El presidente Rafael Correa dijo que no utilizará su segmento “libertad de expresión” durante su alocución sabatina para criticar a los medios, lo que podría verse como una gran avance de vocación democrática de su parte.
Nada de eso. Justo cuando hizo el anuncio, aprovechó para hacer más de lo mismo, criticar a la prensa, lo que demuestra que esta actitud es solo una máscara detrás de la cual se esconde su poder autoritario. “Estamos para más cosas, para mirar adelante, no para perder el tiempo con los mismos de siempre, representantes de un pasado que nos condenó a tantas miserias y desigualdades. La gente nos cree a nosotros, no a esa prensa corrupta”, dijo el primer mandatario según la agencia EFE.
Correa dijo que suspenderá su espacio de crítica, pero igual dijo que lo seguirá haciendo “cuando sea estrictamente necesario, cuando ya sea una de esas mentiras terribles”, lo que implica que su anuncio carece de validez por cuanto todo lo que dice el periodismo es considerado de “pura mentira”.
Correa esconde en esta actitud su vocación anti democrática. El resto es puro bla bla.
Quiero contarles sobre los procesos creativos de esta nueva historia sobre la verdad, la libertad y el miedo al futuro. Es mi nueva novela y espero publicarla cuando se sincronicen los planetas (las editoriales) o cuando se me acabe la paciencia y decida autopublicar -- Los contenidos de mi blog Prensa y Expresión están en el archivo. Blog por Ricardo Trotti
octubre 17, 2010
Periodistas en ayuno y protesta
Mañana estaremos en La Paz con una delegación internacional de la SIP para expresar solidaridad a la prensa boliviana, especialmente a 31 periodistas de ese país que siguen en ayuno y en protesta en contra de los artículos 16 y 23 de le ley antirracista promulgada a principios de mes por el presidente Evo Morales.
Los periodistas bolivianos en un movimiento heterogéneo y que incluye a reporteros, editores y directores de todo tipo de medio, criterio editorial e ideología, han salido a las calles desde que la ley era solo un proyecto. Hasta el momento, se dice que han recolectado 240 mil firmas en apoyo para tratar de que se anulen esos dos artículos, pero no la ley, a la que se considera importante en un país en que una gran mayoría, históricamente, ha sido discriminada por su etnia o color.
La Confederación de Trabajadores de la Prensa de Bolivia inició con éxito la recolección de firmas que se dispone en las capitales departamentales y ciudades intermedias, invitando a la gente a rechazar los “artículos mordaza”.
Lo que más ha molestado a los periodistas y la prensa en general es que los legisladores no tuvieron en cuenta sus constantes reclamos sobre que los artículos, que permiten drásticas sanciones contra los medios, fueran revocados o al menos considerados a tiempo.
El presidente de la Comisión de Constitución de la Cámara de Senadores, Eugenio Rojas (MAS), informó ayer que la Asamblea Legislativa está abocada a redactar una norma que regule que todas las leyes sean elaboradas con participación de los ciudadanos.
Algunos periódicos, como La Prensa, de la Paz, en una forma de hacer tomar conciencia a la ciudadanía sobre los problemas que acarreará la ley a la libertad de prensa, publican mensajes como éste, y a continuación uno de los artículos en cuestión – además del lema que guía a todos los medios en esta campaña:
“Por las implicaciones que conlleva el artículo 16 de la Ley contra el racismo nos vemos obligados a suspender los comentarios, con la finalidad de evitar sanciones”.
"Artículo 16. (Medios masivos de comunicación). El medio de comunicación que autorizare y publicare ideas racistas y discriminatorias será pasible de sanciones económicas y de suspensión de licencia de funcionamiento, sujeto a reglamentación."
“No hay democracia sin libertad de expresión”.
Los periodistas bolivianos en un movimiento heterogéneo y que incluye a reporteros, editores y directores de todo tipo de medio, criterio editorial e ideología, han salido a las calles desde que la ley era solo un proyecto. Hasta el momento, se dice que han recolectado 240 mil firmas en apoyo para tratar de que se anulen esos dos artículos, pero no la ley, a la que se considera importante en un país en que una gran mayoría, históricamente, ha sido discriminada por su etnia o color.
