En noviembre debutaré con mi voto en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Estoy ansioso. Pensé que a esta altura ya no estaría indeciso, pero lo soy. No me registré en ninguno de los dos partidos predominantes. No soy Demócrata ni Republicano. Soy independiente. Pensé que la Convención Demócrata y el discurso de Hillary Clinton de anoche me hubiesen decidido. No fue así.
Quienes me conocen, se sorprenden que no sea demócrata. Me encasillan como liberal, y se sorprenden aún más cuando me escuchan simpatizar con ideas más conservadoras; en lo económico sobretodo. Debería ser demócrata, soy más pro derechos humanos, y en 1976 mientras vivía en Dakota del Norte como estudiante becado, fui voluntario de la campaña demócrata de Carter-Dole. Pero no. Siempre me pareció que los demócratas son más hipócritas, en realidad igual de conservadores que los Republicanos, nada más que no lo admiten. Las diferencias no son muchas o no se advierten.
Todavía ni Obama ni McCain me han convencido. Sigo como indeciso y represento a un gran porcentaje de la población que está esperando una estocada especial. Como hispano me siento adulado por ambos partidos que están desesperados por ganar los votos de este segmento. En el 2000, por 237 votos, la Florida se convirtió en un estado republicano que le hizo perder la presidencia a Al Gore a pesar de que había ganado las elecciones voto por voto en el país. La lección de aquel sufragio en el que 237 papeletas inclinaron la balanza de todo un país, es que cada individuo cuenta y es importante.
Como buen indeciso vengo cambiando mi inclinación a cada minuto, según como soy influenciado por los medios, los discursos de los candidatos, por su raza y por su edad, por las decisiones que dicen que van a tomar y por quien representa mejor los intereses de mi billetera y quien promete un mejor país para mis hijos o mis futuros nietos. No estoy confundido, estoy alerta. Leo, veo, escucho y consumo información y opiniones. No es fácil tener claridad. A veces el corazón dice una cosa y la razón otra. Y al día siguiente a la inversa.
Hoy no votaría por ninguno de los dos. Pero quiero votar y no lo haré en blanco. Iré contando en posts periódicos (y en algunas líneas al final de aquellos que opino de otra cosa) como irá cambiando mi posición y mi voto de acuerdo a lo que lea, perciba y sienta. Creo que este ejercicio me ayudará a estar mejor enfocado y a tener una decisión más responsable.
1 comentario:
Lo felicito. Excelente perspectiva
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