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noviembre 03, 2010

La Marihuana perdió

Comparto mi columna publicada por varios periódicos, titulada “Marihuana: ¿Y después”, en la que describo los graves desafíos que hubiera creado un voto favorable a la Propuesta 19 en California, por medio de la cual se legalizaba la marihuana.

En mi opinión, la legalización hubiera acarreado mayores problemas de los que buscaba solucionar. Me siento reconfortado que la Prepuesta 19 perdió. He recibido numerosos e-mails criticando esta posición de gente que, con motivos muy válidos también, creen que la legalización servirá para detener al narcotráfico y el crimen organizado.

Esta es mi columna: “Las elecciones del próximo martes en California son trascendentales, no porque se elegirá al sucesor del gobernador Arnold Schwarzenegger, sino por la posibilidad de que los votantes aprueben la legalización de la marihuana, haciendo prevalecer el interés económico por sobre la apreciación ética del consumo de drogas ilícitas y, además, por sus repercusiones en las políticas para combatir el narcotráfico, en especial en América Latina.

Mal o bien, la marihuana viene ganando terreno. En poco más de una década, se convirtió de droga ilícita a permitida para uso medicinal, en 14 estados de EEUU y su capital. Luego la despenalización de su consumo se aceptó en varios países latinoamericanos y ahora, si los californianos votan a favor por la Propuesta 19, será legal su cultivo, posesión, compra y uso recreativo para mayores de 21 años.

Las últimas encuestas muestran que la Propuesta 19 está perdiendo terreno entre los votantes hispanos. La regulación del uso de marihuana con fines médicos en California es una de las más liberales del país. Se trata de una droga cada vez más aceptada, como lo manifiesta el 50% de los californianos, 13% más que en 1969; una tendencia favorecida quizás por la imagen de médicos recetando en kiosquitos de playa a cualquier usuario que argumente dolor de cabeza.

Quienes favorecen la legalización del cannabis anteponen conceptos prácticos y económicos. Estiman que California recaudará 1,4 billones de dólares al año en impuestos. Se ahorrarán miles de millones por no tener que procesar a criminales que ya no lo serán y gastos carcelarios que ascienden a 216.000 dólares al año por cada delincuente juvenil encarcelado, en contraste con 8.000 dólares que se gasta por un niño en el sistema público escolar. Estiman que la legalización blanqueará el mercado y reducirá los precios de la droga; suficientes disuasivos para los narcotraficantes.

Quienes están en contra saben que la marihuana detona enfermedades psiquiátricas, provoca adicción, incentiva el uso de drogas más fuertes, desinhibe conductas delictivas, atrae efectos negativos al hogar, en el trabajo y provoca mayores accidentes, por lo que los ahorros se transferirán como gastos a otro sector. La sociedad estará más enferma y el narcotráfico no se diluirá, se enfocará en otros negocios y productos más rentables.

Independientemente de los argumentos, la Propuesta 19 generará dos desafíos adicionales. El gobierno de Barack Obama tendrá mayores dificultades para imponer la ley federal criminal contra las drogas en California, ya que tendrá que lidiar con una explosión de nuevos negocios como firmas de abogados y ligas de defensa del consumidor o franquicias, que prevén la venta de marihuana on-line o a domicilio como si fuera pizza, o como aditivos en comidas rápidas y helados.

Pero el mayor desafío es para Latinoamérica. La legalización es una nueva contradicción de EEUU, un país que apoya la erradicación de las drogas y el narcotráfico gastando millones en los países de la región, a través de los planes Colombia y Mérida, pero que hace cada vez menos para reducir el consumo; en definitiva, el mayor incentivo de los narcotraficantes.

En una cumbre regional esta semana, el mandatario colombiano Juan Manuel Santos ilustró el desafío que se avecina, preguntándose cómo podía poner preso a un campesino pobre de su país por plantar marihuana cuando será legal producirla, traficarla y consumirla en el mercado más rico del mundo.

El presidente mexicano Felipe Calderón, quien más de cerca está sufriendo los estragos del tráfico de drogas, se sumó a las críticas pidiendo a sus connacionales en California que voten en contra de la Propuesta 19, mientras el Congreso de su país desempolvó varios proyectos de ley que buscarían alinearse a la posible legitimación del otro lado de la frontera.

La legalización de la marihuana abrirá puertas insospechadas. Es un error si se fundamentan criterios económicos por sobre los problemas de salud pública o los efectos negativos al núcleo familiar, así como minimizar la necesaria discusión ética sobre el tema y sus repercusiones morales.

La permisividad legal que se conceda hoy a la marihuana nos debiera hacer reflexionar sobre el después. ¿Será que la ambición nos llevará en el futuro a legalizar drogas más duras y peligrosas?”.

septiembre 05, 2009

Marihuana

La sentencia de la Corte Suprema de Justicia de Argentina que esta semana despenalizó la posesión y consumo de marihuana envía un mensaje pésimo a los jóvenes, a los padres y a los traficantes de drogas. La falta de castigo pudiera propiciar la percepción de que la droga, después de todo, no es tan mala ni peligrosa y hasta es menos dañina que el alcohol y el tabaco.
Aunque el fallo está fundamentado en la excepcionalidad, porque no legaliza la marihuana sino que solo descarta el castigo de cárcel a los mayores de edad que la consumieren en la privacidad y sin perjudicar a terceros, su forma precipitada e inconsulta, invita al rechazo.

