Los de España dan miedo. Le metieron hoy seis pepas a los polacos y de todos los colores y sabores. No por nada esta España que juega como la “naranja mecánica” holandesa del 78 o el Barcelona actual, es el gran favorito de este Mundial. Tiene toque, furia, elegancia y mucho gol.
Entre los seis goles españoles, los tres portugueses, los cinco brasileños de ayer, los seis holandeses… pareciera que este Mundial estará lleno de gritos. No es para menos, como en ninguna otra competencia anterior, las duplas goleadoras de muchos equipos vienen precedidas de un año extraordinario. Y hay equipos que no son muy nombrados, como Uruguay y Holanda, que pueden fácilmente entreverarse en lo más alto del podio.
Goles son amores dice el dicho y ojalá los goleadores hagan gala de ellos en un mundial donde me parece que habrá grandes selecciones y selecciones a secas. Habrá grandes y chicos. No medianos. Las goleadas mostrarán esa diferencia.
Argentina tiene varias esperanzas goleadoras. Messi con 34 y todos los elogios, Higuain con algunos menos en la liga española, Milito con 22 en la italiana y Tévez con 12 en la inglesa muestran la artillería más selecta y precisa, claro está… por separado. Los portugueses tienen a Ronaldo que metió 26 en la liga española, mientras los ingleses cuentan con Rooney con la misma cantidad de goles en la Premier. Pero Italia, a quienes pocos le dan crédito, pero siempre está presente en las finales, y a solo una estrella de Brasil, tiene a Antonio di Natale con 29 goles en el Calcio. España mostró hoy que Torres, Pedro, Alonso, Fábregas, Villa, Xavi o Iniesta la pueden empujar; mientras que los uruguayos tienen una dupla demoledora con Forlán goleador de la última competencia que ganó el Atlético de Madrid, mientras que su compañero, el poco conocido Luis Suárez, es el goleador máximo de los países europeos, con 35 goles en Holanda, y la mejor apuesta de los celestes.
Luis Fabiano con 15 goles en España y Robinho son temibles en el ataque siempre ganador de Brasil; mientras que Oscar Cardozo de Paraguay, con 24 goles en Portugal y el argentino nacionalizado paraguayo, Lucas Barrio, con 19 goles en la liga alemana, ya están dando de qué hablar; mientras que Cuauhtémoc Blanco en México es la apuesta longeva de varios nuevos goleadores aztecas. Claro, en Africa están el camerunés Samuel Eto’o y el marfileño Didier Drogba, que si se recupera de la lesión para el tercer partido, pueden llevar bien alto al continente africano.
Muchos de estos jugadores poco hicieron en el Mundial anterior, pero ahora están cargados de experiencia y sus alforjas llenas de goles. Todos tienen hambre y quieren el botín de oro. Ojalá nos regalen muchos amores.
Quiero contarles sobre los procesos creativos de esta nueva historia sobre la verdad, la libertad y el miedo al futuro. Es mi nueva novela y espero publicarla cuando se sincronicen los planetas (las editoriales) o cuando se me acabe la paciencia y decida autopublicar -- Los contenidos de mi blog Prensa y Expresión están en el archivo. Blog por Ricardo Trotti
junio 08, 2010
junio 07, 2010
Maradona no; Argentina tampoco
Diego Maradona es la gran excusa de muchos no argentinos (y algunos connacionales) para expresar sus deseos profundos de que Argentina no gane el Mundial. Es que más allá de que la albiceleste nunca es bien vista, casi todos prefieren a Brasil, el eterno favorito. Como siempre, a la gente le gusta apostar por el potencialmente ganador y por quien, además, le da al fútbol una singular alegría.
Pero volvamos a Maradona. “No me importa Argentina, lo que no quiero es tener que soportar a un Maradona ganador” es la excusa de muchos y en realidad debe ser bien valorada. Maradona tiene una personalidad arrogante, eruptiva, desafiante, resentida, lo que ha demostrado varias veces y confirmó después del partido por las eliminatorias contra Uruguay, cuando recriminó a los periodistas y a sus críticos pidiéndoles que se metan con sus genitales antes que opinar. Esa personalidad estilo “Chávez”, chúcara, irreverente, irrespetuosa es por la que Maradona es mal visto o desconsiderado para merecer cualquier tipo de suerte o los máximos honores de ahora en más en la vida. El deseo de muchos es que por todas las malas acciones que ha producido o han producido sus palabras a lo largo de su carrera y en forma posterior, Maradona pase por el purgatorio en esta vida, no en la próxima.
