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diciembre 17, 2010

Ciberactivismo y militancia cibernética


Si las revelaciones de los cables diplomáticos secretos por Wikileaks plantearon un dilema mundial sobre seguridad nacional y libertad de expresión; los ciberataques a compañías estadounidenses y europeas con el propósito de vengar la detención esta semana del fundador de ese sitio de internet, Julian Assange, pusieron en evidencia una disyuntiva aun mayor: ¿Son protestas genuinas como fundamentan los activistas involucrados o actos  criminales que deben ser censurados y perseguidos?

Algunos creen que la “Operación Venganza” lanzada por hackers y agitadores del grupo Anonymous en contra de Amazon, Mastercard, Visa, PayPal, el banco suizo PostFinance y la fiscalía sueca es sólo una forma de protesta comparable a cualquier concentración cívica. Consideran que crear “espejos” para que Wikileaks pueda seguir divulgando los cables o tomar represalias informáticas contra quienes desenchufaron los servidores y dejaron de prestar servicios al sitio de Assange, no es una acción criminal sino un acto de justicia a favor de la libertad de expresión.

Otros entienden que buscar que los sitios de internet de esas entidades colapsen no es más que vandalismo, una acción tan vil como lo son otros tipos de ataques cibernéticos, así sea la irrupción de cuentas bancarias, práctica conocida como pishing o el botnet, que consiste en infectar computadoras y controlarlas en forma remota.

Independientemente de si el activismo cibernético roza una actividad cibercriminal, lo cierto es que está creando un desafío complejo para los gobiernos, tratándose de un movimiento de contagio rápido y masivo, tan difícil de detectar como de perseguir. No es lo mismo controlar a un grupo de revoltosos que físicamente se manifiesta frente a una embajada y puede ser dispersado con gases lacrimógenos, que tener que lidiar con provocadores anónimos refugiados detrás de una computadora, que pueden actuar en grupos de alcance global, cuyas armas no son piedras ni pancartas, sino software, virus y gusanos que pueden penetrar códigos y sistemas de seguridad.
Aunque el internet y las redes sociales han servido para nutrir protestas masivas, este episodio de Wikileaks puede potenciar el lanzamiento de un movimiento ciberactivista cuya misión sería justificar cualquier causa con tal de tomar la justicia en sus propias manos, lo que podría calificarse de ciber linchamiento.
Anonymous, por ejemplo, formado por voluntarios que se definen como anarquistas, abrazó a Wikileaks después de dirigir ataques cibernéticos en contra de las industrias literaria, discográfica y cinematográfica de EEUU, Inglaterra, España y Australia, al considerar que cualquier norma anti piratería o que defienda la propiedad intelectual es contrario a la libertad que debe reinar en el mundo y en el internet.
Hasta ahora el prejuicio era que los hackers reservaban sus mejores armas de espionaje para los mega fraude bancarios o para ataques como los que sufrieron este año Google China y el sistema nuclear de Irán. Pero lo cierto es que el acceso global a las nuevas tecnologías está permitiendo cada vez más que muchos cambien los juegos en línea por actividades criminales. De ahí los dolores de cabeza de los gobiernos que deben modernizar sus leyes, adquirir tecnologías y hacer inversiones multimillonarias para responder ataques cibernéticos contra los ciudadanos o contra sus sistemas financieros, energéticos y de seguridad.

Estos ciberdelitos no paran de crecer. En EEUU los fraudes con tarjetas de crédito, las intrusiones a las computadoras personales y la difusión de pornografía infantil subieron un 48% en el último año; mientras que en China, el cibercrimen aumentó un 80% y el gobierno calcula que ocho de cada 10 computadoras conectadas al internet están afectados por botnets.

Así que aunque el presidente brasileño Lula da Silva haya defendido a Assange esta semana, pareciera que está descompasado en la discusión. Wikileaks no puso sobre la mesa solo el problema de secretos de estado y libertad de expresión. Evoluciona todo tan rápido, que el debate ya modificó hacia los ataques informáticos y podríamos estar por comenzar una gran guerra cibernética que involucra por igual a privados y gobiernos.

Habrá que seguir el progreso de este fenómeno. La decisión reciente de Facebook y Twitter, de cancelar el perfil de Anonymous, por considerar que sus actividades son ilegales, no hace más que abrir otro debate e interrogantes sobre lo que sucederá… mañana.

febrero 04, 2009

Phelps y la marihuana

Como le suele suceder a muchos famosos, celebridades y personajes que cumplen el papel de modelos de comportamiento social, siendo especialmente muy jóvenes y estando en el candelero, el nadador Michael Phelps terminó metiendo la pata, siendo sorprendido con una pipa de marihuana en la mano, foto que recorrió el mundo desde que la publicó un tabloide británico.
La marihuana ya a esta altura no es noticia, especialmente después que le dio viso de normalidad el presidente Braack Obama quien admitió haberla fumado e inhalado el humo, alejándose de Bill Clinton que había “confesado” haberla fumado pero sin inhalar.
Desgraciadamente para Phelps, el hecho de que haya sido quien consumía o tenía parafernalia para consumir sí es noticia. No tanto porque batió el récord con sus ocho oro olímpicos, sino porque era parte del “branding” de varias marcas como Speedo, Kellogs y Visa entre otras compañías, que no lo contrataron sólo por ser un recordman, sino por la imagen positiva y el modelo que él representa para los más jóvenes.
Dentro de todo no le fue tan mal. Después de sus disculpas las marcas le ratificaron su confianza y aceptaron que fue una conducta momentánea. Lo que habría que ver ahora es que pasará con esos contratos si se le presentan cargos como han estado amagando algunas autoridades, lo que si bien no son multas ni un castigo de cárcel muy elevado – no alcanza a 30 días – podrían cortar de cuajo un contrato con cláusulas de rescisión en caso de delito.
Puede ser muy exagerado que lo procesen, pero el hecho de que no lo hagan, por otro lado, podría ser un mal antecedente social, ya que significaría que la justicia no es equitativa y se aplica con menor firmeza para quienes tienen aura de celebridad.
La situación se le ha puesto difícil para algunos padres que tendrían que tener excusas en caso de que algún hijo lo tome desprevenido preguntándoles por qué este muchacho cuya imagen resplandece en las cajas de cereales puede fumar marihuana sin ser amonestado, cuando a cualquier otro amiguito le podría valer la expulsión de la escuela.
No es tan fácil ser modelo y actuar en consecuencia pueden pensar muchos y tal vez aquí el delito no sea tan abominable socialmente como si por ejemplo se lo hubiera encontrado en una situación de “shop lifting”, un delito tal vez menor, aunque más condenable socialmente en este contexto actual.
De una u otra forma, existe sobre Phelps la expectativa que actúe de una forma determinada y debe colmar esa expectativa. Ahora fue perdonado, pero los contratos se le caerán si volviera a tropezar con la misma piedra.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...