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julio 18, 2016

Buenos y malos, pero con armas

Lejos de la creencia popular y de la ficción hollywoodense sobre que las personas buenas que exhiben y usan armas de fuego permiten disuadir hechos de violencia, las últimas matanzas ocurridas en EEUU, así como estudios académicos, indican todo lo contrario.

“La única manera de detener a un tipo malo con un arma, es un buen tipo con un arma", dijo Wayle LaPierre, vicepresidente de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), tras la matanza de niños en 2012 en la escuela primaria Sandy Hook de Newton, en Connecticut. Es la retórica de siempre que usa la influyente organización para neutralizar las críticas y defender un derecho constitucional a la posesión de armas que interpreta a su conveniencia.

Esta teoría de los buenos contra los malos quedó otra vez desacreditada con la masacre de tres policías este fin de semana en Baton Rouge, cinco policías en Dallas la semana pasada y el asesinato de 50 personas en el bar de Orlando a mediados de junio. Estas matanzas, así como las del cine en Aurora o de la escuela Columbine, fueron cometidas por individuos que no eran malos hasta entonces, con pocos antecedentes, pero con posibilidad de acceder a armas de grueso calibre.

Estudios del FBI revelan que en muy pocas ocasiones los buenos civiles con armas detienen a los criminales, tratándose más de una excepción que una regla. De 160 incidentes en los últimos 15 años, en 90 casos los criminales terminaron suicidándose en la escena y en solo cinco fueron atrapados o disuadidos por otros civiles o vecinos con armas.

Ese argumento de la NRA también contrasta con lo que explicó el jefe de Policía de Dallas, David Brown. Antes que el francotirador asesinara a los cinco policías, unos 20 manifestantes del movimiento Black Lives Matter exhibían sus rifles de asalto durante la protesta. Cuando se escucharon los disparos, todo el mundo salió corriendo en todas direcciones, y de repente quienes corrían con armas se transformaron en sospechosos. Ante esa confusión, Brown dijo que la policía no sabía “quién es el bueno y quien es el malo”.

Al contrario de lo que sostiene la NRA sobre que la exhibición de armas por parte de personas decentes aumenta la sensación de seguridad, la mayoría de los estudios demuestran que con más armas, la gente está menos segura. La American Journal of Medicine publicó un análisis en 2013 sobre muertes por armas de fuego en 27 países. Detectó que el nivel de muertes está proporcionalmente atado a la cantidad de armas que poseen los ciudadanos, siendo EEUU el país abanderado en ambos renglones.

La evidencia muestra que las armas de fuego aumentan la probabilidad de más incidentes violentos, sin distinción entre buenos y malos, ya sea si apuntan deliberadamente hacia otros o hacia sí mismos. También vale esto para quienes justifican la defensa propia. Los estudios revelan que las armas en el hogar no hacen que la gente esté más segura, sino que aumentan las chances de accidentes mortales.

Las últimas matanzas masivas de San Bernardino, Orlando y Dallas también señalan que el acceso a las armas puede exacerbar otros conflictos sociales, como el terrorismo, los crímenes de odio y el racismo. Muchos piensan que si la policía no tuviera tanto poder de fuego, probablemente los dos jóvenes negros, Alton Sterling y Philantro Castilla, muertos en Baton Rouge y Minneapolis, hoy estarían con vida o no serían parte de las 509 personas que murieron en lo que va del 2016 a manos de la Policía.

El racismo siempre tuvo ramificaciones violentas en EEUU, desde los atropellos históricos del Klu Klux Klan hasta la defensa de grupos que defienden el derecho de los negros. El movimiento Nuevas Panteras Negras anunció que exhibirá armas como símbolo de autodefensa durante las protestas en Cleveland, en estos días previos a la Convención Nacional Republicana que se celebrará este lunes. El problema es que un grupo seguidor de Donald Trump notificó que hará lo mismo. El riesgo de conflicto está latente.