El sabio principio constitucional invocado en forma unánime por los siete jueces de que toda acción privada que no ofenda el orden y la moral pública “está sólo reservada a Dios y exenta de la autoridad de los magistrados”, es irrelevante para los padres, ya que mientras el dictamen apunta a la responsabilidad del Estado sobre las drogas, minimiza los esfuerzos de los progenitores por enseñar a sus hijos sobre los efectos de la marihuana en la salud, el núcleo familiar y en la conducta moral.
Por más que el fallo haga disquisiciones filosóficas sobre el entorno de la persona con su privacidad y libertad, lo que los padres tienen claro es que la droga es mala. El fundamento no es racional, brota de la conciencia pura, del sentido común: nadie aconsejaría a su hijo a consumir drogas, así sea en el rincón más íntimo de su casa, y aunque no sea un delito criminal. Saben que la marihuana provoca adicción, crea tránsito hacia sustancias más tóxicas y desinhibe conductas delictivas, por más que muchos justifiquen lo contrario.
El mensaje del fallo también es peligroso porque relaja el comportamiento de quienes trafican y venden drogas, que con violencia o persuasión, buscan aumentar la demanda. Quienes incluso van más allá de la despenalización y creen en la legalización - porque permitiría mayores controles y hasta cobrar impuestos que reducirían el valor de las drogas y su negocio - desestiman que el narcotráfico maneja volumen, precios de promoción e iniciación, y que las drogas son solo un renglón más de un crimen organizado cada vez más diverso y productivo; que, como en México, es hasta protegido por entidades estatales infiltradas e instituciones sociales beneficiadas con generosas donaciones del narcotráfico.
Despenalizar o no la marihuana es una polémica muy añeja en el mundo con tantos detractores como simpatizantes. No hay evidencia confiable que muestre que con o sin criminalización del consumo se haya reducido la drogadicción. Lo que sí es evidente, es que la batalla contra la globalización del mercado de las drogas se está perdiendo.
De ahí que tres ex presidentes, César Gaviria de Colombia, Henrique Cardoso de Brasil y Ernesto Zedillo de México, ante políticas puramente represivas como las que aplica EE.UU. frente al narcotráfico y a los adictos, hayan sugerido la despenalización del consumo de la marihuana en el documento “Drogas y democracia: hacia un cambio de paradigma”, a la vez de exigir mayor responsabilidad a los países consumistas.
El documento, conocido este año, tiene fallos y aciertos. En lo negativo, desestima que el límite entre países productores, de tránsito y consumidores es cada vez más difuso porque el narcotráfico supo globalizar la venta y el consumo. En lo positivo, como lo apunta el dictamen argentino, la despenalización evitaría el sobrecargo de los sistemas judiciales y penitenciarios, permitiendo a las autoridades combatir el narcotráfico y tratar a los adictos como enfermos, no como criminales.
A pesar de las buenas intenciones de los magistrados argentinos en materia de salud y seguridad pública, su error no radica en el espíritu del fallo, que bien sugiere al Estado la adopción de medidas preventivas "con información y ecuación disuasiva del consumo”, sino en la forma apresurada e impositiva de la decisión.
Una medida de esta naturaleza, como la despenalización – que modificará conductas y apreciaciones morales entre padres, educadores e hijos – hubiera requerido un amplio y profundo debate social, de tal forma que los protagonistas principales hubieran sentido que sus preocupaciones y derechos estuvieran debidamente incluidos.

