miércoles, 10 de julio de 2013

Francisco, Argentina y corrupción

La revista Vanity Fair en su edición italiana elogió al papa Francisco y los destacó como el “Personaje del Año”, entre otras cosas, por su célebre frase sobre “la globalización de la indiferencia”, una frase que se ha atribuido a sí mismo como a toda la humanidad, por la falta de insensibilidad al sufrimiento de muchos ya sea por cuestiones de inmigración, criminalidad y por los estragos de la corrupción

El honor al flamante Papa también tiene que ver con las reformas internas de la jerarquía de la curia, con su firme disposición a limpiar a la Iglesia de su peor pecado, la pederastia, y por reformar el banco del Vaticano por los sonados casos de corrupción.

La criminalidad de la corrupción ha merecido pronunciamientos internos y constantes del Pontífice y, casualmente, Vanity Fair, lo destaca el mismo día que Transparencia Internacional reveló su informe anual en el que su país natal, Argentina, sobresale como el país más corrupto de América Latina.

La encuesta anual sobre la percepción de la corrupción a nivel mundial, Barómetro Global de la Corrupción 2013, muestra que el 72% de los argentinos considera que la corrupción en su país ha crecido, índice superior al de México, con 71%, y a Venezuela que se posiciona en tercer lugar con 67%.

En la mayoría de los países, la corrupción más rampante es atribuible a instituciones públicas, generalmente a los partidos políticos así como los Congresos y a las fuerzas policiales.

La fuerza de Francisco está dada por una reforma importante en la Iglesia de fondo y de formas. Su vida frugal y humildad han dejado boquiabiertos a propios y extraños, mientras que su continua autocrítica institucional se muestra como un latigazo para aquellos que habiendo hecho votos de pobreza nadan en la opulencia. De ahí su enojo con los curas y las monjas preocupados por sus “autos último modelo” y no por el servicio.

Este llamado a la anticorrupción interna, la que él practica todos los días con gestos de humildad, seguramente hará mella en todas las estructuras de la Iglesia Católica. Lo importante será que una vez que la nueva cultura anti corrupción y anti pecados capitales como la lujuria y la avaricia prenda en las estructuras eclesiásticas, pueda ser luego contagiada a todas las instituciones de la vida pública.

Falta ahora que Francisco sirva de ejemplo a otros líderes políticos y que alguien se aventure para hacer de esas reformas anti corrupción, una forma de vida y la pueda inculcar en la vida cotidiana de su país. Será así una de las mayores contribuciones a erradicar la corrupción, una de las violaciones más flagrantes a los derechos humanos.


1 comentario:

Ijoel Masso dijo...

Este viejo ha salido muy inteligente. De seguir asi puede hacer cambios de verdad en la Iglesia.