El proyecto de ley de nacionalización de la petrolera Repsol-YPF que los funcionarios del gobierno dijeron que no existía y por eso criticaron a más no poder a los periodistas y medios de comunicación la semana pasada antes de que Cristina de Kirchner viajara a Cartagena, apareció hoy y con mucha fuerza. La Presidenta lo anunció en cadena nacional mientras lo enviaba al Senado para su pronta aprobación.
La medida expropiatoria, aunque el gobierno la llama de nacionalización, está basada en el criterio del gobierno de que los hasta hoy propietarios mayoritarios de YPF, el grupo español Repsol, no cumplió con el plan de inversiones y no abasteció apropiadamente al país.
Y ante esto uno se pregunta: ¿Será que toda empresa privada que al gobierno se le ocurre decir que no sirve para el autoabastecimiento del país, puede o debe ser expropiada por el gobierno? ¿No será una treta para quedarse con las empresas que en forma estratégica le conviene, en este caso económicamente; en el caso de Papel Prensa, políticamente para luego manejar el insumo del papel y controlar mejor a la prensa disidente?
La Presidenta debe saber que el plafond del 54% de votantes que obtuvo en la elección pasada es de vidrio y no lo puede utilizar para hacer cambios al estilo chavista. Argentina no tiene como Venezuela ese lujo que implica no solo el petróleo sino su precio por las nubes; aunque ella crea que esta empresa le dará el efectivo necesario para seguir pagando los grandes subsidios habituales del peronismo.
Obviamente que España y la Comisión Europea no se quedarán de brazos cruzados, especialmente los españoles que son los inversores mayores en Argentina.
Hay a corto y mediano plazo dos riesgos muy grandes para Argentina. Primero desinversión y generación de desconfianza para los inversionistas extranjeros, así como la creación de una empresa pública que seguirá alimentando esa cultura de la corrupción que se nutre desde los funcionarios del Estado.
Es evidente que una medida como esta, por medio de la cual los ejecutivos españoles y argentinos de Repsol salieron literalmente echados a las patadas, es parte de una historia que el gobierno viene construyendo desde hace tiempo y que parece enquistada en la forma de gobernar.
Cuando la presidenta a finales de diciembre nacionalizó el papel para periódicos, usó la misma justificación para penalizar a Clarín y La Nación, los socios del Estado en Papel Prensa, respecto a que no estaban invirtiendo lo suficiente para abastecer el mercado interno. Es obvio, ahora, que el próximo paso será que el gobierno, con la ayuda de medios oficialistas, denunciará que no hay suficiente papel para imprimir, por lo que terminará capitalizando, nacionalizando y quedándose con la empresa.
La diferencia es que el papel para periódicos no es un producto estratégico como puede justificarse con el petróleo. Aunque a decir verdad, este gobierno justifica todas sus acciones bajo el marco de lo estratégico.
Este caso de YPF es muy desprolijo. Pareciera que el gobierno, más que el suelo, está perforando el futuro argentino.
Quiero contarles sobre los procesos creativos de esta nueva historia sobre la verdad, la libertad y el miedo al futuro. Es mi nueva novela y espero publicarla cuando se sincronicen los planetas (las editoriales) o cuando se me acabe la paciencia y decida autopublicar -- Los contenidos de mi blog Prensa y Expresión están en el archivo. Blog por Ricardo Trotti
abril 16, 2012
El Rey cazador de elefantes
Si algo le faltaba a la crisis española es que su monarquía - una de las más comedidas de las de Europa que siempre fue superada por los escándalos de la Casa Real Británica y los accidentes del Principado de Montecarlo – saltara a la palestra con el Rey Juan Carlos quebrándose la cadera en Botsuana mientras cazaba elefantes, su nieto Felipe se disparara en un pie y que su yerno, estuviera involucrado en un caso de fraude y corrupción.
Toda la prensa española tomó partido en contra y a favor del Rey y, obviamente, se fueron por criticar o alabar la legitimidad de la monarquía, un tema de sangre azul que cada vez más preocupa a quienes creen que una democracia no necesita de una clase dirigente parásita para sostenerse.