La Confederación de Trabajadores de la Prensa de Bolivia inició con éxito la recolección de firmas que se dispone en las capitales departamentales y ciudades intermedias, invitando a la gente a rechazar los “artículos mordaza”.
Lo que más ha molestado a los periodistas y la prensa en general es que los legisladores no tuvieron en cuenta sus constantes reclamos sobre que los artículos, que permiten drásticas sanciones contra los medios, fueran revocados o al menos considerados a tiempo.
El presidente de la Comisión de Constitución de la Cámara de Senadores, Eugenio Rojas (MAS), informó ayer que la Asamblea Legislativa está abocada a redactar una norma que regule que todas las leyes sean elaboradas con participación de los ciudadanos.
Algunos periódicos, como La Prensa, de la Paz, en una forma de hacer tomar conciencia a la ciudadanía sobre los problemas que acarreará la ley a la libertad de prensa, publican mensajes como éste, y a continuación uno de los artículos en cuestión – además del lema que guía a todos los medios en esta campaña:
“Por las implicaciones que conlleva el artículo 16 de la Ley contra el racismo nos vemos obligados a suspender los comentarios, con la finalidad de evitar sanciones”.
"Artículo 16. (Medios masivos de comunicación). El medio de comunicación que autorizare y publicare ideas racistas y discriminatorias será pasible de sanciones económicas y de suspensión de licencia de funcionamiento, sujeto a reglamentación."
“No hay democracia sin libertad de expresión”.
octubre 15, 2010
Judíos, CNN y gobierno argentino
Si el gobierno argentino fuera la CNN, el ministro de Economía debería ser despedido. Me explico:
Hace 15 días, la cadena CNN despidió al presentador Rick Sánchez después de que en una entrevista de radio llamó “intolerante” al comediante Jon Stewart, considerando que se burla de “todos los que no son como él”, al mismo tiempo que refiriéndose al cómico de origen judío, se burló del argumento sobre que los judíos se consideran una minoría en EEUU.
En su prédica en contra de Stewart, Sánchez dijo que “… todo el que administra a CNN es muy parecido a Stewart, y mucha gente que administra todas las otras cadenas es muy parecida a Stewart, e implicar que de algún modo ellos, la gente de este país que es judía ¿es una minoría oprimida?''… seguro que sí, se contestó sarcásticamente Sánchez.
La reacción de la cadena fue contundente. Menos de 24 horas después de estas declaraciones, Sánchez quedó en la calle.
Voy ahora al ministro de Economía argentino, Amado Boudou, quien agredió a dos periodistas de los diarios Clarín y La Nación, ambos de Buenos Aires, durante una reunión en Washington en la sede del Fondo Monetario Internacional (FMI). Boudou repentinamente arremetió contra los periodistas a quienes increpó: “Ustedes son como los que ayudaban a limpiar las cámaras de gas en el nazismo”, dijo el ministro a los reporteros, a quienes instó a no ser “cómplices” de los diarios donde trabajan ni “FMI-adictos”.
Como era de imaginar, las organizaciones hebreas salieron al paso. En reunión y conferencia de prensa con la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), Boudou admitió que usó “metáforas inapropiadas” vinculadas al Holocausto, sin embargo se negó a pedir disculpas a los periodistas.
Por su parte, el canciller argentino, Héctor Timerman, de ascendencia judía, minimizó el episodio, al decir que el ministro de Economía no debería haber dicho esa frase, pero aprovechó a criticar a Clarín por banalizar el Holocausto y usar el tema para montar una campaña contra su colega ministro y el gobierno.
Lo de Timerman ya se sabe que juzga los hechos de acuerdo a su prisma ideológico, así lo expresa continuamente en Twitter, y lo del ministro Boudou es lamentable, no solo por lo inapropiado y condenable expresión sobre el Holocausto, sino porque además siempre ha agredido a periodistas y medios con insultos y bajezas, de la que son testigos muchas reporteros a las que ha rebajado por su género.
Debido a ello, ojalá el gobierno argentino se hubiera comportado como la CNN.
