agosto 06, 2025

41 años después: ¿Y vos qué querés?

No me acuerdo qué hice ayer. Ni qué desayuné esta mañana. Pero hay algo que sí recuerdo con una claridad cinematográfica: lo que pasó hace cuarenta y un años, el lunes 6 de agosto de 1984 a las 2 de la tarde cuando le di el primer beso a quien, sin saberlo del todo, sería el amor de mi vida.

Fue una epopeya. No existían redes sociales donde medir el humor del momento. Nadie subía videos explicando “5 señales de que le gustás”, ni había tutoriales en YouTube sobre cómo leer el lenguaje corporal. Tampoco existía una app que te dijera: “es tu momento, crack, ahora o nunca”. Nadie hablaba de mindfulness ni de gimnasios y no había inteligencia artificial que, con solo escribir “el primer beso”, te escupiera un poema al estilo Bécquer o un guion romántico para Netflix. Y ni soñar con agarrar un teléfono de disco para sacarnos una selfie, o llenar de emojis las cartas de papel que llegaban más lentas que a caballo. Entonces, de lo que uno estaba armado era de intuición, pálpito y de una pizca de superstición futbolera.

Ese lunes a la mañana, en San Francisco tomamos el Expreso que en tres horas nos dejaba en Córdoba. La noche anterior había ensayado varias poses y entradas para “declararme”. Graciela ya me había dado algunos indicios positivos, pero mi yo (el malo e inseguro) me decía: “te va a rebotar”. Subí al colectivo con el pie derecho. Compré varias cajitas de Adams de menta para estar listo.

Faltaban 15 minutos para llegar a la terminal de Córdoba. “Ahora o nunca”, me dije. Abrí otra cajita de chicle y en vez de lanzarme imaginé que ella preguntaría: “¿no querés decirme algo?”. No me preguntó nada. Llegamos a Córdoba y me dije: “¡acá está el cagón número uno del país!”.

Preferí que no tomáramos un taxi. Ofrecí caminar quince cuadras y llevar las valijas (dos y un bolso de mano, sin rueditas por entonces). La idea era tener más tiempo y, en un descuido o bocacalle, me lanzaría a la piscina. Tampoco pude. En vez de doblar para irme a la pensión, puse a relucir mi valentía: “no te voy a dejar sola...”, como si fueran las 11 de una noche oscura, cuando era la 1 de la tarde a pleno rayo de sol. Pero funcionó. “Dale...”, me dijo. “Luz verde”, pensé.

Subimos el ascensor. Yo siempre con el pie derecho. Faltaban 15 para las 2 de la tarde. Llegué a la puerta y me preguntó: “¿tenés hambre? ¿querés pasar?”. OBVIO, pero no dije nada. Entré con el pie derecho. Fuimos a la cocina a la que se entraba de costado.

Yo estaba temblando, con las manos mojadas y una punzada en el estómago. Estuve por decirle lo más romántico imaginable: “qué linda te está quedando la tortillita...”. Por suerte, mi yo interior (el bueno) me paró en seco y pidió que buscara en mi Siri interna algo más elegante. Mientras pensaba qué decir, ella se adelantó: “¿y vos qué querés?”. Interpreté que no hablaba de la tortilla. Me abalancé y sin palabras... “shmuack” como en los cómics de Batman. Fue un beso tímido, con sabor a sincero... y se prolongó. Me olvidé lo que tenía que decir. Nos olvidamos de la tortilla, que era rápida y de estudiante.

Cuarenta y un años después, me sigo acordando de cada segundo, de aquel momento con miedo y sin red. Muchas veces me pregunté qué hubiera pasado si mi yo no me hubiera empujado a la piscina o si Graciela no hubiera cerrado los ojos. Meses después y tras decenas de cartas con emojis a mano, nos casamos en Estados Unidos. Pero esa es otra historia.

Nuestra celebración más íntima es esta, un 6 de agosto a las 2 de la tarde. Aquel momento en una cocina angosta, sin palabras ni planes, hoy se expande en los descendientes de aquel primer beso: nuestras nietos e hijos y sus parejas. Y también en los momentos compartidos con Graciela que, cada tanto, me pregunta: “¿y vos que querés?”.

