Los héroes reciben honores en su aniversario. Hoy quiero honrar a mi heroína: mi mamá. Cumpliría 97 años. Murió en 1999 tras sufrir una cruel enfermedad.
Escribí
extensamente sobre su vida en mi primera novela: “El Bar de mi Mamá: un mundo
atemporal y sin espacios”. Es una historia de como ella explora la búsqueda de
la felicidad y el significado de la vida a través de las experiencias
cotidianas y las relaciones humanas en el Bar Nueva Pompeya. Doña Tota, Ondina Esther
Trossero de Trotti, demostró que la felicidad no reside en lo material, sino en valorar lo que
se es sobre lo que se posee.
Ella personifica -y
me enseñó- la perseverancia para superar desafíos, la fe y la capacidad de
hallar alegría en lo simple. Su vida, como la de todos, estuvo llena de altibajos,
pero los superó con su actitud frente a las adversidades, la búsqueda de un
propósito y el valor de las conexiones humanas. Su bar fue un refugio y un
lugar de pertenencia para muchos, incluidos nuestro padre, Livio y mi hermano
Gerardo.
La vida, no
obstante, la despidió con mucha ironía. El ELA que padeció por cinco años la
debe haber confrontado con su fe justo en el momento que había esperado toda su
vida para “cosechar los frutos de su siembra”. Su padecimiento subraya la
paradoja de que la plenitud a menudo coexiste con la más profunda fragilidad. Pero
ella sigue viviendo.
Feliz cumple doña
Tota.
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