Chávez – Kirchner y la valija corrupta 20-11-09
Hubo de todo esta semana que termina, pero seguramente pasará a la historia no sólo por la verborragia entre Chile y Perú, las agresiones físicas en Cuba contra el bloguero esposo de la bloguera Yoani Sánchez, la guerra retórica entre los gobiernos de Colombia y Venezuela…
Pero una noticia especial fue la clasificación de Venezuela como uno de los gobiernos más corruptos del mundo, según la escala que dio a conocer Transparencia Internacional. Y prueba de esa corrupción se vio esta semana en la investigación que está haciendo la justicia argentina, donde en un video captado en el 2007 dentro de la Casa Rosada se muestra al venezolano Guido Antonioni, en el medio de una delegación de funcionarios venezolanos, dos días después de que le incautaran en la aduana de Ezeiza una valija con 800 mil dólares en efectivo, destinada para la campaña electoral de Cristina de Kirchner.
El dinero había sido traído en un avión de PDVSA. Una valija con tanto efectivo no puede ser solo la tarea de un par de generosos funcionarios corruptos. Y probablemente no fue la primera ni la única.
Siempre recuerdo en estos casos a un periodista amigo mexicano, Jesús Blancornelas, quien solía decir ante la evidencia de los casos: “si hace cuac, seguro que es un pato”.
Quiero contarles sobre los procesos creativos de esta nueva historia sobre la verdad, la libertad y el miedo al futuro. Es mi nueva novela y espero publicarla cuando se sincronicen los planetas (las editoriales) o cuando se me acabe la paciencia y decida autopublicar -- Los contenidos de mi blog Prensa y Expresión están en el archivo. Blog por Ricardo Trotti
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noviembre 20, 2009
noviembre 23, 2008
Corrupción y elecciones
El “valijagate”, como se conoce al caso del maletín con 800 mil dólares que el presidente Hugo Chávez envió a la campaña de Cristina de Kirchner, desnudó una vez más esa rancia práctica latinoamericana de malversar fondos públicos para apoyar procesos electorales.
¡Peor aún! El “valijagate” demuestra que quienes ostentan las máximas investiduras y cuyo deber es administrar y resguardar los dineros de todos los ciudadanos, terminan siendo los máximos sospechosos de fraude, inmunizándose detrás de blindajes legales y jurídicos.
No es la primera vez que los gobernantes elegidos están teñidos de corrupción antes de jurar sobre la Biblia. Los ex presidentes Carlos Salinas de Gortari en México, Abel Pacheco en Costa Rica o Arnoldo Alemán en Nicaragua son ejemplos claros de estafa electoral, aunque los dos últimos también fueron procesados por delitos aún más graves.
En el caso venezolano-argentino es irrelevante si se trató de un solo maletín o de varios. Lo importante es que corporizó una forma delincuencial que se habría utilizado también en las campañas electorales de México, Perú, Guatemala, apoyando a candidatos perdedores como López Obrador, Ollanta Humalá y Pablo Monsanto; y patrocinando a triunfadores como Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega.
Pero el peligro actual, no es sólo que las campañas estén embardunadas con dineros espurios del erario público, sino que estén infiltradas por fondos del narcotráfico. Así se sospechó en las elecciones de los ex presidentes colombianos Belisario Betancourt y Alfonso López Michelsen; y luego se acusó al ex mandatario, Ernesto Samper, quien habría recibido fondos millonarios de parte del Cartel de Cali.
En México, si bien el Instituto Federal Electoral pudo detectar dineros mal usados en las campañas de los ex presidentes Ernesto Zedillo y Vicente Fox, su sistema de fiscalización y la ley son ineficientes para delatar los dineros del narcotráfico, que ya fueron utilizados para ganar numerosas alcaldías e infiltrar legislaturas en toda la nación, lo que representa el gran desafío actual y a futuro.
A pesar de que el juicio que culminó en Miami arrojó luz sobre la corrupción en Argentina y Venezuela, existe la sensación de que ni Chávez ni los Kirchner harán nada y que la inacción de jueces comprometidos con el poder político permitirá que el caso se disuelva en el tiempo o, con suerte, se proyecte hasta después de sus gestiones.
La prensa es el único elemento que ha podido combatir esa inacción judicial, investigando y hasta supliendo al ministerio público. Su persistencia en la denuncia de los actos ilícitos fomenta opinión pública y presión social, tejiéndose así un mecanismo de intolerancia social que obliga a la justicia a actuar de oficio o, por lo menos, a reaccionar por vergüenza.
Así quedó demostrado en un reciente escándalo en Perú. Tras la difusión por la prensa de los “petroaudios” a principios de octubre - conversaciones telefónicas sobre negociaciones ilícitas que favorecían a la petrolera noruega Discovery Petroleum – el presidente Alan García se vio obligado a cambiar gran parte de su gabinete y la fiscalía anticorrupción se apresuró a enjuiciar funcionarios.
En Perú, la intolerancia a la corrupción es producto del hastío producido por los aquelarres de la época del ex presidente Alberto Fujimori y de Vladimiro Montesinos, quienes usando dinero público y del narcotráfico para ganar elecciones y conciencias, desbordaron la capacidad de asombro del pueblo.
