Entre la ética y la legalidad siempre hay una línea muy delgada y muchas veces se trata de disfrazar un tema moral con una cuestión legal.
Creo que el gobierno argentino exageró al echar del país al obispo británico Richard Williamson, quien negó el holocausto, diciendo tener evidencia de que los nazis no “gasearon” a seis millones sino a unos 200 ó 300 mil judíos.
El gobierno tratando de consustanciarse con la enorme comunidad judía en el país terminó echando al cura no por sus dichos – aunque ese fue el motivo principal – sino por una cuestión de legalidad migratoria, ya que el obispo entró al país a trabajar de una cosa y terminó dirigiendo un seminario.
No comparto en nada los dichos anti éticos de Williamson, quien se merece la repulsa de la Iglesia, especialmente por no haber osado a pedir disculpas ante su aberrante declaración, pero tampoco es muy prudente para un país echar a alguien por lo que dice, limitando la libertad de expresión, ya que en el futuro uno pudiera pensar que esa misma “legalidad” se podría aplicar a otros personajes por cualquier otro motivo de ofensa. Además, en Argentina desconocer el holocausto no está penado por ley como por ejemplo en Alemania o Israel.
En realidad, por el resquicio de la legalidad migratoria, el gobierno argentino encontró la excusa perfecta para deshacerse de un ciudadano británico que no tenía el apoyo ni de los judíos ni de la comunidad católica, ni siquiera del Vaticano, que hasta hace poquito dejó sin efecto su ex comunión. Así que echarlo fue un tiro de gracia fácil de dar.
Para Inglaterra el tema de recibirlo es mucho más fácil. Primero, es un ciudadano inglés y segundo, pero más importante, no cometió ningún delito ante las leyes inglesas, solo tuvo un desliz ético al hacer declaraciones inapropiadas en un momento inapropiado.
Pero echar a un ciudadano de un país por tener opiniones controversiales para la mayoría, no habla muy bien del país expulsor en materia de defender y garantizar los derechos humanos esenciales, como la libertad de expresión.
Quiero contarles sobre los procesos creativos de esta nueva historia sobre la verdad, la libertad y el miedo al futuro. Es mi nueva novela y espero publicarla cuando se sincronicen los planetas (las editoriales) o cuando se me acabe la paciencia y decida autopublicar -- Los contenidos de mi blog Prensa y Expresión están en el archivo. Blog por Ricardo Trotti
febrero 25, 2009
febrero 24, 2009
Preparando el derribo del embargo
Desde que Barack Obama era candidato y apenas asumió Hilary Clinton como canciller, la nueva administración demócrata vino dando signos de que la política hacia Cuba se haría más tolerante. Desde Cuba esa teoría se vino alimentando con declaraciones de Raúl Castro y tras la visita consecutiva de presidentes latinoamericanos como Correa, Torrijos, Kirchner, Bachelet, Colom y ahora Chávez, quienes públicamente se manifestaron en contra del embargo que Estados Unidos mantiene desde hace 47 años.
La estrategia de uno y otro lado parece estar dirigida a ponerle a Obama una alfombra roja para la próxima reunión hemisférica de presidentes que se realizará del 17 al 19 de abril en Trinidad y Tobago. De repente ahí, si no es antes, Obama haría anuncios importantes para normalizar en algo la relación bilateral con la isla.
Los signos vitales de esta preparación de política de cambio y de preparación de la opinión pública estadounidense – entre ella la poderosa cubana americana de Miami - la ofreció esta semana el senador Richard Lugar quien hizo una propuesta entre sus pares y un artículo la semana pasada del militar Alex Crowther titulado “Díganle adiós al embargo”. Lugar no pide eliminar el embargo sino flexibilizarlo más allá de los puntos actuales que permite exportar cereales y medicinas a Cuba pero a precios de contado.
Un sondeo de opinión entre cubanos estadounidenses también favorece la eliminación del embargo, lo que podría estar sembrado el camino para desistir de esta política que no ha dado los resultados que se esperaba: democracia.
