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junio 21, 2013

Mi memorable carrera deportiva (de fanático)

Hacía tiempo que no sufría tanto hasta el borde del infarto. Pasando de la presión alta a la depresión en un santiamén, en cuestiones de segundos y de días, de acuerdo a la montaña rusa que significaron las últimas dos series del Heat contra Indiana y San Antonio. Ni siquiera en los mundiales o cuando River descendió pude haber sufrido tanto, es que el básquet es asesino, dos series de siete partidos con tantos altibajos y un partido seis con todo perdido hasta los últimos cinco segundos fueron demasiado. 

No solo LeBron James y toda su comparsa merecen el descanso, sino todos nosotros, los fanáticos, que hemos dejado parte de nuestra vida en cada partido y que (confieso) algunas veces me sentí obligado emocionalmente (y Graciela, mi esposa me lo pedía) de apagar el televisor antes de tiempo para evitar un problema de salud ante la desazón de un partido que se escapaba y los insultos por una pésima jugada.

No soy de los que pueden criticar a otros colegas fanáticos, como aquellos que en el partido seis se fueron en el último minuto del tiempo reglamentario de la American Airlines Arena cuando todo parecía perdido y el trofeo ya lo habían entrado a la cancha para coronar a San Antonio. Ninguno de ellos fue menos fanático. No todos tenemos la fortaleza para afrontar tantos cambios de liderazgo en el marcador en tan pocos segundos y por tantos días consecutivos como ofrece una serie de básquet. El fútbol es más lapidario, más rápido, la estocada es más fácil de absorber; el básquet, sin embargo, ofrece una agonía – o todo lo contrario como en este caso – larga e interminable, que no deja concentrar.

Llegué a Miami hace 20 años y desde entonces me transformé en un fanático del Heat y vi como en casa mis hijos Tomás y Agustín fueron creciendo con las distintas camisetas de jugadores del Heat. Y como ayer mi hija Sofía me anunció que American Airlines había escogido el slogan que ella y su jefa Manu prepararon en la agencia Zubi Advertising si ganaba el Heat para el saludo de la aerolínea a los campeones en un telón fuera de la Arena. En estos años viví de cerca la historia memorable de los Dolphins, arropada por aquel equipo de fútbol americano invencible de 1972; de los Marlins que sorprendieron con dos series mundiales; pero nada fue más emocionante como haber sido parte de los tres anillos de este Heat de LeBron, de Wade, de Shaquille, de Mourning, de Riley, de Spoelstra, de Arinson, quienes de a poco y con visión están construyendo una nueva dinastía de la NBA.

La competencia es tan injusta que el segundo mejor equipo de la liga (y del mundo, seguramente) huele a fracaso, quedando totalmente borrado de la historia, aunque tenga una estela de cuatro campeonatos y el liderazgo de un Tim Duncan que se cansó de ser el MVP de campeonatos y finales.

La diferencia estriba en el elegido (the chosen) aquel que tatuó en su espalda la palabra que ESPN hizo famosa cuando al salir de Cleveland dijo que había escogido al Sur de la Florida para llevar sus talentos. Y sí que lo hizo y sí que cumplió, pese a que muchos (jamás yo) lo daban por acabado tras la debacle en las finales contra Dallas en 2011.

Una vez más, LeBron ganó con todas las luces. Pocos otros atletas son a sus disciplinas lo que el rey es al básquet. Lebron es al básquet, lo que Messi al fútbol, Bolt al atletismo, Woods al golf, Federer al tenis. Son atletas superlativos e inexplicables, astros universales cuyas destrezas conectan a la razón y al corazón al mismo tiempo, borrando fronteras nacionales y colores de equipos.

Y aun cuando no tienen su gran tarde, siempre estará latente en nosotros la expectativa de que podrán deslumbrar en los últimos segundos. Son la esperanza de la victoria, de una jugada deslumbrante, así como de Ray Allen se esperaba que clavara el triple en el sexto partido para dar al Heat una nueva chance.  

Lebron, como esos astros universales, no hace del Heat un mejor equipo, sino “el equipo” imponiéndole su propia marca. Lo comandó  a un record de franquicia con 66 victorias y al segundo record histórico de la NBA de partidos ganados en forma consecutiva con 27, hoy por hoy un desempeño casi invencible. Con cuatro premios de jugador más valioso en cinco años y dos anillos consecutivos y como el más valioso de ambas finales, LeBron nos regaló historia, nos puso a los fanáticos en la senda del orgullo.


LeBron es rey.   

julio 08, 2010

La gran decisión

Así se llamó el programa de ESPN en el que esta noche Lebron James anunció que se unirá al Miami Heat y a Dywane Wade y Chris Bosch para ganar campeonatos; eso es lo que realmente le importa: ganar, y por ello junto con las otras dos estrellas dijo que nos les importa perder dinero, que se le rebajen sus sueldos, con tal de trabajar en un equipo en que el único objetivo es ganar y ganar.
Lebron dijo que la decisión la tomó esta mañana cuando se levantó sabiendo que era la decisión correcta y que no se arrepentiría.
Lo importante de esta noche fue que los periodistas antes del programa criticaban a James por su ego de hacer un anuncio de esta naturaleza, inédito para la historia del deporte, donde un jugador tiene un programa de una hora en prime time para anunciar su decisión. Luego durante el programa, varios comentaristas si bien tenían rumores de que podría elegir Miami, decían que no era el mejor lugar para escoger y que el equipo a elegir para tener más chances eran los Chicago Bulls.
Pero todos se equivocaron de lo lindo. James recibirá 30 millones menos en Miami de lo que le ofrecía su equipo, los Cavaliers, pero prefirió compartir cartel con otras dos estrellas y recibir menos dinero, cambiar tal vez su juego o no ser la estrella. Pero eligió el equipo que él considera que en este momento está en mejores condiciones para ganar un campeonato, a pesar de que los periodistas deportivos pronostican que no será este año porque no estará conformado el equipo en forma total.
Otra equivocación. Hasta creo que si yo jugaría en el equipo el Heat tendrá propababilidad de ganar de inmediato. Y decir eso, además, es una subestimación del poder de Pat Riley, el artífice de este negocio, que seguramente estará recibiendo ofertas de otros jugadores para jugar en este equipo con salarios reducidos, con tal de tener el honor de ponerse los anillos de campeones en sus dedos.
Por suerte este infierno de incertidumbre se terminó, Lebron vendrá a Miami, estamos todos exaltados y esperando que empiece la temporada para ver cada noche como se llene la arena, la cantidad de sponsors y turistas en nuestra ciudad y que se convierta de capital del sol a capital del Heat.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...