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septiembre 22, 2013

Francisco; una piedra en el zapato

A seis meses de asumir, el papa Francisco se ha mostrado austero, piadoso y bonachón. Pero también como el más severo, desafiante e incómodo de todos los que gobernaron la Iglesia en los últimos siglos, exigiendo tanto a obispos y fieles, como al mundo entero, mejor conducta frente a la vida y ante el prójimo.

Francisco ya es una piedra en el zapato. Catequiza con el ejemplo y busca generar confianza con la autocrítica, a sabiendas que la Iglesia, por obra y gracia de obispos corruptos y curas pederastas, debe reencontrar su dignidad para enseñar.

En su búsqueda por una Iglesia humana y ejemplar, el Papa reparte deberes y obligaciones, pero recorta privilegios. De un plumazo cambia a obispos en la cúspide vaticana, pide a los curas no ser burócratas de la Fe y a las monjas que no usen autos último modelo. A los jóvenes desafía a ser revolucionarios, a los gay se excusa de juzgarlos y al mundo pide terminar guerras comerciales y evitar la “globalización de la indiferencia”, ante la desigualdad y la injusticia.

Su mayor dedicación es a los pobres, una costumbre desde que era cura villero y a la que apostó cuando lo ungieron Obispo de Roma, recordando a menudo, que es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que un rico al reino de Dios.

Con su preferencia por los pobres, Francisco revitalizó la libertad de expresión y la discusión teológica, creando natural animadversión entre la curia más conservadora y la liberal. Su próxima encíclica, “Bienaventurados los pobres”, motivará amplio diálogo y espacios para todas las ideologías dentro de la Iglesia.

No es casualidad que el peruano Gustavo Gutiérrez, fundador de la teología de la Liberación, fuera recibido por Francisco, mientras que el L’Osservatore Romano, comentara en amplitud su libro “De parte de los pobres”, que escribió con el alemán Gerhard Ludwig Müller, ahora prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe. El mismo cargo que ocupó Benedicto XVI, quien por años se encargó de mantener en el oscurantismo a Gutiérrez, entre otros teólogos de la liberación.

Esta es una muestra de que la reforma en la Iglesia es profunda y que no se queda en lo administrativo, en arreglar los asuntos financieros del banco del Vaticano o en crear una cultura eclesiástica más austera. Quizás, el cambio más audaz deviene del nombramiento de Pietro Parolín como secretario de Estado, en lugar del cuestionado Tarcisio Bertone.
Más allá de las connotaciones políticas de la designación, sorprendió en estos días que Parolín, antes de despedirse como Nuncio Apostólico de Venezuela, abriera las puertas a la discusión postergada del celibato obligatorio, al que bien definió de cuestión no dogmática, sino de simple tradición que se remonta al año 390 de nuestra era.
La admisión del tema ya es un duro golpe para los más conservadores y, tal vez, es la forma que Francisco utilizará para lanzar piedras e incentivar discusiones que muestren que la Iglesia está viva y no apagando fuegos como si fuera “un hospital de campaña después de una batalla”. No es casual, que en su entrevista reciente con el periódico jesuita La Civilitta Católica, Francisco haya asumido otros temas también controversiales como la “obsesión” de la Iglesia contra la homosexualidad y el aborto o que haya pedido paciencia y tiempo para ver cambios doctrinarios que tendrán que ver con la nulidad del matrimonio, cómo dar la bienvenida a parejas de divorciados y el papel de la mujer en la Iglesia, a la que le da un papel fundamental como el de María.
Lo trascendente de toda esta amplitud, es que tanto el segundo del Vaticano, Parolin, como Francisco, reafirmaron que todas los cambios que se implementen, estarán imbuidos de un “espíritu democrático”; esto es, no solo se buscarán decisiones más colegiadas en sínodos, consistorios y entre los ocho cardenales que Francisco adoptó como asesores directos, sino que también se escuchará y permitirá la participación de laicos y fieles.
Esta polvareda demuestra una vez más que Francisco no es apariencia, sino verbo y acción. Un cura revolucionario y renovador que insufló nueva vida a la Iglesia; pero también un cura incómodo, que nos desafía a repensar prejuicios y doctrinas que aprehendimos en escuelas, parroquias y en la catequesis. 

