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julio 02, 2016

El poder de "la frase" de Lionel Messi

Fue el mejor golazo de Lionel Messi; pero esta vez sin pelota. Punzante. Inteligente. Otros jugadores de inmediato se alinearon detrás de él, pese a que Diego Maradona y Pelé coincidieron durante una venta de baratijas en París, que a la Pulga le faltaba personalidad para ser líder.

La Pulga pegó el portazo una hora después de un penal a las nubes en la Copa Centenario, su peor pesadilla. Sin embargo, cuando los argentinos y el mundo estaban a punto de tirarlo a la hoguera de los fracasados y convertirlo en meme global, Messi, consciente o inconscientemente, cambió la conversación: “Se terminó para mí la selección”.

Fue tan fuerte el poder de “la frase”, que el Brexit y la renuncia del primer ministro británico, David Camerón, quedaron en segundo plano. Tan sorpresiva y atrapante que Chile disfrutó de una celebración tan efímera como la duración de la oración, convertida ya en una de las más significativas de la historia del fútbol.

Messi siempre supo de su fama y magnetismo, pero nunca había experimentado el poder de sus dichos. La contundencia y credibilidad de su frase deviene de haberla dicho en el momento oportuno y porque nadie la hubiera esperado de alguien tan moderado y parco en el habla. Es que su humildad no le permite darse cuenta de la magnitud de su figura y las consecuencias de sus expresiones. Jamás hubiera imaginado, ni esperado, que el presidente Mauricio Macri convirtiera su frase en cuestión de Estado.

Messi aprendió de golpe que ya no es Messi. Sus dichos tienen vida propia y pueden impactar más allá del campo de juego. Algo que solo está reservado para aquellos cuyo inmenso talento los transforma en deportistas universales, más allá de los colores que defienden y de los resultados que obtienen. En ese olimpo de la popularidad y celebridad, la frase de Messi tiene su espejo en la de Lebron James, cuando en “La Decisión”, un programa especial de ESPN en 2010, el basquetbolista derrumbó a toda la población de Ohio y sacudió al mundo entero con su anuncio: “Me llevaré mis talentos al sur de la Florida”.

No hay seguridad si Messi fue espontáneo, si fue inducido con la intención de crear un mecanismo de autodefensa para evadir el ridículo de una tercera final consecutiva desperdiciada o si fue un tiro por arriba de la barrera para sacudir los cimientos de una AFA que sigue corrupta y sin cambios.

Pero de lo que sí hay seguridad, es que sin Messi la selección albiceleste perderá millones en auspicios, en derechos televisivos y, sobretodo, en seguidores. Habrá menos ganas de ir al estadio y se pierde aquel efecto de ver de parado los partidos, ante la expectativa de la magia de una gambeta irreverente, una asistencia precisa o un gol milimétrico junto al travesaño.

También es cierto que pese a los reclamos populares y la campaña de #LioNoTeVayas, tendrá que seguir soportando a los agoreros de siempre, que pese a la calidad desplegada, los cinco balones de oro, los records quebrados, el oro olímpico en Pekín y la copa mundial sub-20, no lo dejarán en paz porque no ganó un Mundial, como si esa fuera la única vara para medir a los grandes.

El periodismo deportivo no ayuda mucho en esta ecuación. Es exitista y superficial, y en materia de selecciones, muy nacionalista. Así que cuando no pueda justificar a Messi por los resultados, siempre sacará a relucir las dudas sobre su argentinidad o lo comparará injustamente con otras leyendas futbolísticas de épocas pasadas.

La contundencia del “se terminó para mí la selección” es que, de golpe y porrazo, los argentinos y muchos de sus fanáticos universales, tuvieron que hacerse a la idea catastrófica de una Argentina o un fútbol sin Messi. Es decir, de sentir que se esfuman las posibilidades ciertas de llegar a Rusia 2018 y de potencialmente alcanzar otra final para tomarse la revancha. Es que “la frase” es pura desesperanza, nociva, más agobiante que la derrota en cualquier final.

