jueves, 3 de noviembre de 2011

Arrogancia de Correa, justicia y CIDH

El diario El País de Madrid se dedicó esta semana a reportar sobre la falta de independencia de la justicia en Ecuador y el atropello constante del presidente Rafael Correa a todo aquel que piense y se exprese diferente a la voluntad de su gobierno. Muchos videos que durante años tuvimos oportunidad de ver durante las asambleas de la Sociedad Interamericana de Prensa, son testimonio de la arrogancia y el desparpajo con el que Correa se dirige a quienes considera sus súbditos. Todos los demás ciudadanos de su país sin distinción de los cargos, puestos y labores que desarrollen.

En uno de esos inquietantes video-shows, se lo ve a Correa decir que como presidente del país, lo es del Estado, por lo que reclama que es el jefe no solo del Poder Ejecutivo, sino también de todas sus dependencias. Peligrosamente  se refiere a que su poder también abarca a los poderes Judicial, Legislativo y Electoral. ¡Vaya forma de definir una democracia!

Esta semana la Asociación Mundial de Periódicos, comprobó en una vista a Ecuador lo que ya dos misiones internacionales de la SIP y del Comité de Protección de Periodistas, establecieron: La justicia está secuestrada por el Poder Ejecutivo, usándola como brazo armado para callar a opositores, medios y periodistas.

La arrogancia de Correa es perversa. Dijo en estos días que le da la bienvenida a una misión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a su país, pero que no la invitará. Para los desprevenidos esto suena a que Correa tiene todo el derecho a no invitar a una delegación por temor a que en su propia casa le podría condenar por sus faltas graves a la libertad de prensa y de expresión. Pero en este juego verbal, Correa esconde que una misión de la CIDH solo puede apersonarse en un país si existe una invitación formal para hacerlo. Pero aún peor, Correa dijo que él no aceptará ninguna recomendación de la CIDH si habla mal de sus políticas. Lo que es lo mismo a desobedecer los tratados internacionales que el Estado ecuatoriano firmó y ratificó.

Pero bueno, como Correa se autodefine como dueño del Estado, es decir patrón de estancia, puede hacer lo que le da la gana.   

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