De la forma que empezó, este 2010 diera la impresión que será el de los tres chiflados: Hugo Chávez, Evo Morales y rafael Correa comenzaron con sus andanzas de ver complots en todos lados. Ya resultan graciosos por las estupideces que dicen y hacen y, sobre todo, por ver fantasmas, conspiraciones, golpes e invasiones por todos lados. Menos mal que ya el cuarto no cuenta, me refiero a Mel Zelaya, aunque seguro que pronto el espacio será ocupado.
Chávez insiste en que Holanda le está prestando las islas bajo su dominio en el Caribe - Bon Aire, Curazao y Aruba – a los estadounidenses para tener otro flanco de ataque además del que se dará desde Colombia. Evo insiste en perseguir al candidato opositor Manfred Reyes Villa, a quien acusa de estar fugitivo o prófugo en los Estados Unidos, la misma fórmula que Chávez utilizó para desmantelar a la oposición y que sus líderes terminen encarcelados o en el exilio; mientras que Correa ahora considera que la derecha está confabulada con un grupo de militares que están listos para asestarle un golpe.
En fin… más de lo mismo. Buscando guerritas ideológicas para desviar la atención. Pan y circo, como en la época romana.
Quiero contarles sobre los procesos creativos de esta nueva historia sobre la verdad, la libertad y el miedo al futuro. Es mi nueva novela y espero publicarla cuando se sincronicen los planetas (las editoriales) o cuando se me acabe la paciencia y decida autopublicar -- Los contenidos de mi blog Prensa y Expresión están en el archivo. Blog por Ricardo Trotti
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enero 02, 2010
marzo 28, 2009
Zelaya y Ortega: desaire al presnete
Los gobiernos de Estados Unidos no son trigo limpio y mucha razón hubo durante la administración de George Bush cuando todos criticaban que los estadounidenses le dieron y le están dando la espalda a Latinoamérica.
Después de esa crítica justa, sin embargo lo que sorprende, es que ahora que el nuevo gobierno tomó la decisión correcta de escuchar a Latinoamérica – por eso la visita del vicepresidente a Chila y a Costa Rica donde está escuchando a los presidentes del cono Sur y esta semana lo hará con los de América Central – dos presidentes como Manuel Zelaya y Daniel Ortega no solo desaprovechan la oportunidad sino que producen un gran desaire a los nuevos tiempos de cambio. Desairaron la presente época.
Después de esa crítica justa, sin embargo lo que sorprende, es que ahora que el nuevo gobierno tomó la decisión correcta de escuchar a Latinoamérica – por eso la visita del vicepresidente a Chila y a Costa Rica donde está escuchando a los presidentes del cono Sur y esta semana lo hará con los de América Central – dos presidentes como Manuel Zelaya y Daniel Ortega no solo desaprovechan la oportunidad sino que producen un gran desaire a los nuevos tiempos de cambio. Desairaron la presente época.
diciembre 06, 2008
Insisten con observatorio de medios
El gobierno hondureño insistió esta semana con una idea que promovió el gobierno argentino a principios de año, de crear un observatorio para vigilar o denunciar a los medios y periodistas que no comulgan con la línea oficial o los fiscalizan demasiado.
El anuncio lo hizo placenteramente esta semana el ministro de la Presidencia del presidente Manuel Zelaya, quien asiduamente critica a los medios de comunicación. Enrique Flores Lanza dijo que el gobierno promueve un observatorio con el fin de que diferentes sectores de la sociedad puedan analizar el comportamiento de los medios, de tal forma que se determine cuáles de ellos “se convierten en enemigos de los intereses generales de la población, al manipular tendenciosamente la información y perjudicar de manera sistemática la imagen, no del gobierno sino del país”.
La idea del gobierno de Zelaya no es muy novedosa. Siempre emerge de aquellos que no toleran la crítica, justificándose que los periodistas son “golpistas”, “desestabilizadores de la democracia” o “oligarcas”, calificativo éste último que se usa con asiduidad en Honduras.
No creo que haya periodista, medio o asociación de prensa que piense que no debe existir la crítica contra la profesión. Como cualquier otra disciplina no puede estar exenta al escrutinio. La discusión es otra: ¿Puede el gobierno intervenir en asuntos de libertad de prensa o de expresión? NO, no puede - incluso por apariencia - porque se minimiza a sí mismo, al tratar de controlar la expresión de sus ciudadanos que se ejerce en forma particular o a través de los medios.