marzo 15, 2009

Descriminalización de la marihuana

Tuvimos ayer un invitado de lujo en la SIP aquí en Asunción, el ex presidente colombiano César Gaviria, quien dirige la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, junto a los ex presidentes del Brasil, Fernando Henrique Cardoso, y de México, Ernesto Zedillo. Su objetivo en la conferencia fue crear conciencia sobre la necesidad de la descriminalización del uso, consumo y tenencia de la marihuana, como una forma efectiva de combatir al narcotráfico y su consumo, aunque se trataría solo de esa droga y no de otras fuertes como la cocaína, la heroína y otros estupefacientes sintéticos.
La encuesta que ustedes ven aquí a la derecha, refleja no solo el pensamiento de ustedes, quienes entran a este blog, que es negativa en mayoría en contra de la descriminalización, sino que refleja además el porcentaje promedio que han demostrado otros sondeos en periódicos y otros medios importantes.
Su charla se basó en fundamentar la descriminalización de la marihuana, una forma de combatir la ineficacia de los Estados hasta ahora en su lucha contra el narcotráfico. Enfatizó la diferencia entre descriminalización con la despenalización, ya que según él, no se trata de no aplicar penas, sino de sacar definitivamente al consumidor del ámbito criminal y transformar a los compradores del mercado ilegal en pacientes de los sistemas de salud, más al estilo del modelo europeo que al estadounidense.
Se estima que en el mundo, de los 200 millones de consumidores habituales de drogas ilícitas, el 80%, unos 160 millones consume marihuana.
Criticó a la Comisión de Drogas Narcóticas de la ONU que sesionó recientemente en Viena, Austria, que sostuvo que el consumo se ha estabilizado y por haber revalidado la política prohibicionista y se fijó como objetivo la eliminación de la disponibilidad de drogas ilícitas para 2019, exactamente de la misma forma como hace diez años se prometió “un mundo sin drogas para 2008”; “lo que finalmente no sucedió”.
Gaviria, al contrario de lo que sostiene la ONU, dijo que la producción ha crecido y que se sofisticaron los sistemas de distribución, lo que está demostrado por el menor valor que las drogas tienen en el mercado, así como la popularidad de las drogas sintéticas, además de la violencia que está creciendo en muchos países latinoamericanos, como es el caso de México.
Aclaró que el Plan Colombia, la estrategia colombiana con el apoyo de Estados Unidos, fortaleciendo los sistemas de seguridad e inteligencia, ha dado buenos resultados en la reducción de la criminalidad, caída del número de secuestros, de 3.500 a 500 por año; aunque adelantó que aparentemente en su país se produce ahora más cocaína que antes, y que Colombia exportó los carteles de la drogas hacia México.
Cuestionado sobre si utilizara a los militares en la guerra contra los narcotraficantes, Gaviria defendió esa tendencia, como la está usando México. Pero dijo que la mejor estrategia para combatir la drogadicción es en reducir el mercado consumidor, lo que puede lograrse con campañas de concientización, como la que se ha hecho con el cigarrillo en todo el mundo.
Por último, criticó la política de Estados Unidos, país que dijo gasta 450 mil dólares por cada preso por caso de drogas y que ha hecho un mal trabajo en concientizar a sus ciudadanos sobre el problema del consumo. Dijo que Estados Unidos es el principal escollo para la descriminalización ya que no admite la apertura de un debate interno y bloquea cualquier intento de buscar métodos alternativos en el contexto internacional, lo que entiende ya que hay posiciones muy diferentes sobre las drogas en países con posiciones tan disímiles como Cuba, Irán, Rusia, Colombia y el Vaticano.

¿Qué propone la Comisión de Gaviria, Cardoso y Zedillo?

En su reunión del 11 de febrero pasado en Río de Janeiro, la Comisión estableció la siguiente propuesta, cuyo texto completo puede verse en http://drogasydemocracia.org/blog/archives/category/destaque

Tres grandes directrices:

- Tratar el consumo de drogas como una cuestión de salud pública.
- Reducir el consumo mediante acciones de información y prevención.
- Focalizar la represión sobre el crimen organizado.

Nuestro enfoque no es de tolerancia con las drogas. Reconocemos que estas provocan daños a las personas y a la sociedad. Tratar el consumo de droga como un tema de salud pública y promover la reducción de su uso son precondiciones para focalizar la acción represiva en sus puntos críticos: la disminución de la producción y el desmantelamiento de las redes de traficantes.

Para concretar este cambio de paradigma, proponemos que América Latina tome las siguientes iniciativas en el marco de un proceso global de transformación:

1. Transformar los adictos de compradores de drogas en el mercado ilegal en pacientes del sistema de salud.

La enorme capacidad de violencia y corrupción del narcotráfico solo podrá ser combatida efectivamente si se debilitan sustancialmente sus fuentes de ingresos.

2. Evaluar con un enfoque de salud pública y haciendo uso de la más avanzada ciencia médica la conveniencia de descriminalizar la tenencia de marihuana para consumo personal.

La marihuana es, por lejos, la droga más difundida en América Latina. Su consumo tiene un impacto negativo sobre la salud, inclusive la salud mental. Sin embargo, la evidencia empírica disponible indica que los daños causados por esta droga son similares a los causados por el alcohol y el tabaco. Más importante aún, gran parte de los daños asociados a la marihuana -de la prisión y encarcelamiento indiferenciado de consumidores a la violencia y la corrupción que afectan toda la sociedad- son el resultado de las políticas prohibicionistas vigentes.

3. Reducir el consumo a través de campañas innovadoras de información y prevención que puedan ser comprendidas y aceptadas, en particular por la juventud, que es el mayor contingente de usuarios.

La mayor parte de las campañas de prevención que hoy se desarrollan en el mundo son bastante ineficaces.

4. Focalizar las estrategias represivas hacia la lucha implacable contra el crimen organizado.

Las políticas públicas deberán priorizar la lucha contra los efectos más nocivos para la sociedad del crimen organizado, como la violencia, la corrupción de las instituciones, el lavado de dinero, el tráfico de armas, el control de territorios y poblaciones

5. Reorientar las estrategias de represión al cultivo de drogas ilícitas.

Los esfuerzos de erradicación deben ser combinados con la adopción de programas de desarrollo alternativo.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...