Quiero contarles sobre los procesos creativos de esta nueva historia sobre la verdad, la libertad y el miedo al futuro. Es mi nueva novela y espero publicarla cuando se sincronicen los planetas (las editoriales) o cuando se me acabe la paciencia y decida autopublicar -- Los contenidos de mi blog Prensa y Expresión están en el archivo. Blog por Ricardo Trotti
octubre 28, 2012
octubre 24, 2012
Democratización de la comunicación
Sin libertad de expresión la democracia es imperfecta. Esta máxima
quedó más vigente que nunca tras la reunión semestral de la Sociedad
Interamericana de Prensa que culminó en Brasil esta semana.
No se debe solo a los 18 periodistas latinoamericanos asesinados este
año, ni al bullying gubernamental ni al acoso legal contra medios de
comunicación privados, pero a dos temas que trascienden a estos grupos y que
afectan la libertad de expresión de los ciudadanos: Las restricciones a la
información pública que los gobiernos están obligados a ofrecer y el burdo
bombardeo propagandístico estatal, como si se viviera en un proceso de
elecciones permanentes.
Estas dos características desnaturalizan la esencia de la democracia,
la que no se basa solo en el derecho del ciudadano a votar, sino en el deber
del gobierno a informar sin mentir y a rendir cuentas de sus acciones. Para que
el sistema funcione, la democracia tiene en las ONGs y en la prensa privada a
sus anticuerpos, las que deben tener libertad y garantías para fiscalizar al
poder público.
Existen gobiernos y grupos que
reniegan de esa acción fiscalizadora ciudadana. En un mensaje a la SIP, el
premio Nobel argentino, Adolfo Pérez Esquivel, y un grupo de intelectuales,
calificaron a la institución de “Cartel” compuesto por dueños de medios “que
concentran y monopolizan el sector”, y que se oponen a la “democratización de
la comunicación”. Invalidaron así, que periódicos de familias como El Universal
de Caracas, El Comercio de Lima, La Nación de Buenos Aires o el New York Times
de los Sulzberger, tuvieran derecho a existir.
La SIP y los medios no se inmutan por descalificaciones, ya que las
han experimentado con diferentes gobiernos arbitrarios, desde Augusto Pinochet
a Hugo Chávez, Alfredo Stroessner a Rafael Correa o de Alberto Fujimori a
Cristina de Kirchner. Pero ahora, lo que por “democratización de la
comunicación” se vende, es el falso precepto de que los medios privados pretenden
el dominio económico, oprimir a los pobres, son corruptos y antidemocráticos,
por lo que el Estado debe disciplinarlos y asumir o subsidiar canales
informativos propios para decir la “única verdad”.
Ese estatismo comunicacional – a lo que el expresidente peruano Alan
García denominó el “opio de los pueblos”, rescatando la famosa sentencia que Karl
Marx atribuía a las religiones – lo vienen consumando los gobiernos de Argentina,
Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela. No satisfechos con la creación de
docenas de medios estatales a los que manejan como propios, han instituido
gigantescos aparatos de propaganda, en los que se vierte información dirigida, sin
contraste ni equilibrio.
Es cierto que existen medios privados que también manipulan
información, pero está el público para desecharlos o no prestarles atención. Los
medios estatales son distintos. Por su carácter de públicos, porque pertenecen
a todos y están hechos con los recursos de todos, el gobierno tiene la
obligación de ser objetivo, equilibrado, no manipular información ni mentir
sobre estadísticas oficiales de pobreza e inflación, como ocurre en Argentina y
Venezuela. Si el gobierno miente, difícil resultará la implementación de
políticas públicas para solucionar esos problemas.
También es grave, cuando los gobiernos, además de manipular datos, omiten
y traban el acceso a la información pública. En los informes de violaciones a
la libertad de prensa que repasó la SIP, tanto de Argentina, Canadá, Cuba, El
Salvador, Ecuador, Haití, Nicaragua, Panamá, Uruguay y Venezuela, esta
dificultad se observa como estructural. Pese a que en muchos países existen
leyes que obligan a los gobiernos a ofrecer la información oficial a los
ciudadanos sin cortapisas, en la práctica el acceso se restringe y los estados
siguen inmersos en la cultura pasada del silencio y el secretismo.