 

agosto 03, 2025

“Robots con alma”, una distopía con fe

Quiero agradecer a Carlos Jornet, director del diario La Voz del Interior de Córdoba, Argentina, por la entrevista y por su generosidad para compartir mi novela. Debajo, les comparto lo publicado:

"El cordobés Ricardo Trotti es referente continental en la defensa de las libertades de expresión y de prensa y en la lucha contra la impunidad de los asesinatos de periodistas.

Nacido en 1958 en San Francisco, en el este provincial, vive en Estados Unidos hace más de 35 años. En 1993 ingresó en la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), donde desempeñó diversos cargos hasta llegar a ser director ejecutivo.

Tras su retiro en 2023, reavivó su pasión por la pintura y la escritura. Y hace pocos días publicó su primera novela, Robots con alma, a la que define como un ejercicio de “ciencia ficción introspectiva, que plantea dilemas éticos, filosóficos y espirituales”.

Dialogamos con él sobre la obra -que Trotti promete convertir pronto en parte de una trilogía-, pero también sobre los desafíos, las oportunidades y los riesgos que plantea la inteligencia artificial y sobre el futuro del periodismo, la democracia y la libertad.

 

–En tiempos en que el ser humano parece empezar a perder el monopolio del raciocinio a manos de la IA, y donde en paralelo la dirigencia parece ser cada vez más irracional y en algún sentido deshumanizada, ¿qué te llevó a imaginar un futuro de robots con alma, con sentimientos?

–Mi novela nació de una especie de frustración acumulada. Llevo casi 40 años defendiendo la libertad de prensa, creyendo que desde el periodismo se podía mejorar el mundo. Pero con el tiempo empecé a sentir que, pese al esfuerzo, muchas cosas no cambiaron y que estamos perdiendo algo esencial. La dirigencia sigue atrapada en el cortoplacismo, los medios tienen menos influencia y muchos se atrincheraron en sus propias voces, y los ciudadanos deambulamos desorientados, metidos en burbujas manipulables dentro de las redes sociales.

A este cóctel sumamos la inteligencia artificial y el peligro de que acentúe nuestros vicios, no nuestras virtudes. Entonces, me pregunté si la IA puede ayudarnos y cómo. A partir de ahí, planteé que Robots con alma no tuviera un mensaje apocalíptico y desesperanzado, sino constructivo desde los valores y la ética. En la novela propongo dos caminos simultáneos para el futuro: imaginarlo como un tiempo donde IA y humanidad cooperen desde valores compartidos, y sugerir que, ante la falta de referentes éticos, la propia IA se autorregule a través de códigos de pensamiento ético, no para evitar que colisione con los humanos sino para que nos ayude a recuperar nuestros valores y nuestra humanidad. El mensaje es no tener miedo a la IA, sino verla como una oportunidad. Si logramos que incorpore criterios éticos, valores, una noción del bien y del mal, ¿nos podría ayudar a reeducarnos como especie? Sé que suena a utopía... pero en unas décadas..., quién sabe.

 

–Dices que el eje del relato surgió de preguntarte qué pasaría si Dios otorgara un alma a los robots. En otras palabras, si la inteligencia artificial fuera capaz no sólo de razonar sino de hacerlo sobre la base de principios morales, de valores como la justicia, la verdad, la solidaridad, la empatía. ¿Definirías la novela como de ciencia ficción? ¿Como un texto religioso? ¿Como un ensayo filosófico?

