noviembre 23, 2012

Presidentes peligrosos; como Correa


El presidente Rafael Correa es uno de los presidentes más peligrosos de América Latina, destacándose entre un grupo que incluye a Cristina de Kirchner y Hugo Chávez. Sigue proponiendo, y con mayor vehemencia ahora, que la libertad de prensa debe ser una función del Estado ya que considera que para lo único que sirve es para que los medios de comunicación y las asociaciones de defensa de la libertad de prensa antepongan sus intereses económicos al bien común. Considera que la libertad de prensa es una excusa y antro de corrupción.

Correa es peligroso por su arrogancia para creer que todas las funciones de la vida diaria deberían depender del Estado – en su caso confunde Estado con gobierno o su propio gobierno – sin entender cual es la función de la libertad de prensa como ente fiscalizador de la función pública en una democracia y como esencia de expresión del ciudadano común cuando a esta se la incluye dentro de la libertad de expresión.

Al contrario de lo que piensan los líderes democráticos, Correa cree que las críticas a su gestión son una conspiración. Está obstinado a controlar a la prensa para evitar la crítica -y aunque viole el derecho del público a estar informado- ya que considera que la prensa tergiversa y manipula a los ciudadanos con la única intención de desestabilizar al gobierno.

Esta esquizofrenia paranoica hecha por tierra los principios más elementales de los tratados internacionales y de las luchas que por siglos la humanidad ha mantenido contra represores y opresores para hacer valer el derecho a la información y a la comunicación.

Lo peor de todo esto es que Correa está convencido de que deben existir “controles democráticos” para que la libertad de expresión sea “una función del Estado” como lo dijo esta semana al finalizar la Cumbre Iberoamericana en Cádiz. Sigue de esta forma haciendo propaganda de su futura Ley de Comunicación, una de las más peligrosas de América Latina.

Correa debe creer que los modelos arcaicos de libertad de expresión como los de Cuba y China deben prevalecer en el mundo.   

noviembre 21, 2012

Y dale con los votos


No hay dudas que los procesos electorales son la esencia de la democracia. Pero también es fundamental que las elecciones sean transparentes y en condiciones de igualdad.

Ayer Cristina de Kirchner desacreditó la huelga a nivel nacional que distintos gremios convocaron en Argentina, a la que calificó de “aprietes y amenazas contra los trabajadores”, diciendo que a ella “no la corre nadie” y sobre la fuerza de sus votos del 54% de los argentinos.

Cristina tiene razón sobre sus votos, pero tampoco puede ser tan arrogante, como lo son otros presidentes, tal el caso de Hugo Chávez por poner solo un ejemplo, de creer que sus votos son todos genuinos. Lamentablemente en Argentina existe mucho clientelismo y compra de votos en los procesos electorales mediante regalos y subsidios para encandilar a las masas. Y la polarización creada por el gobierno, tal el caso en Venezuela, de que todo es malo o todo es bueno, blanco o negro, ha hecho que muchos votantes, especialmente aquellos que dependen laboralmente de la administración pública, teman que no votar por el oficialismo les atraiga represalias.

Lamentablemente Cristina siguió ayer con un discurso poco conciliador y desafiante. Puso poca voluntad para escuchar las razones de la huelga así como tampoco escuchó el clamor del cacerolazo del 8 de noviembre pasado, lo que contradice su vocación netamente populista.

La democracia no solo se basa en elecciones limpias, sino en atender las necesidades de las minorías. Si Cristina se apoya en el 54% - un plafond que ya no tiene – es su deber tratar gobernar también para el 46%. 

noviembre 20, 2012

Ni a Fujimori ni a Guzmán


Existen dos movimientos muy consistentes pero bien incoherentes en Perú, que tienen que ver con el indulto del ex presidente Alberto Fujimori y la del creador del grupo terrorista Sendero Luminoso, Abimael Guzmán.

Ambos están pagando condena en la cárcel por delitos de lesa humanidad, los que según el derecho internacional no se acogen a medidas de perdones. Los hijos de Fujimori consideran que su padre está muy enfermo y que su excarcelación debería ser por compasión. Los miembros de  del Movimiento por la Amnistía y Derechos Fundamentales (Movadef), un grupo pro Sendero, consideran que su liberación servirá para ayudar a la reconciliación nacional.
Ambos fueron protagonistas en el conflicto interno que vivió el país entre 1980 a 2000, del cual se perdieron muchas vidas y se cometieron los más graves atropellos a los derechos humanos y a la democracia. Tampoco se puede comparar a los dos personajes. Guzmán hizo todo con la intención de destruir las instituciones del país con su lucha armada desde la clandestinidad.
No creo que la reconciliación nacional se pueda buscar en Perú a través de la liberación de estos dos personajes que han sido juzgados y condenados por lo que hicieron contra su propia gente. Justamente la mejor reconciliación que puede tener un país es cuando la justicia funciona y todos se sienten iguales.

El escritor peruano, Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura, rechazó ayer el indulto para ambos. Sobre Fujimori dijo que “está sano y bien cuidado” como para otorgarle un perdón humanitario, mientras que sobre Movadef, dijo que se trata de una fachada de Sendero, “íntimamente ligada a una organización terrorista que ha llenado de sangre y duelo a nuestro país”.

noviembre 15, 2012

Ni triunfadores ni vencidos


Comparto con ustedes la columna del fin de semana pasado sobre las elecciones que parecieran que hubieran quedado en el pasado pretérito, dada las últimas instancias que sacuden a la opinión pública estadounidense en estos días, tras la renuncia a la CIA del general David Petraus y las implicaciones de sus relaciones premaritales.

