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julio 11, 2010

Mundial: el grupo selecto

Hoy se escribirá parte de una nueva historia mundialista. Uno de los dos, España y Holanda terminará por adjudicarse la bendita y orgullosa estrellita que de ahora en más quedará estampada arriba de su escudo nacional en las camisetas y demás parafernalia deportiva nacional. Uno de los dos se sumará al orgulloso grupo de mundialistas que desde 1930 viene cosechando títulos, Brasil con 5; Italia, 4; Alemania, 3; Argentina y Uruguay, 2 cada una; e Inglaterra y Francia, una cada una.

España es la más magra de todas estas selecciones en mundiales ya que solo en una oportunidad accedió a una instancia semifinalista, en 1950, habiendo cosechado un cuarto puesto. Para Holanda, en cambio, esta es su tercera final, habiendo perdido en 1974 y 1978 ante equipos que jugaban de local, como Alemania y Argentina respectivamente, por lo que sus chances fuera de Europa (la primera vez que sucederá a un equipo europeo) son muy altas y además, por aquel dicho que reza: “la tercera es la vencida”. Claro está, que para ello, debe romper con todos los pronósticos, como el que hizo el pulpo Paul en su acuario alemán, que dio ganador a España, habiendo acertado hasta ahora sus seis vaticinios, y también porque deberá destronar a quien es, y bien ganado, el rey de Europa.

Pero dentro de todos los mundiales y mundialistas, vale la pena saber que los alemanes, aunque le ganaron ayer a los uruguayos y se adjudicaron el bronce, es el equipo, con tres campeonatos, que más veces perdió en finales: cuatro, en el 66, 82, 86 y 02, por lo que de haber tenido mejor suerte pudiera estar con la misma cantidad de títulos que el corredor Schumacker.

Más allá de Alemania, Italia con cuatro estrellas y dos finales perdidas, la del 70 y 94, ambas frente a Brasil, pudiera tener una más que los brasileños, aunque éstos hubieran alcanzado siete de no haber perdido las finales del 50 y el 98. Argentina es la que perdió otras dos finales, la del primer campeonato del 30 frente a Uruguay y la del 90 frente a los alemanes. Mientras que los uruguayos han ganado dos campeonatos y jamás perdieron una final porque solo estuvieron en esas dos, la del 30 y en la del “maracanazo” del 50.

De todos los finalistas, los únicos que no han ganado una estrella habiendo perdido dos finales cada uno son Checoslovaquia, en el 34 y 62 y Hungría en el 38 y 54.

Dentro de un par de horas sabremos si Holanda se une a Checoslovaquia y Hungría (incluso las sobrepasa en veces que pierde finales sin adjudicarse una) o si en igualdad de posibilidades con España, se une a este grupo selecto de mundialistas.
Hoy se hará historia y qué bueno es presenciarlo.

abril 14, 2010

Obama "nuclear": renovado liderazgo

En momentos que su popularidad venía en picada, Barack Obama logró a lo interno la reforma del sistema de salud y en lo externo un pacto con Rusia para la no proliferación de armas nucleares y de esa forma retomó un liderazgo nacional e internacional que elevan su popularidad.
Tal vez lo más importante de su administración, por lo que tendrá que ser recordada en la historia, será su liderazgo para la reducción de armas nucleares con Rusia, en un compromiso que intenta continuar esa disminución en el futuro y el pacto que logró esta semana tras la cumbre atómica mundial en Washington en la que 47 jefes de Estado se comprometieron a tener mayor seguridad de sus arsenales – para los que lo tienen – resguardar el uranio enriquecido o plutonio y tratar de experimentar con otras fuentes de energía alternativa para evitar la peligrosidad y dependencia de la energía nuclear.
Todo esto, con la intención de hacer de este mundo un mundo mejor evitando que los terroristas puedan hacerse de una bomba atómica con la que desencadenarían una catástrofe de envergadura y buscando mayores sanciones contra Irán y Corea del Norte, dos naciones a las que se le acusa de ser poco transparente en el manejo de energía atómica, que si bien dice tendría un uso energético, la dialéctica y la propaganda que usan - Irán promete borrar del mapa a Israel – desdice sus fines pacifistas.
Más allá de los grandes logros de esta semana tras los compromisos de cooperación internacional y de seguridad, que fueron expuestos cuando el presidente chileno Sebastián Piñera se comprometió a que Chile envíe su plutonio a EEUU por cuestiones de mayor seguridad, Cristina Kirchner brindó garantías para recibir en el país comisiones verificadoras y Felipe Calderón aceptó la cooperación de que EEUU y Canadá para reducir el enriquecimiento de su uranio para que no pueda ser utilizado como material para bombas atómicas, me quedo con las declaraciones del brasileño Ignacio Lula da Silva.
El presidente brasileño también bregó por mayor seguridad pero insistió en que la mejor forma de asegurar que las bombas atómicas caigan en manos terroristas es que todas las potencias mundiales eliminen sus ojivas en forma “total e irreversible”. Rusia y EEUU, a pesar de su excusa de la Guerra Fría, son, en definitiva, los que han alocado a todo el mundo con la carrera armamentista.
Más allá de estos temas políticos, lo que más me llamó la atención de estas “semanas nucleares” fue el comportamiento de los nuevos medios de comunicación y de las redes sociales, en la que poco cupo este tema manejado con bastante despliegue en los medios tradicionales. ¿Será que las redes sociales no están interesadas en las buenas noticias?
Una primera conjetura es que pudiera tratarse de un tema que no se origina en un hecho conflictivo, como pudieron ser las elecciones fraudulentas en Irán el año pasado o la destrucción de Haití tras el terremoto, que despertaron gran interés de las redes sociales como Facebook, YouTube y Twitter, que están más prestas a reaccionar a los hechos que a comentar o a interpretar las noticias, especialmente cuando son muy complejas.
Un tema interesante de comunicación que abordaré en mi próxima columna.