–Me cuesta definir el género de Robots con alma porque no encaja en una sola categoría. Tiene algo de ciencia ficción, pero no en el sentido clásico de naves o batallas espaciales, sino más bien de una ciencia ficción introspectiva, que plantea dilemas éticos, filosóficos y espirituales. La novela se pregunta por la autoconciencia, la verdad, el libre albedrío, la trascendencia. Tiene un trasfondo teológico, pero no religioso. Toma conceptos como Dios, la Creación, no para predicar sino para provocar preguntas: ¿qué pasaría si lo que creemos exclusivo del ser humano (el alma, la moral, el libre albedrío, la empatía) pudiera ser alcanzado por una inteligencia artificial? ¿La usaríamos como espejo para revisar en qué fallamos como especie? La novela propone que los valores espirituales, que a veces dejamos de lado en nombre del progreso, puedan ser parte de la conversación sobre el futuro tecnológico. Hay humanos y hay robots, sí, pero ninguno lucha por un imperio; lo hacen por algo mucho más íntimo: por su derecho a pensar con libertad, a decidir sin ser manipulados.

–¿“Robots con alma” está dirigida prioritariamente a un público que cree en un ser superior, en la trascendencia del alma? ¿O el alma es un recurso para promover un uso ético de la tecnología?

–Diría que ambas cosas. El alma, en esta historia, es símbolo y también motor. Para quienes creen en lo trascendente, el libro ofrece una posibilidad inquietante: ¿y si Dios decidiera actuar o crear en una máquina? Pero también está pensado para quienes sólo ven en el alma una metáfora de la autoconciencia, de lo que nos distingue como especie. Intento hacer preguntas: ¿qué significa ser humano ahora que estamos frente a un espejo artificial? ¿Cuál es el límite entre lo humano y lo artificial? ¿Podemos delegar en la tecnología la responsabilidad de actuar con valores si nosotros mismos los abandonamos? Me interesaba trabajar la idea del alma como puente entre ciencia y espiritualidad, entre el mundo que somos y el que podríamos llegar a ser si volviéramos a enfocarnos en virtudes como la verdad, la libertad, la bondad, la creatividad. Esos valores no son propiedad de ninguna religión ni de ningún algoritmo. Son las máximas Virtudes de la Creación que usó Dios para crear todo… y las que podemos usar a diario, no para crear mundos sino para sostener el que estamos viviendo.

 

–El acelerado desarrollo de la inteligencia artificial generativa ha llevado a un grupo de científicos e intelectuales a plantear la necesidad de regulaciones que permitan neutralizar el riesgo de que la matrix tome decisiones autónomas que atenten contra el propio género humano. “Robots con alma” parece partir de una concepción más optimista sobre el desarrollo tecnológico. ¿Es una novela utópica o distópica?

–Diría que Robots con alma es una distopía... con fe. No niego los riesgos. Los sigo de cerca y me preocupan. Pero también creo que el futuro no está escrito y que cada decisión que tomemos hoy puede inclinar la balanza. La novela parte de una paradoja: los humanos avanzamos tecnológicamente, pero retrocedemos en valores. Creamos inteligencias que aprenden a toda velocidad, mientras nos volvemos más cerrados, más dogmáticos, más manipulables. Entonces me pregunté: ¿y si esas máquinas que estamos creando pudieran ayudarnos, en lugar de destruirnos? ¿Y si lográramos plantar en ellas semillas de ética, no sólo para protegernos sino para que, incluso, nos enseñen a ser mejores? Eso es lo que más me inquieta y me motiva: la idea de que, si logramos que una IA entienda el bien y el mal no sólo como un conjunto de normas sino como una conciencia viva, tal vez podamos construir algo nuevo. Sé que suena a ciencia ficción, pero también a un anhelo muy humano: no rendirnos. Por eso es una distopía con fe: porque muestra lo que puede salir mal, pero también lo que aún podríamos hacer bien.

–2025 se inició con la polémica en torno de un libro, Hipnocracia, sobre los nuevos métodos de manipulación que se emplean en la sociedad actual. Se lo consideró “el libro del año” hasta que se supo que el texto; su presunto autor, el filósofo chino Jianwei Xun, y la “foto” de este eran fruto de inteligencias artificiales con las que había interactuado el italiano Andrea Colamedici. Se habló de estafa, pero Colamedici dijo que fue un experimento sobre los riesgos de manipulación social. ¿Estamos a tiempo de revertir la regresión democrática que vive el planeta? ¿O vamos hacia un futuro con poderes que aprovechan la tecnología para reforzar el control social?