Hace 15 días, la cadena CNN despidió al presentador Rick Sánchez después de que en una entrevista de radio llamó “intolerante” al comediante Jon Stewart, considerando que se burla de “todos los que no son como él”, al mismo tiempo que refiriéndose al cómico de origen judío, se burló del argumento sobre que los judíos se consideran una minoría en EEUU.
En su prédica en contra de Stewart, Sánchez dijo que “… todo el que administra a CNN es muy parecido a Stewart, y mucha gente que administra todas las otras cadenas es muy parecida a Stewart, e implicar que de algún modo ellos, la gente de este país que es judía ¿es una minoría oprimida?''… seguro que sí, se contestó sarcásticamente Sánchez.
La reacción de la cadena fue contundente. Menos de 24 horas después de estas declaraciones, Sánchez quedó en la calle.
Voy ahora al ministro de Economía argentino, Amado Boudou, quien agredió a dos periodistas de los diarios Clarín y La Nación, ambos de Buenos Aires, durante una reunión en Washington en la sede del Fondo Monetario Internacional (FMI). Boudou repentinamente arremetió contra los periodistas a quienes increpó: “Ustedes son como los que ayudaban a limpiar las cámaras de gas en el nazismo”, dijo el ministro a los reporteros, a quienes instó a no ser “cómplices” de los diarios donde trabajan ni “FMI-adictos”.
Como era de imaginar, las organizaciones hebreas salieron al paso. En reunión y conferencia de prensa con la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), Boudou admitió que usó “metáforas inapropiadas” vinculadas al Holocausto, sin embargo se negó a pedir disculpas a los periodistas.
Por su parte, el canciller argentino, Héctor Timerman, de ascendencia judía, minimizó el episodio, al decir que el ministro de Economía no debería haber dicho esa frase, pero aprovechó a criticar a Clarín por banalizar el Holocausto y usar el tema para montar una campaña contra su colega ministro y el gobierno.
Lo de Timerman ya se sabe que juzga los hechos de acuerdo a su prisma ideológico, así lo expresa continuamente en Twitter, y lo del ministro Boudou es lamentable, no solo por lo inapropiado y condenable expresión sobre el Holocausto, sino porque además siempre ha agredido a periodistas y medios con insultos y bajezas, de la que son testigos muchas reporteros a las que ha rebajado por su género.
Debido a ello, ojalá el gobierno argentino se hubiera comportado como la CNN.
octubre 14, 2010
El Premio Nobel de la Libertad
El único sorprendido por el Premio Nobel de Literatura fue Mario Vargas Llosa. Para el resto de los mortales era un galardón anunciado o, mejor dicho, esperado; ni siquiera un asomo de polémica como el año pasado cuando Barack Obama recibió el de la Paz, sino alegría y festejos, porque la Real Academia de las Ciencias de Suecia desde hace años estaba en deuda con el autor.
Fue un premio que “hizo justicia enorme”, como dijo el presidente peruano Alan García, pensando, como muchos, que Vargas Llosa acababa de evadir la lista de escritores al que el Nobel les fue injustamente esquivo, como Juan Rulfo y Jorge Luis Borges.
Quienes además de su prolífica obra literaria nos deleitamos con sus posiciones libertarias, que abundan en sus novelas y ensayos, agradecemos que por sobre todo se haya reconocido al intelectual, el que generosamente abre la boca para condenar a los nacionalismos, a los que considera “la peor construcción del hombre” y reclama por la libertad de prensa como sinónimo de democracia.
El Nobel pone a Vargas Llosa en el escalón más alto de la literatura mundial, pero la justificación política de la Academia – “por su cartografía de las estructuras del poder y sus aceradas imágenes de la resistencia individual, la revuelta y la derrota” – lo sitúa también como paladín por excelencia de los valores democráticos, aquel que no teme enfrentar la diatriba de populistas y déspotas de izquierda que abundan ahora en Latinoamérica o pelear contra dictadores y autoritarios derechistas. El de Vargas Llosa es un Nobel de Literatura, pero también un “Nobel de la Libertad”.