Más allá de que comparto de que se debe flexibilizar el embargo – incluso acabarlo - para que se permitan los viajes en forma irrestricta a Cuba, que haya nuevas políticas migratorias y que se favorezca el intercambio comercial más allá de razones humanitarias, no creo prudente que se haga sin nada a cambio, ya que la política de Cuba sobre los derechos humanos y la libertad de expresión es repugnante todavía, con cientos de presos políticos presos, docenas de periodistas en la misma situación y gente que no tiene el derecho a la libertad de asociación, y para qué hablar de elegir a sus representantes.
La estrategia de uno y otro lado parece estar dirigida a ponerle a Obama una alfombra roja para la próxima reunión hemisférica de presidentes que se realizará del 17 al 19 de abril en Trinidad y Tobago. De repente ahí, si no es antes, Obama haría anuncios importantes para normalizar en algo la relación bilateral con la isla.
Los signos vitales de esta preparación de política de cambio y de preparación de la opinión pública estadounidense – entre ella la poderosa cubana americana de Miami - la ofreció esta semana el senador Richard Lugar quien hizo una propuesta entre sus pares y un artículo la semana pasada del militar Alex Crowther titulado “Díganle adiós al embargo”. Lugar no pide eliminar el embargo sino flexibilizarlo más allá de los puntos actuales que permite exportar cereales y medicinas a Cuba pero a precios de contado.
Un sondeo de opinión entre cubanos estadounidenses también favorece la eliminación del embargo, lo que podría estar sembrado el camino para desistir de esta política que no ha dado los resultados que se esperaba: democracia.
Más allá de que comparto de que se debe flexibilizar el embargo – incluso acabarlo - para que se permitan los viajes en forma irrestricta a Cuba, que haya nuevas políticas migratorias y que se favorezca el intercambio comercial más allá de razones humanitarias, no creo prudente que se haga sin nada a cambio, ya que la política de Cuba sobre los derechos humanos y la libertad de expresión es repugnante todavía, con cientos de presos políticos presos, docenas de periodistas en la misma situación y gente que no tiene el derecho a la libertad de asociación, y para qué hablar de elegir a sus representantes.
febrero 23, 2009
Marchas y contramarchas en Nicaragua
En América Latina muchos gobiernos siguen dilapidando los recursos públicos según sus intereses políticos partidarios de espalda a la gestión de gobernar. De esta forma se viene comportando el gobierno de Daniel Ortega que esta vez, en un nuevo giro de tuerca, convocó para el 28 de febrero una marcha para contrarrestar la que anunció previamente, y para ese mismo día, el liberal Eduardo Montealegre para protestar por las elecciones fraudulentas de noviembre pasado.
La contramarcha organizada por el gobierno, como las que organiza usualmente Hugo Chávez o Cristina de Kircher para contrarrestar los efectos de la oposición y de los movimientos agrícolas respectivamente, tiene dos objetivos muy claros. Primero, intimidar y crear un clima de inseguridad sobre el principio fundamental de la libertad de asociación y movimiento en una democracia y, segundo, medir fuerzas y profundizar la polarización política.
Las contramarchas violan principios democráticos y en el caso del gobierno nicaragüense, también quebranta principios de la decencia política (si los puede haber), ya que la primera dama Rosario Murillo dijo que ese día 28 de febrero se harán caravanas, marchas y actos para comenzar con las celebraciones del 30 aniversario del derrocamiento de la dictadura de Somoza que se conmemora el 19 de julio.
No hay dudas que como lo viene haciendo desde el comienzo de su gobierno y tras la creación de los Consejos Populares, el orteguismo alienta la violencia e intimida a quienes deberían tener la libertad de manifestarse.
La contramarcha organizada por el gobierno, como las que organiza usualmente Hugo Chávez o Cristina de Kircher para contrarrestar los efectos de la oposición y de los movimientos agrícolas respectivamente, tiene dos objetivos muy claros. Primero, intimidar y crear un clima de inseguridad sobre el principio fundamental de la libertad de asociación y movimiento en una democracia y, segundo, medir fuerzas y profundizar la polarización política.
Las contramarchas violan principios democráticos y en el caso del gobierno nicaragüense, también quebranta principios de la decencia política (si los puede haber), ya que la primera dama Rosario Murillo dijo que ese día 28 de febrero se harán caravanas, marchas y actos para comenzar con las celebraciones del 30 aniversario del derrocamiento de la dictadura de Somoza que se conmemora el 19 de julio.
