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julio 04, 2009

Argentina no previno la fiebre procina

Las elecciones legislativas del domingo pasado en Argentina, y la plena y prolongada campaña electoral que les antecedió, fue el tapabocas y el tapaojos que impidió al público y a los medios observar el desastre gubernamental en torno a la epidemia de fiebre porcina.
El gobierno argentino, más ensimismado y preocupado por los resultados del domingo, trató al tema de la fiebre porcina con la misma indiferencia y escepticismo que trató al dengue en los meses pasados.
Con más de 50 muertos ahora y miles de contagiados, la epidemia de la fiebre AH1N1 parece ser un problema difícil de controlar, ya que no se han activado los mecanismos de prevención a tiempo. Ahora ya es tarde y lo que se avecina no es el control de la epidemia, sino curar una enfermedad.
Argentina está adoptando recién ahora en la etapa de la enfermedad, lo que México adoptó en la etapa preventiva, cuando por primera vez, el gobierno azteca salió el 23 de abril a la noche a contarle al mundo que se había detectado un brote y de inmediato declaró que a partir del día siguiente, el viernes, todos los eventos masivos eran suspendidos.
Cuando México adoptó todas las medidas ese fin de semana, muchas de las cuales fueron vistas como exageradas, todavía no había habido ninguna muerte. Sin embargo, asumió el costo político, y tuvo que soportar, días después, que algunos países, como Cuba y Argentina, entre otros, cerraran sus fronteras a los mexicanos a pesar de las recomendaciones en contrario por parte de la Organización Mundial de la Salud. De hecho, en aquella época, el embajador argentino en México debió disculparse.
Pero a contrapelo de la política preventiva mexicana, Argentina adopta recientemente las medidas preventivas, luego de decenas de muertos y miles de afectados. Es también una medida de cálculo político, en este caso de error político. Las elecciones obnubilaron al gobierno, a los medios y a la población, mientras que la ineficiente actuación de las autoridades sanitarias traerá consecuencias nefastas a la salud pública.

junio 17, 2009

AH1N!: frío y elecciones

A pesar de que ya estamos acostumbrados y nadie se sorprende sobre la fiebre porcina, como sucedió a finales de abril cuando el gobierno mexicano puso el grito en el cielo, la enfermedad se está extendiendo de la forma que lo había previsto la Organización Mundial de la Salud, que con razón, declaró la pandemia dos semanas atrás.

Como habíamos previsto en este blog al respecto, la fiebre porcina está concitando especial atención en el sur del continente debido a dos razones: el frío invernal y las elecciones.

Las elecciones legislativas a fines de mes en junio en Argentina y las presidenciales chilenas en noviembre próximo, tal vez haga que los gobiernos de Cristina de Kirchner y Michelle Bachelet sean lo necesariamente cuidadosos para que un problema de salud pública de proporciones no les empañe el respaldo político que sus partidos políticos tienen en juego.

El frío obviamente es el mayor desafío que tienen los gobiernos del cono sur, alimento natural de las gripes y los estados febriles, hasta que aparezca una vacuna capaz de controlar las infecciones que se espera estará lista para distribuirse en forma masiva a partir de julio.

Mientras tanto, la OMS sigue dando las estadísticas. En las más recientes, Estados Unidos sigue siendo el país con mayor cantidad de casos de infectados con 17.855, y en Miami comenzamos a preocuparnos a raíz de que un chico de 9 años falleció ayer debido a la enfermedad, sumando a nivel nacional 45 casos fatales.

En total, la OMS lleva contabilizados 35.928 casos – 163 muertos - en 76 países. México es el segundo país más afectado con 6.241 casos (108 muertos); seguido de Canadá (2.978 casos, cuatro muertos). Chile está en quinta posición con 1.694 casos y dos muertos, algo menos que Australia con 1.823 infectados.