El sólo hecho de pensar en un control, equivale a sembrar la semilla de la autocensura.
Si el Gobierno interviene en este tema, por más que sea una vigilancia sobre la ética y sin sanción legal, pensemos en la puerta que estaremos abriendo: entonces también se podrá atribuir la creación de Observatorios Sindicalistas para controlar nuestras discusiones dentro de los sindicatos; Observatorios Ecuménicos para vigilar los sermones de los curas, rabinos y pastores en los templos; Observatorios Políticos para limitar los debates en los congresos y concejos deliberantes; Observatorios Estudiantiles para minimizar las opiniones en los recintos universitarios; y, ¿por qué no? Observatorios de Bloggeros para coartar esta nueva forma de comunicación.
La intervención que le cabe al Estado es el orden jurídico y legal. Si alguien se siente dañado debe poder acudir al imperio de la ley y a la administración de la justicia.
Ahora bien, si es una cuestión de conducta profesional, de ética, esa labor le corresponde a los propios grupos involucrados, junto con la participación ciudadana en el caso de los medios. No por nada, la Declaración de Principios sobre Libertad de Expresión de la OEA de 2000, establece en su Art. 6: “… La actividad periodística debe regirse por conductas éticas, las cuales en ningún caso pueden ser impuestas por los Estados”.
Por su parte, la Declaración de Chapultepec, en su Art. 9 establece: “La credibilidad de la prensa está ligada al compromiso con la verdad, a la búsqueda de precisión, imparcialidad y equidad… El logro de estos fines y la observancia de los valores éticos y profesionales no deben ser impuestos. Son responsabilidad exclusiva de periodistas y medios. En una sociedad libre la opinión pública premia o castiga”.
El anuncio lo hizo placenteramente esta semana el ministro de la Presidencia del presidente Manuel Zelaya, quien asiduamente critica a los medios de comunicación. Enrique Flores Lanza dijo que el gobierno promueve un observatorio con el fin de que diferentes sectores de la sociedad puedan analizar el comportamiento de los medios, de tal forma que se determine cuáles de ellos “se convierten en enemigos de los intereses generales de la población, al manipular tendenciosamente la información y perjudicar de manera sistemática la imagen, no del gobierno sino del país”.
La idea del gobierno de Zelaya no es muy novedosa. Siempre emerge de aquellos que no toleran la crítica, justificándose que los periodistas son “golpistas”, “desestabilizadores de la democracia” o “oligarcas”, calificativo éste último que se usa con asiduidad en Honduras.
No creo que haya periodista, medio o asociación de prensa que piense que no debe existir la crítica contra la profesión. Como cualquier otra disciplina no puede estar exenta al escrutinio. La discusión es otra: ¿Puede el gobierno intervenir en asuntos de libertad de prensa o de expresión? NO, no puede - incluso por apariencia - porque se minimiza a sí mismo, al tratar de controlar la expresión de sus ciudadanos que se ejerce en forma particular o a través de los medios.
El sólo hecho de pensar en un control, equivale a sembrar la semilla de la autocensura.
Si el Gobierno interviene en este tema, por más que sea una vigilancia sobre la ética y sin sanción legal, pensemos en la puerta que estaremos abriendo: entonces también se podrá atribuir la creación de Observatorios Sindicalistas para controlar nuestras discusiones dentro de los sindicatos; Observatorios Ecuménicos para vigilar los sermones de los curas, rabinos y pastores en los templos; Observatorios Políticos para limitar los debates en los congresos y concejos deliberantes; Observatorios Estudiantiles para minimizar las opiniones en los recintos universitarios; y, ¿por qué no? Observatorios de Bloggeros para coartar esta nueva forma de comunicación.
La intervención que le cabe al Estado es el orden jurídico y legal. Si alguien se siente dañado debe poder acudir al imperio de la ley y a la administración de la justicia.
Ahora bien, si es una cuestión de conducta profesional, de ética, esa labor le corresponde a los propios grupos involucrados, junto con la participación ciudadana en el caso de los medios. No por nada, la Declaración de Principios sobre Libertad de Expresión de la OEA de 2000, establece en su Art. 6: “… La actividad periodística debe regirse por conductas éticas, las cuales en ningún caso pueden ser impuestas por los Estados”.