Pero más allá de esas disquisiciones, lo importante de este caso es la falta de estándares éticos de la monarquía española. Los españoles, incluyendo el gobierno, supieron de este viaje del rey Juan Carlos porque tuvo un accidente, de lo contrario el viaje hubiera pasado desapercibido. El tema de que fue una invitación no esconde el deber del Rey de dar a conocer detalles sobre sus viajes, especialmente cuando los ciudadanos de su país están soportando una crisis mayúscula y cuando se debate en toda España el tema de la crueldad animal por las corridas de toro, algo que parece importar cuando se trata de un toro de lidia, pero no de un elefante de Botsuana.
Esta nueva acción antiética del Rey deslegitima a la monarquía. La acción del Rey es reprobable, especialmente cuando en una foto de un viaje anterior a África, se lo observa posando con un fusil delante de un elefante muerto.
Toda la prensa española tomó partido en contra y a favor del Rey y, obviamente, se fueron por criticar o alabar la legitimidad de la monarquía, un tema de sangre azul que cada vez más preocupa a quienes creen que una democracia no necesita de una clase dirigente parásita para sostenerse.
Pero más allá de esas disquisiciones, lo importante de este caso es la falta de estándares éticos de la monarquía española. Los españoles, incluyendo el gobierno, supieron de este viaje del rey Juan Carlos porque tuvo un accidente, de lo contrario el viaje hubiera pasado desapercibido. El tema de que fue una invitación no esconde el deber del Rey de dar a conocer detalles sobre sus viajes, especialmente cuando los ciudadanos de su país están soportando una crisis mayúscula y cuando se debate en toda España el tema de la crueldad animal por las corridas de toro, algo que parece importar cuando se trata de un toro de lidia, pero no de un elefante de Botsuana.
Esta nueva acción antiética del Rey deslegitima a la monarquía. La acción del Rey es reprobable, especialmente cuando en una foto de un viaje anterior a África, se lo observa posando con un fusil delante de un elefante muerto.
Cuba, excusa para evadir lo importante
La Cumbre de las Américas terminó este domingo sin el brillo que le pronosticaban. No hubo declaración final y los temas políticos, no los importantes, como el ingreso de Cuba a este tipo de reuniones hemisféricas que piden los países del ALBA, la despenalización de las drogas que solicitó la Presidencia de Guatemala y la soberanía por las Islas Malvinas que reclama Argentina, bloquearon los consensos que se pudieran haber conseguido.
Los temas importantes tenían que ver con cuestiones económicas y el crecimiento para el futuro. Sin embargo, desde que el presidente Juan Manuel Santos, fue a Cuba a disculparse con los Castro de que no lo podía invitar a la Cumbre, se notó que realmente este era el tema con los que Ecuador, Venezuela, Nicaragua y Venezuela tratarían de ocultar otras cuestiones importantes para los ciudadanos de sus países.
Con esta excusa de Cuba y todo el ruido producido, nadie entonces prestó atención a temas importantes como la ausencia de libertad de prensa en Ecuador, la enfermedad del presidente Hugo Chávez de la que los venezolanos poco saben, el problema agudo de fraude electoral ininterrumpido que viven los nicaragüenses y el choque constante que el Presidente boliviano está teniendo con grupos indígenas y de sindicalistas que lo legitimaron en el pasado.
Las ausencias de Rafael Correa, Hugo Chávez y Daniel Ortega, así como el tempranero despido de Evo Morales – acompañado de Cristina de Kirchner, molesta por la exclusión de las Malvinas en un texto final que nunca hubo – evidencia lo poco que estos presidentes se querían exponer a lo que está pasando en sus países. Favorecer a Cuba que es el único país que abiertamente desafía la Carta Democrática Interamericana en todos sus artículos, no habla realmente muy bien de una cumbre democrática.
Ya este tema de Cuba lo habíamos vivido cuando estos mismos países pidieron el ingreso a la Organización de Estados Americanos, y una vez que consiguieron el consenso se vio como Cuba desairó el ofrecimiento diciendo que no le importaba ingresar a un club que servía para el colonialismo del imperio. Probablemente una vez que inviten a los Castro a esta Cumbre de las Américas tengan la misma actitud, mientras tanto, todas estas negociaciones sirven para desviar la atención y evadir los temas importantes.
Pan y circo.