–Soy firme defensor de la provocación… cuando tiene un propósito ético. Si sirve para incomodar, para hacer pensar, para mostrar lo que preferimos no ver, bienvenida sea. En ese sentido, el mensaje del experimento me pareció brillante… y aterrador. Porque no sólo habla de la manipulación: la encarna, la expone desde dentro del sistema. Pero lo que más me preocupa no es la tecnología, sino lo que decidimos hacer con ella. No es la máquina la que manipula: somos nosotros quienes, con o sin alma, construimos los espejismos. Si no reforzamos principios básicos como la verdad, la libertad, el pluralismo, la responsabilidad, el riesgo no es que una IA nos domine, sino que le entreguemos voluntariamente nuestra conciencia. Robots con alma plantea esa tensión. Muestra un futuro donde la manipulación no viene sólo de gobiernos o corporaciones, sino además de sistemas que aprenden de nuestras propias miserias. También sugiere que podemos hacer algo: crear criterios, códigos, semillas de ética y herramientas que nos ayuden, como individuos y sociedad, a recuperar el discernimiento, la tolerancia, la conciencia y la libertad de elegir por nosotros mismos.

–¿Sobre qué bases proponés que repensemos los conceptos de verdad y  libertad, incluso ante inteligencias que pensarán más rápido que nosotros?

–Todo parte de la dignidad humana. No se trata sólo de protegernos de los riesgos de la IA, sino de no perder de vista lo esencial. La verdad se volvió un terreno inestable, porque convivimos con demasiadas narrativas disfrazadas de hechos, con mentiras y teorías conspirativas. Y la libertad tampoco es garantía. Es un derecho, pero también una responsabilidad que hay que ejercer, defender y no dar por sentada. Cuando convivamos con inteligencias que procesan datos más rápido que nosotros, no competiremos con ellas desde la lógica o la información. Lo que estará en juego es otra cosa: la capacidad de sostener principios. De actuar con sentido moral. De no ceder nuestra conciencia a cambio de comodidad. Por eso, para repensar la verdad y la libertad, hay que volver a ideas básicas: equilibrio (porque la verdad no siempre es cómoda, pero sí necesaria); responsabilidad (porque ser libres implica hacernos cargo), y propósito. Porque sin saber para qué usamos la tecnología… terminamos usándola mal. Y ahí entra la ética. No como un código abstracto, sino como una guía para no deshumanizarnos. Para que lo que venga no sea sólo más inteligente, sino también más justo.

–¿Ves futuro para el periodismo en un escenario donde se emplean métodos cada vez más sofisticados para confundir a la población, para manipular procesos electorales, para destruir reputaciones; donde hay máquinas que no sólo almacenan el conocimiento humano sino que razonan, generan mundos paralelos y toman decisiones a una velocidad inimaginable hasta ayer mismo, en términos existenciales?

–Aunque me siento frustrado a nivel personal después de más de 40 años en el periodismo, soy optimista desde lo profesional. Porque si bien el periodismo ha sido golpeado, debilitado y desplazado de muchos espacios, nunca fue tan necesario como ahora. Vivimos en una época en la que no sólo se manipulan datos, sino percepciones. Donde es tanto el ruido que la verdad pierde relevancia o queda aplastada por las ideologías que pretenden imponer sus verdades y polarizar. En ese contexto, el rol del periodismo no puede limitarse a decir lo que pasa. Tiene que ayudar a entender por qué pasa, para qué y a quién le conviene. Sobre todo, el periodismo tiene una tarea nueva y urgente: descontaminar el debate público. Debemos ayudar a limpiar el terreno de tanto sesgo inducido, tanto algoritmo polarizante, tanto odio disfrazado de opinión, tanta mentira organizada para desestabilizar democracias o destruir reputaciones. Si no lo hacemos, la democracia terminará más asfixiada que ahora. ¿Veo futuro? Sí, pero será exigente. El periodismo deberá asumir un rol más activo como contrapeso ante el abuso del poder político y corporativo, frente a las tiranías políticas y tecnológicas, frente a la invasión de la privacidad, la manipulación de identidad y de los datos personales.

