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febrero 24, 2011

Revolucionarios 2.0


La revista Time no pudo tener mayor acierto que elegir al fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, como el personaje del 2010. Un mes después, los alzamientos populares en Egipto y el resto del mundo árabe, confirmaron la trascendencia de su red social, usada como medio y catalizador para sacudir las estructuras de gobiernos represores.

Sin que haya sido su intención, Zuckerberg se transformó en uno de los revolucionarios 2.0, así como cientos de miles de jóvenes en Medio Oriente que cambiaron adoquines y palos por Facebook, Twitter, YouTube o Google para conectarse y organizarse en las plazas públicas en tiempo récord y burlando censuras.

Pero aunque los gobiernos árabes fueron los sorprendidos, fue el de Barack Obama el que mejor lección aprendió. Después de casi un siglo de promover e imponer sin tanto éxito la democracia mediante costosísimas invasiones, guerras, e información y propaganda a través de la Voz de América, el gobierno estadounidense comprobó que el internet es un arma mucho más contundente, rápida, barata y menos traumática. No se necesitan tanques ni soldados, sino empoderar a los oprimidos para que armen sus propias revoluciones.

La evidencia, tras el derrocamiento presidencial en Egipto y Túnez, y el “cibercontagio” de protestas en Algeria, Jordania, Yemen, Bahréin, Libia e Irán, convenció a Obama de lanzar una pacífica pero decidida ofensiva 2.0 para promover la democracia y la libre expresión, advirtiendo que ya nadie será capaz de frenar con represión y violencia “el hambre de libertad”.
En ese espíritu, la canciller estadounidense, Hillary Clinton, anunció esta semana una inversión de 25 millones de dólares para ayudar a blogueros y ciberdisidentes burlar  los bloqueos y filtraciones de gobiernos censores, como los de Arabia Saudí, China, Cuba, Egipto e Irán. En un encendido discurso, advirtió que los gobiernos totalitarios que no liberan el internet corren dos riesgos, sufrirán la experiencia que sacude al mundo árabe y se perderán los beneficios económicos y sociales que devienen del uso de la red virtual.
Más allá del mensaje hacia el exterior que se puede extraer de esta ofensiva 2.0, lo importante es que se ratifica la posición interna de EEUU de preservar la naturaleza abierta y libre de internet, que en algún momento se vio titubeante cuando Julian Assange filtró por Wikileaks cables diplomáticos comprometedores, por lo que muchos pidieron su cabeza y acotar la autonomía de la web.
Las manifestaciones en el mundo árabe clarificaron el panorama. Hay una gran diferencia entre el necesario castigo que debe aplicarse contra los cibercriminales y los ciberdelitos - pornografía, piratería, espionaje, robo de identidad - y lo importante que es la internet libre para neutralizar y contrarrestar la censura de los opresores.
Desde esta perspectiva, convendría que EEUU tolere ciertos abusos y que evite represalias contra Assange, ya que éstas podrán servir de excusa a los autoritarios para prohibir el internet. Precisamente, el abuso cibernético, fue la justificación que usó el ex presidente Hosni Mubarak para apagar el internet por cinco días y encarcelar a Wael Ghonim, directivo de Google. No era para menos, Ghonim, otro revolucionario 2.0 como Assange, fue el responsable de las revueltas juveniles que desencadenaron la caída del régimen, después de crear una página en Facebook para protestar por el asesinato en junio de 2010 del bloguero Khaled Said, a manos de la policía.
Si bien la promoción de la red virtual como arma democrática es de eficiencia probada, será importante que el gobierno de Obama no caiga en la tentación de usarla como medio de propaganda. Una línea muy delgada divide la imposición de contenidos, como los microblogs ya lanzados en varios idiomas para arengar a los jóvenes, con las presiones que se deben generar contra los gobiernos tiránicos  para que liberen el internet.

Obama debe recordar que el éxito del internet y las redes sociales está dado por la función limitada que en ellas tiene el Estado, el que no podría dotarlas de la creatividad, innovación y constante crecimiento que le aporta el sector privado. Justamente esos atributos, forjados por los revolucionarios 2.0, sin imposiciones ni ofensivas gubernamentales foráneas, fueron de los que voluntariamente se sirvieron los tunecinos y egipcios para gestar sus revoluciones.

febrero 11, 2011

Egipto: resistencia y perseverancia 11-02-11


Hosni Mubarack por fin renunció. Más de 30 años en el poder autoritario quedaron en la nada tras 18 días de marchas pacíficas y democráticas. La represión cedió a la fuerza de la resistencia y de la perseverancia de cientos de miles de egipcios, la mayoría jóvenes, que tienen esperanza de una vida mejor.

Muchas lecciones entrega esta experiencia. La primera es la de la urgencia. Se logró el objetivo primordial y original de hacer que Mubarak renuncie. De ahora en más no terminó una experiencia traumática, sino que se abre otro nuevo capítulo, seguramente difícil y en el que se verá si el nuevo gobierno militar de transición podrá colmar las expectativas y aspiraciones de los egipcios; tema nada fácil que seguramente concitará más confrontaciones en días venideros.

La segunda es la de la importancia. Los egipcios mostraron al mundo que no hay régimen, por más opresor o solidificado que parezca, que no ceda a la fuerza de una multitud convencida y perseverante en sus objetivos.

La tercera es la del contagio. Los egipcios no fueron originales en su propuesta, sino que fueron contagiados por los tunecinos, de ahí que las voces de protesta y las revueltas saltaran también entre los jordanos, los palestinos, los iraníes, lo que evidencia nuevos aires en el Medio Oriente. Lo que todos se preguntan es si esta experiencia positiva encontrará réplicas más allá de esa región, ¿qué pasaría si los oprimidos se concentran en las plazas y se dejan estar hasta que los opresores caigan? Esta es una experiencia positiva donde reflejarse, pero también hay negativas que advierten y meten miedo, como la plaza de Tiananmen de los chinos o el maleconazo de los cubanos.

La cuarta es la de las nuevas tecnologías. Una vez más se comprobó la fuerza del internet, de Google (y de su ejecutivo Wael Ghonim, quien fue un líder entre los líderes de los alzamientos populares), la de la telefonía celular y de las redes sociales como Facebook, Twitter y tantas otras. Sirvieron tanto para iluminar la situación interna y para que se organicen los jóvenes y para convocar a la plaza Tahir en El Cairo, así como también para mantener al mundo informado y conectado.

La quita es la de la presión internacional. Ningún gobierno del mundo, por más amigo (como EEUU) o indiferente (Cuba) o enemigo del régimen pudo defender al régimen de Mubarak ante la presión de las multitudes que neutralizaron cualquier intento de apoyo si hubiera aparecido. La presión fue de carácter transitoria, por lo que finalmente el régimen, sin sustento ni respaldo de organizaciones intergubernamentales, se cayó de maduro.

La sexta es la de los medios de comunicación independientes. Por mucho que se diga de las nuevas tecnologías, esta batalla se pudo dar porque en Egipto, también hay lugar para medios de comunicación privada e independiente que respaldaron y convocaron a las multitudes en las marchas y convocatorias. Aunque las nuevas tecnologías jugaron un papel descomunal, las radios demostraron que son el medio por excelencia ya sea en revoluciones, catástrofes o desgracias.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...