Lo que encoleriza de Maradona es su personalidad, no su vida. Porque a decir verdad, otros futbolistas o deportistas pasaron por la misma cosa, fueron drogadictos, anduvieron de parranda y festicholas, los agarraron consumiendo anabólicos, polemizaron con el público y con los periodistas o no pasaron los exámenes antidoping. Si Maradona tuviera una personalidad menos intempestiva sus pecados se habrían perdonado de fácil forma, como sucedió con muchos jugadores manchados o no estaría sufriendo la misma condena social.
En realidad, si uno mirara la historia desde otro ángulo, casi como trama de telenovela, lo de Maradona es hoy una historia de éxito que podría inspirar a millones, aunque la FIFA lo siga viendo como a un atorrante. Es decir, es un tipo que vino desde la máxima privacidad de Villa Fiorito, se convirtió en el mejor (o segundo mejor) jugador de la historia y en plena fama derrumbó su vida a base de drogas e indisciplina, estuvo a punto de la muerte física y la que le asignaron los medios de comunicación, resucitó a base de cirugías de alto riesgo, se rearmó, llegó a ser seleccionador de unos de los seleccionados más importantes del mundo y está (como cualquier otro de los 31 técnicos, equipos y países) con potencial de subirse al carro del triunfo máximo del fútbol.
Es realmente una trama impresionante de vida. Tiene todos los componentes: fama, éxito, fracaso, recuperación y superación al mismo tiempo, lo que le ha valido hasta ahora ser el jugador de fútbol más mediático de todos los tiempos más allá de que sus gambetas endemoniadas terminaron más de una década atrás. La pregunta que cabe entonces: ¿Por qué desearle el mal a una persona en esas condiciones?
Reitero. Creo que el seleccionador argentino es solo una excusa, permitiéndole a todos justificarse elegantemente de un deseo mucho más profundo y que va más allá de Maradona: que Argentina no gane el Mundial.
Pero volvamos a Maradona. “No me importa Argentina, lo que no quiero es tener que soportar a un Maradona ganador” es la excusa de muchos y en realidad debe ser bien valorada. Maradona tiene una personalidad arrogante, eruptiva, desafiante, resentida, lo que ha demostrado varias veces y confirmó después del partido por las eliminatorias contra Uruguay, cuando recriminó a los periodistas y a sus críticos pidiéndoles que se metan con sus genitales antes que opinar. Esa personalidad estilo “Chávez”, chúcara, irreverente, irrespetuosa es por la que Maradona es mal visto o desconsiderado para merecer cualquier tipo de suerte o los máximos honores de ahora en más en la vida. El deseo de muchos es que por todas las malas acciones que ha producido o han producido sus palabras a lo largo de su carrera y en forma posterior, Maradona pase por el purgatorio en esta vida, no en la próxima.
Lo que encoleriza de Maradona es su personalidad, no su vida. Porque a decir verdad, otros futbolistas o deportistas pasaron por la misma cosa, fueron drogadictos, anduvieron de parranda y festicholas, los agarraron consumiendo anabólicos, polemizaron con el público y con los periodistas o no pasaron los exámenes antidoping. Si Maradona tuviera una personalidad menos intempestiva sus pecados se habrían perdonado de fácil forma, como sucedió con muchos jugadores manchados o no estaría sufriendo la misma condena social.
En realidad, si uno mirara la historia desde otro ángulo, casi como trama de telenovela, lo de Maradona es hoy una historia de éxito que podría inspirar a millones, aunque la FIFA lo siga viendo como a un atorrante. Es decir, es un tipo que vino desde la máxima privacidad de Villa Fiorito, se convirtió en el mejor (o segundo mejor) jugador de la historia y en plena fama derrumbó su vida a base de drogas e indisciplina, estuvo a punto de la muerte física y la que le asignaron los medios de comunicación, resucitó a base de cirugías de alto riesgo, se rearmó, llegó a ser seleccionador de unos de los seleccionados más importantes del mundo y está (como cualquier otro de los 31 técnicos, equipos y países) con potencial de subirse al carro del triunfo máximo del fútbol.