De muchos intelectuales y literatos se dice que son adelantados a su tiempo para justificar que son superiores al resto. Pero la superioridad de Vargas Llosa rompe con esos cánones; está dada por la fidelidad y capacidad crítica con la que retrata la realidad.
Durante la reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa en octubre de 2008 en Madrid, tuve la oportunidad de escuchar su primera aproximación a “La civilización del espectáculo”, un ensayo que todavía está moldeando y en un futuro seguramente contendrá duras críticas a Facebook que en aquel año todavía no era popular y a Twitter, que ni siquiera existía.
En 50 minutos de cáustica charla, con una crítica semejante a los versos mordaces y eternos de Enrique Santos Discépolo en el tango Cambalache, Vargas Llosa se despachó en contra de la trivialización de la cultura, con un análisis profundo sobre política, periodismo, literatura, cine, artes plásticas, drogas y sexo.
Condenó que la cultura esté dominada por lo “light”, por el consumo y por la demanda del público, que, en definitiva, condiciona la creación y el mercado. Se mostró aterrado que los modistos y los artistas hayan suplantado como eje del pensamiento a los filósofos y a los científicos de ayer y de la literatura efímera de los “best sellers” actuales. “Se ha llegado al eclipse del intelectual”.
Se quejó de la manipulación de la publicidad, y que los políticos suplantaron sus ideas por los gestos y la imagen. “La frivolidad – dijo – es tener una tabla de valores invertida. Todo es apariencia, teatro, juego, diversión”. Y ahí mismo agrupó a las revistas del corazón y al periodismo sensacionalista, desapegado a sus valores tradicionales: verdad, rigor y respeto por la intimidad.
En materia de artes visuales y plásticas, confrontando a Bergman o Buñuel con Woody Allen, y a Vincent Van Gogh con Duchamp o Damien Hirst, acusó que la “frivolización ha llegado a extremos alarmantes donde hay mínimos consensos sobre la estética… no se puede definir lo que es el talento de lo que no lo es”.
La obra literaria y política de Vargas Llosa es la antítesis de esta “Civilización del espectáculo”. Está impregnada de páginas y personajes que abrazan a la libertad y la emancipación del individuo, trascendiendo al propio autor y a todos los tiempos. Es clásica.
De ahí que la Academia no juzgó solo la literatura de un latinoamericano como antes con Gabriela Mistral, Miguel Angel Asturias, Pablo Neruda, Octavio Paz o Gabriel García Márquez. Esta vez recompensó el canto sostenido y lúcido de Vargas Llosa a la libertad.
Fue un premio que “hizo justicia enorme”, como dijo el presidente peruano Alan García, pensando, como muchos, que Vargas Llosa acababa de evadir la lista de escritores al que el Nobel les fue injustamente esquivo, como Juan Rulfo y Jorge Luis Borges.
Quienes además de su prolífica obra literaria nos deleitamos con sus posiciones libertarias, que abundan en sus novelas y ensayos, agradecemos que por sobre todo se haya reconocido al intelectual, el que generosamente abre la boca para condenar a los nacionalismos, a los que considera “la peor construcción del hombre” y reclama por la libertad de prensa como sinónimo de democracia.
El Nobel pone a Vargas Llosa en el escalón más alto de la literatura mundial, pero la justificación política de la Academia – “por su cartografía de las estructuras del poder y sus aceradas imágenes de la resistencia individual, la revuelta y la derrota” – lo sitúa también como paladín por excelencia de los valores democráticos, aquel que no teme enfrentar la diatriba de populistas y déspotas de izquierda que abundan ahora en Latinoamérica o pelear contra dictadores y autoritarios derechistas. El de Vargas Llosa es un Nobel de Literatura, pero también un “Nobel de la Libertad”.
De muchos intelectuales y literatos se dice que son adelantados a su tiempo para justificar que son superiores al resto. Pero la superioridad de Vargas Llosa rompe con esos cánones; está dada por la fidelidad y capacidad crítica con la que retrata la realidad.
