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octubre 08, 2016

Paz en Colombia: NO pero SI

No es una contradicción que los colombianos le hayan dicho que NO a la paz en el plebiscito del domingo pasado y que hoy, pocos días después, ese NO sea interpretado por diferentes sectores sociales y políticos como un SI definitivo a la paz.

El NO estampado en el plebiscito fue a las formas de los acuerdos de paz entre el presidente Juan Manuel Santos, ahora Premio Nobel de la Paz, y los líderes de la guerrilla de las FARC, no al fondo de la cuestión. Los colombianos quieren la paz, así como lo terminaron de expresar los expresidentes Alvaro Uribe y Andrés Pastrana, los máximos exponentes del NO para el plebiscito, en su primer diálogo esta semana con el presidente Santos, después de años de distanciamiento.

El NO, en cualquier caso, fue a los líderes de las FARC, a la cantidad de beneficios que se les había otorgado en cuatro años de negociaciones en La Habana. Beneficios que más que a cuenta de la paz, se interpretaron como privilegios desmedidos por parte de ciudadanos comunes y políticos con vocación de servicio, que vieron, como viles asesinos, secuestradores, narcotraficantes y extremistas, tendrían más posibilidades sociales y prerrogativas políticas que aquellos que viven y han vivido apegados a las leyes; y pagando las consecuencias por no cumplirlas.

Santos siempre recalcó que la paz nunca es perfecta, y en ello tiene razón. La historia muestra que todo proceso de paz conlleva injusticias a la hora de tener que poner punto final a un conflicto. Muchos procesos de la historia reciente de América Latina terminaron con terroristas como presidentes, tales los casos de José Mujica en Uruguay, Daniel Ortega en Nicaragua o Salvador Sánchez Cerén en El Salvador.

Sin embargo, también es entendible que el proceso colombiano es muy diferente a aquellos países donde muchos engendros terroristas se justificaron ante los abuso de estados no democráticos. Las FARC, a diferencia de otros grupos, siempre han actuado al margen de gobiernos democráticos. Además, más allá de sus principios ideológicos que defendieron mal con las armas, se involucraron con el crimen organizado, en especial el narcotráfico, para sustentarse en un largo proceso de 52 años. Aunque nadie podría objetar su ideología, pero si las formas con la que quisieron sostenerla, todos concuerdan que las FARC dejaron de ser FARC desde hace décadas, para convertirse en una aceitada banda de delincuentes con fines de lucro, especializándose como traficantes de drogas y personas, lavadores de dinero, contrabandistas y extorsionadores.

Y como todo se resuelve a través de imágenes concretas, las que inculcaron Uribe y Pastrana fueron las que prevalecieron durante el referendo. La gente imaginó a Timochenko discutiendo en el Congreso de igual e igual con un legislador que hace años forma parte de un partido y que se gana la confianza del público con actos proselitistas y trabajando para la democracia. También lo imaginó recibiendo un cheque del Estado para ir a restaurantes finos o comprarse automóviles, productos a los que no todo ciudadano decente puede acceder, pese al sudor de sus frentes.

Santos vendió imágenes potentes pero más abstractas, paz y justicia. No fueron suficientes ni movilizadores los puntos del acuerdo de paz que penalizan con trabajo comunitario a quienes, en situaciones normales, recibirían cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad o las reparaciones monetarias que recibirían guerrilleros y víctimas.

No creo, como muchos afirman, que el SI perdió por la cantidad de gente que se abstuvo de participar en el referendo. Creo, en cambio, que la abstención se debió al escepticismo y la incertidumbre de la gente por un acuerdo de paz bastante injusto para los justos y con privilegios sobredimensionados para los  delincuentes.

Dos cosas se deben rescatar. Primero, la actitud de Santos de convocar a un plebiscito que políticamente no era necesario, en especial por su convencimiento de que el camino hacia la paz reclamaba algunos sacrificios en el área de la justicia. Aún imperfecta, en el futuro, cuando la tregua de los tiros fuera definitiva, nadie podría reclamarle mucho a Santos. La vida sería mejor.