Si se considera que las armas no desactivan situaciones violentas, sino que las exacerban, el gobierno deberá hacer mayores esfuerzos en favor de la seguridad y la sensación de seguridad. Tendrá que imponer mayores restricciones para que no cualquiera pueda acceder a las armas de fuego e impedir que estas se puedan exhibir a plena vista con total arrogancia o demostración de fuerza. trottiart@gmail.com

diciembre 26, 2012

Newtown y las secuelas políticas


La conmoción social que causó la masacre de 20 niños menores de seis años, en la escuela primaria Sandy Hook de la localidad de Newtown, Connecticut, fue el detonante para que los líderes estadounidenses utilicen todo su arsenal político con tal de imponer restricciones al desmesurado uso de armas de fuego.
Las últimas encuestas han influido en la actitud cambiante del presidente Barack Obama, desde que el joven Adam Lanza se suicidara tras quitarles la vida también a siete adultos con armas de alto calibre. La primera reacción de Obama fue tibia tras emocionarse como padre ante las cámaras y pedir a sus colegas que tomen “medidas significativas”. Recién días después se asumió como líder, exigiendo controles y restricciones.
Su cambio se debió a varios factores. Primero, porque pudo argumentar libremente ante el silencio de la influyente Asociación Nacional del Rifle (NRA) que, por vergüenza, ocultó sus cuentas en Facebook y Twitter por varios días. Segundo, porque le dolieron las críticas de su correligionario, el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, líder de un grupo contra las armas de fuego y la NRA, que le reprochó: “El país necesita que envíe un proyecto del ley al Congreso para arreglar este problema. Hacer un llamado a tomar ‘medidas significativas’ no es suficiente. Necesitamos medidas inmediatas”.
Más importante aún, porque indignado por la matanza de niños, el público pretende cambios drásticos, como lo demostró con el envío de millones de cartas a la Casa Blanca y con sus opiniones en las encuestas de ABC News/Washington Post, CBS News y el Centro Pew. Una reacción muy distinta a la registrada durante otras masacres ocurridas en la presidencia de Obama, como las de este año en un cine en Aurora, Colorado y en un templo Sikh en Milwaukee, Wisconsin o la de 2010 en Tucson, Arizona, donde sobrevivió la legisladora Gabrielle Giffords, pero no tuvieron suerte otras seis personas.
Según ABC, un 44% favorece las restricciones, porcentaje muy superior al 24% registrado tras el tiroteo en Aurora y al 31% luego de Tucson. El Centro Pew mostró que un 47% cree en mayores restricciones, mientras que el porcentaje sube al 57% según CBS, más abultado que el 39% que arrojó su misma encuesta realizada en abril. Los encuestados, empero, resaltaron que las armas no son el único elemento a considerar en la inseguridad escolar.
Seguramente las restricciones a las armas no tendrán un impacto definitivo, porque los tarados y enfermos mentales siempre se las rebuscarán para ensañarse con tiroteos a mansalva para llamar la atención. Sin embargo, es un buen comienzo para debatir no solo el tema de la Segunda Enmienda constitucional que respalda un cuestionado derecho individual a portar armas sin distinguir las de defensa personal y las de guerra, sino también sobre otros aspectos ligados a la violencia como salud mental, prevención, apología a través de video juegos, televisión e internet, donde es más fácil conseguir instrucciones para armar bombas y usar armas, que para hacer tareas escolares. 
Sin dudas, la masacre de los niños de Newtown se tradujo en un punto de inflexión respecto a la libre compra y uso de armas de fuego como ningún otro episodio lo había logrado antes. Más allá de la afiliación de los congresistas que han empezado a trabajar en proyectos de ley para el nuevo Congreso en enero, las expectativas están enfocadas en la responsabilidad del máximo líder.
Obama tomó excelente determinación, pidiendo al vicepresidente Joe Biden comandar consensos y propuestas para que haya nueva legislación para prevenir otras masacres. La NRA en una tardía pero buena reacción de autocrítica, dijo que aportaría “contribuciones significativas”, pero se desdibujó este viernes cuando expió pecados responsabilizando de la violencia a la industria de medios, cine, música y video juegos, mientras que su gran contribución fue pedir un policía armado para cada escuela.
Lo importante, en definitiva, es que el episodio en Sandy Hook ha obligado a los líderes a usar toda su voluntad y arsenal político para responder por los “angelitos” y al público en general. Es de esperar que Obama no permita que este consenso se disipe y use todo su capital político para que Newtown tenga un mejor significado en el futuro.

diciembre 22, 2012

Como en el Lejano Oeste


Finalmente la Asociación Nacional del Rifle (NRA) salió de su letargo este viernes para hablar de las “contribuciones significativas” que el miércoles prometió – después de pasarse agazapada y avergonzada tras la masacre en la escuela primaria Sandy Hood de Newtown – para evitar que sucedan otros tiroteos a mansalva en las escuelas del país.