diciembre 04, 2009

Calentamiento global en Copenhague

A juzgar por el calentamiento global, el verde ya no es el color de la esperanza, sino sinónimo de catástrofe. Si los humanos no revertimos pronto la forma de consumir, producir y relacionarnos con el medio ambiente, las consecuencias a mediano y largo plazo serán irreversibles.
Modificar esa conducta autodestructiva es el desafío que tienen gobiernos de países desarrollados y en desarrollo. Tendrán que alcanzar en Copenhague un compromiso concreto en la Cumbre Mundial sobre Cambio Climático de la ONU a partir del 7 de diciembre. Si no pactan reducir drásticamente las emisiones de dióxido de carbono, la temperatura seguirá aumentando y con ello, los problemas ecológicos, de salubridad y desarrollo.
Los países ricos tienen la mayor culpa. En el último siglo se aceleró un proceso biológico de millones de años del plantea, con la industrialización y el consumo de energías no renovables, responsables directos del calentamiento. Pero si el progreso atrajo perjuicios para todos, los países en desarrollo también tienen una cuota de responsabilidad. La deforestación que alcanza a 13 millones de hectáreas de bosques por año en el mundo, en zonas tan críticas como el Amazonas y la selva Maya, provocan asimismo gases de efecto invernadero.
Con el incumplimiento del Protocolo de Kioto que expira en el 2010, los ambientalistas están escépticos de que en Copenhague se pacte reducir las emisiones entre el 25 y el 40 por ciento para 2020, conscientes de que la recesión económica será la excusa sobre la mesa.
Sin embargo, esta semana, EE.UU. y China – los mayores contaminantes del planeta – anunciaron reducciones del 17 y 40 por ciento para el 2020, respectivamente, revirtiendo temores de que Barack Obama pudiera continuar políticas de su antecesor que antepuso intereses petrolíferos a Kioto, y que China si hiciera la distraída sin un paso firme estadounidense.
Los europeos, conscientes de su culpabilidad industrial aunque más verdes que nunca, presionan para que las reducciones se retrotraigan a niveles de 1990 y no a 2005 como proponen chinos y estadounidenses, y para que alcancen al 83 por ciento para el 2050, único atenuante para mitigar la suba de los océanos, entre otras catástrofes que sufriremos en este siglo.
Lo más importante es que los europeos piden que el acuerdo de Copenhague sea vinculante, obligatorio, y que los países ricos implementen un fondo de 50 mil millones de euros anuales para pagar la factura del calentamiento en países menos pudientes.
Centroamérica ya decidió pedir indemnizaciones, así como los presidentes Evo Morales y Rafael Correa, quienes responsabilizan a las multinacionales por explotaciones petroleras y mineras que dejaron tendales de comunidades enfermas y grandes extensiones de selvas contaminadas e irrecuperables.
El caso de Guatemala es patético, es el país más afectado del continente, aunque solo produce el 1 por ciento de emisiones. Las sequías recientes que arrojaron a cientos de comunidades al hambre y la malnutrición, así como la proliferación de bacterias que produjo la subida de temperatura de 2 grados Celsius del lago de Atitlán entre 1968 y 2009, del que depende el abastecimiento de cientos de miles de personas, son los efectos más notables del cambio climático.
La ecología no es un problema verde, sino multicolor. De ella dependen todas las actividades humanas. En México, por ejemplo, cada año se pierde entre el 8.8 y el 10 por ciento del Producto Interno Bruto por degradación del ambiente; mientras en todos los países latinoamericanos los hospitales públicos tienen que lidiar con nuevas enfermedades respiratorias e infecciosas atraídas o agravadas por el cambio climático.
La escasez de paliativos locales también es parte del problema. En Guatemala la tala indiscriminada de bosques es equivalente a 200 canchas de fútbol al día, mientras en el Congreso penden de aprobación 14 leyes de medio ambiente y en la justicia sólo prosperaron 2 por ciento de los 590 delitos denunciados por el ministerio de Recursos Naturales, dejando al país en un virtual clima de “impunidad ambiental”.
Así sea reduciendo gases, otorgando indemnizaciones, desarrollando tecnologías y energías alternativas, lo importante de Copenhague es que gobiernos ricos o pobres, democracias o dictaduras, todos asuman responsabilidades obligatorias para dejar de hipotecar el futuro y que el verde vuelva a retomar su tono esperanza.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...