jueves, 14 de abril de 2011

Golpes y terroristas; todos malos


A pesar que las ideologías tiñen las apreciaciones de los observadores es bueno llamar a las cosas por su nombre. A la revuelta que tiró a Hugo Chávez del poder por unos cuantos días en abril de 2002, se le debe llamar golpe de Estado de la misma forma al que protagonizó él cuando fracasó diez años antes en el intento. Esa manía de festejar aquel y denostar el más reciente es inhumana. Los dos fueron golpes de Estado, tanto como aquel sobre el que Barack Obama no pidió perdón cuando hace poco visitó Chile y le recordó públicamente un periodista de la AP, sobre el involucramiento de la CIA en el golpe contra Salvador Allende.

Lo de Posada Carrilles, a pesar de que fue recibido como un héroe por algunos exiliados cubanos, tras ser absuelto en un tribunal de Texas - justo ahora que se está por celebrar este domingo los 50 años de Bahía de los Cochinos - no puede ser exonerado moralmente como si no hubiera practicado el terrorismo, a pesar de que él y muchos crean que el fin justifica los medios, es decir echar por la fuerza a Fidel Castro o poner una bomba en un hotel que terminó con la vida de un turista italiano. Es su fin, es un acto tan repudiable como el de Muamar al Kadafi de derribar un avión de Pan Am o de Osama Bin Laden de mandar a atacar objetivos estadounidenses.

Ni lo uno ni lo otro. A pesar de cada caso tenga por su envergadura, motivos y objetivos, atenuantes y agravantes, todo golpe de Estado es aborrecible, todo terrorista es execrable.

Todos merecemos mejor.
   

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Trotti, ya se esta acabando la tinta. Ya la mara ya no te lee. Porque sera?

Anónimo dijo...

Xcelente puntos de vistae