Si los gobiernos realmente quieren “democratizar la comunicación” deberían
informar con la verdad, sin necesidad de saturar a la ciudadanía propalando en
forma constante por cadenas nacionales, actos políticos y medios oficiosos. Estos
métodos populistas de propaganda y de restricción de información oficial para
dominar la opinión pública, tienen como consecuencia la instauración de
democracias cada vez más imperfectas. trottiart@gmail.com
octubre 22, 2012
Tercer debate sin América Latina
Los
candidatos a la Presidencia de EEUU, Barack Obama y Mitt Romney, se olvidaron de hablar esta noche en el tercer
debate sobre la importancia geopolítica de América Latina en materia de
política exterior. Solo Mitt Romney mencionó América Latina pero desde una
perspectiva económica, de comercio exterior.
Fast
and Furious, Plan Mérida y Plan Colombia, el crecimiento de Brasil como fuerza
de liderazgo en América Latina, o el acercamiento constante del presidente Hugo
Chávez a Irán, o los problemas limítrofes entre Canadá y EE.UU, entre México y
EE.UU., el problema del narcotráfico en Centroamérica y la falta de políticas
explícitas y concretas de inmigración que afectan a millones de
latinoamericanos, el tema de las remesas familiares, el desarrollo de los
países más pobres del continente como Haití y Nicaragua y la cuestión del
embargo sobre Cuba, fueron temas totalmente excluidos por los candidatos.
El
moderador fue esta noche el mejor de los tres debates, fue firme, administró
bien el tiempo y sin tratar de ser protagonista como la periodista de CNN en el
segundo, se mostró con la autoridad y el respeto suficiente para que el debate
no se alejara de su curso. Sin embargo, no acertó en tratar de inclinar a los
candidatos hacia el tema de América Latina. Ignoró el tema.
Es
probable que Obama ganara este tercer debate, sin embargo Romney no se mostró
como perdedor. Se mostró moderado en materia de exponer al país a una nueva
intervención militar, ya sea en Siria como en Irán.
No creo
que los debates hayan modificado los resultados de las elecciones. Simplemente
reafirmaron las simpatías y lealtades que cada individuo ya tiene tanto en los
demócratas como en los republicanos.
octubre 21, 2012
Paz tortuosa para Colombia
Ningún
proceso de paz termina beneficiando a todos y este es el largo y tortuoso
camino que tiene a Colombia como epicentro. Tantos crímenes y tantas víctimas y
tantas heridas sufridas en los últimos 50 años difícilmente podrán olvidarse ni
curarse con las negociaciones en Oslo y en La Habana.
El
tema no es fácil. El proceso de paz es posible gracias a una reforma
constitucional que permitirá que prácticamente todos los actores violentos en
Colombia puedan ser acusados, investigados pero no encarcelados. Se trata de
una amnistía general o un acuerdo político que tal vez se plantea como la única
ventana o alternativa para llegar a la paz.
En
una conferencia este viernes pasado en la Universidad de Harvard, organizado
por la Iniciativa Latinoamericana del Carr Center, José Miguel Vivanco,
director de Human Rights Watch por las Américas, se mostró crítico ante esta
reforma, a lo que calificó de una “bacanal de impunidad” y que su organización
estará presta a interponer demandas ante la Corte Penal Internacional.
Referente
a esta “orgía” de impunidad, Vivanco, en su lectura de la realidad colombiana,
interpreta que la reforma es en realidad una gran amnistía que solo permitirá
castigar a los responsables directos de las masacres cometidas por las FARC o
los paramilitares o los militares responsables de los “falsos positivos”, pero
que el Estado reniega a castigar a los autores intelectuales, a los
financistas, a los cómplices de tantos crímenes de lesa humanidad.