Argentina es otro de los países latinoamericanos donde todos los días aumenta el número de enfermos, registrándose hasta hoy 343 casos, algo menos que los 488 de España y 1.226 casos del Reino Unido.

mayo 10, 2009

Infodemias

,Parece que pasó una eternidad desde que el 23 de abril el gobierno mexicano anunció el brote de gripe porcina. En unos pocos días, una contagiosa pero también beneficiosa avalancha informativa nos volvió conscientes y precavidos sobre los alcances de esta pandemia. Ya somos expertos y críticos en virus, síntomas y tipos de mascarillas.
Cierto es también, que los rumores de boca en boca, la especulación y el sensacionalismo informativo pueden provocar en el público un estado de pánico y sicosis, tan contraproducente como el contagio que se quiere detener. Esta epidemia informativa o “infodemia” es inevitable, resultado de la curiosidad innata, de la premura por los detalles y las urgencias por las primicias. La única cura para este mal es la decisión de público para elegir a conciencia los medios de su mayor confianza y credibilidad.
Los medios de comunicación suelen hacer un buen papel en el manejo de las emergencias y urgencias. Informan con rapidez, orientan sobre prevención y fiscalizan el desempeño de organismos de ayuda y gobiernos. George Bush los debió soportar por su ineficacia ante el huracán Katrina; lo mismo que el hondureño Carlos Flores ante Mitch y ahora Cristina de Kirchner por el incontrolable contagio del dengue en Argentina.
A pesar de su connotación negativa, la “infodemia”, así como la información responsable, ayuda a que los gobiernos reaccionen con mayor antelación. Ese factor fue clave en la rapidez con la que actuó el gobierno mexicano para cerrar escuelas y estadios ante la gripe porcina, a diferencia de la notable reacción lenta del gobierno chino hace tres años para anunciar el brote de la gripe aviaria. Cuando no hay un sistema libre de medios de comunicación y el Estado es el que los domina, como el caso chino o el cubano en nuestro continente, los gobiernos pueden manipular los tiempos, las decisiones y esconder fracasos o ensalzar logros. No significa que en los mercados libres eso no ocurra, pero ciertamente la fiscalización de la prensa y la presión social, demandan respuestas más urgentes.
Pero tampoco se trata de clasificar a los medios como buenos y a los gobiernos como malos. A los primeros les cabe mucha responsabilidad, especialmente para evitar que el debate se desvíe hacia la búsqueda de culpables. En esa confrontación, se torna peligroso que el público se adhiera a actitudes discriminatorias, como las que despertó la gripe aviaria contra chinos y asiáticos en todo el mundo o algunos sentimientos anti inmigratorios que ya aparecieron en algunos medios de Estados Unidos contra los mexicanos. La segregación y el aislamiento que por muchos años sufrieron los contagiados por el SIDA, es una lección sobre cuán frágil es la sociedad cuando la información no es responsable.
Las crisis de salubridad no son tan severas cuando abundan las noticias, más allá de si existe o no la cura. Si bien la globalización es un factor clave del contagio masivo, también es una ventaja que las informaciones, incluyendo las campañas de prevención y control, viajen a la velocidad de la luz. Las pestes y epidemias del pasado, cuando las noticias no eran rápidas ni simultáneas, costaron millones de vidas; en cambio, en esta época, el SARS, las gripes aviaria y porcina, las epidemias de dengue, cólera y de la vaca loca, aunque con irresponsables tardanzas en su reconocimiento oficial, no generaron altos índices de mortalidad como se temía.
Las críticas contra el periodismo también se centran en que si bien tiene una alta capacidad reactiva ante los problemas, no suele profundizar en el día después o sobre problemas estratégicos que afectan a sectores más vulnerables, como los campesinos, pobres y desplazados. Después de todo, si bien la gripe porcina crea pánico, también es importante considerar que las diferentes enfermedades contagiosas en el mundo matan silenciosamente a 1.5 millones de personas al día y que las catástrofes se cobran la vida de 1.5 millones de víctimas por mes.
Tal vez un sentido de importancia por sobre la urgencia, podría estimular en los medios coberturas más imperiosas sobre otras epidemias más silenciosas que la actual. De esa forma, instituciones como la Organización Mundial de la Salud y la Panamericana, no quedarían tan huérfanas en sus luchas.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...