Tuve un final de semana impresionante. ¿Lo mejor e indescifrable? Sin dudas que tanto sufrimiento con el Heat de Miami se haya disipado con una soberbia actuación de LeBron James para conquistar no solo el campeonato, sino crear, de ahora en más, una dinastía que catapulte a Miami a los primeros y definitivos primeros planos de la NBA.
Lo de LeBron fue impresionante. Y nos regaló a Miami lo que se nos escapó el año pasado. La madurez de LeBron como jugador y persona fue lo que inclinó la balanza para robarle la serie al favorito de Oklahoma. Habrá que ver como se consolida la obra, cómo Pat Riley consigue nuevos jugadores y hacer así lo que logró con los Lakers, para que el actual Campeón no termine desdibujándose como los Mavericks del año pasado o los Marlins del 96. De un año para otro, sin visión, pasaron de reyes a cenicienta.
¿Mi otra gran alegría? River volvió a primera, saliendo de la B de la mano de Trezeguet, que como Cavenaghi y Domínguez, sacrificaron mejores posiciones en equipos de la A, - y lo habían hecho Wade y LeBron, Bosh y Haslem sacrificando dineros - para darle una mano a River y construir un camino de campeón. Lo de River no fue fácil, disfruté los últimos dos minutos del partido cuando Trezeguet encajó el 2 a 0, y en internet venía siguiendo que Instituto y Central perdían, para dejar solo a River en la punta y en ascenso directo. Pucha!!!
Recién en dos minutos pude borrar la angustia de 12 meses viendo a un River malo, jugando como en un campito, sin mucha noción de fútbol, solo con buenas jugadas esporádicas. Pero no se trata solo de River… después de seguir religiosamente al Barcelona por varios años, uno se da cuenta de la diferencia abismal que hay entre los fútboles. Aberrante, alarmante, para un equipo de River y Argentina llenos de talento; pero solo de exportación.
Y por suerte con Graciela, mi esposa, y mis hijos y yerno, fuimos anoche a ver el juego de Stars vs. Masters, pese a una lluvia copiosa. Messi fue el imán y se descontaba que habría goles a granel. En la previa, Graciela y yo tuvimos la suerte de toparnos con Messi a media tarde, momentos antes del partido de River, en el mall Aventura y tirarle un par de fotos – muy malas porque mis nervios me traicionaron para habilitar mi celular – y saqué la foto sonriente de Graciela pero la de la Pulga dándose vuelta en el momento que su guardaespalda lo arrancaba de un remolino de gente. Graciela me crucificó por varias horas y me recordó aquello de que una imagen vale más que mil palabras. Testarudo yo, sigo escribiendo, sabiendo que las fotos no son mi fuerte.
El 7 a 7 fue como ir a ver esas peleas de lucha libre con buenos golpes, pero ficticios al fin. De todos modos, sirvió para ver en acción a Falcao, Drogba, Materazzi, Forlán, Cavenavi, Suárez, Dani Alvez, Nesta, Lavezzi, Milito, el burrito Ortega – sí el burrito, la gran sorpresa – todos en un mismo partido, así que fue como ahorrar el dinero que uno debería pagar para ver a tantas luminarias en tantos partidos. Lo mejor fue ser testigo de una tripleta de la Pulga, dos asistencias, tres corridas endiabladas y media docena de pases milimétricos… ¿el resto? Ahh, sí sí, los hicieron Suárez, Drogba, Falcao, bonitos, pero todos sin importancia ante los goles que TODOS queríamos ver y fuimos motivados para ir a la cancha.
¿Lo más emocionante de Messi? Toda la gente – casi 50 mil - sin distinción de nacionalidades ni equipos, ni edades, ni género, con camisetas de River, Boca, Peñarol, Santos, Brasil, Colombia, Venezuela o Argentina vitoreaban su nombre y le pedían goles. Su universalidad es la prueba máxima de que es realmente el mejor del mundo y que seguramente este año obtendrá su cuarto título como el mejor.
Messi, con 25 que cumple hoy y LeBron con 27, son tan grandes como universales y maduros como personas y jugadores. Su creatividad, su visión de equipo, sus logros, sus destrezas son insuperables. Verlos y admirarlos es un privilegio.
Obviamente entiendo que Trezeguet está a años luz de estos dos monstruos. Pero aunque ni sus propios sueños ni expectativas están a esas alturas – ni la de nosotros tampoco - ayer nos puso a los Millonarios a otro nivel. Por eso, aunque sea por un instante, para mí es bueno ubicar a Trezeguet en el mismo pedestal que Leo y LeBron. Aunque sea hasta mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario