abril 02, 2012

Las Malvinas son argentinas

La soberanía de Argentina sobre las Islas Malvinas no se puede prestar a discusión, pese a que algo más de tres mil isleños quieran seguir perteneciendo a la Corona Británica después de que ese país las usurpara al gobierno libre e independiente argentino el 3 de enero de 1833.

En este día en que se conmemora el 30 aniversario de la guerra de las Malvinas entre Argentina y Gran Bretaña, es bueno reflexionar sobre la vida de los 649 veteranos argentinos, 255 británicos y tres malvinenses  muertos en la guerra. En honor y memoria a ellos y todos los soldados, oficiales y civiles que les sobrevivieron, sería importante que las partes en conflicto se sentaran a la mesa de negociaciones para discutir sobre la soberanía de las islas como la ONU reclama desde 1965.

Existe hoy un contexto diferente al que reinaba 30 años atrás cuando la invasión argentina a las Islas Malvinas ocurrió por sorpresa y cuando todos pensaban que antes de que llegara la Armada Británica al archipiélago sur, habría una salida pacífica a la disputa. Lamentablemente, el hundimiento del crucero General Belgrano por parte del submarino HMS Conqueror no solo sepultó la vida de 323 marinos argentinos sino también la esperanza de un acuerdo diplomático.

Está claro que la reivindicación por las armas de parte de Argentina fue una manera de incentivar el nacionalismo para extender a un gobierno militar, al mando del general Leopoldo Galtieri, que por entonces hacía agua. Pero también es cierto que esas mismas condiciones las encontró la primera ministra Margaret Thatcher, a quien la guerra le vino como anillo al dedo.

También es cierto que la actual presidenta Cristina de Kirchner tiene en la escalada de este conflicto diplomático una razón valedera para mantener y aumentar su popularidad, menguada por una economía proteccionista que compromete la estabilidad de su gobierno. Sin embargo, más allá de sus formas, las intenciones de la Presidenta coinciden con la de millones de argentinos que, con sentido común, piensan que un territorio tan cercano, dentro de la plataforma territorial y habiendo sido usurpado hace 179 años, no puede permanecer como colonia de ninguna potencia extranjera.

Para muchos no solo se trata de un tema político, como cuando Gran Bretaña devolvió Hong Kong a China, sino un tema profundamente económico desde que ya hay perforaciones que indican reservas petrolíferas de consideración en el mar cerca de las islas; además de su estratégica posición geográfica a solo cientos de kilómetros de la Antártida, el reservorio de agua potable más importante del planeta.

Aunque coincido con el periodista Andrés Oppenheimer, del The Miami Herald, de que la posición del gobierno argentino se fortalecería si tratara de alcanzar un mejor acuerdo con los isleños (como promover viajes gratuitos de los malvinenses al continente), en vez de tener una política de confrontación con el gobierno británico; creo, sin embargo, que igualmente el gobierno argentino tiene derecho a generar presiones económicas y financieras con la finalidad de presionar a su contraparte para acordar un diálogo en el marco de la petición de la ONU.

No estoy muy seguro si las presiones contra entidades económicas y financieras de EE.UU. y de Gran Bretaña que asisten a compañías petroleras multinacionales encargadas de las perforaciones tendrán éxito por sí solas. Pero estimo que son medidas adecuadas de presión que tanto EE.UU. como Gran Bretaña utilizan a menudo y en forma sistemática para lograr sus fines. Leáse el embargo económico en vigencia más antiguo, como el de EE.UU. a Cuba con cinco décadas de duración y las medidas económicas más recientes impuestas por ambas potencias a Irán por su política nuclear y a Libia y Siria por sus violaciones a los derechos humanos de sus disidentes y rebeldes.

Estimo que esta presión económica anunciada por la Presidente, sumada a la de varios gobiernos sudamericanos de impedir que los barcos de bandera de las Falkland Islands atraquen en sus puertos, además de la posibilidad de generar incertidumbre en el Reino Unido, permite dar un mensaje simbólico sobre la ex temporalidad de las colonias imperiales en plano siglo 21.

Estas medidas de presión, junto al mensaje de hoy desde Usuahia de la presidente Kirchner, sobre que la Argentina solo aspira a dialogar y respetar los derechos de los isleños, son totalmente elocuentes.