Es realmente una trama impresionante de vida. Tiene todos los componentes: fama, éxito, fracaso, recuperación y superación al mismo tiempo, lo que le ha valido hasta ahora ser el jugador de fútbol más mediático de todos los tiempos más allá de que sus gambetas endemoniadas terminaron más de una década atrás. La pregunta que cabe entonces: ¿Por qué desearle el mal a una persona en esas condiciones?
Reitero. Creo que el seleccionador argentino es solo una excusa, permitiéndole a todos justificarse elegantemente de un deseo mucho más profundo y que va más allá de Maradona: que Argentina no gane el Mundial.
junio 06, 2010
Mucho fútbol, muchas lesiones
Como nunca antes de un Mundial hubo tantas estrellas lesionadas. No es para menos, se les fue la mano con los partidos amistosos momentos antes de la competencia, lo que pone una doble exigencia sobre los jugadores. Existen en esta Copa cosas tan insólitas como la de Brasil jugando mañana e Italia el martes, tres días antes de la competencia, lo que pareciera ser una reverenda estupidez, exponiendo innecesariamente a sus astros.
Muchos equipos llegan con notas altas, como México que dio su sorpresa en contra de Italia, pero con la mala suerte de haberse lesionado Guillermo Franco, quien junto al chileno Humberto Suazo, el italiano Andrea Pirlo y el estadounidense Jozy Altidore, todavía no se sabe si se recuperan a tiempo o jugarán después de la primera ronda.
El caso peor es el del delantero millonario y referente de Costa De Marfil, Didier Drogba. Inglaterra se quedó sin su capitán, Rio Ferdinand; mientras que Honduras perdió una ficha fundamental, su mediocampista, Wilson Palacios. Nigeria perdió con John Obi Mikel a uno de sus mejores, mientras que si se confirma que realmente el delantero Arjen Robben se lesionó, Holanda estará perdiendo a su mejor carta de triunfo. El eslovaco Martin Skrtel también quedó fuera por su tobillo. También en la lista que no están muy seguros sobre sus lesiones está el argentino Diego Milito, pieza fundamental desde el banco.
Entre los lesionados, este Mundial tendrá cosas muy insólitas, como el referente paraguayo Salvador Cabañas que no asistirá porque se recupera de una herida de bala en la cabeza y de David Beckam, el inglés que si asistirá pero no jugará al fútbol, después de lesionarse el talón de Aquiles cuando ya se había ilusionado con la convocatoria.
Muchos equipos llegan con notas altas, como México que dio su sorpresa en contra de Italia, pero con la mala suerte de haberse lesionado Guillermo Franco, quien junto al chileno Humberto Suazo, el italiano Andrea Pirlo y el estadounidense Jozy Altidore, todavía no se sabe si se recuperan a tiempo o jugarán después de la primera ronda.
El caso peor es el del delantero millonario y referente de Costa De Marfil, Didier Drogba. Inglaterra se quedó sin su capitán, Rio Ferdinand; mientras que Honduras perdió una ficha fundamental, su mediocampista, Wilson Palacios. Nigeria perdió con John Obi Mikel a uno de sus mejores, mientras que si se confirma que realmente el delantero Arjen Robben se lesionó, Holanda estará perdiendo a su mejor carta de triunfo. El eslovaco Martin Skrtel también quedó fuera por su tobillo. También en la lista que no están muy seguros sobre sus lesiones está el argentino Diego Milito, pieza fundamental desde el banco.
Entre los lesionados, este Mundial tendrá cosas muy insólitas, como el referente paraguayo Salvador Cabañas que no asistirá porque se recupera de una herida de bala en la cabeza y de David Beckam, el inglés que si asistirá pero no jugará al fútbol, después de lesionarse el talón de Aquiles cuando ya se había ilusionado con la convocatoria.
junio 05, 2010
Fútbol a partir de ahora
Más allá de que escribiré otras cosas que me molestan, no puedo obviar, como les pasa a la mayoría de ustedes, empezar a calentar los motores por el Mundial de Sudáfrica y desahogar las penas y alegrías por esta gran pasión. La ansiedad es mucha y a seis días de que Sudáfrica enfrente a México, el tiempo parece detenido, no pasa, no llega.