Esa repulsión a la corrupción no se ha logrado en otros países en los que por enriquecimiento ilícito, y otros graves delitos, se ha procesado a decenas de presidentes de todas las ideologías y latitudes, como los casos de Carlos Menem; Carlos Andrés Pérez; Augusto Pinochet; Fernando Collor de Melo; Juan Carlos Wasmosy, Raúl Cubas, Luis González Macchi (Paraguay); Rafael Ángel Calderón, Miguel Ángel Rodríguez (Costa Rica); Abdalá Bucaram, Fabián Alarcón, Jamil Mahuad, Gustavo Novoa (Ecuador); y Jorge Serrano Elías y Alfonso Portillo (Guatemala).
Estos casos de corrupción al más alto nivel, y los procesos electorales irregulares, son síntomas de la permisividad que permite una justicia débil. Pero perseguir a los corruptos no es suficiente, como demuestran los ejemplos mencionados. Se necesita erradicar la cultura de la ilicitud, mediante la alianza de la sociedad civil y los medios de comunicación, con el objetivo de educar, prevenir y crear tolerancia cero.
¡Peor aún! El “valijagate” demuestra que quienes ostentan las máximas investiduras y cuyo deber es administrar y resguardar los dineros de todos los ciudadanos, terminan siendo los máximos sospechosos de fraude, inmunizándose detrás de blindajes legales y jurídicos.
No es la primera vez que los gobernantes elegidos están teñidos de corrupción antes de jurar sobre la Biblia. Los ex presidentes Carlos Salinas de Gortari en México, Abel Pacheco en Costa Rica o Arnoldo Alemán en Nicaragua son ejemplos claros de estafa electoral, aunque los dos últimos también fueron procesados por delitos aún más graves.
En el caso venezolano-argentino es irrelevante si se trató de un solo maletín o de varios. Lo importante es que corporizó una forma delincuencial que se habría utilizado también en las campañas electorales de México, Perú, Guatemala, apoyando a candidatos perdedores como López Obrador, Ollanta Humalá y Pablo Monsanto; y patrocinando a triunfadores como Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega.
Pero el peligro actual, no es sólo que las campañas estén embardunadas con dineros espurios del erario público, sino que estén infiltradas por fondos del narcotráfico. Así se sospechó en las elecciones de los ex presidentes colombianos Belisario Betancourt y Alfonso López Michelsen; y luego se acusó al ex mandatario, Ernesto Samper, quien habría recibido fondos millonarios de parte del Cartel de Cali.
En México, si bien el Instituto Federal Electoral pudo detectar dineros mal usados en las campañas de los ex presidentes Ernesto Zedillo y Vicente Fox, su sistema de fiscalización y la ley son ineficientes para delatar los dineros del narcotráfico, que ya fueron utilizados para ganar numerosas alcaldías e infiltrar legislaturas en toda la nación, lo que representa el gran desafío actual y a futuro.
A pesar de que el juicio que culminó en Miami arrojó luz sobre la corrupción en Argentina y Venezuela, existe la sensación de que ni Chávez ni los Kirchner harán nada y que la inacción de jueces comprometidos con el poder político permitirá que el caso se disuelva en el tiempo o, con suerte, se proyecte hasta después de sus gestiones.
La prensa es el único elemento que ha podido combatir esa inacción judicial, investigando y hasta supliendo al ministerio público. Su persistencia en la denuncia de los actos ilícitos fomenta opinión pública y presión social, tejiéndose así un mecanismo de intolerancia social que obliga a la justicia a actuar de oficio o, por lo menos, a reaccionar por vergüenza.
Así quedó demostrado en un reciente escándalo en Perú. Tras la difusión por la prensa de los “petroaudios” a principios de octubre - conversaciones telefónicas sobre negociaciones ilícitas que favorecían a la petrolera noruega Discovery Petroleum – el presidente Alan García se vio obligado a cambiar gran parte de su gabinete y la fiscalía anticorrupción se apresuró a enjuiciar funcionarios.
En Perú, la intolerancia a la corrupción es producto del hastío producido por los aquelarres de la época del ex presidente Alberto Fujimori y de Vladimiro Montesinos, quienes usando dinero público y del narcotráfico para ganar elecciones y conciencias, desbordaron la capacidad de asombro del pueblo.
Esa repulsión a la corrupción no se ha logrado en otros países en los que por enriquecimiento ilícito, y otros graves delitos, se ha procesado a decenas de presidentes de todas las ideologías y latitudes, como los casos de Carlos Menem; Carlos Andrés Pérez; Augusto Pinochet; Fernando Collor de Melo; Juan Carlos Wasmosy, Raúl Cubas, Luis González Macchi (Paraguay); Rafael Ángel Calderón, Miguel Ángel Rodríguez (Costa Rica); Abdalá Bucaram, Fabián Alarcón, Jamil Mahuad, Gustavo Novoa (Ecuador); y Jorge Serrano Elías y Alfonso Portillo (Guatemala).
