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mayo 10, 2013

Correa insiste contra la CIDH


El presidente Rafael Correa se la tiene jurada a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). El último informe de libertad de prensa sobre Ecuador, habla de más de 70 violaciones cometidas por el gobierno ecuatoriano.

Por razones similares en el pasado y enojadísimo porque según él se le desprestigia en materia de derechos humanos, Correa impulsó, dentro del esquema de los países que conforman el ALBA, una reforma del Sistema Interamericano de Derechos Humanos (SIDH) con el objetivo de debilitarlo y neutralizarlo. En su intención, Correa arremetió contra la Relatoría Especial de Libertad de Expresión, se quejó de que esta instancia tenga fondos provenientes de gobiernos fuera del sistema, como de EE.UU. y de países europeos, y puso cortapisas para que no pueda “entrometerse en asuntos internos”, lo que equivale a sacarle a esa oficina su razón de ser.

Aquella vez, la propuesta de Correa - impulsada en una reunión celebrada en Cochabamba, Bolivia, en 2011 y tras posteriores reuniones, lobby y presión a otros gobiernos - terminó por desvanecerse el 23 de marzo de este año, tras una Asamblea General Extraordinaria de la OEA. Ecuador y los países del ALBA no consiguieron el apoyo necesario y, por aclamación, se aprobó una resolución dando por terminado el proceso de reflexión sobre las reformas al SIDH. Sin embargo, se dejó una puerta abierta para que el proceso pudiera continuar.

Con esa puerta entreabierta, el gobierno ecuatoriano difícilmente se quedaría con las manos atadas. Como corolario, de nuevo eligió la ciudad de Cochabamba para que este próximo 14 de mayo se insista con la reforma del SIDH, al menos, con la intención de que la sede de la CIDH salga de Washington para instalarse en Buenos Aires. Se trata de una segunda reunión con los cancilleres de los 23 estados que forman parte de la Convención Americana de Derechos Humanos (CADH).

Esta segunda oportunidad demuestra varias cosas. Primero la tozudez y terquedad de Correa de cumplir con sus objetivos. Segundo, que la OEA tendrá que discutir y gastar energías nuevamente en un tema que es irrelevante ante otros como la activación de la Carta Democrática Interamericana ante el supuesto fraude electoral en Venezuela. Y tercero, obligará nuevamente a miles de organizaciones no gubernamentales de defensa de los derechos humanos a tener que lidiar contra un aparato intergubernamental paquidérmico y burocrático de impredecible conducta.

marzo 22, 2013

Rafael Correa y la CIDH


En las próximas horas se sabrá finalmente qué suerte tendrán la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos tras la celebración de la asamblea de la Organización de Estados Americanos. Si seguirán siendo organismos autónomos e independientes para vigilar la situación de los derechos humanos en el continente o si, por el contrario, se convertirán en entidades sin gravitación, permitiéndoseles a los gobiernos su manipulación y neutralización política.
El presidente ecuatoriano Rafael Correa ha sido el líder de un grupo de países que cansados de las denuncias sobre violaciones a los derechos humanos dentro del sistema interamericano, juraron pulverizar a estos organismos. La excusa fue siempre la misma, que se trata de organizaciones manipuladas por el imperio que las usa como instrumento de su política exterior para entrometerse en asuntos internos y en la soberanía de los países.
Correa prometió neutralizar a la CIDH y a su Relatoría Especial de Libertad de Expresión, después de que se le pidiera a la justicia de su país que quede sin efecto una sentencia a su favor, que le adjudicaba 40 millones de dólares en compensación por un juicio por difamación que le siguió al diario El Universo de Guayaquil.
Correa, desde entonces, fue juntando voluntades entre otros gobiernos que también se sintieron ofendidos por las denuncias de violaciones a los derechos humanos en sus territorios. Su estrategia mayor, es que la CIDH y la Relatoría pierdan la capacidad de financiarse con dineros por fuera de los países miembros de la OEA, como ocurre actualmente con casi la mitad de su presupuesto.
La medida parece loable, pero solo encierra las intenciones de bloquear a la Relatoría y su capacidad de emitir informes específicos sobre los países, la que necesita parte de su presupuesto de operación proveniente de países europeos y fundaciones y ONGs estadounidenses.
La idea de Correa, que difícilmente ocurrirá, es que estos organismos tengan menos capacidad de operación y así silenciar gran parte de la crítica internacional que se cierne sobre su gobierno.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...