Vivanco
teme que el proceso de paz sea un tema para las cámaras, para que algún
colombiano termine ganado el Premio Nobel de la Paz, pero que dado el marco
jurídico estropeado por la reforma, no permitirá reparar la justicia que
demandan las víctimas. Estadísticas diferentes sitúan a las víctimas en un
promedio de 600 mil muertos, 15 mil desaparecidos y casi 4 millones de
desplazados.
Vivanco
indicó que no le quedará otra alternativa jurídica a HRW que presentar demandas
en contra de algunos individuos colombianos ante la Corte Penal Internacional
en caso de que el Supremo Tribunal Constitucional de Colombia deje la reforma
en firme. Además, porque el país se sometió a la jurisdicción del tribunal
internacional, por lo que no puede quedar como un espacio limitado solo a la
demagogia o a que esa organización termine solo fallando sobre casos del
continente africano, como más se manifiesta hasta ahora.
La
paz en Colombia es obviamente política. Difícilmente puede lograrse de otra
forma si los miembros de las FARC no son amnistiados y si no se les ofrece un
sitio para hacer política. Otras ofertas, cuatro en total, fueron rotundos
fracasos en el pasado. ¿Pero podrá haber paz para las víctimas y para todos los
colombianos en caso de que el sangriento Timochenko termine debatiendo en el
Congreso como un legislador más?
Difícil
es saber si es preferible una paz defectuosa con el consabido sabor amargo de
que muchos quedarán desahuciados, a continuar con una guerra sangrienta que
pudiera seguir causando más víctimas.
Los
procesos de paz en América Central y las leyes de amnistía y punto final fueron
imperfectas en América del Sur, pero permitieron una paz política relativa y
necesaria.
Chávez ganó, pero...
La victoria de Hugo Chávez con un 55% del electorado
a su favor fue extraordinaria y categórica; pero no significa que ganó Venezuela.
La historia enseña que pese a los votos, ningún proceso fue democrático ni un gobierno
bueno, tras 20 años ininterrumpidos en el poder.
La derrota de la oposición, pese al 44% de votos, también
fue contundente. Es que Henrique Capriles tuvo que cargar con el lastre de
otras derrotas más decisivas que esta. Entre ellas, la del referéndum de 2004
cuando se aprobó que un presidente pudiera eternizarse en el poder y cuando la
oposición, también unida aquella vez, se retiró en masa del Congreso permitiendo
que por años, Chávez gobierne por decreto y a sus anchas.
La fuerza del populismo, basado en el
asistencialismo, la propaganda y la adulación de las mayorías, hicieron que los
tres períodos que gobernó Chávez desde 1999, se vieran como buenos y
democráticos. Pero fueron lo contrario. Chávez gobernó y ganó elecciones porque
sometió al resto de los poderes e instituciones del Estado y porque se
benefició en forma absoluta de sus recursos.
La revolución de Chávez no ha funcionado. La pobreza
es alta, el empleo y la producción baja, la infraestructura inexistente, la inflación
galopante y la tasa de criminalidad exorbitante. Todos porcentajes peores de
los que tienen otros países latinoamericanos con menores potencialidades que
Venezuela. Por eso, la historia juzgará a Chávez por los talentos y la riqueza que
ha desaprovechado, la materia gris que se ha escapado y por las inversiones
extranjeras que ha espantado.
El futuro puede ser más sombrío aún. Chávez podrá
escudarse detrás del caudal de votos conseguidos para profundizar el
nacionalismo, seguir rescindiendo de la oposición y las minorías, promover más
división de clases y ahondar la polarización ideológica. Seguramente será un
gobierno más cerrado, menos transparente, con mayor control interno y menos
escrutinio internacional.
Es verdad que
Chávez ha conectado mejor con los sectores más vulnerables que otros gobiernos
ignoraron, mediante programas y misiones de salud, educación y bienestar
social. Sin embargo, esas fórmulas de asistencialismo por sí solas no bastan;
Cuba, donde busca reflejarse, no es buen ejemplo de desarrollo ni equidad.