Hubo ciertas esperanzas de que el anuncio del miércoles llevara a esta influyente organización a aportar medidas interesantes. Sin embargo, como también se temía, no aportó nada espectacular, simplemente propuso combatir a las armas con más armas. Considera que la mejor solución es poner policías armados en las escuelas para disuadir a los atacantes.

Puede que la medida a corto plazo intente disuadir a los imitadores y, complementariamente, proteger a los niños; pero, a largo plazo, se necesitan medidas más audaces que tienen que ver con el acceso desmesurado que cualquier persona puede tener en EE.UU. a armas de guerra como la utilizada por Adam Lanza. La política del “ojo por ojo, diente por diente”, nunca fue tan efectiva, como que sí despertó más violencia, y de eso hay pruebas a montones en las políticas públicas de los países y hasta retrotrayéndonos al lejano oeste.

Una medida más interesante de la NRA hubiera sido ponerse a disposición del vicepresidente Joe Biden, quien nombrado por el presidente Barack Obama, está liderando un grupo de trabajo para encontrar soluciones de largo plazo, no solo en materia de control y restricción sobre el uso de armas de fuego, sino también sobre programas de salud mental, prevención del delito, restricciones de licencias, etc…

La NRA, como era de esperarse, solo aportó una ineficiente “contribución significativa”  y, encima, lo único que hizo es criticar a los medios de comunicación, al cine, a la música y a la industria de los videojuegos como los causantes de la violencia social. Seguramente, a partir de ahora, seguirá tratando de influir a los congresistas con el mismo tipo de cabildeo agresivo que utilizó para que las armas de fuego no sean parte del debate nacional.

Pero esta vez, creo que en nombre de los “20 angelitos” asesinados a mansalva en Sandy Hood, el público, indignado, no bajará su presión hasta que haya cambios de consideración. La NRA esta vez no se enfrenta contra congresistas, por lo que le resultará difícil dejar de admitir responsabilidades y aportar algo más significativo.   

enero 18, 2011

La hipocresía sobre las armas de fuego

La matanza de Tucson, Arizona, en la que murieron a sangre fría seis personas, 14 resultaron heridas, entre ellas la congresista demócrata, Gabrielle Giffords, no azuzó el debate sobre las armas de fuego como se suponía, sino más bien reactivó un montón de proyectos de ley en varios estados del país que pretenden menos restricciones para su compra y su portación.
Se trata de una actitud bastante hipócrita, de espalda a lo sucedido, aunque quienes creen en las armas, muchos legisladores republicanos y la Asociación Nacional del Rifle, consideran que la libertad sobre ellas, garantizada por la Segunda Enmienda constitucional, ha evitado que se produzcan muchas otras masacres.
Según un cable de la AP, en los últimos se aprobaron muchas leyes en Arizona para que permiten la compra y portación de armas en “casi cualquier lugar y en cualquier momento”, y que incluso días después de la matanza perpetrada por Jared Loughner el 8 de enero, se presentaron nuevos proyectos de ley que propenden aún a menores restricciones.
Los republicanos en Arizona aducen que nada les disuadirá para seguir con su agenda a favor de las armas, como una nueva regulación que, de aprobarse, permitirá a los profesores universitarios a portar armas ocultas en los recintos académicos. Según la AP, solo Utah permite la presencia de armas en universidades y 24 estado las prohíben.
Por otra parte, en el Congreso de la Florida se han propuesto tres proyectos de ley que restringen a los gobiernos locales regular sobre armas de fuego, “prohibir a los médicos que pregunten a sus pacientes si tienen armas y permitir que la gente las porte de manera abierta, sin ocultarlas, incluso en los recintos universitarios”, según reportó el domingo pasado el The Miami Herald.
A decir de este diario, Estados Unidos tiene índices de asesinato mayores que el resto de los países industrializados. Dos terceras partes de los homicidios en la Florida y el país se cometen con un arma de fuego, según estadísticas del FBI y de la Florida. La NRA afirma que habría más asesinatos sin derecho a tener armas.
Es obvio que a partir de estos datos objetivos, existe una clara hipocresía en EEUU cuando se habla sobre el derecho a portar armas de fuego, algo que parece estar más de acuerdo a las necesidades económicas e intereses de la industria que a la realidad del país.
Uno pensaría que ahora que hay con Barack Obama un desarme oficial y formal en materia de armas nucleares entre EEUU y Rusia, habría una mejor actitud y cultura para discutir sobre el desarme interno. Pero no es así.  

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...