Correa y su soberbia arrogante

El presidente ecuatoriano Rafael Correa está cada día más arrogante. Anunció que este lunes dará a conocer su decisión de si irá o no a la Cumbre Iberoamericana de Cartagena a mediados de mes, aduciendo que su decisión está enmarcada al rechazo hemisférico de que Cuba, como país no democrático, no se le ha autorizado a participar.

Más allá de sus razones, lo importante es ver cómo Correa últimamente está usando este tipo de “anuncios oficiales” para comunicar sus decisiones de “peso internacional” como si se tratara de un ser que trasciende el Ecuador, como siempre lo han hecho otros personajes autocráticos – léase Fidel Castro y Hugo Chávez – a quienes les encanta adoptar causas que afecten intereses foráneos para ser escuchados por la gran prensa internacional.

La última vez que Correa tomó un escenario internacional fue hace un par de semanas, también un lunes, cuando él mismo leyó una carta en la que perdonaba a un columnista y a tres propietarios del diario El Universo sobre quienes pesaba una condena de tres años de cárcel y 40 millones de dólares por una demanda que él había interpuesto.

A raíz del lío en que se metió con esta decisión judicial manipulada, Correa ahora adoptó una nueva causa también de carácter internacional. Se trata de una crítica acérrima contra la Comisión Interamericana de Derechos Humanos porque este organismo dictó medidas cautelares a favor de los condenados y porque en octubre pasado permitió a otros procesados, autores del libro El Gran Hermano, participar de una audiencia en la que criticaron a su gobierno.

El sábado, Correa dijo que la sede de la CIDH no debería estar en Washington dentro de un país que no ha firmado la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la que debería trasladar su sede a Panamá.

No existen motivos suficientes para este cambio de sede, ni estatutarias ni legales, además de que no habría consenso, pero el solo hecho de embanderarse detrás de su propia causa, le permiten a Correa estar en el candelero internacional, algo que está gustándole cada vez más.  

marzo 31, 2012

Viernes Santo será feriado en Cuba

Luego de la visita de Benedicto XVI esta semana a Cuba, el gobierno de Raúl Castro accedió a declara feriado el Viernes Santo. El gobierno de Fidel Castro había hecho lo mismo en Navidad, luego de la visita de Juan Pablo II en 1998.

Son gestos importantes no fáciles de obtener de parte del gobierno cubano. Para aquellos que les gusta el sarcasmo, deben creer seguramente que en tan solo un par de décadas, el gobierno cubano accederá a todos los feriados de la Iglesia y hasta podría declarar día no laborable el 6 de enero.


Viernes Santo será feriado en Cuba, como pidió Benedicto XVI - Cuba - ElNuevoHerald.com

Prensa y Expresión: Como en la Guerra Fría

Prensa y Expresión: Como en la Guerra Fría: Cuba y EE.UU. están reviviendo décadas pasadas en que jugaban al intercambio de espías durante la Guerra Fría.  La diferencia es que entonce...

Como en la Guerra Fría

Cuba y EE.UU. están reviviendo décadas pasadas en que jugaban al intercambio de espías durante la Guerra Fría.  La diferencia es que entonces el jueguito lo hacían los servicios de inteligencia, en cambio ahora los episodios están enmascarados por las decisiones de los jueces.

Este viernes llegó a Cuba el espía cubano René González quien estuvo encerrado en cárceles de EE.UU. por 13 años condenado por espionaje contra la comunidad cubana en el exilio. Ahora en libertad condicional, una jueza federal de una corte en Miami, Joan Lenard, le otorgó el permiso de viajar por 15 días por cuestiones humanitarias para visitar a uno de sus hermanos, gravemente enfermo de cáncer pulmonar.

Es evidente que el permiso ha sido otorgado a González para conseguir un gesto similar de parte del gobierno cubano. El contratista estadounidense Alan Gross que fue condenado a 15 años de cárcel en Cuba en el 2011 por actos contra la seguridad nacional al haber regalado equipos de telecomunicaciones a la comunidad judía en la isla, acaba de pedirle al presidente Raúl Castro un permiso de salida para visitar a su madre de 90 años enferma.

Seguramente, se trata de un gesto calculado, de un cambio de espías. En vez de razones de Estado, esta vez se aplicó las siempre justificadas “razones humanitarias”.

