noviembre 20, 2012

Ni a Fujimori ni a Guzmán


Existen dos movimientos muy consistentes pero bien incoherentes en Perú, que tienen que ver con el indulto del ex presidente Alberto Fujimori y la del creador del grupo terrorista Sendero Luminoso, Abimael Guzmán.

Ambos están pagando condena en la cárcel por delitos de lesa humanidad, los que según el derecho internacional no se acogen a medidas de perdones. Los hijos de Fujimori consideran que su padre está muy enfermo y que su excarcelación debería ser por compasión. Los miembros de  del Movimiento por la Amnistía y Derechos Fundamentales (Movadef), un grupo pro Sendero, consideran que su liberación servirá para ayudar a la reconciliación nacional.
Ambos fueron protagonistas en el conflicto interno que vivió el país entre 1980 a 2000, del cual se perdieron muchas vidas y se cometieron los más graves atropellos a los derechos humanos y a la democracia. Tampoco se puede comparar a los dos personajes. Guzmán hizo todo con la intención de destruir las instituciones del país con su lucha armada desde la clandestinidad.
No creo que la reconciliación nacional se pueda buscar en Perú a través de la liberación de estos dos personajes que han sido juzgados y condenados por lo que hicieron contra su propia gente. Justamente la mejor reconciliación que puede tener un país es cuando la justicia funciona y todos se sienten iguales.

El escritor peruano, Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura, rechazó ayer el indulto para ambos. Sobre Fujimori dijo que “está sano y bien cuidado” como para otorgarle un perdón humanitario, mientras que sobre Movadef, dijo que se trata de una fachada de Sendero, “íntimamente ligada a una organización terrorista que ha llenado de sangre y duelo a nuestro país”.

noviembre 15, 2012

Ni triunfadores ni vencidos


Comparto con ustedes la columna del fin de semana pasado sobre las elecciones que parecieran que hubieran quedado en el pasado pretérito, dada las últimas instancias que sacuden a la opinión pública estadounidense en estos días, tras la renuncia a la CIA del general David Petraus y las implicaciones de sus relaciones premaritales.

Esta es mi columna sobre la victoria de Obama y la derrota de Romney:

La división en partes iguales del electorado estadounidense demanda moderación y humildad. Ni el inquilino de la Casa Blanca ni la mayoría republicana elegida para la Cámara de Diputados pueden sentirse triunfalistas. El llamado de los electores, incluido el 42% que no salió a votar, invita a demócratas y republicanos a la reconciliación.
No será fácil. Ninguno de los dos partidos querrá traicionar la confianza electoral de sus constituyentes. Pero si para diciembre no logran consenso sobre cómo resolver el abismo fiscal, sanear cuentas fiscales y que los 23 millones de desempleados empiecen a tener esperanza, corren el riesgo de impulsar otra recesión económica y mayor desconfianza en Washington.
Pese al triunfalismo mostrado en los medios de comunicación y las redes sociales, Barack Obama ganó pero no puede sentirse triunfador. Sacó menos votos que en 2008 cuando obtuvo más de 69 millones. Los republicanos no deben sentirse vencidos, en los estados que decidieron la contienda, como Ohio, Virginia y Florida, el margen de diferencia fue mínimo, casi del uno por ciento. Además, es normal que un presidente gane la relección; Obama es el noveno en lograrlo en los últimos 100 años, salvo excepciones más recientes como el demócrata Jimmy Carter y el republicano George Bush padre.
Del otro lado de la moneda, es importante observar que con más de 60 millones de votos, Obama ganó con más de lo que preveía. Mientras que Mitt Romney con casi 58 millones de votos, obtuvo un millón menos que John McCain en 2008. Y eso que McCain tenía enormes desventajas en comparación. Tuvo que defender dos guerras y una economía en picada que heredaba de George Bush hijo y no consiguió recaudar dinero para la contienda electoral.
Obama y Romney también perdieron juntos. La masiva concurrencia mostrada en imágenes de largas filas frente a las urnas, fue una ilusión óptica o producto de una mejor cobertura televisiva. Solo un 58 por ciento acudió a votar, cuatro puntos menos que en 2008 y dos menos que en 2004. La falta de movilización contrasta con una campaña electoral que, para todos los cargos en disputa, fue la más cara de la historia y del mundo, con un monto superior a los seis billones de dólares.
También perdió aquella frase de “Es la economía, estúpido” que definía las elecciones. Romney se aferró a criticar los yerros económicos de los primeros cuatro años de Obama, mientras que Obama logró esquivar el bulto castigando al extremismo de los republicanos más conservadores, imponiendo en la agenda temas como el aborto, los anticonceptivos, la inmigración, los matrimonios entre personas del mismo sexo, la salud pública y la legalización de las drogas.
Gracias a esos temas, el país todo es el que ganó. El mensaje es que el bolsillo no es lo único que importa, también el capital social. Eso quedó espejado en el nuevo Congreso que asumirá en enero, que a réplica de la demografía actual, contará con la mayor cantidad de mujeres y de hispanos de la historia. Habrá 20 mujeres en el Senado y 77 en la Cámara de Diputados. Los latinos tendrán 28 diputados y tres senadores y, además, los afroamericanos tendrán 43 legisladores y los asiático-americanos, 10. Cinco homosexuales y una congresista bisexual, también serán de la partida.
Los izquierdistas del mundo tampoco deben apoderarse de triunfalismo con Obama. La diferencia entre demócratas y republicanos tiene que ver con objetivos económicos y con el papel regulador del Estado, pero no con el remplazo del sector privado. La visión política y económica es la misma. Creen y defienden el libre mercado, las ideas y la creatividad, así como en los sagrados valores de libertad individual y persecución de la felicidad, establecidos en la Declaración de Independencia de 1776.   
Nadie puede sentirse triunfalista ni derrotado. La política estadounidense es cíclica y siempre el vencido reaparece con un candidato joven y prometedor. Bill Clinton, Barack Obama y George Bush hijo, demuestran que los partidos vuelven con mejores y jóvenes apuestas para recuperar la Casa Blanca.
Lo importante sería que para el 2016, demócratas y republicanos respeten esa mejor representación demográfica del país; y que los mejores candidatos a presidente, además de jóvenes, sean mujeres e hispanos.