Los temas importantes tenían que ver con cuestiones económicas y el crecimiento para el futuro. Sin embargo, desde que el presidente Juan Manuel Santos, fue a Cuba a disculparse con los Castro de que no lo podía invitar a la Cumbre, se notó que realmente este era el tema con los que Ecuador, Venezuela, Nicaragua y Venezuela tratarían de ocultar otras cuestiones importantes para los ciudadanos de sus países.
Con esta excusa de Cuba y todo el ruido producido, nadie entonces prestó atención a temas importantes como la ausencia de libertad de prensa en Ecuador, la enfermedad del presidente Hugo Chávez de la que los venezolanos poco saben, el problema agudo de fraude electoral ininterrumpido que viven los nicaragüenses y el choque constante que el Presidente boliviano está teniendo con grupos indígenas y de sindicalistas que lo legitimaron en el pasado.
Las ausencias de Rafael Correa, Hugo Chávez y Daniel Ortega, así como el tempranero despido de Evo Morales – acompañado de Cristina de Kirchner, molesta por la exclusión de las Malvinas en un texto final que nunca hubo – evidencia lo poco que estos presidentes se querían exponer a lo que está pasando en sus países. Favorecer a Cuba que es el único país que abiertamente desafía la Carta Democrática Interamericana en todos sus artículos, no habla realmente muy bien de una cumbre democrática.
Ya este tema de Cuba lo habíamos vivido cuando estos mismos países pidieron el ingreso a la Organización de Estados Americanos, y una vez que consiguieron el consenso se vio como Cuba desairó el ofrecimiento diciendo que no le importaba ingresar a un club que servía para el colonialismo del imperio. Probablemente una vez que inviten a los Castro a esta Cumbre de las Américas tengan la misma actitud, mientras tanto, todas estas negociaciones sirven para desviar la atención y evadir los temas importantes.
Pan y circo.
abril 14, 2012
Videla: A confesión de partes…
No hacía falta que el dictador Jorge Videla tuviera que confesar que su dictadura asesinó e hizo desaparecer a entre siete y ocho mil personas para no "para no provocar protestas dentro y fuera del país", como relata el periodista argentino Ceferino Reato en su libro "Disposición final" que saldrá este lunes.
Seguramente la limpia social fue mayor en aquella época en el que régimen militar usaba con sarcasmo el slogan de “Derechos y Humanos” con el que contrarrestaba a los activistas de derechos humanos que en todo el mundo protestaban contra la dictadura durante el Mundial de Fútbol 78.
Videla sostiene ahora con cierta tardanza, pero sin arrepentimiento, que el golpe del 24 de marzo de 1976 fue un error y que no se justificaba desde el punto de vista militar, aunque recalcó que “no había otra solución”.
“No había otra solución. (En la cúpula militar) estábamos de acuerdo en que era el precio a pagar para ganar la guerra contra la subversión y necesitábamos que no fuera evidente para que la sociedad no se diera cuenta. Había que eliminar a un conjunto grande de personas que no podían ser llevadas a la justicia ni tampoco fusiladas (...) Pongamos que eran siete mil u ocho mil las personas que debían morir para ganar la guerra contra la subversión", relató Videla, según se recoge en la edición digital de hoy de Clarín.
“A confesión de partes, relevo de pruebas”, dice el refrán, que de usarse podría significar un adelanto significativo en todos los procesos judiciales finiquitados ya contra los integrantes de los gobiernos militares entre 1976 y 1983.
Seguramente la limpia social fue mayor en aquella época en el que régimen militar usaba con sarcasmo el slogan de “Derechos y Humanos” con el que contrarrestaba a los activistas de derechos humanos que en todo el mundo protestaban contra la dictadura durante el Mundial de Fútbol 78.
Videla sostiene ahora con cierta tardanza, pero sin arrepentimiento, que el golpe del 24 de marzo de 1976 fue un error y que no se justificaba desde el punto de vista militar, aunque recalcó que “no había otra solución”.
