El atentado de ayer a la embajada estadunidense de Yemen es el de mayor envergadura contra Estados Unidos, inyectando algo de nervios a una campaña presidencial que esta semana se enfrascó en el descalabro económico y la inestabilidad de los mercados.
El ataque desnudó una vez más la tendencia de que los atentados terroristas, desde Septiembre 11 hace siete años, no se registran en suelo estadounidense sino sobre sus intereses en países lejanos. La pregunta que muchos se hacen es si existe seguridad de que se mantenga de esa forma, que ocurriría en la intención de voto si se produjera un atentado in-house antes de noviembre 4 y a cuál de los dos partidos perjudicaría más.
Así como sucedió con el ataque terrorista contra los trenes en Madrid que voltearon una elección, estoy seguro que un nuevo ataque en suelo estadounidense reflotaría la popularidad perdida de Bush, incentivaría los sentimientos nacionalistas y patrióticos, poniendo a los republicanos en un sitio de preferencia.
Si en otras latitudes se prefiere a Obama por sobre McCain, incluyendo a aquellos gobiernos que simpatizan o son cómplices del terrorismo, permitiendo que los ataques persistan o haciéndose de la vista gorda, poco se estaría haciendo para beneficiar las chances de los demócratas.
Mientras las hipótesis se manejan, ayer se dio a conocer el resultado de una encuesta de la Associated Press sobre terrorismo que muestra que la percepción de la gente depende mucho de la simpatía que tengan por uno u otro partido en la disputa electoral. Los republicanos, siete de 10, adjudican el hecho de que no haya ataques en Estados Unidos a la determinación del gobierno de Bush en su guerra contra el terrorismo que se libra básicamente en Irak y Afganistán. Para los demócratas el porcentaje es de dos sobre 10, adjudicando otros factores.
Los republicanos aducen que la mayor seguridad (como medidas en los puertos y aeropuertos) y la vigilancia de parte de los propios ciudadanos han sido factores de disuasión para los terroristas; mientras que los demócratas argumentan que se debe a que los extremistas no quieran atacar y a que existe mayor colaboración de gobiernos extranjeros.
Quiero contarles sobre los procesos creativos de esta nueva historia sobre la verdad, la libertad y el miedo al futuro. Es mi nueva novela y espero publicarla cuando se sincronicen los planetas (las editoriales) o cuando se me acabe la paciencia y decida autopublicar -- Los contenidos de mi blog Prensa y Expresión están en el archivo. Blog por Ricardo Trotti
septiembre 18, 2008
septiembre 17, 2008
Cuba USA a Ike y Gustav
Ike y Gustav, los dos grandes huracanes que impactaron el Caribe y el sur de Estados Unidos dejando una estela interminable de destrucción y muerte, son ahora también la gasolina que mueve la politiquería entre Estados Unidos y Cuba, manteniendo a la ayudada humanitaria en el limbo.
Las posiciones estatales son irreconciliables. Estados Unidos ofrece ayuda a condición de que Cuba permita entrar a un grupo de expertos para hacer una evaluación de los daños tras el paso de los huracanes, y Cuba condiciona el aporte a que el gobierno estadounidense deje de lado el embargo económico para poder comprar los materiales para la reconstrucción.
Ninguno cede en sus posiciones, a excepción de un par de legisladores demócratas que hablan de flexibilizar el embargo por unos seis meses. Los contrarios aducen que Cuba siempre solicita lo mismo y que gracias a ese reclamo ha logrado que en huracanes anteriores Estados Unidos haya flexibilizado, por ejemplo, la venta de granos aunque sólo sea en efectivo. Un requisito que impone el Ministerio del Tesoro.
Más allá de estas disquisiciones políticas, los cubanos exiliados en Miami han contribuido con grandes cantidades de dinero recaudadas en teletones el fin de semana pasada a través de fundaciones privadas y canales de televisión. En Miami hay sentimientos encontrados entre los ciudadanos cubanoamericanos de a pie, los muchos preferirían una flexibilización del embargo que les permita viajar y llevar la ayuda en forma personal a sus familiares y amigos, pero también creen que es necesario que el embargo se mantenga como presión para buscar cambios políticos en la isla.