septiembre 13, 2013

El celibato y la esperanza de la reforma

El papa Francisco sigue haciendo cambios importantes y una vez más es evidente que hay indicios de que la reforma de la Iglesia va en serio, tanto en cuestiones de conducción administrativa como de costumbres arraigadas, como es el caso del celibato obligatorio.
A todas las reformas que ha venido implementando, desde crear una cultura más austera hasta modificar los asuntos económicos y financieros que maneja el banco del Vaticano, tal vez la más audaz es haber retirado al cuestionado cardenal Tarcisio Bertone y nombrar a Pietro Parolin, como secretario de Estado.
Y lo mejor de estos días, es que Parolin, entrevistado por el caraqueño El Universal después de ejercer en Venezuela como Nuncio, abrió de repente las puertas para una discusión postergada en la Iglesia, el tema del celibato, al que bien definió como una cuestión que no es dogma de fe, sino una tradición que data del año 390 de nuestra era.
La admisión del tema ya es en sí un golpe duro para los conservadores de la Iglesia y es tal vez la forma en que Francisco, quien no se ha mostrado públicamente a muy a favor del celibato voluntario, quiere empezar la discusión.
Aunque el tema pareciera superficial ante otros grandes cambios que necesita la Iglesia – incluyendo la ordenación de las mujeres - es muy significativo, ya que abriría las puertas a las vocaciones frustradas, la de aquellas personas que no entienden por qué no se puede servir a Dios y a una propia familia al mismo tiempo.
Lo importante de Parolin y de Francisco es que ya han dicho que todas las reformas que se implementen en la Iglesia deberán estar imbuidas de un “espíritu democrático”, esto es, no solo de que se buscarán decisiones más colegiadas con la participación de todos los obispos o la jerarquía eclesiástica, sino también – y es lo más trascendente – que se escuchará a los fieles.

Parolin dijo que el celibato no obligatorio es un desafío para el Papa, pero confía en que habrá discusión. Seguramente de alcanzarse, será una reforma histórica, otra de las tantas que permitirán a Francisco crear un legado permanente.

abril 14, 2010

Obispos y el voto del silencio

A los votos de castidad, pobreza, el Vaticano debería imponer a los obispos el voto del silencio, para evitar que muchos sigan imprudentemente perjudicando a la Iglesia Católica, en momentos que deberían ayudar una imagen que han logrado a desbaratar después de décadas de ocultar problemas de abusos de menores por parte de religiosos.
En esta semana se produjeron declaraciones muy imprudentes, ni más ni menos que del secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, quien estando en Chile dijo que el problema de pedofilia no tiene relación con el celibato, sino con la homosexualidad, catalogando la simple orientación sexual de una persona como sinónimo de delito. El problema, es que además aventuró su declaración apoyándola en estudios científicos sobre los que no reveló ni autores ni trabajos.
Y en México, la cosa no estuvo mejor. La Conferencia Episcopal de ese país aseveró ayer que el abuso tiene que ver con el libertinaje sexual que ha permitido la sociedad, como una forma de justificar que cualquier empresa de hombres siempre puede sucumbir al pecado y excusar el delito que han venido encubriendo y hasta apañando, como el caso del líder de la mexicana Legionarios de Cristo, quien mantuvo una doble vida y abusó de seminaristas.
Dentro de sus nuevas reglas para combatir el abuso a través de la justicia ordinaria y la denuncia policial que hizo pública el Vaticano esta semana, debería expedir una guía sobre la prudencia de la opinión y el necesario recato para que los obispos no sigan contribuyendo a la desconfianza contra los hombres de la Iglesia.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...