Claro está que voy por cualquier equipo de las Américas en caso de que mi querida Argentina se quede en el camino. Lloraré como otras veces. Tendré pesadillas. No quiero que Brasil salga campeón porque haciendo cálculos matemáticos, en mi vida la “celeste-y-blanca” no alcanzaría a igualar el record de la “verdeamarela” ni por las tapas, de seis copas contando la posible actual. Pero preferiría Brasil antes que Inglaterra, sin dudas. Prefiero a Honduras antes que a México o a Chile, aunque me entusiasma Bielsa, así como Martino el otro técnico argentino que dirige a Paraguay, pero antes que a paraguayos y también uruguayos, prefiero a mis adoptivos estadounidenses.
Del resto me da igual, pero iría por España por mi hermano y su familia, aunque traicionaría a mis ancestrales italianos; por lo que con Holanda me sentiría muy cómodo si el triunfador sería un europeo. Por el resto, si ganara un africano o un asiático sentiría como que el Mundial no fue importante, como se sentiría un brasileño si su equipo pierde en primera ronda o pierde la clasificación para entra a una Copa del Mundo.
Aunque algunos crean que en el Mundial solo hay 32 equipos, en realidad en las dolorosas eliminatorias de los últimos tres años participaron los 208 países miembros, lo que hace a la FIFA y a la práctica del fútbol un proceso muy democrático. Distinta, claro está, es la apreciación que uno puede hacer de esta competencia en caso de que su país esté o no como finalista.
Claro está que voy por cualquier equipo de las Américas en caso de que mi querida Argentina se quede en el camino. Lloraré como otras veces. Tendré pesadillas. No quiero que Brasil salga campeón porque haciendo cálculos matemáticos, en mi vida la “celeste-y-blanca” no alcanzaría a igualar el record de la “verdeamarela” ni por las tapas, de seis copas contando la posible actual. Pero preferiría Brasil antes que Inglaterra, sin dudas. Prefiero a Honduras antes que a México o a Chile, aunque me entusiasma Bielsa, así como Martino el otro técnico argentino que dirige a Paraguay, pero antes que a paraguayos y también uruguayos, prefiero a mis adoptivos estadounidenses.
Del resto me da igual, pero iría por España por mi hermano y su familia, aunque traicionaría a mis ancestrales italianos; por lo que con Holanda me sentiría muy cómodo si el triunfador sería un europeo. Por el resto, si ganara un africano o un asiático sentiría como que el Mundial no fue importante, como se sentiría un brasileño si su equipo pierde en primera ronda o pierde la clasificación para entra a una Copa del Mundo.
Aunque algunos crean que en el Mundial solo hay 32 equipos, en realidad en las dolorosas eliminatorias de los últimos tres años participaron los 208 países miembros, lo que hace a la FIFA y a la práctica del fútbol un proceso muy democrático. Distinta, claro está, es la apreciación que uno puede hacer de esta competencia en caso de que su país esté o no como finalista.
Chávez oficializa la censura
Hugo Chávez oficializó la censura en Venezuela, con un reciente decreto presidencial por el cual creó el Centro de Estudio Situacional de la Nación (CESNA), un organismo que estará encargado de “recopilar, procesar, analizar e integrar” informaciones de interés nacional provenientes del Estado y la sociedad.
Es decir, continuará, pero ahora oficialmente, centralizando la información, posición contraria a la tendencia generalizada en Latinoamérica de países que están promulgando leyes sobre acceso a la información pública, lo que obliga a los estados a ser más transparentes y compartir la información que administran pero que no les pertenece.
De esta forma, este nuevo instrumento será el que tendrá el poder de “declarar el carácter de reservada, clasificada o de divulgación limitada a cualquier información, hecho o circunstancia”. Lo que obviamente, por la experiencia de lo que viene demostrando el chavismo, de no dar información pero sí hacer propaganda, no es difícil imaginar que este será un órgano dedicado a establecer la censura de lo que el régimen no quiere compartir.