Sin embargo, pasados los días y con las heridas cicatrizando, todos, incluido el otro Messi, están al tanto que “la frase” tuvo un contexto determinado. Él y todos saben que la competencia es su sabia y la superación su objetivo. En el fondo, todos estamos convencidos que ese carácter competitivo y el amor por la pelota le impedirá desertar. trottiart@gmail.com

junio 21, 2013

Mi memorable carrera deportiva (de fanático)

Hacía tiempo que no sufría tanto hasta el borde del infarto. Pasando de la presión alta a la depresión en un santiamén, en cuestiones de segundos y de días, de acuerdo a la montaña rusa que significaron las últimas dos series del Heat contra Indiana y San Antonio. Ni siquiera en los mundiales o cuando River descendió pude haber sufrido tanto, es que el básquet es asesino, dos series de siete partidos con tantos altibajos y un partido seis con todo perdido hasta los últimos cinco segundos fueron demasiado. 

No solo LeBron James y toda su comparsa merecen el descanso, sino todos nosotros, los fanáticos, que hemos dejado parte de nuestra vida en cada partido y que (confieso) algunas veces me sentí obligado emocionalmente (y Graciela, mi esposa me lo pedía) de apagar el televisor antes de tiempo para evitar un problema de salud ante la desazón de un partido que se escapaba y los insultos por una pésima jugada.

No soy de los que pueden criticar a otros colegas fanáticos, como aquellos que en el partido seis se fueron en el último minuto del tiempo reglamentario de la American Airlines Arena cuando todo parecía perdido y el trofeo ya lo habían entrado a la cancha para coronar a San Antonio. Ninguno de ellos fue menos fanático. No todos tenemos la fortaleza para afrontar tantos cambios de liderazgo en el marcador en tan pocos segundos y por tantos días consecutivos como ofrece una serie de básquet. El fútbol es más lapidario, más rápido, la estocada es más fácil de absorber; el básquet, sin embargo, ofrece una agonía – o todo lo contrario como en este caso – larga e interminable, que no deja concentrar.

Llegué a Miami hace 20 años y desde entonces me transformé en un fanático del Heat y vi como en casa mis hijos Tomás y Agustín fueron creciendo con las distintas camisetas de jugadores del Heat. Y como ayer mi hija Sofía me anunció que American Airlines había escogido el slogan que ella y su jefa Manu prepararon en la agencia Zubi Advertising si ganaba el Heat para el saludo de la aerolínea a los campeones en un telón fuera de la Arena. En estos años viví de cerca la historia memorable de los Dolphins, arropada por aquel equipo de fútbol americano invencible de 1972; de los Marlins que sorprendieron con dos series mundiales; pero nada fue más emocionante como haber sido parte de los tres anillos de este Heat de LeBron, de Wade, de Shaquille, de Mourning, de Riley, de Spoelstra, de Arinson, quienes de a poco y con visión están construyendo una nueva dinastía de la NBA.

La competencia es tan injusta que el segundo mejor equipo de la liga (y del mundo, seguramente) huele a fracaso, quedando totalmente borrado de la historia, aunque tenga una estela de cuatro campeonatos y el liderazgo de un Tim Duncan que se cansó de ser el MVP de campeonatos y finales.

La diferencia estriba en el elegido (the chosen) aquel que tatuó en su espalda la palabra que ESPN hizo famosa cuando al salir de Cleveland dijo que había escogido al Sur de la Florida para llevar sus talentos. Y sí que lo hizo y sí que cumplió, pese a que muchos (jamás yo) lo daban por acabado tras la debacle en las finales contra Dallas en 2011.

Una vez más, LeBron ganó con todas las luces. Pocos otros atletas son a sus disciplinas lo que el rey es al básquet. Lebron es al básquet, lo que Messi al fútbol, Bolt al atletismo, Woods al golf, Federer al tenis. Son atletas superlativos e inexplicables, astros universales cuyas destrezas conectan a la razón y al corazón al mismo tiempo, borrando fronteras nacionales y colores de equipos.