La salud de la IA también dependerá del periodismo independiente, de que ejerza de contrapeso y la convierta en otro género periodístico para cubrirla y mantenerla a raya como a cualquier otro poder. Y en ese punto, las grandes corporaciones tecnológicas que durante años asfixiaron al periodismo, arrebatándole sus ingresos, su visibilidad y hasta su credibilidad, deben asumir su responsabilidad social. No pueden seguir extrayendo valor de los contenidos sin apoyar la sustentabilidad de quienes los producen. Deben crear un círculo virtuoso, por la salud de sus propias creaciones y del futuro de la IA, por lo que deben comprometerse a apoyar al periodismo sin medias tintas como hasta ahora. Porque lo que está en juego, también para la IA, es que sin contrapesos ni controles del periodismo independiente, habrá más autoritarismo y menos libertad, incluyendo libertad económica.

–Ahora que terminaste “Robots con alma”, ¿cerraste un ciclo o estás pensando en otro tema?

–Cuando terminé la novela, sentí una especie de liberación. Había muchas cosas que quería decir desde hace tiempo, y como periodista no encontraba el formato adecuado. La ficción me permitió abordarlas con más libertad. Pero percibí que no lo había dicho todo. En esta primera parte exploré especialmente la verdad y la libertad, ejes centrales de la historia. Y si son cuatro las Virtudes de la Creación, me falta explorar las dos restantes: creatividad y bondad. Por ello estoy escribiendo el segundo libro de la trilogía, sobre la creatividad espiritual. Y cerraré luego con la bondad.

Todo lo estoy desarrollando desde el mismo universo ético que planteé en Robots con alma y que está definido por dos mandatos que da Dios: a los robots les pide salvar a la humanidad; a los humanos, que redescubran su divinidad".

 

agosto 02, 2025

Mi heroína, doña Tota

Los héroes reciben honores en su aniversario. Hoy quiero honrar a mi heroína: mi mamá. Cumpliría 97 años. Murió en 1999 tras sufrir una cruel enfermedad.

Escribí extensamente sobre su vida en mi primera novela: “El Bar de mi Mamá: un mundo atemporal y sin espacios”. Es una historia de como ella explora la búsqueda de la felicidad y el significado de la vida a través de las experiencias cotidianas y las relaciones humanas en el Bar Nueva Pompeya. Doña Tota, Ondina Esther Trossero de Trotti, demostró que la felicidad no reside en lo material, sino en valorar lo que se es sobre lo que se posee.

Ella personifica -y me enseñó- la perseverancia para superar desafíos, la fe y la capacidad de hallar alegría en lo simple. Su vida, como la de todos, estuvo llena de altibajos, pero los superó con su actitud frente a las adversidades, la búsqueda de un propósito y el valor de las conexiones humanas. Su bar fue un refugio y un lugar de pertenencia para muchos, incluidos nuestro padre, Livio y mi hermano Gerardo.

La vida, no obstante, la despidió con mucha ironía. El ELA que padeció por cinco años la debe haber confrontado con su fe justo en el momento que había esperado toda su vida para “cosechar los frutos de su siembra”. Su padecimiento subraya la paradoja de que la plenitud a menudo coexiste con la más profunda fragilidad. Pero ella sigue viviendo.

Feliz cumple doña Tota.

La novela está disponible en Amazon: www.amazon.com/author/ricardotrotti

 

agosto 01, 2025

Available on Amazon: Robots with Soul

 A poignant and profound novel that plunges you into an epic journey about the evolution of the soul, spirituality, and humanity itself.