Por su parte, la Declaración de Chapultepec, en su Art. 9 establece: “La credibilidad de la prensa está ligada al compromiso con la verdad, a la búsqueda de precisión, imparcialidad y equidad… El logro de estos fines y la observancia de los valores éticos y profesionales no deben ser impuestos. Son responsabilidad exclusiva de periodistas y medios. En una sociedad libre la opinión pública premia o castiga”.
septiembre 16, 2008
¡Viva la dependencia!
¡Viva la dependencia! pareció gritar ayer el presidente hondureño Manuel Zelaya cuando en realidad se hubiese tenido que ajustar al protocolo y en el día patrio exhalar el esperado ¡Viva la independencia! Los abucheos no se hicieron esperar por un grupo nutrido de compatriotas que lo escuchó hablar a sus anchas a favor de la Alternativa Bolivariana para las Américas promovida por Hugo Chávez y criticar a sus connacionales neoliberales por todos los males de su país.
A Zelaya no le fue nada bien. Se tuvo que escapar entre medio de insultos y metido entre sus guardaespaldas, ante el reclamo de varios legisladores que expresaron que no aprobarán el ALBA. La verborragia altisonante de Zelaya que parece imitar los desenfrenos de Chávez, ha hecho confluir dos refranes que suelen estar relacionados entre sí: el pez por la boca muere y el tiro suele salir por la culata.
Ante un discurso que habrá pensado heroico durante el 187 aniversario de la emancipación centroamericana, y queriendo endilgarle a los estadounidenses la mimetización de las reglas capitalistas del libre mercado, Zelaya no tuvo el plafón político que esperaba con su verbosidad anti nacional.
Si de autonomía, soberanía y de libertad se tratara, Zelaya no es consecuente con lo que dice porque estaría saltando de una dependencia de mercado a una dependencia ideológica. En realidad, está enajenando esos valores y la independencia a nombre de un instrumento como el Alba, una alternativa más política, ideológica y divisionista que lo aleja del socio comercial más estratégico.
El discurso de ayer me hizo acordar al que presencié en octubre pasado cuando en Miami habló en la asamblea general de la SIP, en el que lo único que hizo es criticar a los medios de comunicación y periodistas de su país y endilgarle a los comunicadores en general los males de su gobierno y de América Latina. Una salida muy fácil, que le sirve para exculpar y justificar los propios errores gubernamentales.
A Zelaya no le fue nada bien. Se tuvo que escapar entre medio de insultos y metido entre sus guardaespaldas, ante el reclamo de varios legisladores que expresaron que no aprobarán el ALBA. La verborragia altisonante de Zelaya que parece imitar los desenfrenos de Chávez, ha hecho confluir dos refranes que suelen estar relacionados entre sí: el pez por la boca muere y el tiro suele salir por la culata.
Ante un discurso que habrá pensado heroico durante el 187 aniversario de la emancipación centroamericana, y queriendo endilgarle a los estadounidenses la mimetización de las reglas capitalistas del libre mercado, Zelaya no tuvo el plafón político que esperaba con su verbosidad anti nacional.
Si de autonomía, soberanía y de libertad se tratara, Zelaya no es consecuente con lo que dice porque estaría saltando de una dependencia de mercado a una dependencia ideológica. En realidad, está enajenando esos valores y la independencia a nombre de un instrumento como el Alba, una alternativa más política, ideológica y divisionista que lo aleja del socio comercial más estratégico.
El discurso de ayer me hizo acordar al que presencié en octubre pasado cuando en Miami habló en la asamblea general de la SIP, en el que lo único que hizo es criticar a los medios de comunicación y periodistas de su país y endilgarle a los comunicadores en general los males de su gobierno y de América Latina. Una salida muy fácil, que le sirve para exculpar y justificar los propios errores gubernamentales.
septiembre 13, 2008
“Yankee, go home”
Primero Evo Morales, enseguida Hugo Chávez y ahora casi Manuel Zelaya, algunos presidentes latinoamericanos parece que retomaron los viejos refranes de décadas pasadas cuando el “Yankee, go home” pululaba por América Latina.