Esta es mi columna sobre la victoria de Obama y la derrota de Romney:

La división en partes iguales del electorado estadounidense demanda moderación y humildad. Ni el inquilino de la Casa Blanca ni la mayoría republicana elegida para la Cámara de Diputados pueden sentirse triunfalistas. El llamado de los electores, incluido el 42% que no salió a votar, invita a demócratas y republicanos a la reconciliación.
No será fácil. Ninguno de los dos partidos querrá traicionar la confianza electoral de sus constituyentes. Pero si para diciembre no logran consenso sobre cómo resolver el abismo fiscal, sanear cuentas fiscales y que los 23 millones de desempleados empiecen a tener esperanza, corren el riesgo de impulsar otra recesión económica y mayor desconfianza en Washington.
Pese al triunfalismo mostrado en los medios de comunicación y las redes sociales, Barack Obama ganó pero no puede sentirse triunfador. Sacó menos votos que en 2008 cuando obtuvo más de 69 millones. Los republicanos no deben sentirse vencidos, en los estados que decidieron la contienda, como Ohio, Virginia y Florida, el margen de diferencia fue mínimo, casi del uno por ciento. Además, es normal que un presidente gane la relección; Obama es el noveno en lograrlo en los últimos 100 años, salvo excepciones más recientes como el demócrata Jimmy Carter y el republicano George Bush padre.
Del otro lado de la moneda, es importante observar que con más de 60 millones de votos, Obama ganó con más de lo que preveía. Mientras que Mitt Romney con casi 58 millones de votos, obtuvo un millón menos que John McCain en 2008. Y eso que McCain tenía enormes desventajas en comparación. Tuvo que defender dos guerras y una economía en picada que heredaba de George Bush hijo y no consiguió recaudar dinero para la contienda electoral.
Obama y Romney también perdieron juntos. La masiva concurrencia mostrada en imágenes de largas filas frente a las urnas, fue una ilusión óptica o producto de una mejor cobertura televisiva. Solo un 58 por ciento acudió a votar, cuatro puntos menos que en 2008 y dos menos que en 2004. La falta de movilización contrasta con una campaña electoral que, para todos los cargos en disputa, fue la más cara de la historia y del mundo, con un monto superior a los seis billones de dólares.
También perdió aquella frase de “Es la economía, estúpido” que definía las elecciones. Romney se aferró a criticar los yerros económicos de los primeros cuatro años de Obama, mientras que Obama logró esquivar el bulto castigando al extremismo de los republicanos más conservadores, imponiendo en la agenda temas como el aborto, los anticonceptivos, la inmigración, los matrimonios entre personas del mismo sexo, la salud pública y la legalización de las drogas.
Gracias a esos temas, el país todo es el que ganó. El mensaje es que el bolsillo no es lo único que importa, también el capital social. Eso quedó espejado en el nuevo Congreso que asumirá en enero, que a réplica de la demografía actual, contará con la mayor cantidad de mujeres y de hispanos de la historia. Habrá 20 mujeres en el Senado y 77 en la Cámara de Diputados. Los latinos tendrán 28 diputados y tres senadores y, además, los afroamericanos tendrán 43 legisladores y los asiático-americanos, 10. Cinco homosexuales y una congresista bisexual, también serán de la partida.
Los izquierdistas del mundo tampoco deben apoderarse de triunfalismo con Obama. La diferencia entre demócratas y republicanos tiene que ver con objetivos económicos y con el papel regulador del Estado, pero no con el remplazo del sector privado. La visión política y económica es la misma. Creen y defienden el libre mercado, las ideas y la creatividad, así como en los sagrados valores de libertad individual y persecución de la felicidad, establecidos en la Declaración de Independencia de 1776.   
Nadie puede sentirse triunfalista ni derrotado. La política estadounidense es cíclica y siempre el vencido reaparece con un candidato joven y prometedor. Bill Clinton, Barack Obama y George Bush hijo, demuestran que los partidos vuelven con mejores y jóvenes apuestas para recuperar la Casa Blanca.
Lo importante sería que para el 2016, demócratas y republicanos respeten esa mejor representación demográfica del país; y que los mejores candidatos a presidente, además de jóvenes, sean mujeres e hispanos.

noviembre 14, 2012

Incoherencia: Venezuela en DDHH

Hugo Chávez consiguió lo que pretendía, que Venezuela entre  al Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas ­a partir de enero próximo.

De esta forma, uno de los países que mas ha desacatado recomendaciones sobre el mejoramiento de derecho humanos en su territorio hechas por ese Consejo, y que desconoce las medidas y decisiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y de la Corte Interamericana, será, contradictoriamente, una de las naciones que supervisará los DD HH en el mundo.

Según un cable de AP, entre 2011 y 2012, más de 70 países evaluaron la situación de los derechos humanos en Venezuela mediante el Examen Periódico Universal. Chavez acogió 97 recomendaciones y rechazó 38. 

Aceptó las generales sobre ratificación de pactos internacionales, sin embargo desacató todas aquellas que tuvieron que ver con libertad de expresión, de prensa, independencia judicial y sobre  detenciones arbitrarias, entre otras.

Chávez ha echado de su país a funcionarios de la CIDH, de Human Rights y no ha permitido e ingreso de otros organismos de supervisión de los derechos humanos. También, junto al presidente Rafael Correa de Ecuador, lidera la propuesta de reforma de la CIDH, que no es mas que una represalia por sus  decisiones sobre ambos países, es decir, una forma de neutralizara y hacerla menos autónoma de los países de la OEA.

El gobierno de Chávez en el Consejo de DDHH es una total incoherencia. No es la única.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...