Relaciones convenientes

RICARDO TROTTI: Cuba-Vaticano, relaciones convenientes - Opinión - ElNuevoHerald.com

marzo 29, 2012

Derecho a morir; deber de vivir

Dos enfermeros uruguayos se creyeron Dios. Mataron al menos a 16 ancianos con inyecciones de aire, morfina y calmantes, bajo el argumento de que aliviarían el sufrimiento de sus víctimas con una muerte buena y decorosa.

Pero como los pacientes no eran enfermos terminales, ni dieron su consentimiento ni hubo orden judicial de por medio, Ariel Acevedo y Marcelo Pereira cometieron homicidio, no eutanasia como argumentaron. Como otros “ángeles y doctores de la muerte” de la historia reciente, ya sea el español Joan Vila, el inglés Harold Shipman o los estadounidenses Jack Kevorkian y Peter Goodwin, los enfermeros uruguayos confundieron piedad con crueldad y, contrarios a su juramento, eligieron acelerar la muerte que prolongar la vida.

Más allá de la actitud criminal, este hecho nos enfrenta al eterno dilema de tener que adoptar posiciones sobre temas polémicos como la pena de muerte, el suicidio asistido, el aborto y la eutanasia que, pese a que pueden estar regulados por ley, gravitan con mayor peso en el campo de la moral.

Nuestros enfoques siempre están condicionados por la educación, las enseñanzas religiosas, las leyes, la presión social y nuestras experiencias. Quienes defienden la eutanasia, definida como la acción u omisión de un tratamiento médico para evitar que un paciente sufra, con su consentimiento o el de su familia, creen en el principio de la muerte digna sin sufrimientos y que la persona tiene la libertad para disponer de su vida.

Quienes están en contra, consideran el principio moral y religioso de que la vida es un don de Dios que no puede ser arrebatado por el ser humano. Piensan que sin la vida de los más vulnerables, discapacitados y enfermos terminales, la sociedad corre el riesgo de deshumanizarse y de justificar limpias raciales, genocidios y holocaustos.

En ese contexto, en la encíclica Evangelium Vitae de 1995, el Papa Juan Pablo II enseña sobre el valor de la vida ante la cultura de muerte, en la que enmarca especialmente a la eutanasia, el aborto y la manipulación de embriones, como acciones contrarias al mandamiento de “no matarás”. Agrega el Pontífice que la posibilidad de practicar la eutanasia “agudiza la tentación de resolver el problema del sufrimiento”, pudiendo cometerse muchos abusos, como ahora evidencia el caso de los “ángeles” uruguayos.

Este tipo de tentaciones sobre el tema de la muerte y la vida con dignidad lo he experimentado en relación a mi madre. Tiempo atrás, ella murió de esclerosis múltiple, una enfermedad devastadora que de a poco le conquistó hasta los músculos de los párpados y todo el aliento de su cuerpo. En mis últimas visitas, y ante tanto sufrimiento, me pregunté hasta el cansancio y con desconcierto, si la eutanasia directa no hubiera sido el alivio que ella y toda la familia merecía.

Mi padre, no obstante, se interpuso entre mis pensamientos. Cuidó ejemplarmente de ella por cinco larguísimos años y pese al dolor de ambos,  ayudó a que se entregue Dios y a que nadie le arrebate su derecho a morir en forma natural y con dignidad.

La enseñanza fue grande y se valora aún más cuando debemos enfrentar qué tipo de dignidad ofrecemos a nuestros más viejos. Es que el tema de la relación con la ancianidad no es fácil, y menos cuando debemos adoptar posiciones morales y prácticas mientras gozamos de salud y llevamos una vida activa. Muchas veces, aunque no sea de nuestra preferencia ni el ideal, las residencias geriátricas son el mejor lugar para que los ancianos puedan estar acompañados y recibir el tratamiento terapéutico y nutricional adecuado para mantenerse fuertes y vivir con decoro.

Cuando la semana pasada con mi hermano visitamos desde el exterior a mi padre, con la intención de rescatarlo de su soledad y de su decaimiento físico y anímico, reconocimos que de no ser por las visitas cotidianas de algunos de sus íntimos, su vida podría ser más tediosa e indigna y quedar al abandono de una terrible eutanasia interior.

Seguramente ahora mi padre, así como veló para que mi madre tuviera el derecho a morir a su lado y con dignidad, se impondrá la obligación y el ineludible deber de vivir.

La dolorosa libertad de prensa

  Hoy, Día Mundial de la Libertad de Prensa, como hace 32 años cuando publiqué "La Dolorosa Libertad de Prensa", estoy convencido ...