Cuba y EE.UU. están reviviendo décadas pasadas en que jugaban al intercambio de espías durante la Guerra Fría. La diferencia es que entonces el jueguito lo hacían los servicios de inteligencia, en cambio ahora los episodios están enmascarados por las decisiones de los jueces.
Este viernes llegó a Cuba el espía cubano René González quien estuvo encerrado en cárceles de EE.UU. por 13 años condenado por espionaje contra la comunidad cubana en el exilio. Ahora en libertad condicional, una jueza federal de una corte en Miami, Joan Lenard, le otorgó el permiso de viajar por 15 días por cuestiones humanitarias para visitar a uno de sus hermanos, gravemente enfermo de cáncer pulmonar.
Es evidente que el permiso ha sido otorgado a González para conseguir un gesto similar de parte del gobierno cubano. El contratista estadounidense Alan Gross que fue condenado a 15 años de cárcel en Cuba en el 2011 por actos contra la seguridad nacional al haber regalado equipos de telecomunicaciones a la comunidad judía en la isla, acaba de pedirle al presidente Raúl Castro un permiso de salida para visitar a su madre de 90 años enferma.
Seguramente, se trata de un gesto calculado, de un cambio de espías. En vez de razones de Estado, esta vez se aplicó las siempre justificadas “razones humanitarias”.
Quiero contarles sobre los procesos creativos de esta nueva historia sobre la verdad, la libertad y el miedo al futuro. Es mi nueva novela y espero publicarla cuando se sincronicen los planetas (las editoriales) o cuando se me acabe la paciencia y decida autopublicar -- Los contenidos de mi blog Prensa y Expresión están en el archivo. Blog por Ricardo Trotti
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marzo 31, 2012
agosto 05, 2011
Cuba y su estrategia para canjear a los espías
Hoy hubo una nueva señal de parte del gobierno de los hermanos Castro, seguramente para insistir en que quieren que EE.UU. deje en libertad a los cinco espías cubanos atrapados hace años en el país.
Por eso hoy, el gobierno cubano, sintiéndose con el sartén por el mango, a través de la Sala de Delitos contra la Seguridad del Estado del Tribunal Supremo Popular, ratificó la condena a 15 años del subcontratista del gobierno estadounidense, Alan P. Gross.
El gobierno de Barack Obama vino haciendo muchas concesiones y lobby para conseguir la liberación de Gross, un hombre de 62 años arrestado en La Habana el 3 de diciembre del 2009, acusado de entregar un teléfono satelital y otros equipos digitales de conexión a internet a la comunidad judía.
Seguramente habrá un nuevo período de tire y afloje en las relaciones bilaterales, y Cuba reflotará el pedido de liberación de los espías cubanos; mientras la oposición republicana exigirá que no haya más concesiones para los Castro. Digamos que continuará la Guerra Fría que nunca finalizó entre ambos países.
marzo 13, 2011
Bipolaridad a la cubana: Biscet y Gross
Cuba no ha dejado de regalarnos sorpresas en las últimas semanas. Por sus procederes recientes confirma que el régimen deambula con su personalidad bipolar entre medio de su esquizofrenia y su paranoia. Lo demuestra Fidel Castro con sus columnas que pretenden mayor cerramiento y las aperturas que su hermano Raúl quiere hacer desde el poder.
En realidad, los gobernantes cubanos nos regalan una de cal y otra de arena. Lo más positivo del año fue que esta semana el régimen liberó al disidente Oscar Elías Biscet, a pesar de que aceptó su liberación a cambio de no ser desterrado.
Aunque este médico opositor - quien estaba cumpliendo cárcel por una condena de 25 años desde el 2002 (ya había estado preso por tres años de 1999) por ‘‘actos contra la soberanía y la independencia del territorio nacional'' – está en libertad condicional y por cualquier motivo podrá ser reenviado a la cárcel, es igualmente una luz de esperanza para el movimiento disidente de la isla.
Pero cuando el régimen parecía congraciarse con la comunidad internacional, especialmente con la administración de Barack Obama que sigue relajando el embargo hacia la isla, la Justicia cubana (es decir el gobierno) condenó al contratista estadounidense Alan Gross, de 61 años.
La condena de Gross es a 15 años de cárcel por el uso de sistemas de comunicaciones entregados a la comunidad judía, considerado por el régimen un “proyecto subversivo del gobierno de Estados Unidos” por propiciar “actos contra la independencia o integridad territorial del Estado” para destruir el régimen de gobierno.
Seguramente el gobierno cubano busca así canjear a Gross con los cinco espías cubanos presos en EEUU, aunque las diferencias entre lo que hacían unos y otros es abismal.
De todos modos, lo de Gross, quien dependía de una agencia gubernamental para EEUU para sus actividades de donaciones de equipos de comunicación en la isla, tendrá que analizarse también desde el punto de vista de la soberanía de los estados y la intromisión que los gobiernos pueden hacer en otros países aunque los objetivos, como en este caso, sean loables, como es el de propiciar una mejor comunicación, mayor libertad de expresión y democracia.
Por lo pronto, Cuba nos sigue sorprendiendo con este tipo de noticias contradictorias dentro de un esquema político bipolar.
En realidad, los gobernantes cubanos nos regalan una de cal y otra de arena. Lo más positivo del año fue que esta semana el régimen liberó al disidente Oscar Elías Biscet, a pesar de que aceptó su liberación a cambio de no ser desterrado.
Aunque este médico opositor - quien estaba cumpliendo cárcel por una condena de 25 años desde el 2002 (ya había estado preso por tres años de 1999) por ‘‘actos contra la soberanía y la independencia del territorio nacional'' – está en libertad condicional y por cualquier motivo podrá ser reenviado a la cárcel, es igualmente una luz de esperanza para el movimiento disidente de la isla.
Pero cuando el régimen parecía congraciarse con la comunidad internacional, especialmente con la administración de Barack Obama que sigue relajando el embargo hacia la isla, la Justicia cubana (es decir el gobierno) condenó al contratista estadounidense Alan Gross, de 61 años.
La condena de Gross es a 15 años de cárcel por el uso de sistemas de comunicaciones entregados a la comunidad judía, considerado por el régimen un “proyecto subversivo del gobierno de Estados Unidos” por propiciar “actos contra la independencia o integridad territorial del Estado” para destruir el régimen de gobierno.
Seguramente el gobierno cubano busca así canjear a Gross con los cinco espías cubanos presos en EEUU, aunque las diferencias entre lo que hacían unos y otros es abismal.
De todos modos, lo de Gross, quien dependía de una agencia gubernamental para EEUU para sus actividades de donaciones de equipos de comunicación en la isla, tendrá que analizarse también desde el punto de vista de la soberanía de los estados y la intromisión que los gobiernos pueden hacer en otros países aunque los objetivos, como en este caso, sean loables, como es el de propiciar una mejor comunicación, mayor libertad de expresión y democracia.
Por lo pronto, Cuba nos sigue sorprendiendo con este tipo de noticias contradictorias dentro de un esquema político bipolar.
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