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mayo 17, 2011

Martinelli y el circo con la prensa


Desde que Ricardo Martinelli asumió la Presidencia de Panamá, la libertad de prensa decayó a niveles inesperados. Su gobierno, y él personalmente, tienen una trayectoria motivada por la intolerancia lo que ha venido afectando a los medios y periodistas que han empezado a percibir y sentir restricciones, acoso y expulsiones. El debate público se degradó.

Martinelli es directamente responsable del clima de confrontación con el periodismo. Lo extraño es que en lugar de respetar lo que la Constitución establece en materia de respeto y garantías que el Estado debe brindar a la libertad de expresión y de prensa, el sábado pasado inició un circo en esta materia. Envió una carta al arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa, convocando a un diálogo nacional por la libertad de expresión, evadiendo de esa forma las denuncias sobre amenazas y abusos de autoridad por parte del gobierno en contra de periodistas.

Lo extraño es que algunas asociaciones periodísticas, medios y periodistas vieron este “acercamiento” como algo positivo, sin reparar que es obligación del gobierno respetar y custodiar la libertad de expresión y de prensa, no como un privilegio de la prensa, sino como un derecho humano que pertenece a cada panameño.

El circo de Martinelli, por el que luego invocará regulaciones para los medios o exigirá medidas de autorregulación, es un juego peligroso ya que finalmente pretenderá un pacto de no confrontación, dándole a la prensa un estatus de contendiente político que no tiene.

Martinelli quiere imponer con la prensa los mismos códigos de negociación de la política y el mundo empresario. Aceptando, el periodismo se desnaturaliza.

octubre 06, 2009

La exageración de Lula

Ignacio Lula da Silva tiene todo el derecho a reclamar ante el gobierno de Roberto Micheletti que debería devolver la presidencia al Manuel Zelaya y puede disponer de sus opiniones para alinearse con gran parte de la comunidad internacional sobre la crisis en Honduras; e indistintamente tratar de agradar a Barack Obama como a Hugo Chávez.
Hasta ahí muy bien. Es el presidente con mayor aceptación popular en las últimas décadas en Brasil gracias a la suertuda estrategia petrolera, consagraciándose además con su pueblo atrayendo un Mundial de Fútbol y las Olimpíadas para el 2014 y el 2016 respectivamente.
Pero ahora esa prédica estentórea contra Micheletti, justo en el momento que se deben limar asperezas para el diálogo, parece ser más la continuación de una política exterior brasileña que nunca gozó de mucha popularidad ni inteligencia a nivel universal. Lula está interfiriendo en asuntos internos de otro país, no simplemente por unas declaraciones histéricas, sino más bien por haber tenido la intención de apoyar desde el comienzo para que Zelaya entre clandestinamente al país y permitirle hacer de su embajada una morada permanente y utilizarla como tribuna política, lo que contrasta contra cualquier tratado internacional sobre no intervención y diplomacia.
Lula califica de ilegal al gobierno de Micheletti, pero las acciones adoptadas por Brasil de interferir mediante el discurso y la utilización de su territorio en forma política para agredir a otro país, también son ilícitas y una exageración de la diplomacia brasileña. El viejo adagio de que el fin no justifica los medios, pareciera ser la norma en esta situación.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...