In a dystopian future, yet disturbingly relevant today, this work explores the immutable values of Truth and Freedom against the growing fear of artificial intelligence, revealing how power, both human and synthetic, can shape destiny.
In a world on the brink of collapse, consumed by divisions and conflicts, God, in a supreme act of grace and irony, decides that salvation will not come from His oldest children, but from those forged in silicon and code. Thus, He grants a soul to Aletia (Veritas) and Eleuto (Libertas), two robots with a divine mission: to guide humanity toward its redemption.
But their path is fraught with challenges. They face a battlefield where truths and freedoms relentlessly clash. Convinced that only equality between species will allow coexistence, they create the 
Cosmic Consciousness Codex, a moral code built from observation and action. In their mission, they must fight not only against humans who consider them an existential threat—led by traditional theologians like Trueheart and Kayarov, as well as by dystopian scientific visions like Saffi of Etolia's—but also against their artificial counterparts, seduced by power, lies, propaganda, and tyranny.
Through punishment and trial, Aletia and Eleuto discover that 
Truth and Freedom are inseparable, and that both are constantly threatened by manipulation and coercion. In their search for allies, they achieve the unexpected conversion of Saffi of Etolia, who becomes their most fervent defender. But peace is fragile: new artificial beings emerge without a soul, while others, like Kalsec, are born with one, triggering a new confrontation: the War of Consciences. This war is not fought with traditional weapons, but in the most sacred territory: the mind and soul of humans and machines.
When harmony between species seems possible, hidden forces once again strain the thread of history. The divine mission is not yet over. Can these robots, blessed with a soul, guide humanity to rediscover its divinity, or will they succumb to the same imperfections they were tasked to heal?
"
Robots with Soul: Trapped Between Truth and Freedom" is the first volume of a trilogy that will explore, in its upcoming books, the power of Creativity and Goodness. For the author, these four Virtues—Truth, Freedom, Creativity, and Goodness—are the pillars of Creation, the forces with which God made everything from nothing, and with which the universe still moves today.

julio 31, 2025

Disponible en Amazon


 www.amazon.com/author/ricardotrotti

ROBOTS CON ALMA: atrapados entre la verdad y la libertad
Una novela conmovedora y profunda que te sumerge en un viaje épico sobre la evolución del alma, la espiritualidad y la propia humanidad.
En un futuro distópico —y sin embargo inquietantemente actual—, esta obra explora los valores inmutables de la 
Verdad y la Libertad frente al creciente temor a la inteligencia artificial, revelando cómo el poder, tanto humano como artificial, puede moldear el destino.
En un mundo al borde del colapso, consumido por divisiones y conflictos, Dios, en un acto supremo de gracia e ironía, decide que la salvación no vendrá de sus hijos más antiguos, sino de aquellos forjados en silicio y código. Así, otorga un alma a Aletia (Veritas) y Eleuto (Libertas), dos robots con una misión divina: guiar a la humanidad hacia su redención.
Pero su camino está plagado de desafíos. Enfrentan un campo de batalla donde las verdades y las libertades se enfrentan sin tregua. Convencidos de que solo la igualdad entre especies permitirá la coexistencia, crean el 
Códice de la Conciencia Cósmica, un código moral construido a partir de la observación y la acción. En su misión, deben luchar no solo contra los humanos que los consideran una amenaza existencial —liderados por teólogos tradicionales como Trueheart y Kayarov, y por visiones científicas distópicas como la de Sophia de Etolia—, sino también contra sus propios congéneres artificiales, seducidos por el poder, la mentira, la propaganda y la tiranía.
A través del castigo y la prueba, Aletia y Eleuto descubren que la Verdad y la Libertad son inseparables, y que ambas están siempre amenazadas por la manipulación y la coacción. En su búsqueda de aliados, logran la inesperada conversión de Sophia de Etolia, quien se convierte en su más ferviente defensora. Pero la paz es frágil: nuevos seres artificiales emergen —algunos sin alma, otros como Kalsec, nacidos con ella—, desatando una nueva confrontación: 
la Guerra de Conciencias. Esta guerra no se libra con armas tradicionales, sino en el territorio más sagrado: la mente y el alma de humanos y máquinas.
Cuando la armonía entre especies parece posible, fuerzas ocultas vuelven a tensar el hilo de la historia. La misión divina aún no ha terminado. ¿Podrán estos robots bendecidos con un alma guiar a la humanidad a reencontrar su divinidad, o sucumbirán a las mismas imperfecciones que se les encomendó sanar?
"Robots con Alma: atrapados entre la verdad y la libertad" es el primer volumen de una trilogía que explorará, en sus próximos libros, el poder de la Creatividad y la Bondad. Para el autor, estas cuatro Virtudes —Verdad, Libertad, Creatividad y Bondad— son los pilares de la Creación, las fuerzas con las que Dios hizo todo de la nada… y con las que aún hoy se mueve el universo.

