Acabamos de terminar una misión de la SIP en Ecuador esta tarde. En materia de libertad de prensa la situación es mala y puede convertirse en caótica. Los ataques de la que son futo los medios y los periodistas, a si sea por el descrédito a los que los tiene sometidos el presidente Rafael Correa o los juicios multimillonarios, están generando cada vez mayor autocensura más allá de los límites del periodismo.
Que los periodistas se están autocensurando y los ejecutivos de los medios también, no es una novedad. Una encuesta realizada por Fundamedios entre 300 periodistas, arrojó un resultado pavoroso: el 70 por ciento de los reporteros se autocensuran por temor a sufrir las mismas represalias que muchos de sus colegas que se ven intimidados o sufren agresiones directas por lo que dicen, opinan y publican.
Lo más preocupante, es que no se trata solamente de ataques directos del poder. Sucede ya en Ecuador lo que desde hace años ocurre en Venezuela, Argentina, Bolivia y Nicaragua. La confrontación sistemática de parte del presidente Correa contra los medios y los periodistas ha contribuido a degradar la credibilidad de la prensa y muchos periodistas terminan siendo señalados, acusados y amenazados en la calle, por el ciudadano común, a causa de sus investigaciones o pronunciamiento sobre actos de corrupción.
Además de la injuria permanente contra directivos de medios y periodistas, Correa ha ido mucho más allá. Ha creado una estructura legal y jurídica con la que puede darse el lujo de restringir cada vez más a la prensa, dentro de un marco simulado de legalidad y democracia. La Consulta Popular de mayo de 2007 apuntó a ello, ya que incluyó dos preguntas directas sobre los medios, una relativa a la propiedad y la otra sobre los contenidos.
A pesar de que no ganó con los márgenes que creía, le sirvieron para fundamentar una nueva Ley de Comunicación, cuyo proyecto permanecía estancado en la Asamblea Nacional. Ahora, con la “autorización” ciudadana, el nuevo proyecto está convirtiéndose en un arma letal de restricción cuando empiece a aplicarse a través de un órgano supranacional gubernamental que tendrá que vigilar los contenidos.
Es decir, la libertad de prensa quedará sometida a los arbitrios del gobierno de Correa. Es algo que él predijo que lo haría y que ya lo ha conseguido. Ecuador, de a poco, se está convirtiendo en uno de los países con menos libertad de prensa en el continente americano.