Y aun cuando no tienen su gran tarde, siempre estará latente en nosotros la expectativa de que podrán deslumbrar en los últimos segundos. Son la esperanza de la victoria, de una jugada deslumbrante, así como de Ray Allen se esperaba que clavara el triple en el sexto partido para dar al Heat una nueva chance.  

Lebron, como esos astros universales, no hace del Heat un mejor equipo, sino “el equipo” imponiéndole su propia marca. Lo comandó  a un record de franquicia con 66 victorias y al segundo record histórico de la NBA de partidos ganados en forma consecutiva con 27, hoy por hoy un desempeño casi invencible. Con cuatro premios de jugador más valioso en cinco años y dos anillos consecutivos y como el más valioso de ambas finales, LeBron nos regaló historia, nos puso a los fanáticos en la senda del orgullo.


LeBron es rey.   

junio 24, 2012

Messi, LeBron y Trezeguet


Tuve un final de semana impresionante. ¿Lo mejor e indescifrable? Sin dudas que tanto sufrimiento con el Heat de Miami se haya disipado con una soberbia actuación de LeBron James para conquistar no solo el campeonato, sino crear, de ahora en más, una dinastía que catapulte a Miami a los primeros y definitivos primeros planos de la NBA.

Lo de LeBron fue impresionante. Y nos regaló a Miami lo que se nos escapó el año pasado. La madurez de LeBron como jugador y persona fue lo que inclinó la balanza para robarle la serie al favorito de Oklahoma. Habrá que ver como se consolida la obra, cómo Pat Riley consigue nuevos jugadores y hacer así lo que logró con los Lakers, para que el actual Campeón no termine desdibujándose como los Mavericks del año pasado o los Marlins del 96. De un año para otro, sin visión, pasaron de reyes a cenicienta.

¿Mi otra gran alegría? River volvió a primera, saliendo de la B de la mano de Trezeguet, que como Cavenaghi y Domínguez, sacrificaron mejores posiciones en equipos de la A, - y lo habían hecho Wade y LeBron, Bosh y Haslem sacrificando dineros - para darle una mano a River y construir un camino de campeón. Lo de River no fue fácil, disfruté los últimos dos minutos del partido cuando Trezeguet encajó el 2 a 0, y en internet venía siguiendo que Instituto y Central perdían, para dejar solo a River en la punta y en ascenso directo. Pucha!!! 

Recién en dos minutos pude borrar la angustia de 12 meses viendo a un River malo, jugando como en un campito, sin mucha noción de fútbol, solo con buenas jugadas esporádicas. Pero no se trata solo de River… después de seguir religiosamente al Barcelona por varios años, uno se da cuenta de la diferencia abismal que hay entre los fútboles. Aberrante, alarmante, para un equipo de River y Argentina llenos de talento; pero solo de exportación.

Y por suerte con Graciela, mi esposa, y mis hijos y yerno, fuimos anoche a ver el juego de Stars vs. Masters, pese a una lluvia copiosa. Messi fue el imán y se descontaba que habría goles a granel. En la previa, Graciela y yo tuvimos la suerte de toparnos con Messi a media tarde, momentos antes del partido de River, en el mall Aventura y tirarle un par de fotos – muy malas porque mis nervios me traicionaron para habilitar mi celular – y saqué la foto sonriente de Graciela pero la de la Pulga dándose vuelta en el momento que su guardaespalda lo arrancaba de un remolino de gente. Graciela me crucificó por varias horas y me recordó aquello de que una imagen vale más que mil palabras. Testarudo yo, sigo escribiendo, sabiendo que las fotos no son mi fuerte.