Los desastres naturales son justamente los hechos que suelen ilustrar con más vehemencias estas posiciones encontradas.
Por otra parte, en este juego político, Cuba aprovechó e hizo un guiño hacia la Comunidad Europea, sometiéndose a aceptar una evaluación europea de los daños causados por Ike y Gustav, primer acercamiento que hay después de los del otro lado del Atlántico impusieran el congelamiento de las relaciones en el 2003 cuando Fidel Castro ordenó encarcelar a 75 disidentes en lo que se denominó “la primavera negra”.
Lo más importante de este nuevo frente de negociación es que la Comunidad Europea condiciona su diálogo a la liberación del resto de los 75 disidentes presos (20 ya fueron liberados por razones de enfermedad) a mejorar las condiciones de los derechos humanos, la libertad de expresión y a que se reconozca a la disidencia interna como un movimiento político, ergo, empezar un verdadero proceso democrático y a que se permita a los europeos el contacto permanente con los opositores internos al régimen.
Dada las condiciones y medidas cosméticas que ha adoptado Raúl Castro desde que su hermano se recluyó del poder y escribe sus pensamientos (ya casi memorias) en www.cubadebate.cu; no es muy factible que Cuba se transforme de ahora en más en una democracia o que sus líderes y el partido estén convencidos de que así sea.
Da la sensación, como siempre sucede con Cuba, que los acontecimientos y las noticias que se generan en la isla debido a los desastres naturales son aprovechados para usarlos como gasolina y buscar instalarse en el mundo de naciones sin condicionamiento alguno. En este caso, creo que Cuba está USAndo a los dos huracanes para negociar con estadounidenses y europeos. Pero no habrá cambios.
Las posiciones estatales son irreconciliables. Estados Unidos ofrece ayuda a condición de que Cuba permita entrar a un grupo de expertos para hacer una evaluación de los daños tras el paso de los huracanes, y Cuba condiciona el aporte a que el gobierno estadounidense deje de lado el embargo económico para poder comprar los materiales para la reconstrucción.
Ninguno cede en sus posiciones, a excepción de un par de legisladores demócratas que hablan de flexibilizar el embargo por unos seis meses. Los contrarios aducen que Cuba siempre solicita lo mismo y que gracias a ese reclamo ha logrado que en huracanes anteriores Estados Unidos haya flexibilizado, por ejemplo, la venta de granos aunque sólo sea en efectivo. Un requisito que impone el Ministerio del Tesoro.
Más allá de estas disquisiciones políticas, los cubanos exiliados en Miami han contribuido con grandes cantidades de dinero recaudadas en teletones el fin de semana pasada a través de fundaciones privadas y canales de televisión. En Miami hay sentimientos encontrados entre los ciudadanos cubanoamericanos de a pie, los muchos preferirían una flexibilización del embargo que les permita viajar y llevar la ayuda en forma personal a sus familiares y amigos, pero también creen que es necesario que el embargo se mantenga como presión para buscar cambios políticos en la isla.
Los desastres naturales son justamente los hechos que suelen ilustrar con más vehemencias estas posiciones encontradas.
Por otra parte, en este juego político, Cuba aprovechó e hizo un guiño hacia la Comunidad Europea, sometiéndose a aceptar una evaluación europea de los daños causados por Ike y Gustav, primer acercamiento que hay después de los del otro lado del Atlántico impusieran el congelamiento de las relaciones en el 2003 cuando Fidel Castro ordenó encarcelar a 75 disidentes en lo que se denominó “la primavera negra”.
Lo más importante de este nuevo frente de negociación es que la Comunidad Europea condiciona su diálogo a la liberación del resto de los 75 disidentes presos (20 ya fueron liberados por razones de enfermedad) a mejorar las condiciones de los derechos humanos, la libertad de expresión y a que se reconozca a la disidencia interna como un movimiento político, ergo, empezar un verdadero proceso democrático y a que se permita a los europeos el contacto permanente con los opositores internos al régimen.
Dada las condiciones y medidas cosméticas que ha adoptado Raúl Castro desde que su hermano se recluyó del poder y escribe sus pensamientos (ya casi memorias) en www.cubadebate.cu; no es muy factible que Cuba se transforme de ahora en más en una democracia o que sus líderes y el partido estén convencidos de que así sea.