“No había otra solución. (En la cúpula militar) estábamos de acuerdo en que era el precio a pagar para ganar la guerra contra la subversión y necesitábamos que no fuera evidente para que la sociedad no se diera cuenta. Había que eliminar a un conjunto grande de personas que no podían ser llevadas a la justicia ni tampoco fusiladas (...) Pongamos que eran siete mil u ocho mil las personas que debían morir para ganar la guerra contra la subversión", relató Videla, según se recoge en la edición digital de hoy de Clarín.
“A confesión de partes, relevo de pruebas”, dice el refrán, que de usarse podría significar un adelanto significativo en todos los procesos judiciales finiquitados ya contra los integrantes de los gobiernos militares entre 1976 y 1983.
abril 12, 2012
Una Cumbre sin Cuba
Muchos se lamentan todavía de que Cuba no esté en la Cumbre de las Américas que empieza oficialmente hoy con 33 presidentes del continente a excepción de Raúl Castro y de Rafael Correa quien no quiso participar hasta que en estas reuniones se invite a la dictadura de los Castros.
Andrés Oppenheimer en su columna de hoy se refiere al caso y dice que en una entrevista el presidente Juan Manuel Santos le dijo que no solo Ecuador sino muchos países latinoamericanos quieren que Cuba participe. http://www.elnuevoherald.com/2012/04/11/v-print/1176230/la-ausencia-de-cuba-en-la-cumbre.html
También dijo Santos que se tienen que respetar los diferentes criterios que los países tienen en materia de libertad de prensa y de expresión.
En ambos casos disiento de esas opiniones. Primero, porque traer a Cuba a la Cumbre implicaría que se violen los principios de la Carta Democrática Interamericana que rechazan a cualquier estado que no respete principios democráticos, como elecciones libres, multipartidismo, libertad de expresión y de asociación. Y segundo, como bien me cita Oppenheimer, no se puede dejar al arbitrio de cada país la interpretación de los principios de libertad de expresión y de prensa, ya que se trata de preceptos universales fundamentados por las cartas de derechos humanos de las Naciones Unidas y de la OEA.
Da la sensación de que Santos interpreta a la política como el arte de buscar consensos, y en el camino, permite que se pisoteen principios democráticos.
Andrés Oppenheimer en su columna de hoy se refiere al caso y dice que en una entrevista el presidente Juan Manuel Santos le dijo que no solo Ecuador sino muchos países latinoamericanos quieren que Cuba participe. http://www.elnuevoherald.com/2012/04/11/v-print/1176230/la-ausencia-de-cuba-en-la-cumbre.html
También dijo Santos que se tienen que respetar los diferentes criterios que los países tienen en materia de libertad de prensa y de expresión.
En ambos casos disiento de esas opiniones. Primero, porque traer a Cuba a la Cumbre implicaría que se violen los principios de la Carta Democrática Interamericana que rechazan a cualquier estado que no respete principios democráticos, como elecciones libres, multipartidismo, libertad de expresión y de asociación. Y segundo, como bien me cita Oppenheimer, no se puede dejar al arbitrio de cada país la interpretación de los principios de libertad de expresión y de prensa, ya que se trata de preceptos universales fundamentados por las cartas de derechos humanos de las Naciones Unidas y de la OEA.
Da la sensación de que Santos interpreta a la política como el arte de buscar consensos, y en el camino, permite que se pisoteen principios democráticos.
Crímenes de odio y discriminación
Comparto mi columna de fin de semana pasado, antes de que ayer se diera a conocer que George Zimmerman, el vigilante de barrio, quien dio muerte a Trayvon bajo el argumento de que había actuado en defensa propia, fuera acusado por los fiscales de homicidio de segundo grado.
Más allá de que este agravante penal no tendrá chance de ser probado por la Fiscalía o de que los fiscales hayan accedido a las presiones y el clamor popular para procesar a Zimmerman, comienza ahora un nuevo proceso que tal vez, como muchos otros, será negociado extrajudicialmente para llegar a un acuerdo sobre el castigo que espera al victimario, lo que, lamentablemente, terminará evitando que se de un debate abierto sobre el tema de los prejuicios raciales.
Esta es mi columna:
“Los crímenes contra el adolescente estadounidense Trayvon Martin y el joven chileno, Daniel Zamudio, relanzaron la polémica moral y legal sobre la intolerancia y los prejuicios sociales que existe en contra de las personas catalogadas como diferentes, ya sea por su raza, género u orientación sexual y religiosa.