El 7 a 7 fue como ir a ver esas peleas de lucha libre con buenos golpes, pero ficticios al fin. De todos modos, sirvió para ver en acción a Falcao, Drogba, Materazzi, Forlán, Cavenavi, Suárez, Dani Alvez, Nesta, Lavezzi, Milito, el burrito Ortega – sí el burrito, la gran sorpresa – todos en un mismo partido, así que fue como ahorrar el dinero que uno debería pagar para ver a tantas luminarias en tantos partidos. Lo mejor fue ser testigo de una tripleta de la Pulga, dos asistencias, tres corridas endiabladas y media docena de pases milimétricos… ¿el resto? Ahh, sí sí, los hicieron Suárez, Drogba, Falcao, bonitos, pero todos sin importancia ante los goles que TODOS queríamos ver y fuimos motivados para ir a la cancha.

¿Lo más emocionante de Messi? Toda la gente – casi 50 mil - sin distinción de nacionalidades ni equipos, ni edades, ni género, con camisetas de River, Boca, Peñarol, Santos, Brasil, Colombia, Venezuela o Argentina vitoreaban su nombre y le pedían goles. Su universalidad es la prueba máxima de que es realmente el mejor del mundo y que seguramente este año obtendrá su cuarto título como el mejor.

Messi, con 25 que cumple hoy y LeBron con 27, son tan grandes como universales y maduros como personas y jugadores. Su creatividad, su visión de equipo, sus logros, sus destrezas son insuperables. Verlos y admirarlos es un privilegio.

Obviamente entiendo que Trezeguet está a años luz de estos dos monstruos. Pero aunque ni sus propios sueños ni expectativas están a esas alturas – ni la de nosotros tampoco - ayer nos puso a los Millonarios a otro nivel. Por eso, aunque sea por un instante, para mí es bueno ubicar a Trezeguet en el mismo pedestal que Leo y LeBron. Aunque sea hasta mañana.

febrero 20, 2012

Lebron o Messi (¿y Lin?)

El columnista David J. Neal del The Miami Herald se hace la pregunta sobre quién es mejor como atleta de equipo: ¿Lebron James del Miami Heat o Leonel Messi del Barcelona?  No consigue destrabar el intríngulis y les pone a ambos en la categoría de súper dotados, el primero junto a especialistas como Magic Johnson, Larry Bird o Michael Jordan y al segundo junto a Pelé, Diego Maradona y Johan Cruyff.

La comparación no solo viene de lo que han hecho ayer domingo, el King consiguiendo casi un triple doble contra Orlando con 25 puntos, 11 rebotes y ocho asistencias y la Pulga habiéndole encajado cuatro pepas al Valencia, sino lo que en forma consistente vienen haciendo años tras años al menos en el último lustro. Como jugadores de equipo ambos son la sensación de la temporada, aunque la del momento sea el ex graduado de Harvard, Jeremy Lin, quien está haciéndose de las delicias de la fanaticada del básquet planetario con ocho juegos descollantes para los Knicks de NY, siendo el personaje del que más se habla en el mundo del deporte y en las redes sociales.

Pero lo de Lin puede ser pasajero si es que no mantiene su buena racha en todo el campeonato, por ahora sólo se trata de un “rising star” que tiene que probar si no habrá un agujero negro que pronto se lo pueda consumir entero. Lo importante de todos modos, es que como sensación le regala nueva sangre al ya acostumbrado espectáculo de la NBA saturado de estrellas como la vía láctea.

Pero lo de James y Messi no se compara con nada. Son años de acumular puntos y goles, pero sobre todo disciplina de equipo y destrezas. Messi sin dudas está mucho más adelantado que Lebron, ya que con su equipo ha conseguido todo tipo de campeonatos. No por eso hay que condenar a Lebron que no consiguió ninguno, ya que como en el fútbol no existen por doquier, excepto que sí están las Olimpíadas y el Mundial que ya los ha cosechado, lo que para un estadounidense, para poder sitiarse en la cima, no significa mucho si no gana el de su país, el más competitivo del mundo.

Tal vez en eso Lebron y Messi se parecen, ya que para la Pulga la única obsesión que le queda es alzarse con la Copa Mundial de Brasil en el 2014, y así encumbrarse como el más grande de todos.