Da la sensación, como siempre sucede con Cuba, que los acontecimientos y las noticias que se generan en la isla debido a los desastres naturales son aprovechados para usarlos como gasolina y buscar instalarse en el mundo de naciones sin condicionamiento alguno. En este caso, creo que Cuba está USAndo a los dos huracanes para negociar con estadounidenses y europeos. Pero no habrá cambios.
septiembre 16, 2008
¡Viva la dependencia!
¡Viva la dependencia! pareció gritar ayer el presidente hondureño Manuel Zelaya cuando en realidad se hubiese tenido que ajustar al protocolo y en el día patrio exhalar el esperado ¡Viva la independencia! Los abucheos no se hicieron esperar por un grupo nutrido de compatriotas que lo escuchó hablar a sus anchas a favor de la Alternativa Bolivariana para las Américas promovida por Hugo Chávez y criticar a sus connacionales neoliberales por todos los males de su país.
A Zelaya no le fue nada bien. Se tuvo que escapar entre medio de insultos y metido entre sus guardaespaldas, ante el reclamo de varios legisladores que expresaron que no aprobarán el ALBA. La verborragia altisonante de Zelaya que parece imitar los desenfrenos de Chávez, ha hecho confluir dos refranes que suelen estar relacionados entre sí: el pez por la boca muere y el tiro suele salir por la culata.
Ante un discurso que habrá pensado heroico durante el 187 aniversario de la emancipación centroamericana, y queriendo endilgarle a los estadounidenses la mimetización de las reglas capitalistas del libre mercado, Zelaya no tuvo el plafón político que esperaba con su verbosidad anti nacional.
Si de autonomía, soberanía y de libertad se tratara, Zelaya no es consecuente con lo que dice porque estaría saltando de una dependencia de mercado a una dependencia ideológica. En realidad, está enajenando esos valores y la independencia a nombre de un instrumento como el Alba, una alternativa más política, ideológica y divisionista que lo aleja del socio comercial más estratégico.
El discurso de ayer me hizo acordar al que presencié en octubre pasado cuando en Miami habló en la asamblea general de la SIP, en el que lo único que hizo es criticar a los medios de comunicación y periodistas de su país y endilgarle a los comunicadores en general los males de su gobierno y de América Latina. Una salida muy fácil, que le sirve para exculpar y justificar los propios errores gubernamentales.
A Zelaya no le fue nada bien. Se tuvo que escapar entre medio de insultos y metido entre sus guardaespaldas, ante el reclamo de varios legisladores que expresaron que no aprobarán el ALBA. La verborragia altisonante de Zelaya que parece imitar los desenfrenos de Chávez, ha hecho confluir dos refranes que suelen estar relacionados entre sí: el pez por la boca muere y el tiro suele salir por la culata.
Ante un discurso que habrá pensado heroico durante el 187 aniversario de la emancipación centroamericana, y queriendo endilgarle a los estadounidenses la mimetización de las reglas capitalistas del libre mercado, Zelaya no tuvo el plafón político que esperaba con su verbosidad anti nacional.
Si de autonomía, soberanía y de libertad se tratara, Zelaya no es consecuente con lo que dice porque estaría saltando de una dependencia de mercado a una dependencia ideológica. En realidad, está enajenando esos valores y la independencia a nombre de un instrumento como el Alba, una alternativa más política, ideológica y divisionista que lo aleja del socio comercial más estratégico.
El discurso de ayer me hizo acordar al que presencié en octubre pasado cuando en Miami habló en la asamblea general de la SIP, en el que lo único que hizo es criticar a los medios de comunicación y periodistas de su país y endilgarle a los comunicadores en general los males de su gobierno y de América Latina. Una salida muy fácil, que le sirve para exculpar y justificar los propios errores gubernamentales.
septiembre 15, 2008
OBSESION
No se trata del perfume de Kalvin Klein, sino de un documental que ayer The Miami Herald repartió con su distribución. “Obsesión: la guerra islámica fundamentalista en contra de Occidente” (Obsession: Radical Islam's War Against the West” es un documental del 2006 que trata de crear conciencia sobre la guerra santa que el terrorismo islámico le declaró a Estados Unidos y al Occidente después del ataque contra las Torres Gemelas en Nueva York.