noviembre 14, 2012

Incoherencia: Venezuela en DDHH

Hugo Chávez consiguió lo que pretendía, que Venezuela entre  al Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas ­a partir de enero próximo.

De esta forma, uno de los países que mas ha desacatado recomendaciones sobre el mejoramiento de derecho humanos en su territorio hechas por ese Consejo, y que desconoce las medidas y decisiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y de la Corte Interamericana, será, contradictoriamente, una de las naciones que supervisará los DD HH en el mundo.

Según un cable de AP, entre 2011 y 2012, más de 70 países evaluaron la situación de los derechos humanos en Venezuela mediante el Examen Periódico Universal. Chavez acogió 97 recomendaciones y rechazó 38. 

Aceptó las generales sobre ratificación de pactos internacionales, sin embargo desacató todas aquellas que tuvieron que ver con libertad de expresión, de prensa, independencia judicial y sobre  detenciones arbitrarias, entre otras.

Chávez ha echado de su país a funcionarios de la CIDH, de Human Rights y no ha permitido e ingreso de otros organismos de supervisión de los derechos humanos. También, junto al presidente Rafael Correa de Ecuador, lidera la propuesta de reforma de la CIDH, que no es mas que una represalia por sus  decisiones sobre ambos países, es decir, una forma de neutralizara y hacerla menos autónoma de los países de la OEA.

El gobierno de Chávez en el Consejo de DDHH es una total incoherencia. No es la única.