Las estadísticas muestran que los crímenes de odio y discriminación se dan en todos los países sin distinción del grado de desarrollo alcanzado por sus sociedades. Grupos de homofóbicos, xenofóbicos, neonazis, escuadrones de la muerte o pandilleros juveniles asesinan tanto a mujeres en Ciudad Juárez o en ciudad de Guatemala; como agreden a miembros de la comunidad judía en Buenos Aires; discriminan a indígenas en La Paz; persiguen a homosexuales y lesbianas en Sao Paulo; embisten a disidentes en La Habana y atacan a asiáticos, hispanos o afroamericanos en Nueva York o Los Angeles.
Estos delitos son motivados por el clima de impunidad en un país, el vacío legal y la deficiencia policial que hace ineficiente al Estado para perseguir a los responsables; y hasta por gobernantes que atacan públicamente a ciudadanos de otras ideologías, generándose polarización y tolerancia al odio y la violencia.
En el caso de George Zimmerman, un vigilante vecinal voluntario que mató a Trayvon de un disparo el 26 de febrero en una ciudad del centro de la Florida, argumentó que actuó en defensa propia. Zimmerman, se amparó en la ley “Stand your ground”, que permite a un individuo usar fuerza letal para defenderse cuando ve comprometida su integridad, aún fuera de su propiedad.
La indignación social fue por partida doble. Primero, por el prejuicio sobre la víctima, un joven de 17 años que por su color y usar capucha durante la noche “debería estar buscando drogas”, cuando solo portaba un paquete de golosinas y una lata de té mientras hablaba con su novia en el celular. Segundo, porque el agresor, aunque llamó a la policía no esperó su llegada, hizo justicia por manos propias y no fue arrestado. Lo que todos se preguntan es si en el caso de que el afroamericano hubiera sido el agresor, la policía le hubiese permitido seguir en libertad. La respuesta es obvia.
El crimen también reabrió la polémica sobre portación de armas entre quienes no integran cuerpos oficiales de seguridad y sobre la ley de defensa propia vigente desde 2005 en Florida y propagada a 25 de los 50 estados del país, que permite que muchos se escuden en ella para matar, pero preservando su inocencia.
En el caso de Chile, Daniel Zamudio, de 24 años, murió en un hospital el 27 de marzo con esvásticas marcadas en su cuerpo, víctima de una paliza que le propinó un grupo de neonazis por su condición de homosexual. El crimen consternó a la sociedad y atrajo el compromiso del presidente Sebastián Piñera, para reavivar una ley anti discriminación que duerme en el Congreso desde hace seis años, con la que se busca agravar el castigo para crímenes de odio.
Si bien en ambos casos se contempla revisar y crear leyes para disuadir a los violentos, también debe considerarse que las exageraciones en la legislación pueden condicionar otros derechos, como el de expresión. Sucedió en Bolivia, cuando el fin loable de una ley antirracista en vigencia desde hace dos años, terminó por coartar y condenar el derecho del público a estar informado y expresarse.
Aun así, las leyes deberían ser duras contra quienes incentivan el odio o quieren administrar justicia por manos propias. Como contra el Nuevo Partido Panteras Negras, que bajo el lema de “ojo por ojo, diente por diente”, ofreció 10 mil dólares de recompensa a quien capture a Zimmerman y lo entregue a esa agrupación; o contra el famoso director de cine Spike Lee, quien a través de su cuenta en Twitter dio a conocer el domicilio de la familia Zimmerman.
Trayvon y Daniel nos recuerdan que en muchos países es necesario un ordenamiento legal más adecuado, no solo para evitar que se aterrorice a algunas minorías o se proteja a quienes por sus actos o pensamientos se sienten más vulnerables, sino para crear una cultura de mayor tolerancia que permita neutralizar el odio y la discriminación”.
Más allá de que este agravante penal no tendrá chance de ser probado por la Fiscalía o de que los fiscales hayan accedido a las presiones y el clamor popular para procesar a Zimmerman, comienza ahora un nuevo proceso que tal vez, como muchos otros, será negociado extrajudicialmente para llegar a un acuerdo sobre el castigo que espera al victimario, lo que, lamentablemente, terminará evitando que se de un debate abierto sobre el tema de los prejuicios raciales.