“Obsesión” compara los objetivos, intención y sobre todo la propaganda musulmana radical con la de Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda del régimen hitleriano, para influenciar en sus poblaciones sobre la amenaza de los judíos conquistando el mundo y de toda persona que no tenga como religión venerar e idolatrar a Alá, así sean cristianos, hindúes, budistas.
Muestra especialmente el adoctrinamiento de menores musulmanes quienes están convencidos de que en la Guerra Santa, deben combatir el demonio para que Alá reine sobre todo el planeta a cualquier costo, incluso para inmolarse implotándose contra los objetivos. Confundir a los menores o influenciarlos mediante la propaganda no es nada nuevo, lo han utilizado los regímenes más despóticos y no hace falta irse más allá de nuestras fronteras latinoamericanas. En Cuba el adoctrinamiento es parte de la educación formal, lo mismo que lo está solidificando el régimen chavista con la nueva reforma educativa y lo hizo en su tiempo el general Juan Perón a través de textos que idolatraban la vida “santa” de Evita, por ejemplo.
“Obsesión” no se queda solo en la denuncia del terrorismo sino también pide acción para denunciar actividades sospechosas o denunciar a los profesores universitarios que pudieran, con su escepticismo, ayudar a los jóvenes estadounidenses a creer que el terrorismo no es una amenaza, como lo trató de hacer ver en su documental “Farenheit 9/11”, Michael Moore, quien se mofa de George W. Bush y de los medios de comunicación por su cobertura sobre la guerra declarada al terrorismo.
El documental es un instrumento de propaganda que busca contrarrestar el escepticismo de una población que no cree que puedan ocurrir otros atentados. Alienta a estar atentos y a no bajar la guardia. En el sitio de internet http://www.obsessionthemovie.com ofrece numerosas alternativas de cómo actuar ante la amenaza del terrorismo.
Este tipo de propaganda masiva aparece el mismo día en que el principal editorial de The New York Times critica que el país ha sido calificado con una "c" en su lucha para defenderse del terrorismo, según una junta del Congreso, pidiendo mayores esfuerzos al gobierno federal.
“Obsesión” compara los objetivos, intención y sobre todo la propaganda musulmana radical con la de Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda del régimen hitleriano, para influenciar en sus poblaciones sobre la amenaza de los judíos conquistando el mundo y de toda persona que no tenga como religión venerar e idolatrar a Alá, así sean cristianos, hindúes, budistas.
Muestra especialmente el adoctrinamiento de menores musulmanes quienes están convencidos de que en la Guerra Santa, deben combatir el demonio para que Alá reine sobre todo el planeta a cualquier costo, incluso para inmolarse implotándose contra los objetivos. Confundir a los menores o influenciarlos mediante la propaganda no es nada nuevo, lo han utilizado los regímenes más despóticos y no hace falta irse más allá de nuestras fronteras latinoamericanas. En Cuba el adoctrinamiento es parte de la educación formal, lo mismo que lo está solidificando el régimen chavista con la nueva reforma educativa y lo hizo en su tiempo el general Juan Perón a través de textos que idolatraban la vida “santa” de Evita, por ejemplo.
“Obsesión” no se queda solo en la denuncia del terrorismo sino también pide acción para denunciar actividades sospechosas o denunciar a los profesores universitarios que pudieran, con su escepticismo, ayudar a los jóvenes estadounidenses a creer que el terrorismo no es una amenaza, como lo trató de hacer ver en su documental “Farenheit 9/11”, Michael Moore, quien se mofa de George W. Bush y de los medios de comunicación por su cobertura sobre la guerra declarada al terrorismo.
El documental es un instrumento de propaganda que busca contrarrestar el escepticismo de una población que no cree que puedan ocurrir otros atentados. Alienta a estar atentos y a no bajar la guardia. En el sitio de internet http://www.obsessionthemovie.com ofrece numerosas alternativas de cómo actuar ante la amenaza del terrorismo.