No hay dudas que como lo viene haciendo desde el comienzo de su gobierno y tras la creación de los Consejos Populares, el orteguismo alienta la violencia e intimida a quienes deberían tener la libertad de manifestarse.
febrero 22, 2009
Oscars: la noche más esperada
Esta noche de Oscars es una de las más esperadas. Hollywood y su magia se las han ingeniado para crear grandes expectativas, incluso para las salas de apuestas más distinguidas del planeta. Con el tiempo, hemos aprendido a ver las películas, actores y actrices nominados, para tener nuestro propio pronóstico.
En mi caso lo que más me gustaría es que Mickey Rourke se gane el premio al mejor actor por su estelar personaje en “The Wrestler”, aunque confieso que me daría mucha lástima que perdiese Sean Penn por su trabajo en “Milk”. Lo que admiro de estos actores es que son eso, actúan con gestos que corresponden a sus personajes, una gran diferencia con otros que siempre fingen actuaciones, o actúan de sí mismos, por más diferente que sean los guiones.
Para Rourke - quien en cada galardón que ha recibido se lo dedicó a su chichuhua Loki que murió hace seis días después de acompañarlo en las alfombras rojas por 18 años - sería el premio que reivindica su vida. Como personaje rebelde de Hollywood y con varias entradas a la policía, Rourke podría tener la victoria de su vida y reacomodar una carrera que era prodigiosa hace 30 años atrás cuando intentó ser boxeador. Penn es otro de esos actores rebeldes de Hollywood. Crítico acérrimo de las políticas republicanas estadounidenses, tiene tantas a visitas a Venezuela como a Cuba donde no se han cansado de bregar por el término del embargo de Estados Unidos a Cuba. Lástima que no hay empates.
Como hispano me inclino para que gane Penélope Cruz como actriz secundaria pero no me pareció admirable su trabajo en la cinta de Woody Allen. Pero bienvenida sea la estatuilla. Me gustaría que gane Kate Winslet por su trabajo en The Reader, especialmente porque nunca le dieron su premio en seis nominaciones, especialmente cuando Titanic ganó todo, excepto su rol protagónico. En la categoría de mujeres me daría lástima que Angelina Jolie no gane por Chageling un proverbial trabajo de actuación.
La mejor película pareciera que ya tiene dueño Slumdog Millionaire con la que la Academia enviaría un mensaje a todos los directores y productores de que se puede hacer cine o ser austeros en época de crisis. Esta película se hizo con sólo 15 millones de dólares, el Extraño caso de Benjamín Button, en cambio, costo 150 millones.
Y lo que todos esperamos, creo yo, que al mismo estilo que Rourke de reivindicar una carrera, en este caso se trata de reivindicar una vida, es que el premio al mejor actor de reparto se lo lleve en forma póstuma Heath Ledger por la película de Batman, The Dark Knight. Todos hemos quedado choqueados cuando supimos de la muerte sorpresiva de este actor que se estaba transformado en una estrella venerada.
En mi caso lo que más me gustaría es que Mickey Rourke se gane el premio al mejor actor por su estelar personaje en “The Wrestler”, aunque confieso que me daría mucha lástima que perdiese Sean Penn por su trabajo en “Milk”. Lo que admiro de estos actores es que son eso, actúan con gestos que corresponden a sus personajes, una gran diferencia con otros que siempre fingen actuaciones, o actúan de sí mismos, por más diferente que sean los guiones.
Para Rourke - quien en cada galardón que ha recibido se lo dedicó a su chichuhua Loki que murió hace seis días después de acompañarlo en las alfombras rojas por 18 años - sería el premio que reivindica su vida. Como personaje rebelde de Hollywood y con varias entradas a la policía, Rourke podría tener la victoria de su vida y reacomodar una carrera que era prodigiosa hace 30 años atrás cuando intentó ser boxeador. Penn es otro de esos actores rebeldes de Hollywood. Crítico acérrimo de las políticas republicanas estadounidenses, tiene tantas a visitas a Venezuela como a Cuba donde no se han cansado de bregar por el término del embargo de Estados Unidos a Cuba. Lástima que no hay empates.