Una ley de acceso a la información pública no solo obliga al Estado a ofrecer lo que no es suyo, sino que además permite que los funcionarios que niegan la información sean castigados, asegurando de esa forma que sea un instrumento de servicio al pueblo y no de protección de los funcionario.
Esta es otra vuelta de tuerca de un régimen que se sigue consolidando como autoritario.
Es decir, continuará, pero ahora oficialmente, centralizando la información, posición contraria a la tendencia generalizada en Latinoamérica de países que están promulgando leyes sobre acceso a la información pública, lo que obliga a los estados a ser más transparentes y compartir la información que administran pero que no les pertenece.
De esta forma, este nuevo instrumento será el que tendrá el poder de “declarar el carácter de reservada, clasificada o de divulgación limitada a cualquier información, hecho o circunstancia”. Lo que obviamente, por la experiencia de lo que viene demostrando el chavismo, de no dar información pero sí hacer propaganda, no es difícil imaginar que este será un órgano dedicado a establecer la censura de lo que el régimen no quiere compartir.
Una ley de acceso a la información pública no solo obliga al Estado a ofrecer lo que no es suyo, sino que además permite que los funcionarios que niegan la información sean castigados, asegurando de esa forma que sea un instrumento de servicio al pueblo y no de protección de los funcionario.
Esta es otra vuelta de tuerca de un régimen que se sigue consolidando como autoritario.
junio 04, 2010
Bicentenarios y libertad
Cristina Kirchner, Rafael Correa y Hugo Chávez declamaron discursos ideológicos trillados durante los actos del Bicentenario argentino esta semana, empleando como sinónimos los significados de independencia y libertad.
En realidad se trata de dos valores muy diferentes. Un país puede ser independiente, pero no necesariamente libre. El caso de Cuba así lo demuestra. La independencia es una acción circunstancial, en cambio la libertad es un derecho natural; cuando el Estado lo subvierte, se desnaturaliza a sí mismo.
Esta confusión dialéctica es una vieja coartada de la izquierda latinoamericana. Usa de chivo expiatorio la dependencia externa o la opresión del imperio, al tiempo que internamente aprovecha para coartar las libertades públicas y los derechos civiles. Chávez es el caso típico. Mientras en Argentina reclamaba “independencia plena” frente a la nueva Galería de los Patriotas Latinoamericanos de la Casa Rosada – donde insolentemente equiparaba a San Martín con el Che Guevara - en su Caracas se proscribía mediante ley a varios opositores para las elecciones de setiembre y se expropiaban más empresas.
El cansino llorisqueo contra el colonialismo, como el de Correa, quien reclamó al llegar a Buenos Aires que “nos falta alcanzar la independencia económica, social, cultural, liberarnos de todo el imperialismo”, no es más que una cortina de humo para esconder la ineficiencia frente a la inseguridad, la pobreza, la falta de educación y el desempleo, carencias que no están tan atadas a la dependencia de potencias foráneas, como sí ligadas a la incapacidad doméstica.
El ex presidente costarricense, Oscar Arias, ya venía desnudando estos pretextos en cumbres presidenciales. En su recordado discurso de Cancún en febrero, pedía que “ni el colonialismo español, ni la falta de recursos naturales, ni la hegemonía de Estados Unidos, ni ninguna otra teoría producto de la victimización eterna de América Latina”, se deben utilizar para justificar los gastos en armamentismo en detrimento del presupuesto para educación; el talón de Aquiles de una región que 30 años atrás era más rica que el ahora potentado sudeste asiático.
La falta de educación y libertad no solo afecta los resultados económicos, sino también es responsable de la pobreza cívica, como es evidente en el socialismo chavista. De ahí que muchos gobiernos latinoamericanos hayan tenido éxito con reformas constitucionales y electorales, que les permiten gobernar solo para las mayorías mientras aniquilan cada vez más a la oposición.
El retroceso de las libertades internas y no la dependencia foránea es el verdadero factor de atraso en América Latina. Una medición reciente de la organización no gubernamental, Freedom House, muestra este preocupante declive y describe con alarma como los estados autoritarios en el mundo, incluida Venezuela junto a Rusia e Irán, no solo son más represivos, sino también, más influyentes en la arena internacional.