Estos casos de corrupción al más alto nivel, y los procesos electorales irregulares, son síntomas de la permisividad que permite una justicia débil. Pero perseguir a los corruptos no es suficiente, como demuestran los ejemplos mencionados. Se necesita erradicar la cultura de la ilicitud, mediante la alianza de la sociedad civil y los medios de comunicación, con el objetivo de educar, prevenir y crear tolerancia cero.
septiembre 29, 2008
El juicio contra Hugo Chávez
El diario The Miami Herald lo llama por su nombre: “El caso del efectivo venezolano”. En el juicio de una corte federal que se hace en Miami en el que Wilson Antonini es el testigo de lujo de la Fiscalía por la infame valija de 800.000 dólares con dinero venezolano que hubiera recibido clandestinamente la campaña presidencial de Cristina Kirchner, quien está siendo enjuiciado es el venezolano Durán, quien fue hallado culpable de no haberse registrado ante el Fiscal General de Estados Unidos como agente extranjero según una ley de 1917 y porque conspiró para silenciar a un ciudadano estadounidense (Antonini).
Para muchos expertos, quien está realmente siendo enjuiciado es el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, a quien EE.UU. le está pasando la factura por varios insultos y por llevar su revolución allende sus fronteras. La presidenta Kirchner no parece estar rozada por este escándalo desde que se reunió con el embajador estadounidense en Buenos Aires y la Fiscalía en Miami no estaría – al menos en boca del periodista Gerardo Reyes de El Nuevo Herald que está cubriendo esta saga – buscarle alguna ramificación al asunto para seguir abochornando al gobierno argentino. “Este es un juicio a Chávez siendo Chávez el reo ausente”, me dijo Gerardo al consultarle sobre el tema.
Ayer llegó a Miami, citada por la Fiscalía, María del Luján Telpuk, la nueva estrella de la televisión argentina y tapa de las ediciones de Playboy argentina y venezolana, ex maestra de jardín de infantes, quien se hizo famosa al descubrir la valija en el vuelo de PDVSA a Buenos Aires en agosto del año pasado cuando fungía como una anónima agente de Aduanas en el aeropuerto de Ezeiza.
Telpuk al quedar rodeada por periodistas de tres países a su llegada al Aeropuerto Internacional de Miami dijo que todavía no entiende bien lo que está pasando, pero desde agosto pasado, a pesar de varias amenazas, su vida ha tenido un giro tan favorable como glamoroso, aprovechado y ofrecido al mismo tiempo por los medios.
Está por verse que podrá aportar ella al juicio que ya no se sepa, pero es seguro que la Fiscalía aprovechará su testimonio para realzar la atención sobre este juicio y seguir enlodando a Chávez, quien como Kirchner lo califica, se trata de un “juicio basura” en el que la CIA ha metido su cola.
De una u otra forma, lo cierto es que este juicio por la tangente está denunciando el grado de corrupción que impera en el gobierno de Chávez. Qué haya remedios para evitar la corrupción o que algunos funcionarios en Venezuela o en Argentina terminen pagando con cárcel, esa es otra historia y muy difícil que ocurra.
Para muchos expertos, quien está realmente siendo enjuiciado es el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, a quien EE.UU. le está pasando la factura por varios insultos y por llevar su revolución allende sus fronteras. La presidenta Kirchner no parece estar rozada por este escándalo desde que se reunió con el embajador estadounidense en Buenos Aires y la Fiscalía en Miami no estaría – al menos en boca del periodista Gerardo Reyes de El Nuevo Herald que está cubriendo esta saga – buscarle alguna ramificación al asunto para seguir abochornando al gobierno argentino. “Este es un juicio a Chávez siendo Chávez el reo ausente”, me dijo Gerardo al consultarle sobre el tema.
Ayer llegó a Miami, citada por la Fiscalía, María del Luján Telpuk, la nueva estrella de la televisión argentina y tapa de las ediciones de Playboy argentina y venezolana, ex maestra de jardín de infantes, quien se hizo famosa al descubrir la valija en el vuelo de PDVSA a Buenos Aires en agosto del año pasado cuando fungía como una anónima agente de Aduanas en el aeropuerto de Ezeiza.
Telpuk al quedar rodeada por periodistas de tres países a su llegada al Aeropuerto Internacional de Miami dijo que todavía no entiende bien lo que está pasando, pero desde agosto pasado, a pesar de varias amenazas, su vida ha tenido un giro tan favorable como glamoroso, aprovechado y ofrecido al mismo tiempo por los medios.
Está por verse que podrá aportar ella al juicio que ya no se sepa, pero es seguro que la Fiscalía aprovechará su testimonio para realzar la atención sobre este juicio y seguir enlodando a Chávez, quien como Kirchner lo califica, se trata de un “juicio basura” en el que la CIA ha metido su cola.
De una u otra forma, lo cierto es que este juicio por la tangente está denunciando el grado de corrupción que impera en el gobierno de Chávez. Qué haya remedios para evitar la corrupción o que algunos funcionarios en Venezuela o en Argentina terminen pagando con cárcel, esa es otra historia y muy difícil que ocurra.
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