Como hispano me inclino para que gane Penélope Cruz como actriz secundaria pero no me pareció admirable su trabajo en la cinta de Woody Allen. Pero bienvenida sea la estatuilla. Me gustaría que gane Kate Winslet por su trabajo en The Reader, especialmente porque nunca le dieron su premio en seis nominaciones, especialmente cuando Titanic ganó todo, excepto su rol protagónico. En la categoría de mujeres me daría lástima que Angelina Jolie no gane por Chageling un proverbial trabajo de actuación.
La mejor película pareciera que ya tiene dueño Slumdog Millionaire con la que la Academia enviaría un mensaje a todos los directores y productores de que se puede hacer cine o ser austeros en época de crisis. Esta película se hizo con sólo 15 millones de dólares, el Extraño caso de Benjamín Button, en cambio, costo 150 millones.
Y lo que todos esperamos, creo yo, que al mismo estilo que Rourke de reivindicar una carrera, en este caso se trata de reivindicar una vida, es que el premio al mejor actor de reparto se lo lleve en forma póstuma Heath Ledger por la película de Batman, The Dark Knight. Todos hemos quedado choqueados cuando supimos de la muerte sorpresiva de este actor que se estaba transformado en una estrella venerada.
febrero 21, 2009
Juego limpio
La confesión del multimillonario beisbolista Alex Rodríguez en ESPN de que consumió esteroides, me hizo revivir la sensación de bronca y devastación que sufrí cuando Diego Maradona dio positivo en el control antidoping del mundial 94, después de festejar desencajado su golazo contra los griegos.
Cuando el dopaje derivó en la suspensión del astro argentino, mi reacción fue insultarlo de pies a cabeza. No me importó si la efedrina le serviría para mejorar su rendimiento, esconder sus debilidades o si destruiría su carrera y se convertiría en un mal ejemplo para los chicos. Como fanático, simplemente me dolió su atajo deportivo porque destruyó los sueños y las expectativas que me había generado.
Los iluminados y geniales tienen la característica de crear ilusiones que van más allá del deporte. Es por eso que a las gambetas de Lionel Messi o a las clavadas de Lebron James las ovacionan hasta las hinchadas contrarias, ya que se asumen como destrezas universales por fuera de competencias nacionales y ajenas a pasiones y colores.
Más aún, estos seres están dotados de cierta magia que generan expectativas a pesar de que tengan un bajo rendimiento pasajero. Confiamos que en un segundo crearán una jugada salvadora que, por sí sola nos hará saltar de la silla, y será suficiente para derrotar el aburrimiento frente al televisor o justificar que la ida al estadio valió la pena.
Por ello, cuando estos magos nos muestran sus flaquezas y como cualquier mortal sucumben ante las drogas, no les recriminamos por la competencia desleal o el juego sucio, sino porque traicionan nuestros sentimientos.
Ese asesinato de la expectativa lo plasmó muy bien el Toronto Star, cuando se comprobó que Ben Johnson le había ganado artificialmente a Carl Lewis los 100 metros en las Olimpíadas de Seúl de 1988. El diario canadiense no condenó a Johnson directamente por su dopaje, sino que le tradujo el sentir popular con un doliente título en portada: “¿Por qué, Ben? ¿Por qué lo hiciste?”
Estas preguntas bien cabrían hacérselas al pelotero de los Yankees. El caso de Rodríguez no es más o menos grave que el de cientos de beisbolistas - que hasta tuvieron que declarar ante el Congreso estadounidense - pero sí es el más importante. En Rodríguez la fanaticada tiene cifrada la esperanza, partido tras partido, de que saque la pelota del estadio y supere pronto las 762 vuelacercas de quien también carga con el peso de los anabólicos en sus brazos, Barry Bonds; una marca que es comparable en el fútbol a los sobrados mil goles de Pelé o a los dudosos mil de Romario.
Para evaluar a los ídolos hay que medir el tipo de desvíos que cometen, porque la experiencia indica que se toleran mucho más aquellos atajos antideportivos y personales, que las inconductas atléticas.