Para ambos la tarea no es fácil. Han demostrado lo que son, pero el resto depende de un equipo. En el terreno de las individualidades, sin dudas el talento de James y Messi los situaría como los más grandes de todos los tiempos, por arriba quizás de Alí, Federer, Schumacher, Woods y tantos otros. Solo queda que no se lesionen, que puedan seguir mostrando lo que han hecho hasta ahora y que tengan la suerte necesaria, esa que no esquiva a los campeones.   

mayo 31, 2011

Lebron contra Dirk: esa es la final


Hoy empieza la final de la NBA al mejor de siete partidos. En realidad, se tratará de quien será mejor, Dirk Nowitzki de los Mavericks de Dallas o Lebron James del Heat de Miami, ambos los mejores anotadores de las tres series de playoff combinadas anteriores.

Ambos tienen sed de venganza. Dirk perdió la final del 2006 contra los Heat 4-2 cuando parecía que la tenía en el bolsillo y Lebron no pudo hacer nada en 2007 contra los Spurs de San Antonio cuando lo barrieron 4-0.

Hoy, Dirk y Lebron, más viejos, son más experimentados y en el prime de sus carreras como lo demostraron antes de llegar a esta gran final. Ambos, se deshicieron de su mala fama de no saber cerrar los partidos, ya que ambos fueron fundamentales para ganar las finales de sus conferencias en los últimos minutos contra Oklahoma en el oeste y contra Chicago en el este.

Uno solo de ellos pasará a la historia, en un país a excepción de Miami, que como señalan los analistas, es tan diverso y plural, que la mayoría se inclina por un alemán. Ganar el anillo de campeón a Lebron le serviría para borrar esa mala imagen que se ganó antes del inicio de temporada cuando por ESPN y en un show exclusivo “La decisión”, decidió que “mis talentos se van para el Sur de la Florida”.  

abril 16, 2011

Lebron y Wade o Messi vs Ronaldo


Como todos los años a mediados de abril, este sábado comienzan los playoffs o las finales o la liguilla de la liga de básquet más espectacular del mundo. Lo único que me tiene mal hoy es que al mismo tiempo que debutarán los Heat de Miami (mejor dicho de James, Wade y Bosh) el Barza de Messi y el Real de Madrid jugarán a la misma hora. El control remoto será el rey, no vale grabar partidos, la emoción es al instante.

Difícil elección entre una gambeta o gol de la Pulga y una clavada de Lebron.

Fanático del Heat desde que llegué a Miami hace 18 años, este es el año más espectacular y soñado para que se alcen con la corona como en el 2006. El año pasado para esta época la única esperanza era pasar a la segunda ronda. Hoy las expectativas son hasta las finales, pero se sabe también que la cachetada puede interrumpir cualquier buen momento, ya que todos los equipos están llenos de estrellas, Garnet, Rose, Howard, Stoudemaire en el este y del otro lado Durant, Ginóbili, Kobe y Nowitsky, por solo nombrar al 10% de los estelares. Pero más allá de las estrellas se alzan como vedettes dos equipos que llegan de lo mejor parados gracias al trabajo de equipo y de sus técnicos: Bulls de Chicago y los Thunder de Oklahoma.

Miami Heat es el equipo odiado, al que todos abuchean después de que Lebron dijera en un programa exclusivo de ESPN a principios de temporada que llevaría su talento a South Beach. En esta relación con el público, uno bien sabe que los fanáticos odian por diversión de la misma forma que hacen lo contrario. De ahí se explica que Lebron sea el vendedor número uno de sus jerseys en los negocios de la NBA, habiendo sobrepasado por primera vez el marketing de Kobe. Tanto odio no se explica ¿verdad?

El partido de Heat vs Sixers parece fácil para los locales y como es el primero, no es tan atractivo como el duelo entre el Braza y el Real; entre la belleza de las piruetas e ingenio de Messi y el atletismo y frialdad de Ronaldo.

Mirar uno u otro: ¡qué dilema!  

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...