Durante la reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa en octubre de 2008 en Madrid, tuve la oportunidad de escuchar su primera aproximación a “La civilización del espectáculo”, un ensayo que todavía está moldeando y en un futuro seguramente contendrá duras críticas a Facebook que en aquel año todavía no era popular y a Twitter, que ni siquiera existía.
En 50 minutos de cáustica charla, con una crítica semejante a los versos mordaces y eternos de Enrique Santos Discépolo en el tango Cambalache, Vargas Llosa se despachó en contra de la trivialización de la cultura, con un análisis profundo sobre política, periodismo, literatura, cine, artes plásticas, drogas y sexo.
Condenó que la cultura esté dominada por lo “light”, por el consumo y por la demanda del público, que, en definitiva, condiciona la creación y el mercado. Se mostró aterrado que los modistos y los artistas hayan suplantado como eje del pensamiento a los filósofos y a los científicos de ayer y de la literatura efímera de los “best sellers” actuales. “Se ha llegado al eclipse del intelectual”.
Se quejó de la manipulación de la publicidad, y que los políticos suplantaron sus ideas por los gestos y la imagen. “La frivolidad – dijo – es tener una tabla de valores invertida. Todo es apariencia, teatro, juego, diversión”. Y ahí mismo agrupó a las revistas del corazón y al periodismo sensacionalista, desapegado a sus valores tradicionales: verdad, rigor y respeto por la intimidad.
En materia de artes visuales y plásticas, confrontando a Bergman o Buñuel con Woody Allen, y a Vincent Van Gogh con Duchamp o Damien Hirst, acusó que la “frivolización ha llegado a extremos alarmantes donde hay mínimos consensos sobre la estética… no se puede definir lo que es el talento de lo que no lo es”.
La obra literaria y política de Vargas Llosa es la antítesis de esta “Civilización del espectáculo”. Está impregnada de páginas y personajes que abrazan a la libertad y la emancipación del individuo, trascendiendo al propio autor y a todos los tiempos. Es clásica.
De ahí que la Academia no juzgó solo la literatura de un latinoamericano como antes con Gabriela Mistral, Miguel Angel Asturias, Pablo Neruda, Octavio Paz o Gabriel García Márquez. Esta vez recompensó el canto sostenido y lúcido de Vargas Llosa a la libertad.
octubre 13, 2010
Todo impecable; de Florencio a Luis
De Florencio Avalos a Luis Urzúa, el primero y último de los 33 mineros chilenos rescatados, todo pareció un sueño, alguna vez inalcanzable. Terminó una etapa que empezó el 5 de agosto cuando los 33 mineros quedaron atrapados a 700 metros de profundidad.
Ayer fue el abrazo de Florencio con su hijo a los gritos lo que más me impresionó y hoy el saludo del “jefe” Luis al jefe de Estado, quien no solo le entregó el turno de mando y agradeció efusivamente a Sebastián Piñera, sino a quien con firmeza le dijo que episodios así no pueden suceder jamás en Chile.
Valiente y mucho coraje se necesita para decirle a un Presidente y frente a las cámaras del mundo entero que el gobierno, éste y los próximos, necesitan trabajar para que jamás ocurra algo así en el país. Las palabras, se notan, provienen de un líder. Su firmeza incluyó la memoria de unos 380 colegas que murieron en accidentes parecidos al sufrido en la mina San José.
El mundo recordará este episodio como uno de los más gloriosos de la historia. Se trató no solo de un rescate, sino del rescate de lo humano, la pasión por descubrir que detrás de cada número de los 33 había una historia humana, de superación. Eso conmovió más al mundo que lo impecable del rescate y el trabajo de los rescatistas y de las autoridades. Conmovió cada una de las 33 historias de gente como uno, donde todos de alguna forma nos pudimos identificar.
Ayer fue el abrazo de Florencio con su hijo a los gritos lo que más me impresionó y hoy el saludo del “jefe” Luis al jefe de Estado, quien no solo le entregó el turno de mando y agradeció efusivamente a Sebastián Piñera, sino a quien con firmeza le dijo que episodios así no pueden suceder jamás en Chile.