Tres ejemplos bastan para ilustrarlo: Marion Jones consumió anabólicos en las Olimpíadas de Sidney 2000 y tuvo la obligación ejemplar de devolver las cinco medallas, con lo que se extinguió su carrera. Esta semana, el ex campeón de boxeo mexicano Antonio Margarito, por una conducta antideportiva de utilizar yeso dentro del guante para fortalecer la pegada, fue penalizado con un año antes de poder subir a un cuadrilátero; mientras que Michael Phelps, por haber fumado marihuana en público, tendrá que estar ausente tres meses de las competencias. En realidad, se trató de un asunto personal, ajeno a lo deportivo, y aún si lo procesan, le perdonaremos porque nuestra esperanza es que cuando vuelva a zambullirse, siga acumulando medallas como en los olímpicos chinos.
Los fanáticos podemos lidiar con cualquier tipo de ventajas que los atletas comunes busquen para batir récords y ensuciar el juego limpio. Pero lo que no toleramos o perdonamos es que los deportistas distintos y sobrehumanos, como los Maradona y los Rodríguez, nos traumaticen al romper las ilusiones de algo maravilloso y deslumbrante que todavía les queda por crear.
Recemos al dios del Olimpo para que los grandes, como Messi, Kobe Bryan, Rafael Nadal o Tiger Woods no nos decepcionen con dopajes, porque no solo defraudarán a los salones de la fama, sino al más sagrado lugar que poseemos los fanáticos: el salón de las expectativas.
Cuando el dopaje derivó en la suspensión del astro argentino, mi reacción fue insultarlo de pies a cabeza. No me importó si la efedrina le serviría para mejorar su rendimiento, esconder sus debilidades o si destruiría su carrera y se convertiría en un mal ejemplo para los chicos. Como fanático, simplemente me dolió su atajo deportivo porque destruyó los sueños y las expectativas que me había generado.
Los iluminados y geniales tienen la característica de crear ilusiones que van más allá del deporte. Es por eso que a las gambetas de Lionel Messi o a las clavadas de Lebron James las ovacionan hasta las hinchadas contrarias, ya que se asumen como destrezas universales por fuera de competencias nacionales y ajenas a pasiones y colores.
Más aún, estos seres están dotados de cierta magia que generan expectativas a pesar de que tengan un bajo rendimiento pasajero. Confiamos que en un segundo crearán una jugada salvadora que, por sí sola nos hará saltar de la silla, y será suficiente para derrotar el aburrimiento frente al televisor o justificar que la ida al estadio valió la pena.
Por ello, cuando estos magos nos muestran sus flaquezas y como cualquier mortal sucumben ante las drogas, no les recriminamos por la competencia desleal o el juego sucio, sino porque traicionan nuestros sentimientos.
Ese asesinato de la expectativa lo plasmó muy bien el Toronto Star, cuando se comprobó que Ben Johnson le había ganado artificialmente a Carl Lewis los 100 metros en las Olimpíadas de Seúl de 1988. El diario canadiense no condenó a Johnson directamente por su dopaje, sino que le tradujo el sentir popular con un doliente título en portada: “¿Por qué, Ben? ¿Por qué lo hiciste?”
Estas preguntas bien cabrían hacérselas al pelotero de los Yankees. El caso de Rodríguez no es más o menos grave que el de cientos de beisbolistas - que hasta tuvieron que declarar ante el Congreso estadounidense - pero sí es el más importante. En Rodríguez la fanaticada tiene cifrada la esperanza, partido tras partido, de que saque la pelota del estadio y supere pronto las 762 vuelacercas de quien también carga con el peso de los anabólicos en sus brazos, Barry Bonds; una marca que es comparable en el fútbol a los sobrados mil goles de Pelé o a los dudosos mil de Romario.
Para evaluar a los ídolos hay que medir el tipo de desvíos que cometen, porque la experiencia indica que se toleran mucho más aquellos atajos antideportivos y personales, que las inconductas atléticas.