Esta es mi columna:
“Los crímenes contra el adolescente estadounidense Trayvon Martin y el joven chileno, Daniel Zamudio, relanzaron la polémica moral y legal sobre la intolerancia y los prejuicios sociales que existe en contra de las personas catalogadas como diferentes, ya sea por su raza, género u orientación sexual y religiosa.
Las estadísticas muestran que los crímenes de odio y discriminación se dan en todos los países sin distinción del grado de desarrollo alcanzado por sus sociedades. Grupos de homofóbicos, xenofóbicos, neonazis, escuadrones de la muerte o pandilleros juveniles asesinan tanto a mujeres en Ciudad Juárez o en ciudad de Guatemala; como agreden a miembros de la comunidad judía en Buenos Aires; discriminan a indígenas en La Paz; persiguen a homosexuales y lesbianas en Sao Paulo; embisten a disidentes en La Habana y atacan a asiáticos, hispanos o afroamericanos en Nueva York o Los Angeles.
Estos delitos son motivados por el clima de impunidad en un país, el vacío legal y la deficiencia policial que hace ineficiente al Estado para perseguir a los responsables; y hasta por gobernantes que atacan públicamente a ciudadanos de otras ideologías, generándose polarización y tolerancia al odio y la violencia.
En el caso de George Zimmerman, un vigilante vecinal voluntario que mató a Trayvon de un disparo el 26 de febrero en una ciudad del centro de la Florida, argumentó que actuó en defensa propia. Zimmerman, se amparó en la ley “Stand your ground”, que permite a un individuo usar fuerza letal para defenderse cuando ve comprometida su integridad, aún fuera de su propiedad.
La indignación social fue por partida doble. Primero, por el prejuicio sobre la víctima, un joven de 17 años que por su color y usar capucha durante la noche “debería estar buscando drogas”, cuando solo portaba un paquete de golosinas y una lata de té mientras hablaba con su novia en el celular. Segundo, porque el agresor, aunque llamó a la policía no esperó su llegada, hizo justicia por manos propias y no fue arrestado. Lo que todos se preguntan es si en el caso de que el afroamericano hubiera sido el agresor, la policía le hubiese permitido seguir en libertad. La respuesta es obvia.
El crimen también reabrió la polémica sobre portación de armas entre quienes no integran cuerpos oficiales de seguridad y sobre la ley de defensa propia vigente desde 2005 en Florida y propagada a 25 de los 50 estados del país, que permite que muchos se escuden en ella para matar, pero preservando su inocencia.
En el caso de Chile, Daniel Zamudio, de 24 años, murió en un hospital el 27 de marzo con esvásticas marcadas en su cuerpo, víctima de una paliza que le propinó un grupo de neonazis por su condición de homosexual. El crimen consternó a la sociedad y atrajo el compromiso del presidente Sebastián Piñera, para reavivar una ley anti discriminación que duerme en el Congreso desde hace seis años, con la que se busca agravar el castigo para crímenes de odio.
Si bien en ambos casos se contempla revisar y crear leyes para disuadir a los violentos, también debe considerarse que las exageraciones en la legislación pueden condicionar otros derechos, como el de expresión. Sucedió en Bolivia, cuando el fin loable de una ley antirracista en vigencia desde hace dos años, terminó por coartar y condenar el derecho del público a estar informado y expresarse.
Aun así, las leyes deberían ser duras contra quienes incentivan el odio o quieren administrar justicia por manos propias. Como contra el Nuevo Partido Panteras Negras, que bajo el lema de “ojo por ojo, diente por diente”, ofreció 10 mil dólares de recompensa a quien capture a Zimmerman y lo entregue a esa agrupación; o contra el famoso director de cine Spike Lee, quien a través de su cuenta en Twitter dio a conocer el domicilio de la familia Zimmerman.
Trayvon y Daniel nos recuerdan que en muchos países es necesario un ordenamiento legal más adecuado, no solo para evitar que se aterrorice a algunas minorías o se proteja a quienes por sus actos o pensamientos se sienten más vulnerables, sino para crear una cultura de mayor tolerancia que permita neutralizar el odio y la discriminación”.
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