Valiente y mucho coraje se necesita para decirle a un Presidente y frente a las cámaras del mundo entero que el gobierno, éste y los próximos, necesitan trabajar para que jamás ocurra algo así en el país. Las palabras, se notan, provienen de un líder. Su firmeza incluyó la memoria de unos 380 colegas que murieron en accidentes parecidos al sufrido en la mina San José.
El mundo recordará este episodio como uno de los más gloriosos de la historia. Se trató no solo de un rescate, sino del rescate de lo humano, la pasión por descubrir que detrás de cada número de los 33 había una historia humana, de superación. Eso conmovió más al mundo que lo impecable del rescate y el trabajo de los rescatistas y de las autoridades. Conmovió cada una de las 33 historias de gente como uno, donde todos de alguna forma nos pudimos identificar.
octubre 12, 2010
Todo es Chile
Hay noticias incomparables y ser testigos de ellas es indescriptible. La ansiedad y la incertidumbre suelen dar cierta magia a estos momentos, así como ver al hombre dar el primer paso en la Luna o al primer minero salir a la superficie en la mina San José. Esta noche, tal vez, gracias a la tecnología hubo más testigos que entonces pero quienes vivimos ambos acontecimientos podemos dar testimonio en el futuro de que se trató de un episodio emocionante y de valor universal, ya que los sentimientos no tienen fronteras ni colores.
Ver a Florencio Avalos salir a la superficie después de 70 días y a su hijo gritar a sollozos es tal vez el momento que nos quedará grabado a muchos. Se trató del encuentro no solo de Florencio y su hijo, sino también de Florencio y la humanidad, del dolor y la alegría, de la tragedia y el gozo.
El gobierno y el pueblo chilenos tienen gran mérito. Siempre creyeron en el rescate. Fueron optimistas, pero organizados. No crearon falsas expectativas y fueron precavidos y muy realistas. Y fueron y son muy autocríticos de todas las fallas que han tenido en estos años con una mina que falló y tuvo varios accidentes.
Pero más que todo le debemos a los mineros que enterrados supieron permanecer en orden, organizados, respetuosos, esperanzados, alegres, supervivientes. Nos dieron la esperanza de que ante las mayores tragedias el espíritu humano siempre pueda prevalecer y que siempre se refugia en Dios para buscar fortaleza y sabiduría.
Hoy le debemos mucho a Chile, a sus mineros, a su gente y a su gobierno. El ejemplo chileno es inconmensurable.
Ver a Florencio Avalos salir a la superficie después de 70 días y a su hijo gritar a sollozos es tal vez el momento que nos quedará grabado a muchos. Se trató del encuentro no solo de Florencio y su hijo, sino también de Florencio y la humanidad, del dolor y la alegría, de la tragedia y el gozo.
El gobierno y el pueblo chilenos tienen gran mérito. Siempre creyeron en el rescate. Fueron optimistas, pero organizados. No crearon falsas expectativas y fueron precavidos y muy realistas. Y fueron y son muy autocríticos de todas las fallas que han tenido en estos años con una mina que falló y tuvo varios accidentes.
Pero más que todo le debemos a los mineros que enterrados supieron permanecer en orden, organizados, respetuosos, esperanzados, alegres, supervivientes. Nos dieron la esperanza de que ante las mayores tragedias el espíritu humano siempre pueda prevalecer y que siempre se refugia en Dios para buscar fortaleza y sabiduría.
Hoy le debemos mucho a Chile, a sus mineros, a su gente y a su gobierno. El ejemplo chileno es inconmensurable.
Defender la democracia: ¿Pero ante quién?
El presidente salvadoreño, Mauricio Funes, propuso una excelente idea: que el sistema interamericano prevea una suerte de alarma o alerta capaz de detectar y prevenir golpes de Estado o que sea capaz de desbaratar eventos que puedan servir para desestabilizar la democracia, el que deberá estar basado en una serie de penalidades y castigos en contra del país desequilibrado.
Funes trajo así a colación los últimos acontecimientos que desestabilizaron la región, entre ellos la sublevación policial en Ecuador que fue denunciada por Rafael Correa y otros líderes como un subterfugio para perturbar el orden institucional y el golpe en contra de Manuel Zelaya en Honduras; y la incapacidad del sistema de la OEA para resolver de inmediato asuntos de esta naturaleza.