Tres ejemplos bastan para ilustrarlo: Marion Jones consumió anabólicos en las Olimpíadas de Sidney 2000 y tuvo la obligación ejemplar de devolver las cinco medallas, con lo que se extinguió su carrera. Esta semana, el ex campeón de boxeo mexicano Antonio Margarito, por una conducta antideportiva de utilizar yeso dentro del guante para fortalecer la pegada, fue penalizado con un año antes de poder subir a un cuadrilátero; mientras que Michael Phelps, por haber fumado marihuana en público, tendrá que estar ausente tres meses de las competencias. En realidad, se trató de un asunto personal, ajeno a lo deportivo, y aún si lo procesan, le perdonaremos porque nuestra esperanza es que cuando vuelva a zambullirse, siga acumulando medallas como en los olímpicos chinos.
Los fanáticos podemos lidiar con cualquier tipo de ventajas que los atletas comunes busquen para batir récords y ensuciar el juego limpio. Pero lo que no toleramos o perdonamos es que los deportistas distintos y sobrehumanos, como los Maradona y los Rodríguez, nos traumaticen al romper las ilusiones de algo maravilloso y deslumbrante que todavía les queda por crear.
Recemos al dios del Olimpo para que los grandes, como Messi, Kobe Bryan, Rafael Nadal o Tiger Woods no nos decepcionen con dopajes, porque no solo defraudarán a los salones de la fama, sino al más sagrado lugar que poseemos los fanáticos: el salón de las expectativas.
febrero 20, 2009
Unas disculpas necesarias
Habiendo trabajado por tantos años en las salas de Redacción de periódicos, no pude salir de mi asombro cuando vi esta semana la caricatura publicada por el New York Post parodiando al presidente de los Estados Unidos con un chimpancé asesinado.
Generalmente - y a pesar del ajetreo minuto a minuto dentro de una sala de Redacción y a la cantidad de decisiones que se toman – son muy raros los accidentes, es decir que se publiquen cosas sensibles (como esta caricatura) sin pasar por un proceso de discusión interna, de buscar consensos y sopesar las consecuencias de los criterios de publicación que se adopten.
Por eso, no creo que la publicación de la caricatura haya sido un accidente o pueda ser defendida por temas de libertad de expresión, cuando la misma tiene claridad y es muy explícita al traer a la luz el racismo (comparar a Barack Obama con un mono) un desvalor muy presente e hiriente en la sociedad estadounidense.
El revuelo se debe a que en la caricatura aparece un chimpancé baleado por un policía diciéndole a otro: "Tendrán que encontrar a alguien más para que escriba la próxima ley de estímulo", en una referencia explícita al presidente Obama y al paquete económico firmado el día anterior, a pesar de que aludía a un hecho real en el que un agente baleó a un primate en Connecticut después de que hirió gravemente a una mujer.
El diario finalmente publicó este jueves una disculpa en su sitio de internet para serenar a quienes se sintieron ofendidos reclamando públicamente frente a su sede en Nueva York un boicot a la compra de sus ejemplares. Sin embargo, si bien las disculpas fueron necesarias, los ofendidos no se sintieron satisfechos, ya que la consideraron de una tibieza inusual frente a una referencia tan racista.
Muchas veces los periodistas toman recaudos para no ofender con sus escritos, pero son siempre las caricaturas o las imágenes en todo caso, las que más controversias acarrean. A principios de diciembre, otro malestar lo creo una tira cómica de Mike Peters reproducida en cientos de periódicos norteamericanos, en la que se hacía una parodia entre los crímenes en Colombia y los tarros de café de la marca de Juan Valdez, lo que generó grandes críticas en Colombia, en especial del gobierno y de la federación Nacional de Cafeteros debido a la mala imagen proyectada.
Las caricaturas sobre Mahoma con un turbante con bombas en su cabeza publicadas por diarios escandinavos despertaron hace años gran ira de musulmanes en todo el mundo que se dieron a la quema de embajadas.
Generalmente - y a pesar del ajetreo minuto a minuto dentro de una sala de Redacción y a la cantidad de decisiones que se toman – son muy raros los accidentes, es decir que se publiquen cosas sensibles (como esta caricatura) sin pasar por un proceso de discusión interna, de buscar consensos y sopesar las consecuencias de los criterios de publicación que se adopten.
Por eso, no creo que la publicación de la caricatura haya sido un accidente o pueda ser defendida por temas de libertad de expresión, cuando la misma tiene claridad y es muy explícita al traer a la luz el racismo (comparar a Barack Obama con un mono) un desvalor muy presente e hiriente en la sociedad estadounidense.