En nuestro continente, el informe ve un retroceso en los últimos cuatro años, remarcando menos libertades democráticas en Honduras, Guatemala y Nicaragua, al tiempo que descalifica como plenas democracias a Ecuador, Colombia, Bolivia y Paraguay. A Cuba, el único país no libre del hemisferio, le atribuye además, junto a Bielorrusia y Myanmar, ser el más represivo del mundo en materia de libertad de prensa.
La disminución de la libertad carcome el sistema político y degrada la confianza de los ciudadanos. Y aunque en Argentina la presidenta Kirchner haya capitalizado las celebraciones populares y los 27 años de proceso democrático ininterrumpido, debería prestar más atención a las encuestas más recientes, donde los argentinos creen en la democracia, pero desconfían de las instituciones y de la dirigencia política, así como a lo interno aborrecen la escasa independencia entre los poderes republicanos.
La desconfianza democrática – salvo notables excepciones como Chile y Brasil - es moneda común en varios países latinoamericanos, alimentada por declaraciones irresponsables como las del presidente nicaragüense Daniel Ortega, quien dijo preferir gobernar con Congreso cerrado.
Esta falta de independencia de poderes y de contrapesos y balance, son las características más relevantes del autoritarismo actual, y las que amenazan nuestro derecho sagrado a la libertad. La dependencia foránea es solo la excusa en este juego dialéctico.
En realidad se trata de dos valores muy diferentes. Un país puede ser independiente, pero no necesariamente libre. El caso de Cuba así lo demuestra. La independencia es una acción circunstancial, en cambio la libertad es un derecho natural; cuando el Estado lo subvierte, se desnaturaliza a sí mismo.
Esta confusión dialéctica es una vieja coartada de la izquierda latinoamericana. Usa de chivo expiatorio la dependencia externa o la opresión del imperio, al tiempo que internamente aprovecha para coartar las libertades públicas y los derechos civiles. Chávez es el caso típico. Mientras en Argentina reclamaba “independencia plena” frente a la nueva Galería de los Patriotas Latinoamericanos de la Casa Rosada – donde insolentemente equiparaba a San Martín con el Che Guevara - en su Caracas se proscribía mediante ley a varios opositores para las elecciones de setiembre y se expropiaban más empresas.
El cansino llorisqueo contra el colonialismo, como el de Correa, quien reclamó al llegar a Buenos Aires que “nos falta alcanzar la independencia económica, social, cultural, liberarnos de todo el imperialismo”, no es más que una cortina de humo para esconder la ineficiencia frente a la inseguridad, la pobreza, la falta de educación y el desempleo, carencias que no están tan atadas a la dependencia de potencias foráneas, como sí ligadas a la incapacidad doméstica.
El ex presidente costarricense, Oscar Arias, ya venía desnudando estos pretextos en cumbres presidenciales. En su recordado discurso de Cancún en febrero, pedía que “ni el colonialismo español, ni la falta de recursos naturales, ni la hegemonía de Estados Unidos, ni ninguna otra teoría producto de la victimización eterna de América Latina”, se deben utilizar para justificar los gastos en armamentismo en detrimento del presupuesto para educación; el talón de Aquiles de una región que 30 años atrás era más rica que el ahora potentado sudeste asiático.
La falta de educación y libertad no solo afecta los resultados económicos, sino también es responsable de la pobreza cívica, como es evidente en el socialismo chavista. De ahí que muchos gobiernos latinoamericanos hayan tenido éxito con reformas constitucionales y electorales, que les permiten gobernar solo para las mayorías mientras aniquilan cada vez más a la oposición.
El retroceso de las libertades internas y no la dependencia foránea es el verdadero factor de atraso en América Latina. Una medición reciente de la organización no gubernamental, Freedom House, muestra este preocupante declive y describe con alarma como los estados autoritarios en el mundo, incluida Venezuela junto a Rusia e Irán, no solo son más represivos, sino también, más influyentes en la arena internacional.