Pero ante esta excelente propuesta, cabe también preguntarse ante quién debe defenderse la democracia. Existe claridad en cuanto a los agentes externos que tratan de desestabilizar el orden del gobierno, ya sean policías, militares o civiles conspiradores.
¿Pero qué pasa cuando es el propio gobierno el que no defiende la democracia? ¿Qué tipo de alertas deberían dispararse? Y si acaso ¿Qué efectividad tendrían esas alertas? ¿Qué pasa cuando el Poder Ejecutivo desobedece al Poder Judicial?
En el caso de Manuel Zelaya ¿no fue acaso su gobierno el que arremetió contra la democracia cuando desacató las órdenes del Poder Judicial y continuó su marcha hacia una reforma para buscar la reelección? ¿No es el gobierno de Daniel Ortega el que implementó una Corte Suprema adicta para conseguir burlar las leyes y la propia Constitución en busca de la reelección? ¿Se puede decir que Hugo Chávez respeta la democracia cuando sigue desestabilizando el país sobre la base de expropiaciones de la propiedad privada cuando ni siquiera obtuvo esa permisividad tras los resultados de las urnas electorales? ¿O será que el gobierno de Cristina Kirchner puede seguir organizando marchas en contra de la Corte Suprema porque sus fallos los considera adversos, sobre todo cuando se trata de temas relacionados a los medios de comunicación?
Creo que más allá de crear sistemas de alertas necesarios, lo más relevante es que los gobiernos cumplan con los requisitos de la Carta Democrática Interamericana que ya están en vigencia, cuyos principios pasan desapercibidos para la mayoría.
Se debe condenar y prevenir cualquier intento de golpe de Estado, pero también los abusos del poder de turno, que terminan siendo auto golpecitos de estado que desgastan permanentemente a las democracias y a sus habitantes.
Funes trajo así a colación los últimos acontecimientos que desestabilizaron la región, entre ellos la sublevación policial en Ecuador que fue denunciada por Rafael Correa y otros líderes como un subterfugio para perturbar el orden institucional y el golpe en contra de Manuel Zelaya en Honduras; y la incapacidad del sistema de la OEA para resolver de inmediato asuntos de esta naturaleza.
Pero ante esta excelente propuesta, cabe también preguntarse ante quién debe defenderse la democracia. Existe claridad en cuanto a los agentes externos que tratan de desestabilizar el orden del gobierno, ya sean policías, militares o civiles conspiradores.
¿Pero qué pasa cuando es el propio gobierno el que no defiende la democracia? ¿Qué tipo de alertas deberían dispararse? Y si acaso ¿Qué efectividad tendrían esas alertas? ¿Qué pasa cuando el Poder Ejecutivo desobedece al Poder Judicial?
En el caso de Manuel Zelaya ¿no fue acaso su gobierno el que arremetió contra la democracia cuando desacató las órdenes del Poder Judicial y continuó su marcha hacia una reforma para buscar la reelección? ¿No es el gobierno de Daniel Ortega el que implementó una Corte Suprema adicta para conseguir burlar las leyes y la propia Constitución en busca de la reelección? ¿Se puede decir que Hugo Chávez respeta la democracia cuando sigue desestabilizando el país sobre la base de expropiaciones de la propiedad privada cuando ni siquiera obtuvo esa permisividad tras los resultados de las urnas electorales? ¿O será que el gobierno de Cristina Kirchner puede seguir organizando marchas en contra de la Corte Suprema porque sus fallos los considera adversos, sobre todo cuando se trata de temas relacionados a los medios de comunicación?
Creo que más allá de crear sistemas de alertas necesarios, lo más relevante es que los gobiernos cumplan con los requisitos de la Carta Democrática Interamericana que ya están en vigencia, cuyos principios pasan desapercibidos para la mayoría.
Se debe condenar y prevenir cualquier intento de golpe de Estado, pero también los abusos del poder de turno, que terminan siendo auto golpecitos de estado que desgastan permanentemente a las democracias y a sus habitantes.
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