Este tipo de propaganda masiva aparece el mismo día en que el principal editorial de The New York Times critica que el país ha sido calificado con una "c" en su lucha para defenderse del terrorismo, según una junta del Congreso, pidiendo mayores esfuerzos al gobierno federal.
septiembre 13, 2008
“Yankee, go home”
Primero Evo Morales, enseguida Hugo Chávez y ahora casi Manuel Zelaya, algunos presidentes latinoamericanos parece que retomaron los viejos refranes de décadas pasadas cuando el “Yankee, go home” pululaba por América Latina.
Evo echó al embajador estadounidense acusándolo de injerencia por apoyar a cuatro prefectos opositores; Hugo, que cada día está más imperialista y metiéndose en cada vez más en asuntos de otros países y sufre de un síndrome de Libertador Bolívar-San Martín, lo hizo al día siguiente en solidaridad, y hoy se le sumó el hondureño “Zel”, quien postergó la ceremonia de aceptación de las credenciales del nuevo embajador norteamericano, metiéndose también en un lío que ni siquiera entiende. El gobierno argentino no se sumó a esto – ganas tal vez tendría – y por eso envió a un grupo de piqueteros a solidarizarse frente a la embajada estadounidense, una especie de gesto con sus correligionarios, pero que trata de ser menor para no tener problemas con el gas que le debe llegar desde Tarija.
Solidaridad no es justamente lo que sucede, sino conveniencia. Chávez solo trata de aprovecharse de cualquier conflicto para poder montar su circo y bañarse en un liderazgo que nadie le da, de la misma forma que lo trató de hacer cuando se solidarizó con Rafael Correa, después que Uribe hizo bombardear un campamento de las Farc en territorio ecuatoriano, matando al líder terrorista Raúl Reyes.
Aquella vez como esta, a Chávez le salió el tiro por la culata. Las computadoras secuestradas a las Farc tenían numerosos mensajes en los que guerrilleros colombianos y funcionarios venezolanos trataban de intercambiar armas y entrenamiento. Ahora, los militares bolivianos le advirtieron que “no permitiremos la intromisión de Chávez en asuntos nuestros”, después de escucharlo que mandaría sus tropas para defender a Evo en caso de un golpe de Estado. Por más que coseche algo de admiración, Chávez está aprendiendo que no es lo mismo lo que puede hacer en su país donde mantiene a la gente y a la oposición con férreo puño. En Bolivia, todos se acuerdan todavía cuando una horda atacó a un avión militar venezolano que tuvo que despegar a las apuradas, bajo sospecha de que estaba trayendo una valija llena de dólares como semanas atrás le habían llevado a Cristina Kirchner para su campaña electoral.
En casa, tratando de restar importancia a unas elecciones internas que se le avecinan no muy fáciles de obtener en noviembre y para evitar el escándalo político que se está creando en un juzgado de Miami que investiga la conexión entre el maletín que llevaba Antonini a Cristina de su parte, Chávez ha hecho varias cosas en forma directa e indirecta para disipar la atención. Primero, ha neutralizado a la oposición inhabilitando judicialmente (totalmente dependiente-chavista) a más de 100 opositores que no podrán presentarse a las elecciones por delitos inexistentes.
Segundo, levanta revuelo con temas nacionalistas tratando de enervar a las masas en contra de Estados Unidos acusando a todo el mundo de que hay conspiraciones en marcha tanto para asestarle un golpe como para asesinarlo. Echó al embajador norteamericano y se pavonea con dos aviones rusos, con tropas que vendrán y desafía con más proyectos de colaboración militar y comercial con Irán, justamente dos países que tienen pésimas relaciones con Estados Unidos. Nada parece que sea por casualidad. La intención del desafío está muy clara.
Por otro lado, Chávez está restando atención a donde realmente está la peor crisis de América Latina en este momento, en Bolivia, donde hay una pelea fratricida de origen comercial y económica más que política, porque en realidad lo que está en juego son cuatro zonas más ricas que las demás, que quieren una mejor distribución impositiva. La única zona que podría tener la fortaleza independentista si la buscara, sería Tarija, donde está el gas, el producto que mueve a Bolivia.