En nuestro continente, el informe ve un retroceso en los últimos cuatro años, remarcando menos libertades democráticas en Honduras, Guatemala y Nicaragua, al tiempo que descalifica como plenas democracias a Ecuador, Colombia, Bolivia y Paraguay. A Cuba, el único país no libre del hemisferio, le atribuye además, junto a Bielorrusia y Myanmar, ser el más represivo del mundo en materia de libertad de prensa.
La disminución de la libertad carcome el sistema político y degrada la confianza de los ciudadanos. Y aunque en Argentina la presidenta Kirchner haya capitalizado las celebraciones populares y los 27 años de proceso democrático ininterrumpido, debería prestar más atención a las encuestas más recientes, donde los argentinos creen en la democracia, pero desconfían de las instituciones y de la dirigencia política, así como a lo interno aborrecen la escasa independencia entre los poderes republicanos.
La desconfianza democrática – salvo notables excepciones como Chile y Brasil - es moneda común en varios países latinoamericanos, alimentada por declaraciones irresponsables como las del presidente nicaragüense Daniel Ortega, quien dijo preferir gobernar con Congreso cerrado.
Esta falta de independencia de poderes y de contrapesos y balance, son las características más relevantes del autoritarismo actual, y las que amenazan nuestro derecho sagrado a la libertad. La dependencia foránea es solo la excusa en este juego dialéctico.
junio 03, 2010
Ortega: fallo político contradictorio
El presidente Daniel Ortega actuó como juez al fallar en contra de Israel por su ataque a la flotilla con ayuda humanitaria para Gaza, rompiendo relaciones diplomáticas con el estado judío.
Lo que no hizo y que sí hace un juez es aplicar la presunción de inocencia hasta que el caso se investiga y, más acercado a la verdad, puede juzgar en consecuencia. Todavía hay una gran nebulosa sobre los incidentes, el cual está tamizado de propaganda de un lado y del otro, con que la flotilla era realmente pacífica o que sus integrantes no eran tan pacíficos y que dentro del barco insignia se encontró gran cantidad de artefactos para la violencia.
Ortega si bien mostró su solidaridad y condolencia a los familiares de las siete víctimas que arrojaron los soldados israelíes, dio su veredicto diciendo que Israel violó, a priori, la ley internacional y el derecho internacional humanitario.
Romper relaciones con un país, si bien es una medida política legítima, es una total contradicción con el propio llamado que hizo Ortega a: “una pronta y rápida solución a ese foco de tensión que afecta a toda la comunidad internacional”; “que cese al bloqueo y la amenaza del pueblo palestino”; y que se alcancen “acuerdos de paz que sean definitivos y cierren ese terrible capítulo”.
Estas son cosas de la política que uno no entiende. Es decir, cómo alguien puede pedir soluciones, pero excluirse del diálogo y su aporte a las soluciones del problema. Romper las relaciones diplomáticas, como entre Bolivia y Estados Unidos, es desechar la posibilidad potencial de arreglar el conflicto que originó la ruptura.
Lo que no hizo y que sí hace un juez es aplicar la presunción de inocencia hasta que el caso se investiga y, más acercado a la verdad, puede juzgar en consecuencia. Todavía hay una gran nebulosa sobre los incidentes, el cual está tamizado de propaganda de un lado y del otro, con que la flotilla era realmente pacífica o que sus integrantes no eran tan pacíficos y que dentro del barco insignia se encontró gran cantidad de artefactos para la violencia.
Ortega si bien mostró su solidaridad y condolencia a los familiares de las siete víctimas que arrojaron los soldados israelíes, dio su veredicto diciendo que Israel violó, a priori, la ley internacional y el derecho internacional humanitario.
Romper relaciones con un país, si bien es una medida política legítima, es una total contradicción con el propio llamado que hizo Ortega a: “una pronta y rápida solución a ese foco de tensión que afecta a toda la comunidad internacional”; “que cese al bloqueo y la amenaza del pueblo palestino”; y que se alcancen “acuerdos de paz que sean definitivos y cierren ese terrible capítulo”.
Estas son cosas de la política que uno no entiende. Es decir, cómo alguien puede pedir soluciones, pero excluirse del diálogo y su aporte a las soluciones del problema. Romper las relaciones diplomáticas, como entre Bolivia y Estados Unidos, es desechar la posibilidad potencial de arreglar el conflicto que originó la ruptura.
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