Cuba no ha dejado de regalarnos sorpresas en las últimas semanas. Por sus procederes recientes confirma que el régimen deambula con su personalidad bipolar entre medio de su esquizofrenia y su paranoia. Lo demuestra Fidel Castro con sus columnas que pretenden mayor cerramiento y las aperturas que su hermano Raúl quiere hacer desde el poder.
En realidad, los gobernantes cubanos nos regalan una de cal y otra de arena. Lo más positivo del año fue que esta semana el régimen liberó al disidente Oscar Elías Biscet, a pesar de que aceptó su liberación a cambio de no ser desterrado.
Aunque este médico opositor - quien estaba cumpliendo cárcel por una condena de 25 años desde el 2002 (ya había estado preso por tres años de 1999) por ‘‘actos contra la soberanía y la independencia del territorio nacional'' – está en libertad condicional y por cualquier motivo podrá ser reenviado a la cárcel, es igualmente una luz de esperanza para el movimiento disidente de la isla.
Pero cuando el régimen parecía congraciarse con la comunidad internacional, especialmente con la administración de Barack Obama que sigue relajando el embargo hacia la isla, la Justicia cubana (es decir el gobierno) condenó al contratista estadounidense Alan Gross, de 61 años.
La condena de Gross es a 15 años de cárcel por el uso de sistemas de comunicaciones entregados a la comunidad judía, considerado por el régimen un “proyecto subversivo del gobierno de Estados Unidos” por propiciar “actos contra la independencia o integridad territorial del Estado” para destruir el régimen de gobierno.
Seguramente el gobierno cubano busca así canjear a Gross con los cinco espías cubanos presos en EEUU, aunque las diferencias entre lo que hacían unos y otros es abismal.
De todos modos, lo de Gross, quien dependía de una agencia gubernamental para EEUU para sus actividades de donaciones de equipos de comunicación en la isla, tendrá que analizarse también desde el punto de vista de la soberanía de los estados y la intromisión que los gobiernos pueden hacer en otros países aunque los objetivos, como en este caso, sean loables, como es el de propiciar una mejor comunicación, mayor libertad de expresión y democracia.
Por lo pronto, Cuba nos sigue sorprendiendo con este tipo de noticias contradictorias dentro de un esquema político bipolar.
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