiene la exclusiva de la difusión del libro en una saga secuencial - sus hermanos sabían o sospechaban decididamente que realizaba actividades contra revolucionarias.
Lo segundo que por lo que se viene diciendo en los noticieros de Univisión, al menos en estos dos días, se trata de puro marketing, ya que el libro no está revelando demasiado y la cadena solo lo hace en una forma secuencial para despertar interés y ranking, lo que es parte de la publicidad y marketing para la televisora, así como para el libro.
Marketing y publicidad de la misma forma que se hace para las telenovelas y la misma técnica con la que Univisión preparó hace unos meses la saga del Padre Alberto. Mucho ruido y pocas nueces. Porque para saber bien de que se trata y tener una idea mejor de lo que el libro y las denuncias de Juanita dicen, es mejor leerlo en los cables de agencias y en los propios diarios locales. Se entiende mejor.
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