Lo que más dolió del juicio político contra el ahora ex presidente paraguayo, Fernando Lugo, fue la rapidez de un Congreso que lo destituyó mediante juicio político acelerado, basándose en los principios de su propia Constitución.
Si fue golpe de Estado, golpe constitucional o el ejercicio de las legítimas reglas de la democracia, quedará para el análisis posterior, como los ríos de tintas que se escribieron sobre el “golpe” o el “recambio institucional” que afectó a Manuel Zelaya en Honduras.
De todos modos, lo que no se puede desconocer es que se trató de un juicio político expedito (el Senado sólo deliberó dos horas) sin debido proceso y derecho a la defensa (Lugo habló 45 minutos para decir que acataba la orden del Congreso) y ni sus abogados pudieron intercambiar muchas palabras con los líderes del Congreso; y todo esto, teniendo en cuenta que no se trataba de una persona común, sino del presidente de un país.
Lo más interesante, quizás, es que se le haya hecho juicio político en reprimenda por su falta de liderazgo en un enfrentamiento entre campesinos invasores de tierras y la policía, episodio que dejó varios muertos; por lo que si esto sería la norma, ya no podrían estar los presidentes latinoamericanos actuales en sus puestos, considerando los muertos en los motines de las cárceles de Venezuela, los enfrentamientos con las policías de Bolivia y las de Ecuador (recordar lo que Rafael Correa calificó de golpe de Estado), ambas con violencia tras reclamos salariales o la represión contra los Mapuches en Chile, por solo citar algunos ejemplos.
Esta semana será clave para ver como reaccionan los demás estados, tanto los del Mercosur y de Unasur, ya que si bien la mayoría se adelantó a desconocer al gobierno de Federico Franco e invocar cláusulas democráticas (los legisladores paraguayos se ciñeron a lo que establece la Constitución), bien se sabe que en todos los países las constituciones siempre han sido reformadas, violadas, enmendadas, pero menos respetadas. Hubo, en todos los países, más golpes a la Constitución, que golpes de Estado, solo por el hecho de que muchos buscaron poder ser relegidos a perpetuidad.
Será interesante observar como se mueve Hugo Chávez en esto, en especial por el odio que le tiene a los senadores paraguayos de la oposición, ahora muchos en el oficialismo, quienes todavía siguen siendo su último escollo para poder entrar de socio pleno al Mercosur.