Zelaya se está metiendo en un terreno que no le corresponde, pero es obvio que su solidaridad está disfrazada de conveniencia. Hace un par de semanas, Honduras se adhirió al Alba, un instrumento de ideología y petrohipotecario que Chávez usa para someter a los que dicen son su amigos, a pesar de que lo disfraza de liberador.
El “Yankee, go home” no es muy prudente en un momento que los Estados Unidos se están tratando de acomodar en sus propias elecciones y hay tanto en juego, como tratados comerciales, negociaciones por la legalización de los indocumentados y estrategias anti narcóticos. Este “Yankee, go home”, es un poco jocoso, si uno presta atención al reclamo que por todos estos años de Bush se le ha hecho a Estados Unidos por no mirar ni prestar atención hacia el Sur. Echar embajadores no es la forma que uno quisiera para atraer la atención.
Evo echó al embajador estadounidense acusándolo de injerencia por apoyar a cuatro prefectos opositores; Hugo, que cada día está más imperialista y metiéndose en cada vez más en asuntos de otros países y sufre de un síndrome de Libertador Bolívar-San Martín, lo hizo al día siguiente en solidaridad, y hoy se le sumó el hondureño “Zel”, quien postergó la ceremonia de aceptación de las credenciales del nuevo embajador norteamericano, metiéndose también en un lío que ni siquiera entiende. El gobierno argentino no se sumó a esto – ganas tal vez tendría – y por eso envió a un grupo de piqueteros a solidarizarse frente a la embajada estadounidense, una especie de gesto con sus correligionarios, pero que trata de ser menor para no tener problemas con el gas que le debe llegar desde Tarija.
Solidaridad no es justamente lo que sucede, sino conveniencia. Chávez solo trata de aprovecharse de cualquier conflicto para poder montar su circo y bañarse en un liderazgo que nadie le da, de la misma forma que lo trató de hacer cuando se solidarizó con Rafael Correa, después que Uribe hizo bombardear un campamento de las Farc en territorio ecuatoriano, matando al líder terrorista Raúl Reyes.
Aquella vez como esta, a Chávez le salió el tiro por la culata. Las computadoras secuestradas a las Farc tenían numerosos mensajes en los que guerrilleros colombianos y funcionarios venezolanos trataban de intercambiar armas y entrenamiento. Ahora, los militares bolivianos le advirtieron que “no permitiremos la intromisión de Chávez en asuntos nuestros”, después de escucharlo que mandaría sus tropas para defender a Evo en caso de un golpe de Estado. Por más que coseche algo de admiración, Chávez está aprendiendo que no es lo mismo lo que puede hacer en su país donde mantiene a la gente y a la oposición con férreo puño. En Bolivia, todos se acuerdan todavía cuando una horda atacó a un avión militar venezolano que tuvo que despegar a las apuradas, bajo sospecha de que estaba trayendo una valija llena de dólares como semanas atrás le habían llevado a Cristina Kirchner para su campaña electoral.
En casa, tratando de restar importancia a unas elecciones internas que se le avecinan no muy fáciles de obtener en noviembre y para evitar el escándalo político que se está creando en un juzgado de Miami que investiga la conexión entre el maletín que llevaba Antonini a Cristina de su parte, Chávez ha hecho varias cosas en forma directa e indirecta para disipar la atención. Primero, ha neutralizado a la oposición inhabilitando judicialmente (totalmente dependiente-chavista) a más de 100 opositores que no podrán presentarse a las elecciones por delitos inexistentes.
Segundo, levanta revuelo con temas nacionalistas tratando de enervar a las masas en contra de Estados Unidos acusando a todo el mundo de que hay conspiraciones en marcha tanto para asestarle un golpe como para asesinarlo. Echó al embajador norteamericano y se pavonea con dos aviones rusos, con tropas que vendrán y desafía con más proyectos de colaboración militar y comercial con Irán, justamente dos países que tienen pésimas relaciones con Estados Unidos. Nada parece que sea por casualidad. La intención del desafío está muy clara.
Por otro lado, Chávez está restando atención a donde realmente está la peor crisis de América Latina en este momento, en Bolivia, donde hay una pelea fratricida de origen comercial y económica más que política, porque en realidad lo que está en juego son cuatro zonas más ricas que las demás, que quieren una mejor distribución impositiva. La única zona que podría tener la fortaleza independentista si la buscara, sería Tarija, donde está el gas, el producto que mueve a Bolivia.
