jueves, 9 de junio de 2011

Correa cansa con su causa contra la prensa


El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, es uno de los menos democráticos de la región a pesar de que todo quiera resolverlo y demostrarlo mediante consultas populares a las que considera las formas más directa de hablar con el pueblo. Es verdad que es directa, pero también que su intención es invalidar a la oposición y al Congreso. Correa seguramente no haría estas consultas si tuviera baja popularidad, ya que temería que se le desmoronen sus objetivos.

Correa, desde que se inició en el poder en 2007, ha conducido al país con un estilo de confrontación permanente tanto contra la oposición como contra la prensa. Entre esos ataques, con los que busca polarizar y dividir para reinar, se ha ensañado particularmente contra medios críticos.

El autocrático Correa además de todas sus peleas contra quien no se subyuga a su línea de acción y de todos los medios públicos y privados que mantiene dentro del Estado para hacer propaganda, mantiene una guerra especial contra el diario El Universo de Guayaquil. Una fórmula de ataque contra la prensa en general y de persistente agresión a periodistas y directivos de El Universo, que copió de su amigo el ex presidente argentino Néstor Kirchner, que tenía la misma política comunicacional y similar guerra contra los diarios Clarín y La Nación, a los que les achacaba todos los males en el país.

Lo de Correa es inaudito en una democracia. Mucho de su tiempo en sus alocuciones propagandísticas sabatinas y en cualquier discurso lo dedica a insultar y a poner sobrenombres peyorativos a los medios y periodistas, quienes por informar, denunciar u opinar son tildados desde mentirosos, apátridas, mercenarios, desestabilizadores o antidemocráticos.

Pero el presidente ecuatoriano no se contenta con la dialéctica, sino que transforma esa presión discursiva en acciones. Ha demandado a periodistas y medios como nadie. A los tres directores de El Universo les ha entablado juicios, que de ganarlos, obtendría una indemnización de 80 millones de dólares y que los periodistas pasen tres años en la cárcel. En los últimos años, el diario viene sufriendo inspecciones tributarias y otro tipo de auditorías económicas que no son usuales para otras empresas, y jamás se ha beneficiado con algún centímetro de publicidad oficial, algo que el gobierno utiliza en forma corrupta para castigar a este medio y premiar a otros que se portan bien.

La última andanada de golpes contra El Universo fue para su fundador, ya fallecido, un periodista que es reconocido en el país por su defensa de las libertades públicas. Correa atrae cosas del pasado que aunque no sean ciertas o fueron enterradas por la justicia por ser cosa juzgada, simplemente las estimula para crear dudas, sospechas y especulaciones. Es el viejo ardid de la propaganda política para desprestigiar, y en esa acción, su intención es amedrentar e intimidar para que la prensa se autocensure.

A pesar de que El Universo ha dicho en sus páginas no se dejará intimidar y continuará con su periodismo sin doblegarse, ya son evidentes en Ecuador los signos de autocensura que pululan entre medios independientes. Es que no autocensurarse o callar cosas que al gobierno le incomodan tiene sus beneficios. Y Correa se encarga de recordarlas todos los días.

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