noviembre 10, 2012

Cristina vs. Dilma; de nuevo


Hace poco escribí sobre las diferencias notables que Cristina de Kirchner y Dilma Rousseff tienen respecto a la filosofía de su mandato, haciendo un paralelismo sobre los discursos que ambas ofrecieron en la Universidad de Harvard, en diferentes actividades este año.
Aunque el dicho diga que las comparaciones son odiosas, creo que es la mejor manera para mostrar las realidades. En estos días, cuando en Brasil se está desarrollando uno de los juicios anti corrupción más grande de la historia que tiene como protagonistas al partido oficialista, y cuando en Argentina un amplio sector de la población salió a las calles el 8 de noviembre, cacerolas en mano, para protestar en contra de las poco eficaces medidas del gobierno en materia de seguridad y economía, una vez más, ambas mandatarias fueron muy transparentes sobre su visión política.
Durante la Conferencia Internacional Anticorrupción celebrada en Brasilia, la presidenta Rousseff hizo una destacada defensa del valor de la libertad de prensa y del flujo informativo, pese a decir que muchas veces la información es exagerada.
 "Es preferible el ruido de los periódicos al silencio de tumba de las dictaduras”, dijo la presidente brasileña, recordando épocas en que fue prisionera por tres años y torturada por la dictadura de su país. Una sentencia suficiente para comprender el valor que le da a la información, lo que además es consecuente con varias medidas adoptadas en Brasil para favorecer el flujo informativo, como la Ley de Acceso a la Información Pública.
Respecto a la transparencia y la corrupción, Rousseff recordó que es papel del Estado combatirla, mediante la Fiscalía General, la Policía Federal y la prensa libre; que hay más de 100 proyectos de ley en ese sentido y que se combate actualmente a través de órganos de control ético, de la Ley de Transparencia y de la Fiche Limpia, que impide a políticos presentarse a cargos electivos si tuvieron condenas en alguna instancia.
Por último, la mandataria hizo una defensa sobre el valor de las instituciones y dijo que no son ellas las que se corrompen, sino las personas.
Cristina de Kirchner, por otro lado, quien no es conocida por el valor que le da a la lucha contra la corrupción, considera que los medios de comunicación y los periodistas son los grandes conspiradores de su mandato, a los que les achaca todos los males que padece su gobierno. En el anterior cacerolazo y en el reciente del N8, la presidente argentina, cree que se esconde la mano de Clarín, La Nación y de otros diarios a los que acusa de luchar por sus intereses empresarios y que los que marcharon cacerola en mano no tenían idea de por qué lo hacían o que eran contratados por la oligarquía de la prensa nacional para hacerlo.

Cristina de Kirchner se mofó, ironizó y tuvo frases sarcásticas por doquier para desacreditar a muchos argentinos. Como siempre, el gobierno de Kirchner prefiere la confrontación al diálogo, la chicana a la tolerancia. Y lamentablemente, después de todo el descrédito que le achaca a los involucrados que se convocaron por Facebook, dice que en el país las marchas demuestran que existe amplia libertad de expresión.

Creo que en ese sentido, la presidenta se equivoca, de la misma forma que lo hace cuando habla del 54% de apoyo que obtuvo en las urnas. Primero, la libertad de expresión demanda tolerancia y respeto por las opiniones diversas y acciones en consecuencia, por ejemplo una ley de acceso a la información y, sobretodo, no tomar represalias contra quienes disienten. Segundo, el mandato mayor de una democracia no involucra el poder electoral – que dicho sea de paso muchas veces en Argentina, bajo cualquier tipo de gobierno fue manipulado y hubo más clientelismo que otra cosa – sino gobernar de cara a las minorías, construyendo un país incluyente, diverso y plural; y no tratar de des construir y crear clases diferentes de personas, cuya consecuencia será siempre un país dividido, polarizado y cada vez más alejado del bien común (léase) del bien de todos.
 
 

noviembre 08, 2012

Deber de escuchar… a las cacerolas


El gobierno de Cristina de Kirchner debe esta vez escuchar el ruido de las cacerolas de este N8 y actuar en consecuencia.

La protesta es masiva e indicativa que hay gran porcentaje de la población que estima que sus políticas están erradas. Es verdad que fue elegida por un 54% de los votos, pero a esta altura en lugar de desacreditar a quienes marchan o a sus motivaciones, el gobierno debería empezar por escuchar.

¿Cómo hacerlo en una situación tan polarizada donde tantas organizaciones, individuos y partidarios de sus políticas se podrían ofender si ella les diera la espalda? Simple. El gobierno podría utilizar a una empresa de medición de opiniones para que ausculte el sentimiento de la gente y pueda escuchar en forma directa cuales son los reclamos o la prioridad de los mismos: Si se trata de la seguridad, de la economía, de la relección, del cepo cambiario, de las faltas de libertades, de la arrogancia o la falta de confianza en los dirigentes, etc…

Midiendo esas opiniones podrá saber cuales son las prioridades de la gente, ya que a esta altura muchos son los temas y también es verdad que algunos pueden aprovechar a plantear sus intereses, lo que no necesariamente puede estar sincronizado con las verdaderas y más inquietantes necesidades. Y de esa forma podrá actuar en consecuencia, hacer ajustes y reformas y podrá también, como hoy lo expresó la Presidenta, no hacer cosas que crea que van en contra de sus principios, aunque deberá recordar que ella es empleada de todos, debe pretender el bien común no defender sus intereses. Debe sobretodo, no privilegiar a unos sectores sobre otros.

Un buen gobierno debe saber escuchar y debe tener la actitud de diálogo. Hoy Cristina de Kirchner tiene esa oportunidad. Gran parte de su pueblo se lo pide.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...