Evo echó al embajador estadounidense acusándolo de injerencia por apoyar a cuatro prefectos opositores; Hugo, que cada día está más imperialista y metiéndose en cada vez más en asuntos de otros países y sufre de un síndrome de Libertador Bolívar-San Martín, lo hizo al día siguiente en solidaridad, y hoy se le sumó el hondureño “Zel”, quien postergó la ceremonia de aceptación de las credenciales del nuevo embajador norteamericano, metiéndose también en un lío que ni siquiera entiende. El gobierno argentino no se sumó a esto – ganas tal vez tendría – y por eso envió a un grupo de piqueteros a solidarizarse frente a la embajada estadounidense, una especie de gesto con sus correligionarios, pero que trata de ser menor para no tener problemas con el gas que le debe llegar desde Tarija.
Solidaridad no es justamente lo que sucede, sino conveniencia. Chávez solo trata de aprovecharse de cualquier conflicto para poder montar su circo y bañarse en un liderazgo que nadie le da, de la misma forma que lo trató de hacer cuando se solidarizó con Rafael Correa, después que Uribe hizo bombardear un campamento de las Farc en territorio ecuatoriano, matando al líder terrorista Raúl Reyes.
Aquella vez como esta, a Chávez le salió el tiro por la culata. Las computadoras secuestradas a las Farc tenían numerosos mensajes en los que guerrilleros colombianos y funcionarios venezolanos trataban de intercambiar armas y entrenamiento. Ahora, los militares bolivianos le advirtieron que “no permitiremos la intromisión de Chávez en asuntos nuestros”, después de escucharlo que mandaría sus tropas para defender a Evo en caso de un golpe de Estado. Por más que coseche algo de admiración, Chávez está aprendiendo que no es lo mismo lo que puede hacer en su país donde mantiene a la gente y a la oposición con férreo puño. En Bolivia, todos se acuerdan todavía cuando una horda atacó a un avión militar venezolano que tuvo que despegar a las apuradas, bajo sospecha de que estaba trayendo una valija llena de dólares como semanas atrás le habían llevado a Cristina Kirchner para su campaña electoral.
En casa, tratando de restar importancia a unas elecciones internas que se le avecinan no muy fáciles de obtener en noviembre y para evitar el escándalo político que se está creando en un juzgado de Miami que investiga la conexión entre el maletín que llevaba Antonini a Cristina de su parte, Chávez ha hecho varias cosas en forma directa e indirecta para disipar la atención. Primero, ha neutralizado a la oposición inhabilitando judicialmente (totalmente dependiente-chavista) a más de 100 opositores que no podrán presentarse a las elecciones por delitos inexistentes.
Segundo, levanta revuelo con temas nacionalistas tratando de enervar a las masas en contra de Estados Unidos acusando a todo el mundo de que hay conspiraciones en marcha tanto para asestarle un golpe como para asesinarlo. Echó al embajador norteamericano y se pavonea con dos aviones rusos, con tropas que vendrán y desafía con más proyectos de colaboración militar y comercial con Irán, justamente dos países que tienen pésimas relaciones con Estados Unidos. Nada parece que sea por casualidad. La intención del desafío está muy clara.
Por otro lado, Chávez está restando atención a donde realmente está la peor crisis de América Latina en este momento, en Bolivia, donde hay una pelea fratricida de origen comercial y económica más que política, porque en realidad lo que está en juego son cuatro zonas más ricas que las demás, que quieren una mejor distribución impositiva. La única zona que podría tener la fortaleza independentista si la buscara, sería Tarija, donde está el gas, el producto que mueve a Bolivia.
Zelaya se está metiendo en un terreno que no le corresponde, pero es obvio que su solidaridad está disfrazada de conveniencia. Hace un par de semanas, Honduras se adhirió al Alba, un instrumento de ideología y petrohipotecario que Chávez usa para someter a los que dicen son su amigos, a pesar de que lo disfraza de liberador.
El “Yankee, go home” no es muy prudente en un momento que los Estados Unidos se están tratando de acomodar en sus propias elecciones y hay tanto en juego, como tratados comerciales, negociaciones por la legalización de los indocumentados y estrategias anti narcóticos. Este “Yankee, go home”, es un poco jocoso, si uno presta atención al reclamo que por todos estos años de Bush se le ha hecho a Estados Unidos por no mirar ni prestar atención hacia el Sur. Echar embajadores no es la forma que uno quisiera para atraer la atención.