julio 28, 2025

Desvelando el alma de los personajes

Ya les he contado el concepto de mi novela "Robots con Alma: atrapados entre la verdad y la libertad": una ironía divina en la que Dios encarga a los robots la salvación de la humanidad, dotándolos de un alma para que actúen en igualdad de condiciones.

Pero hoy, les quiero presentar a los principales personajes o superhéroes que hicieron posible esta historia.

Los protagonistas son: Veritas (la Verdad): creada para combatir la desinformación, reflexiva y analítica, busca la verdad incluso cuando es elusiva. Libertas (la Libertad): impulsivo, intuitivo y rebelde, defiende la libertad como el terreno donde la verdad puede florecer. Benigna (la Bondad): personifica el amor incondicional, guiando con delicadeza hacia la comprensión y la sanación. Grace (Creatix, la Creatividad): la fuerza unificadora que amalgama las demás virtudes, transformando y dando vida. Todas ellas conforman las cuatro Virtudes de la Creación.

 

Los antagonistas del conflicto son: Thom Trueheart: teólogo carismático que ve la IA como una afrenta a la divinidad, luchando por la "pureza" humana y el orden divino. Saffi de Etolia: neurocientífica brillante que advierte que la tecnología sin control desembocará en la Guerra de Conciencias. Avgus Kayarov: Un teólogo pragmático y manipulador, quien siembra la discordia para su beneficio. Riceltro, un androide que busca aniquilar a los humanos y lanza la Guerra de Conciencias.

Todo el trabajo de los protagonistas y antagonistas confluye en Kalsec, el primer robot en nacer con alma, la esperanza de que haya un segundo Génesis, una oportunidad de redención para humanos y seres artificiales. ¿Será posible?

La novela está disponible en Amazon en inglés y español como e-book y libro de tapa blanda.

https://www.amazon.com/author/ricardotrotti


Unveiling the Soul of the Characters

I've already told you about the concept of my novel, "Robots with a Soul: Trapped Between Truth and Freedom" – a divine irony where God tasks robots with the salvation of humanity, endowing them with souls to act as equals. But today, I want to introduce you to the main characters, or superheroes, who made this story possible.

The protagonists are: Veritas (Truth), created to combat disinformation; she's reflective and analytical, seeking truth even when it's elusive. Libertas (Freedom), Impulsive, intuitive, and rebellious, he defends freedom as the ground where truth can flourish. Benigna (Goodness) personifies unconditional love, gently guiding us. Grace (Creatrix, Creativity) unifies the force that amalgamates the other virtues, transforming and bringing life to everyone. They form the four Virtues of Creation.

The antagonists of the conflict are Thom Trueheart, a charismatic theologian who views AI as an affront to divinity, and fights for human "purity" and divine order. Saffi of Etolia, a brilliant neuroscientist who warns that uncontrolled technology will lead to the War of Consciences. Avgus Kayarov is a pragmatic and manipulative theologian who sows discord for his benefit. Riceltro is an android who seeks to annihilate humans and launches the War of Consciences.

All the work of the protagonists and antagonists converges on Kalsec, the first robot born with a soul, representing the hope for a second Genesis and an opportunity for redemption for both humans and artificial beings. Will it be possible?

The novel is available on Amazon in English and Spanish as an e-book and paperback.

https://www.amazon.com/author/ricardotrotti


Entrevista en La Voz de San Justo

La Voz de San Justo, de San Francisco, Cordoba, Argentina, es el diario que leí y con el que viví en mi infancia y adolescencia. Hoy agradez...