Siempre hay que prestar atención. Cualquier elemento o vivencia puede ser fuente de inspiración. Esta, muchas veces, se desprende como las chispas de un buen fuego. La creatividad no surge del vacío; se alimenta de las observaciones, las emociones y las interacciones que tenemos con el mundo.
En mi caso, siempre tuve en mente escribir una novela
sobre dos periodistas, uno viejo y sabio, y otro joven e innovador, que
pudieran entablar una conversación sobre la profesión, los dilemas morales a
los que se enfrentan, las peleas internas y los embates externos. Era una idea
latente, una semilla esperando el momento de germinar.
Pero fue en una conversación con mi hermano en España, en
la que discutimos sobre la importancia de la verdad y la libertad. Él se
inclinó por la verdad y yo por la libertad como un valor superlativo. Esa
discusión, esa chispa de debate, encendió la llama. El cambio de escenario y
una charla casual y sobre un tema profundo puede desencadenar una trama
completa. En mi caso, la discusión sobre la verdad y la libertad se convirtió
en el núcleo de mi novela.
Cuando regresábamos de España, tuve la claridad de que
esa novela sobre dos periodistas sería sobre cómo empleaban esos valores en sus
vidas profesionales. Mi propia experiencia se convertiría en combustible para
la historia.
Mi esposa leyó los primeros párrafos y me dijo con cara
aburrida: “es más de lo mismo. Por qué no escribís algo distinto, más
divertido”. Y ese fue el origen, otra chispa, esta vez una crítica
constructiva.
Entonces, decidí escribir sobre la verdad y la libertad,
pero con una visión renovada y una historia más universal que escapa a mi zona
de confort, el periodismo. Así nació “Robots con Alma: atrapados entre la
verdad y la libertad”. Ahora, estoy a la espera de respuestas de agentes
literarios que pudieran estar interesados en representar mi obra. Veremos.