Evo echó al embajador estadounidense acusándolo de injerencia por apoyar a cuatro prefectos opositores; Hugo, que cada día está más imperialista y metiéndose en cada vez más en asuntos de otros países y sufre de un síndrome de Libertador Bolívar-San Martín, lo hizo al día siguiente en solidaridad, y hoy se le sumó el hondureño “Zel”, quien postergó la ceremonia de aceptación de las credenciales del nuevo embajador norteamericano, metiéndose también en un lío que ni siquiera entiende. El gobierno argentino no se sumó a esto – ganas tal vez tendría – y por eso envió a un grupo de piqueteros a solidarizarse frente a la embajada estadounidense, una especie de gesto con sus correligionarios, pero que trata de ser menor para no tener problemas con el gas que le debe llegar desde Tarija.
Solidaridad no es justamente lo que sucede, sino conveniencia. Chávez solo trata de aprovecharse de cualquier conflicto para poder montar su circo y bañarse en un liderazgo que nadie le da, de la misma forma que lo trató de hacer cuando se solidarizó con Rafael Correa, después que Uribe hizo bombardear un campamento de las Farc en territorio ecuatoriano, matando al líder terrorista Raúl Reyes.
Aquella vez como esta, a Chávez le salió el tiro por la culata. Las computadoras secuestradas a las Farc tenían numerosos mensajes en los que guerrilleros colombianos y funcionarios venezolanos trataban de intercambiar armas y entrenamiento. Ahora, los militares bolivianos le advirtieron que “no permitiremos la intromisión de Chávez en asuntos nuestros”, después de escucharlo que mandaría sus tropas para defender a Evo en caso de un golpe de Estado. Por más que coseche algo de admiración, Chávez está aprendiendo que no es lo mismo lo que puede hacer en su país donde mantiene a la gente y a la oposición con férreo puño. En Bolivia, todos se acuerdan todavía cuando una horda atacó a un avión militar venezolano que tuvo que despegar a las apuradas, bajo sospecha de que estaba trayendo una valija llena de dólares como semanas atrás le habían llevado a Cristina Kirchner para su campaña electoral.
En casa, tratando de restar importancia a unas elecciones internas que se le avecinan no muy fáciles de obtener en noviembre y para evitar el escándalo político que se está creando en un juzgado de Miami que investiga la conexión entre el maletín que llevaba Antonini a Cristina de su parte, Chávez ha hecho varias cosas en forma directa e indirecta para disipar la atención. Primero, ha neutralizado a la oposición inhabilitando judicialmente (totalmente dependiente-chavista) a más de 100 opositores que no podrán presentarse a las elecciones por delitos inexistentes.
Segundo, levanta revuelo con temas nacionalistas tratando de enervar a las masas en contra de Estados Unidos acusando a todo el mundo de que hay conspiraciones en marcha tanto para asestarle un golpe como para asesinarlo. Echó al embajador norteamericano y se pavonea con dos aviones rusos, con tropas que vendrán y desafía con más proyectos de colaboración militar y comercial con Irán, justamente dos países que tienen pésimas relaciones con Estados Unidos. Nada parece que sea por casualidad. La intención del desafío está muy clara.
Por otro lado, Chávez está restando atención a donde realmente está la peor crisis de América Latina en este momento, en Bolivia, donde hay una pelea fratricida de origen comercial y económica más que política, porque en realidad lo que está en juego son cuatro zonas más ricas que las demás, que quieren una mejor distribución impositiva. La única zona que podría tener la fortaleza independentista si la buscara, sería Tarija, donde está el gas, el producto que mueve a Bolivia.
Zelaya se está metiendo en un terreno que no le corresponde, pero es obvio que su solidaridad está disfrazada de conveniencia. Hace un par de semanas, Honduras se adhirió al Alba, un instrumento de ideología y petrohipotecario que Chávez usa para someter a los que dicen son su amigos, a pesar de que lo disfraza de liberador.
El “Yankee, go home” no es muy prudente en un momento que los Estados Unidos se están tratando de acomodar en sus propias elecciones y hay tanto en juego, como tratados comerciales, negociaciones por la legalización de los indocumentados y estrategias anti narcóticos. Este “Yankee, go home”, es un poco jocoso, si uno presta atención al reclamo que por todos estos años de Bush se le ha hecho a Estados Unidos por no mirar ni prestar atención hacia el Sur. Echar embajadores no es la forma que uno quisiera para atraer la atención.
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