Por otro lado, la
oposición debe reconocer que el chavismo ya es un movimiento político estable y
legítimo, que no depende solo de su líder. La elección del canciller Nicolás
Maduro como vicepresidente, más cercano a La Habana y los Castro que el propio
Chávez, auguran una continuidad de la política más allá de la suerte y la salud
del primer mandatario.
Con Chávez y
Maduro el proceso revolucionario está garantizado hacia dentro y fuera del
país. Venezuela continuará subsidiando a Cuba, endeudándose con China,
comprándole armas a Rusia, abriéndole puertas a Irán y vendiéndole petróleo a
EE.UU. En gran parte, Chávez depende de que los precios del barril de crudo
sigan razonables para seguir exportando su revolución por el resto de América
Latina. Pero una caída en los precios, así sea por mayor estabilidad en el
Medio Oriente, mayor independencia energética de EE.UU., o mejores tecnologías
para la extracción en otros países, harán que la revolución bolivariana sea un sueño
insostenible.
Mientras tanto,
el chavismo seguirá expropiando y estatizando, acusando al neoliberalismo de
haber privatizado los recursos del Estado, sin admitir que las privatizaciones
se concretaron para detener la sangría de empresas deficitarias, corruptas y
burocráticas que otros gobiernos populistas del pasado crearon. El manejo
político de PDVSA, la mayor y más estratégica empresa del país, confirma la
regla de que los gobiernos arbitrarios y populistas suelen ser malos
administradores.
Capriles sabe que el populismo es un vicio de la
democracia, pero que el chavismo tiene un gran poder de convocatoria y
movilización que no puede desconocerse. Su mayor desafío es mantener a la
oposición unida y que no se desbande, al menos, hasta después de las elecciones
legislativas de diciembre. Aún sin la alternancia debida del poder, la creación
de contrapesos en el Congreso puede ser el único antídoto para que Chávez se sienta
fiscalizado y responsablemente obligado a rendir cuentas.
octubre 20, 2012
Fujimori: Fax y pintura
Las sorpresas han sido parte de la vida pública del ex
presidente peruano Alberto Fujimori.
Renunció a la Presidencia de Perú mediante fax que
envió desde Japón y ahora preso con una condena de 25 años por delitos de lesa
humanidad y corrupción, hizo público un cuadro con su autorretrato con una
frase pidiendo perdón, que quedará para la posteridad de la historia
latinoamericana: “Perdón por lo que no
llegué a hacer, y por lo que no pude evitar”.
Si Keiko Fujimori le hubiera ganado la pulseada
presidencial a Ollanta Humala, muy posiblemente su padre estaría en libertad
contradiciendo a un país entero que alguna vez luchó para condenar las
atrocidades cometidas por el dúo dinámico de Fujimori- Montesinos. Se trató de
un gobierno arbitrario, del que muchos rescatan las bases de un país
económicamente más sólido en la actualidad.
Fujimori estuvo en el poder en la década 1990-2000,
y su relevancia internacional la ganó con otra sorpresa fujimorista, el autogolpe
de 1992. Luego se supo de otro hecho inédito, amasó una fortuna que se estima
en 600 millones de dólares, algo así como un sueldo extra de 60 millones de
dólares por año.
Pero sin dudas, la máxima sorpresa de todas fue la
de renunciar por fax. Y uno se pregunta si no lo hubiera hecho por Twitter o
por Facebook de haber existido esas redes sociales en su época. Finalmente, y
para su sorpresa, a Fujimori no le aceptaron la renuncia, lo destituyeron por
incapacidad. Y después de quedar en un limbo gracias a su doble nacionalidad
japonesa, fue a Chile y de ahí extraditado a Perú donde fue condenado en 2009.
A sus jóvenes 74 años y superado un cáncer de
lengua, Fujimori se apresta a seguir dando sorpresas. No hay dudas que seguirá
usando su ingenio y creatividad.
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