Segundo, los líderes de las FARC deben reconocer que son los máximos responsables del NO. La solución pasa por sus manos. Deben deponer su arrogancia y evitar tantos privilegios. trottiart@gmail.com

diciembre 16, 2010

Sillas vacías


En una semana de diferencia, dos sillas vacías se ocuparon de denunciar a dos de los regímenes más despóticos y violadores de los derechos humanos que existen en la Tierra, el chino y el cubano.

Así, el cubano Guillermo Fariñas y el chino Liu Xiaobo, fueron representados en las ceremonias donde se les entregaron los galardones más distinguidos y merecidos que se entregan en el mundo, como el Premio Sajarov y el Premio Nobel de la Paz.

Tal vez los chinos liberen en el 2011 a Xiaobo y a Fariñas lo dejen salir en el futuro. Mientras tanto, lo importante es que la Unión Europea mantenga la prensión económica contra Cuba hasta que se dejen de violar los derechos humanos o el gobierno permita a veedores internacionales visitar la isla.

Ese será el mejor honor que le podrán hacer a este periodista independiente y psicólogo que casi dejó su vida tras una huelga de hambre para continuar la protesta de Orlando Zapata, otro prisionero político que murió en otra huelga de hambre pidiendo por la liberación de todos los disidentes encarcelados.

octubre 09, 2009

Obama: de Olímpico a Nobel

La semana empezó mal pero terminó excelente para Barack Obama. Sus detractores todavía lo estaban criticando porque no había logrado que Chicago ganara la sede de los Juegos Olímpicos para el 2016 en su viaje a Copenhague; mientras que hoy – a ocho días exactos de aquel “fracaso” - en una ciudad cercana a la danesa, en la noruega Oslo, se hizo el apoteósico y sorprendente anuncio de que se le adjudicó el premio Nobel de la Paz.
Es el galardón más importante que pueda recibir una persona en este mundo. Es el reconocimiento al desprendimiento total del ser por la ayuda al otro en pos del ideal más sublime que tiene la humanidad después de la libertad: la paz.
Soy de los que piensan y se adhieren a aquellos que reconocen que Obama tiene todo el potencial para ser un Nobel, pero que todavía no estaba maduro para serlo, ya que mucho tiene todavía de retórico y pocas son las promesas y los logros alcanzados.
Pero también es bueno reconocer que el mundo está sediento de líderes y no hay mucho de donde escoger, a pesar de que Obama competía con 205 contrincantes. Es que parte de esa nómina incluía a la controversial senadora Piedad Córdoba, que si bien busca la liberación de los rehenes en manos de las Farc, su rendimiento de pleitesías a Hugo Chávez y su acercamiento al grupo guerrillero no la hacen – o al menos no da la apariencia – muy cercana a la paz.
Obama, el primer presidente estadounidense en recibir el premio en ejercicio, se mostró también él sorprendido y sabía que le lloverían las críticas de los republicanos que, ni lerdos ni perezosos, no tardaron mucho en protestar. Dijeron que Obama no es merecedor de un premio porque no ha solucionado temas importantes de la política doméstica, que tienen que ver con el empleo y la recuperación económica.
Pero es que se equivocaron de cara a rabo, porque el comité noruego resaltó que el premio fue otorgado “por sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y cooperación entre los pueblos”. Fue una forma de plegarse a la popularidad de Obama en el exterior, principalmente en Europa, que si bien ha decaído desde que asumió hace nueve meses, sigue manteniendo una fortaleza especial y un perfil de líder en el que muchos, especialmente las minorías, depositan su confianza y esperanza por un mundo mejor.
Obama no hizo mucho todavía, pero tiene la semilla de la esperanza y este es un gran estímulo para que trabaje por la paz.
Después de todo, su idea y último esfuerzo de fomentar un arreglo con Rusia para desarmar al mundo de armas nucleares - mensaje contundente para países agresivos como Irán y Corea del Norte - ya resulta en un gesto suficientemente importante como para merecer un Nobel de la Paz.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...