El revuelo se debe a que en la caricatura aparece un chimpancé baleado por un policía diciéndole a otro: "Tendrán que encontrar a alguien más para que escriba la próxima ley de estímulo", en una referencia explícita al presidente Obama y al paquete económico firmado el día anterior, a pesar de que aludía a un hecho real en el que un agente baleó a un primate en Connecticut después de que hirió gravemente a una mujer.
El diario finalmente publicó este jueves una disculpa en su sitio de internet para serenar a quienes se sintieron ofendidos reclamando públicamente frente a su sede en Nueva York un boicot a la compra de sus ejemplares. Sin embargo, si bien las disculpas fueron necesarias, los ofendidos no se sintieron satisfechos, ya que la consideraron de una tibieza inusual frente a una referencia tan racista.
Muchas veces los periodistas toman recaudos para no ofender con sus escritos, pero son siempre las caricaturas o las imágenes en todo caso, las que más controversias acarrean. A principios de diciembre, otro malestar lo creo una tira cómica de Mike Peters reproducida en cientos de periódicos norteamericanos, en la que se hacía una parodia entre los crímenes en Colombia y los tarros de café de la marca de Juan Valdez, lo que generó grandes críticas en Colombia, en especial del gobierno y de la federación Nacional de Cafeteros debido a la mala imagen proyectada.
Las caricaturas sobre Mahoma con un turbante con bombas en su cabeza publicadas por diarios escandinavos despertaron hace años gran ira de musulmanes en todo el mundo que se dieron a la quema de embajadas.
febrero 19, 2009
Entre el estímulo y la desazón
Mientras el presidente Barack Obama está firmando a diestra y siniestra leyes y decretos para dar consistencia al paquete de estímulo económico, no podemos salir del asombro de ver cómo los bancos privados - los mayores beneficiados y responsables de la burbuja inmobiliaria que arrastró la economía mundial a la catástrofe – continúan demostrando que no han tenido escrúpulos para la avaricia.
Al “escándalo Madoff” del embauque de 50 mil millones de dólares se le han sumado otros nombres ahora, el de Allen Stanford, un banquero texano también acusado de un fraude estratosférico cercano a los ocho mil millones de dólares, que al igual que Madoff ha arrastrado a miles de ahorristas en países tan diversos como Venezuela, México, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú y Antigua que sucumbieron incentivados por las altas tasas de interés.
Pero no toda esa avaricia bancaria le pertenece a Estados Unidos. Uno de los mayores bancos del mundo, la Unión de Bancos Suizos (UBS), tras ser investigado por las autoridades estadounidenses, acaba de acceder a pagar una multa de 780 millones de dólares por evadir al fisco, además de que deberá ofrecer información sobre miles de cuentas que estaban protegidas por el secreto bancario pero que fueron protegidas para evadir impuestos.
Si de algo está siendo útil esta crisis, es que el FBI y otras autoridades de seguridad están obligando a una mejor transparencia del sistema, que en épocas de vacas gordas, escondía la corrupción con toda arrogancia.
Al “escándalo Madoff” del embauque de 50 mil millones de dólares se le han sumado otros nombres ahora, el de Allen Stanford, un banquero texano también acusado de un fraude estratosférico cercano a los ocho mil millones de dólares, que al igual que Madoff ha arrastrado a miles de ahorristas en países tan diversos como Venezuela, México, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú y Antigua que sucumbieron incentivados por las altas tasas de interés.
Pero no toda esa avaricia bancaria le pertenece a Estados Unidos. Uno de los mayores bancos del mundo, la Unión de Bancos Suizos (UBS), tras ser investigado por las autoridades estadounidenses, acaba de acceder a pagar una multa de 780 millones de dólares por evadir al fisco, además de que deberá ofrecer información sobre miles de cuentas que estaban protegidas por el secreto bancario pero que fueron protegidas para evadir impuestos.
Si de algo está siendo útil esta crisis, es que el FBI y otras autoridades de seguridad están obligando a una mejor transparencia del sistema, que en épocas de vacas gordas, escondía la corrupción con toda arrogancia.
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