Zelaya se está metiendo en un terreno que no le corresponde, pero es obvio que su solidaridad está disfrazada de conveniencia. Hace un par de semanas, Honduras se adhirió al Alba, un instrumento de ideología y petrohipotecario que Chávez usa para someter a los que dicen son su amigos, a pesar de que lo disfraza de liberador.
El “Yankee, go home” no es muy prudente en un momento que los Estados Unidos se están tratando de acomodar en sus propias elecciones y hay tanto en juego, como tratados comerciales, negociaciones por la legalización de los indocumentados y estrategias anti narcóticos. Este “Yankee, go home”, es un poco jocoso, si uno presta atención al reclamo que por todos estos años de Bush se le ha hecho a Estados Unidos por no mirar ni prestar atención hacia el Sur. Echar embajadores no es la forma que uno quisiera para atraer la atención.
septiembre 12, 2008
La dualidad de los hispanos
Para los millones de hispanos que elegimos vivir mejor en el Norte, pero que miramos de reojo el bienestar de nuestra gente en el Sur, la elección Presidencial nos presenta una dualidad peculiar. Los demócratas nos ofrecen un sistema más favorable y equitativo respecto a la distribución de la riqueza, pero no brindan nada hacia el Sur, cierran sus fronteras y enamoran a los sindicatos nacionales prometiendo que recobrarán el “Made in America”. Los republicanos, en cambio, presentan el desafío mayor hacia el interior, obligan más a la competencia y a buscar “el sueño americano” tras el esfuerzo personal y la carga impositiva; pero, por otro lado, cacarean con abrir más las fronteras y cristalizar los acuerdos de libre comercio como el de Colombia y otros países latinoamericanos.
Obama y Biden encarnan mejor nuestras preocupaciones por los derechos civiles y la igualdad frente a la mayoría étnica, con políticas más socialistas al estilo Comunidad Europea; sin embargo, McCain y Palin muestran las cualidades de un sistema político y económico que fue la atracción principal (como los parques de Disney) para venir a estas tierras; además de que no tienen medias tintas para condenar a los regímenes neopopulistas del Sur que siguen socavando las libertades públicas.
Pero no nos engañemos, el Sur no es prioridad para Estados Unidos, cuyos ojos miran hacia el Este y lo más lejano de ese punto cardinal. Ambas agendas partidarias, conciben a Latinoamérica como el mal menor de los asuntos internacionales, porque sus retos se centran en la competencia económica, los recursos energéticos y los conflictos políticos encarnados por el Medio y Lejano Oriente. Sobre América Latina, Estados Unidos aprendió a tener paciencia y a dejar que se acomode. El Sur ha dado muestras de un sistema de ciclotimia política que es capaz de pasar de regímenes militares a neoliberales y de centroizquierda a neopopulistas en menos de dos décadas. Y de cambiar constituciones a diestra y siniestra.
Más allá de esa política pendular latinoamericana, quien entre al Salón Oval tendrá que mirar hacia el Sur. El asedio del narcotráfico, la pobre distribución de la riqueza y la corrupción rampante e impune, son los motores que corroen a los sistemas. Si Estados Unidos no ayuda o motiva la reversión de esas tres variables - seguridad, igualdad y justicia - tendrá que seguir construyendo los impopulares y degradantes muros de contención en sus fronteras.
Obama y Biden encarnan mejor nuestras preocupaciones por los derechos civiles y la igualdad frente a la mayoría étnica, con políticas más socialistas al estilo Comunidad Europea; sin embargo, McCain y Palin muestran las cualidades de un sistema político y económico que fue la atracción principal (como los parques de Disney) para venir a estas tierras; además de que no tienen medias tintas para condenar a los regímenes neopopulistas del Sur que siguen socavando las libertades públicas.
Pero no nos engañemos, el Sur no es prioridad para Estados Unidos, cuyos ojos miran hacia el Este y lo más lejano de ese punto cardinal. Ambas agendas partidarias, conciben a Latinoamérica como el mal menor de los asuntos internacionales, porque sus retos se centran en la competencia económica, los recursos energéticos y los conflictos políticos encarnados por el Medio y Lejano Oriente. Sobre América Latina, Estados Unidos aprendió a tener paciencia y a dejar que se acomode. El Sur ha dado muestras de un sistema de ciclotimia política que es capaz de pasar de regímenes militares a neoliberales y de centroizquierda a neopopulistas en menos de dos décadas. Y de cambiar constituciones a diestra y siniestra.
Más allá de esa política pendular latinoamericana, quien entre al Salón Oval tendrá que mirar hacia el Sur. El asedio del narcotráfico, la pobre distribución de la riqueza y la corrupción rampante e impune, son los motores que corroen a los sistemas. Si Estados Unidos no ayuda o motiva la reversión de esas tres variables - seguridad, igualdad y justicia - tendrá que seguir construyendo los impopulares y degradantes muros de contención en sus fronteras.
septiembre 11, 2008
Todo cambió después de Setiembre 11
Todos nos acordamos de los que hacíamos ese día. Imborrable. Yo iba hacia la oficina y la Radio Caracol me sorprendió con una noticia de último momento, una avioneta había sufrido un accidente contra una de las torres gemelas. Mientras subía a la Palmetto en Miami, llamé a mi mujer para que prenda el televisor. Par de millas más adelante, ya no era un accidente, sino un atentado, y eran dos Boeing los que se habían incrustado en las torres.
Abombado manejé hasta llegar y así quedé por varios días. Descubrí que todos estábamos así. Y por varias semanas. Por más que uno quisiera era difícil comprender. Tenía miedo y desconfianza por todo, y quedé como agazapado por meses esperando el nuevo golpe, especialmente en los aniversarios como hoy, y cada vez que veo un estadio lleno, una manifestación, o subo a un avión.
Me pregunto qué hubiera pasado sin ese atentado. ¿Qué seríamos hoy? Es que no solo cambió EE.UU. sino también el mundo. De pronto el terrorismo se globalizó. Bin Laden se transformó en el personaje más famoso. Ocurrieron guerras, alianzas desprestigiadas entre países y EE.UU. pasó de la simpatía y solidaridad mundial inmediata, a ser un país tan odiado como el propio Laden.
La guerra tres semanas después en Afganistan y la invasión del 2003 en Irak no resolvieron todavía nada. Y como si fuera poco, George W. Bush no pudo cumplir siete años después su promesa prioritaria de atrapar a Laden. Y también me pregunto. ¿Qué hubiera pasado si EE.UU. no hubiera llevado el conflicto hacia aquellos países? ¿Hubieran continuado los ataques en terreno propio? ¿Si atrapan a Laden, ya se evitaría el problema del terrorismo internacional?
Septiembre 11 cambió todo, la forma que nos comportamos, la forma que pensamos. La vida es distinta.
Abombado manejé hasta llegar y así quedé por varios días. Descubrí que todos estábamos así. Y por varias semanas. Por más que uno quisiera era difícil comprender. Tenía miedo y desconfianza por todo, y quedé como agazapado por meses esperando el nuevo golpe, especialmente en los aniversarios como hoy, y cada vez que veo un estadio lleno, una manifestación, o subo a un avión.
Me pregunto qué hubiera pasado sin ese atentado. ¿Qué seríamos hoy? Es que no solo cambió EE.UU. sino también el mundo. De pronto el terrorismo se globalizó. Bin Laden se transformó en el personaje más famoso. Ocurrieron guerras, alianzas desprestigiadas entre países y EE.UU. pasó de la simpatía y solidaridad mundial inmediata, a ser un país tan odiado como el propio Laden.
La guerra tres semanas después en Afganistan y la invasión del 2003 en Irak no resolvieron todavía nada. Y como si fuera poco, George W. Bush no pudo cumplir siete años después su promesa prioritaria de atrapar a Laden. Y también me pregunto. ¿Qué hubiera pasado si EE.UU. no hubiera llevado el conflicto hacia aquellos países? ¿Hubieran continuado los ataques en terreno propio? ¿Si atrapan a Laden, ya se evitaría el problema del terrorismo internacional?
Septiembre 11 cambió todo, la forma que nos comportamos, la forma que pensamos. La vida es distinta.
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